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Fue Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, quien nos hizo levantar los ojos del suelo para ver la gloria de los cielos estrellados sobre nosotros. Fue Muhammad quien nos llevó de las profundidades de la oscuridad hacia la grandeza de la luz de Dios.





El Profeta fue quien nos llevó a romper nuestras estatuas de piedra y nuestros dioses de madera. Fue Muhammad quien nos sacó de la inmundicia de la idolatría para disfrutar de la serenidad de la trascendencia de Dios.





En la Noche del Poder durante Ramadán, descendió el Corán sobre Muhammad, y él recibió sus primeros versículos en la Cueva de Hira. (Ibn Abbas)





A partir de entonces, el Profeta nos enseñó cómo celebrar Ramadán a través de días de ayuno y noches de oración: para honrar cada día de Ramadán como un día de paciencia a través del ayuno, y cada noche como una noche de agradecimiento a través de las oraciones.





Una transformación inesperada





No era nada menos que un milagro la forma en que el Profeta reformó y perfeccionó a aquellas tribus rebeldes de Arabia y las transformó en ascetas piadosos, disciplinados y temerosos de Dios, que hacían oración en la mezquita, cinco veces al día, buscando la guía de Dios.





E imagina: esta misma gente que alguna vez disfrutó de los placeres del “vino y las mujeres”, podían pasar ahora todo el mes de Ramadán ayunando y haciendo oración.





En los corazones de sus seguidores, el Profeta inculcó el amor y el temor a Dios y el amor por la humanidad. Su ejemplo fue inspirador e irresistible, y cada uno de ellos anhelaba ansiosamente convertirse en su seguidor más cercano.





Para ellos él fue el más sincero y cordial de los líderes. Y su vida estuvo abierta a ellos como un libro, podían verlo practicar más de cerca en su propia vida lo que predicaba.





Deja que el Espíritu impere





El Profeta demostró a su gente cómo este mundo es menos importante que el próximo y cómo el cuerpo es menos importante que el alma. Ayunando, el Profeta les enseñó paso por paso cómo ignorar las exigencias físicas para que el espíritu impere.





El abandono de la comida, la bebida y el sexo fue sólo un preludio de la siguiente fase de mayor significado: conquistar la avidez y la codicia, la lujuria y el libertinaje, liberar la mente propia de los vuelos de la pasión y los arrebatos del mal genio. De hecho, el Profeta dijo:





 “La persona fuerte no es aquella que puede vencer a alguien más en la lucha. La persona fuerte es aquella que puede controlarse cuando está enojada”. (Sahih Al Bujari)





También, sobre el efecto del ayuno en el comportamiento, el Profeta dijo: “Ayunar es un escudo, por lo que la persona que ayuna debe evitar el lenguaje obsceno y la conducta ignorante. Si alguno abusa de él o comienza a luchar contra él, debe responderle diciendo: ‘Estoy ayunando. Estoy ayunando’”. (Sahih Al Bujari)





El núcleo del ayuno según el Profeta es la buena disposición de la persona no sólo a renunciar a la auto indulgencia, sino a sentir la necesidad del hermano como propia. Y nadie era más bondadoso y generoso que el Mensajero de Dios, y su generosidad alcanzaba su apogeo durante Ramadán. (Sahih Al Bujari)





El Profeta subrayó la importancia de tratar bien a la gente cuando dijo:





“Hagan fáciles las cosas para la gente y no se las dificulten, albricien y no espanten”. (Sahih Al Bujari)





Él también dijo:





“La más querida de las acciones para Dios Todopoderoso es hacer feliz a otro musulmán, eliminando una dificultad que le haya sucedido, pagándole una deuda o librándolo del hambre. Esto es más querido para mí, en efecto, caminar con mi hermano musulmán para ver alguna necesidad suya, que recluirme en una mezquita por un mes…”. (Tabarani)





El corazón de uno que ayuna sinceramente está abierto a la contemplación de la magnificencia de las incontables bondades de Dios. Es por esto que el Profeta les pidió a sus seguidores evitar la glotonería:





“La comida de dos personas es suficiente para tres, y la comida de tres personas es suficiente para cuatro”. (Sahih Al Bujari)





Gentileza con los más necesitados





Dios es Misericordioso y Él ha manifestado Su Misericordia para con Sus criaturas a través del envío de Su último Mensajero, Muhammad, como encarnación de la misericordia. El Profeta dijo:





“Ten piedad de aquellos en la tierra, para que Aquel que está en el cielo tenga misericordia contigo”. (Tirmidhi)





“No es creyente quien come hasta saciarse cuando su vecino está hambriento”. (Baihaqi)





Por lo tanto, no es sorprendente que los Compañeros del Profeta lo amaran entrañablemente, pues él fue el más bondadoso de los hombres, y otorgaba su misericordia no sólo a los humanos, sino a otras criaturas del mundo también.





Ningún líder fue más considerado y solícito con sus seguidores que Muhammad: él nunca le permitió a ningún musulmán soportar alguna carga mayor a la que pudiera llevar, según lo enseñado por Dios mismo.





Él era muy consciente de las debilidades de la gente, y esto es evidente dada su consideración por sus seguidores en el tema del ayuno. Él enseñó a los musulmanes a retrasar el suhur (la comida antes del alba, anterior al ayuno) hasta un poco antes de la oración del alba, y no retrasar el iftar (la comida para romper el ayuno) después de la llamada de la oración del ocaso, para no poner tensión innecesaria sobre la persona que ayuna por la prolongación del tiempo de ayuno.





Cuando viajaba durante Ramadán, el Profeta ayunaba o rompía su ayuno, y permitió a sus compañeros escoger entre ambos, de acuerdo a sus capacidades.





Es de destacar que el Profeta no especificó una distancia en particular para viajar como un límite mínimo para que una persona rompiera el ayuno. Sus compañeros en ocasiones rompían el ayuno inmediatamente dejaban su casa, puesto que este fue el ejemplo establecido por el propio Profeta.





De modo similar, durante las épocas de calor o sed se les permitió refrescarse vertiendo agua sobre sus cabezas, y el propio Profeta lo hizo.





Su ejemplo en materia de confraternizar con sus esposas durante Ramadán no fue diferente. Él sólo desaprobó aquellos actos que socavaban obviamente el ayuno.





En cuanto a las oraciones del Tarawih (las oraciones nocturnas supererogatorias realizadas durante Ramadán), se registró que el Profeta comenzó a rezarlas en congregación y luego dejó de hacerlo, temiendo que tales oraciones se convirtieran en obligatorias si continuaba realizándolas en congregación.





Así, mientras que demostró a través de su ejemplo que es mejor realizar en congregación las oraciones del Tarawih, dio facilidad en el tema por su misericordia.





Retiro: Refrescar el alma





El punto más alto de Ramadán para los musulmanes es buscar Al-Lailatul Qader (la Noche del Poder) durante las últimas diez noches. Un acto de adoración que el Profeta enfatizó especialmente durante esta época es el itikaf, que es un retiro espiritual en el cual uno se confina a sí mismo en una mezquita para dedicar su tiempo enteramente a la adoración y la recordación de Dios.





En estos días modernos, cuando la gente anhela la indulgencia en los placeres efímeros, uno necesita regresar al aislamiento en la casa de oración de tiempo en tiempo, lo que es esencial para el rejuvenecimiento espiritual y el regreso a su Creador.





Así, el amado Profeta nos ha enseñado cómo usar Ramadán como un mes para disciplinar nuestras pasiones intransigentes, para renunciar a nuestros deseos de gratificación propia, y para practicar la paciencia frente a las dificultades.





El Profeta nos exhortó a cumplir nuestro deber, especialmente durante Ramadán, de dar apoyo y ánimo a nuestros semejantes menos afortunados.





Después de todo, Ramadán es un mes para la contemplación de la Gracia y la Bondad de Dios Todopoderoso, de regresar a nuestro Señor Guardián arrepentidos, de buscar sinceramente Su perdón.





Cada año, musulmanes de todas partes del mundo y de todos los grupos étnicos y económicos, comienzan a ayunar desde el alba hasta el ocaso cada día durante un mes bendito en la tradición islámica, conocido como Ramadán. Pero, ¿qué hace de Ramadán un mes bendito? ¿Por qué los musulmanes ayunan durante este mes? ¿Cuáles son los beneficios espirituales del ayuno? Todas estas preguntas y otras más se abordan en este artículo que presenta al lector un viaje espiritual de un mes en el que participan 1 400 millones de musulmanes en todo el mundo[1].





El Corán dice (lo que significa):





“En el mes de Ramadán fue revelado el Corán como guía para la humanidad y evidencia de la guía y el criterio”. (Corán 2:185)





Todo el mes de Ramadán es, en esencia, una celebración de la revelación del Corán, que es descrito como “Guía y misericordia para quienes hacen el bien” (Corán 31:3). Ramadán celebra la Misericordia de Dios por la que Él envió una luz guía en el Corán, que lleva a la vida humana por el camino del bien y la virtud, y protege el alma humana del mal y el vicio.





Los musulmanes muestran su gratitud a Dios por su guia absteniéndose de comer, beber y tener relaciones sexuales durante el día en Ramadán, como forma de acercarse a Dios y desarrollar una profunda conciencia interior de la presencia de Dios en la vida. Este mecanismo interno de sentir la presencia de Dios lleva al alma a hacer el bien incluso bajo las situaciones más difíciles de la vida, y la protege contra los malos actos, incluso cuando es el camino más fácil o tentador a tomar.





Es por esto que el Corán cambia a una relación más íntima entre Dios y Su siervo inmediatamente después de mencionar el pasaje del ayuno en Ramadán (Corán 2:183-185).





“Y si Mis siervos te preguntan por Mí [¡Oh, Muhammad!, diles] ciertamente estoy cerca de ellos. Respondo la súplica de quien Me invoca. Que me obedezcan, pues, y crean en Mí que así se encaminarán”. (Corán 2:186)





Cuando el alma entra en un estado de gratitud y sumisión hacia su Señor a través del ayuno, hay un reconocimiento de que la vida ha sido dada por Dios como un regalo y un préstamo a ser utilizado para las buenas obras que reflejan la misericordia, la compasión, el amor y la generosidad de Dios. De hecho, el Corán dice que la inclinación natural de nuestras almas es someterse a la Voluntad de Dios, teniendo una creencia sincera en un Dios único y haciendo obras buenas de adoración (Corán 30:30). Como tal, el concepto de pecado en la tradición islámica es conocido como un acto de injusticia contra la propia alma, al forzarla hacia un estado que es antiético a su propia naturaleza y al propósito con el que fue creada (Corán 3:117, entre otros muchos versículos). Cuando un alma persiste en el pecado, se convierte en esclava de sus bajos deseos, prisionera de sus propias pasiones (Corán 25:43).





El ayuno, entonces, busca liberar el alma de estas cadenas suprimiendo el yo inferior del deseo y elevando la conciencia de Dios en el alma, la cual tiene la tendencia natural a aspirar al bien. Al privar al alma de las necesidades básicas de la vida por algunas horas, uno es capaz de enseñarle la moderación y el autocontrol de aquellos males como la ira, la venganza, la mentira, el robo, la inmoralidad sexual y demás. Es por esto que el Profeta Muhammad dijo que “cuando alguno de ustedes ayuna un día, no debe caer en el lenguaje obsceno ni debe levantar su voz; y si alguno lo insulta o trata de pelear con él, debe decir: ‘Estoy ayunando’”. El Profeta también advirtió a los musulmanes que no hicieran del ayuno un ritual que no influencie en nada el carácter y los hábitos de la persona. “Si alguien no se abstiene de mentir y de la conducta falsa, Dios no necesita que se abstenga de comer y beber”.





Una de las cualidades más importantes que el ayuno busca desarrollar dentro de un individuo es la humildad ante Dios y la creación de Dios. El hambre y la sed hacen que uno se dé cuenta de que si no fuera por la Misericordia y la Dotación de Dios, uno estaría en un estado más difícil e indeseable de cosas. Ayunar es una experiencia de humildad, que es una característica importante de un alma justa, pues el falso orgullo y la arrogancia nunca pueden vivir lado a lado con la piedad sincera.





El acto de ayunar, entonces, provee también a los miembros afortunados y pudientes de la sociedad, la posibilidad de experimentar por un tiempo el dolor y el sufrimiento que padecen millones de personas cada día, sin agua ni alimentos ni otras necesidades básicas de la vida. Ayunar establece puentes que reducen la brecha entre ricos y pobres, pudientes y necesitados, satisfechos y menesterosos. Esta experiencia debe inspirarles compasión y misericordia, que se manifiesta en la generosidad con la riqueza y el tiempo para ayudar a aquellos que lo necesitan. Los musulmanes son alentados especialmente en este mes, a salir y sentir hambre, y gastar su riqueza en causas buenas, como construir escuelas, hospitales, comedores comunitarios y demás. Esto es parte de la tradición del Profeta Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, cuya generosidad se incrementaba por diez durante Ramadán. En la tradición islámica, Dios promete devolver todos los actos de bondad y generosidad en este mes bendito multiplicados por diez, tanto en este mundo como en el más allá.





Debido a las bendiciones y recompensas asociadas con Ramadán, los musulmanes son animados a compartir su comida con sus vecinos y a tener invitados en su casa para comenzar el ayuno al alba y para romper el ayuno al ocaso. Los musulmanes también son animados a incrementar significativamente su adoración a Dios durante este mes y, por tanto, se ofrecen oraciones especiales en cada mezquita bien entrada la noche, con la mayoría de las mezquitas llenas de fieles. Como tal, Ramadán siempre trae consigo una atmósfera comunitaria y, como resultado, los lazos entre la comunidad son fortalecidos en gran medida. La mayoría de los musulmanes, por tanto, se entristecen mucho al ver que el mes de Ramadán llega a su fin y su regreso es muy esperado.





En conclusión, Ramadán es una celebración de la guía de Dios a la humanidad a través del Corán, que es una guía para hacer el bien y una advertencia contra el mal. Con el fin de llevar al alma a la armonía con los ideales coránicos de fe y virtud, el ayuno está prescrito como un medio para que los individuos se acerquen a Dios y levanten sus almas hacia nuevos niveles de piedad. Al hacer esto, todo el cuerpo humano es capaz de transformarse en un agente de moral y cambio social positivo, que busque reemplazar la miseria con la generosidad, la ira con la paciencia, la venganza con el amor, y la guerra con la paz, es decir, reemplazar el mal con el bien en el mundo.





Un dicho de Dios transmitido a través del Profeta Muhammad, conocido como hadiz qudsi, explica mejor la transformación que tiene lugar en un individuo a través de las buenas obras, que son inspiradas en parte por el ayuno: “Y la cosa más querida con que Mi siervo se acerca a Mí es lo que Yo le he ordenado, y Mi siervo sigue acercándose a Mí a través de la realización de obras buenas adicionales (voluntarias), hasta que lo amo. Cuando lo amo, me convierto en los oídos con que escucha, los ojos con que ve, las manos con que actúa y las piernas con que camina; y si Me pide le doy, y si pide Mi protección, lo protejo”.





El final de Ramadán marca el comienzo de una de las dos mayores celebraciones en el calendario islámico. Un día de festividades llamado Id ul Fiter. En árabe, Idsignifica algo que regresa y que se repite cada cierto período de tiempo. La palabra Id, sin embargo, ha evolucionado para significar festividad. La palabra Fiteres la raíz de la palabra iftar (romper el ayuno) y denota el final del mes del ayuno. Sería un error suponer que los musulmanes celebran el hecho de que ya no tienen que ayunar, ya que los musulmanes ciertamente se entristecen por la culminación del mes de Ramadán. La realidad es que los musulmanes celebran porque Dios les ha permitido participar y completar el mes del ayuno y la reflexión espiritual. Los musulmanes celebran el hecho de que Dios, en Su misericordia y sabiduría infinitas, puede aceptar sus actos y recompensarlos.





 “Allah desea facilitaros las cosas y no dificultároslas, pero quiere que completéis el número (de días), que proclaméis la grandeza de Allah por haberos guiado y que seáis agradecidos”. (Corán: 2:185)





El Id (o celebración) no se lleva a cabo en la forma en que se podría esperar. Después de ver la luna de la noche anterior, que indica que el mes bendito de Ramadán ha terminado, los musulmanes se levantan para realizar la oración del amanecer y comenzar un día muy especial. Por la madrugada, se bañan y se ponen sus mejores ropas como preparación para la oración especial del Id. Se ha hecho costumbre usar ropa nueva en la celebración del Id. “Dios es bello y Él ama lo que es bello”[1], y el Id es un momento para mostrar los favores de Dios. Es un acto de adoración comer unos cuantos dátiles antes de salir para la oración, enfatizando el hecho de que el mes del ayuno ha terminado y, por lo tanto, está prohibido ayunar en el día del Id, pues es un día de celebración y de recuerdo de Dios.





La oración del Id se celebrará al aire libre en un terreno grande y abierto. Debido a las inclemencias del tiempo o la falta de medidas adecuadas, esta oración en ocasiones se realiza en las mezquitas. Los musulmanes pueden ser vistos caminando y conduciendo hacia el área de oración, llevando tapetes de oración y glorificando a Dios. Sus palabras resuenan: “Dios es grande, nada ni nadie es digno de adoración sino Dios. Dios es grande, ¡alabado sea!” A medida que las familias musulmanas comienzan a reunirse en el lugar de oración, las alabanzas a Dios se unen con las palabras de felicitación, por ejemplo: “Id Mubarak” (una celebración llena de bendiciones) y “Feliz Id”, así como súplicas de unos por los otros: “Que Allah acepte tus buenas obras”. Los niños corren de un lado a otro a la espera de regalos y comidas deliciosas, las personas mayores reflexionan sobre el éxito de Ramadán y la Magnificencia de Dios. El silencio se propaga luego a través de la multitud cuando la oración del Id comienza. Esta es un poco distinta a las oraciones normales, y aunque no es obligatorio, se recomienda mucho a los musulmanes asistir a ella. Los musulmanes se alinean hombro con hombro y dan gracias a Dios, no sólo por la alegría de Ramadán, sino también por las innumerables bendiciones que Él nos concede todos los días.





Antes de que comience la oración, se ofrece una caridad especial, se le llama Zakat al Fiter. Se espera que cada musulmán adulto, que esté en capacidad financiera, ofrezca una cantidad pequeña para la compra y distribución de alimentos para los pobres. Ramadán fue la época en que los musulmanes trataron de dar generosamente, y la celebración al final de Ramadán se lleva a cabo con el mismo espíritu de generosidad, lo que garantiza que todos los musulmanes tengan la oportunidad de disfrutar el día con banquete y celebración.





Al terminar la oración, la congregación se dispersa y todos vuelven a casa o a celebrar por un camino distinto al que usaron para llegar. Los musulmanes procuran emular la guía del Profeta Muhammad viajando hacia y desde la oración del Id utilizando rutas distintas. Esto, y el hecho de que la oración se celebra en áreas abiertas, se hacen para mostrar la fuerza de los musulmanes, para inducir el orgullo de la fe propia, y para celebrar abiertamente las alabanzas a Allah. El Id ul Fiter actualmente es un día, pero en muchos países musulmanes, los negocios y oficinas cierran hasta por una semana. Debido a las limitaciones de tiempo y al hecho de que esta fiesta musulmana no siempre es reconocida en los países occidentales, algunos no pueden participar en más que unas pocas horas de celebración. Los musulmanes en diferentes países y de diferentes familias celebran de formas distintas.





Hay reuniones de familiares y amigos para el desayuno, el desayuno-almuerzo o el almuerzo. Es una ocasión para las visitas, los saludos, el amor y los buenos deseos. Es un momento para sanar los lazos rotos, enmendar errores y revitalizar las relaciones. Se preparan comidas especiales y muchas veces se envían platos a los vecinos y amigos. Cada país o comunidad tiene su plato típico, y un beneficio especial de formar parte de una comunidad musulmana en Occidente es el poder probar platos deliciosos de todas partes del mundo. Se suele dar a los niños regalos, dinero y dulces, y algunos adultos también intercambian regalos. Las celebraciones difieren de comunidad a comunidad. Hay comidas al aire libre y barbacoas, ferias y fiestas de barrio, eventos comunitarios que duran hasta la noche, y fuegos artificiales o exhibiciones de luces láser. Se hacen nuevos amigos, se renuevan los viejos conocidos, y las familias pasan juntas tiempo de calidad.





La celebración del Id requiere contacto con los parientes, amabilidad hacia los padres, empatía con los pobres y angustiados, y compasión con los vecinos. Es un día de visitas y buenos deseos, y algunos musulmanes aprovechan la oportunidad para visitar los cementerios. Es importante no hacer de la visita a los cementerios un ritual anual durante el Id. Sin embargo, el recuerdo de la muerte y del más allá es importante en todo momento. Incluso en esta época de celebración, alguien verdaderamente sometido a Dios entiende que todos estamos a un paso de la muerte. En medio de la vida está la muerte, y un musulmán se da cuenta de que esta vida no es más que una parada transitoria en el camino hacia la morada final: el Infierno o el Paraíso. Ramadán es una época de reflexión y el Id es un momento de celebración. Sin embargo, debe evitarse toda ostentación de riqueza y muestra de materialismo. Los musulmanes que obtuvieron los beneficios inherentes a Ramadán están agradecidos por este momento para celebrar, y entender que no es sino una de las formas en que Dios concede Su misericordia sobre nosotros. La vida puede a veces estar llena de pruebas y dificultades, pero a través de esos tiempos difíciles, así como de las celebraciones, está Dios con Su sabiduría, misericordia y perdón. Un musulmán está animado a celebrar para glorificar a Dios, pero sabe que no debe olvidar nunca que la capacidad de amar la vida y de celebrar no es más que una de las generosidades de Dios.



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