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EL VIAJE DEL PROFESOR GARY MILLER AL ISLAM





En 1977, el profesor Gary Miller, predicador canadiense activo y conferencista de matemáticas y lógica en la Universidad de Toronto, decidió brindar un gran servicio al Cristianismo al exponer errores científicos e históricos en el noble Corán de tal manera que sería beneficioso para él y su compañeros predicadores en llamar a los musulmanes al Cristianismo.





Sin embargo, el resultado fue completamente al contrario. Los escritos de Miller fueron justos y su estudio y comentarios fueron positivos, incluso mejores de lo que muchos musulmanes escribirían sobre el noble Corán.





Consideró el noble Corán, como debería ser, y llegó a la conclusión de que no puede ser obra de un ser humano.





El primer problema sorprendente para el profesor Miller fue el tono desafiante en muchas aleyas como: {¿Acaso no reflexionan en el Corán y sus significados? Si no procediera de Dios encontrarían en él numerosas contradicciones.} (Corán 4:82)





{Si dudan de lo que le he revelado a Mi siervo traigan un capítulo [del Corán] similar, y recurran para ello a quienes toman por socorredores en lugar de Dios, si es verdad lo que afirman.} (Corán 2:23)





Aunque el profesor Miller fue un desafío al principio, terminó asombrado por lo que encontró.





El Corán asombroso





Los siguientes son algunos de los puntos que mencionó en la conferencia de Miller sobre el asombroso Corán:





“No existe tal autor que escribe un libro y luego desafía a otros que este libro no tiene errores. En cuanto al noble Corán, es al revés. Le dice al lector que no hay errores en él y luego desafía a todas las personas a encontrar alguno, si lo hay.





El noble Corán no menciona los duros acontecimientos de la vida personal del Profeta Muhammad, como la muerte de su querida esposa, la señora Jadiya, la muerte de sus hijas e hijos. Curiosamente, los versos que se revelaron como un comentario sobre algunos de los reveses proclamaban la victoria, mientras que los revelados en el momento de la victoria advertían contra la arrogancia y pedían más sacrificios y esfuerzos.





Si uno escribe su propia autobiografía, magnificará las victorias y justificará las derrotas.





El noble Corán hizo lo contrario y esto es coherente y lógico: no era una historia de un período específico, sino más bien un texto que establece reglas generales para la relación entre Dios y los adoradores”.





Miller pensó en un verso en particular:





Diles [¡oh, Muhammad!]: “Los exhorto a que hagan una cosa [para que se les evidencie la verdad]: Pónganse ante Dios en pares o individualmente, y reflexionen, pues su compañero no es un loco, sino que es un amonestador que les advierte de un castigo severo”. (34:46)





Indicó los experimentos que había realizado un investigador en la Universidad de Toronto sobre la “eficacia de la discusión colectiva”. El investigador había reunido diferentes números de interlocutores en discusiones y comparado resultados. Descubrió que la máxima eficiencia de la discusión se lograba cuando los interlocutores eran dos, mientras que cuanto mayor era el número, menor era la eficiencia.





Hay un capítulo en el noble Corán llamado Mariam (María) en el que se elogia a Mariam de una manera que ni siquiera se encuentra en la Biblia. Al mismo tiempo, no hay un capítulo en el nombre de Aisha o Fatimah. El nombre del profeta Isa (Jesús) se menciona 25 veces en el noble Corán, mientras que el nombre del profeta Muhammad solo se menciona cinco veces.





Algunos atacantes dicen que los demonios solían dictarle al profeta Muhammad qué escribir en el noble Corán. Pero la pregunta es cómo podría ser esto mientras contiene aleyas que dicen {[Este Mensaje] no lo han hecho descender los demonios, no les corresponde ni tienen poder para hacerlo} (26: 210-211)





Cuando recites el Corán refúgiate en Dios del demonio maldito. (16:98)





Si estuvieras en la situación del profeta Muhammad mientras él y Abu-Bakr estaban dentro de la cueva de hira rodeados por los incrédulos que podrían haberlos visto si hubieran mirado hacia abajo. La reacción humana sería buscar una salida trasera o alguna otra salida o callar para no ser escuchado. Sin embargo, el profeta le dijo a Abu-Bakr {No te entristezcas, pues Dios está con nosotros} (9:40).





Ésta no es la mentalidad de un engañador; es la mentalidad de un profeta que tiene la confianza de que Dios seguramente lo cuidará.





La sura Al-Masad (las fibras de palma) se reveló diez años antes de la muerte de Abu-Lahab, el tío del profeta. Tenía diez años completos para demostrar que el noble Corán estaba equivocado. Sin embargo, no creyó ni pretendió creer. ¿Cómo podía el profeta tener tanta confianza a menos que estuviera seguro de que el noble Corán era la revelación de Dios?





Comentando la aleya: {Estas son historias de lo oculto que te revelo [¡oh, Muhammad!], ni tú ni tu pueblo las conocían. Ten paciencia, que el éxito final será para los que tienen temor de Dios.} (11:49) Miller escribe que ninguna de las escrituras usa este tipo de estilo; es decir, dar al lector la información y luego decirle que se trata de información nueva. Realmente es un desafío único. ¿Y si la gente de La Meca, incluso fingiendo, hubiera dicho que lo sabían antes? ¿Qué pasa si un erudito descubre más tarde que esta información ya se conocía antes? Sin embargo, esto no sucedió.





El profesor Miller mencionó lo que la Enciclopedia Católica contemporánea incluye bajo la entrada “Corán”. Menciona que a pesar de la plétora de estudios, teorías e intentos de atacar la veracidad de la revelación coránica bajo muchos pretextos, ninguno de ellos puede ser adoptado lógicamente. La Iglesia misma no se atrevió a adoptar ninguna de esas teorías, pero al mismo tiempo no admitió la veracidad de la teoría musulmana de que el noble Corán es, sin duda, la última revelación celestial.





De hecho, el profesor Miller fue lo suficientemente justo y honesto como para cambiar su posición y elegir el camino correcto. Bendito sea él y los que buscan la verdad y no permiten que sus prejuicios les impidan llegar a ella.





LOS BIMARISTANES EN LA HISTORIA MÉDICA ISLÁMICA





Con el amanecer del Islam en los beduinos, las tribus nómadas de la Península Arábiga llegaron a la iluminación, no solo de naturaleza estrictamente espiritual, sino también con connotaciones culturales, educativas y científicas.





Entre los frutos de esta ilustración se encontraba el eventual establecimiento de enormes instalaciones de salud que, entre otras cosas, desempeñaron un importante papel educativo entre los médicos de la época.





El primer bimaristán, como se llamaba a estos establecimientos, fue construido en Damasco en el año 86 después de la Hégira (707 d.C.) por el califa Al-Waleed ibn ‘Abdul-Malik.





El objetivo de su construcción fue el tratamiento de enfermedades agudas y la atención de pacientes afectados por enfermedades crónicas (como leprosos y ciegos).





Los pacientes con lepra no solo recibieron tratamiento gratuito, sino que también se les dio dinero para ayudar a mantener a sus familias.





La palabra bimaristán es de origen persa y significa hospital, donde bimar significa enfermedad y stan significa ubicación o lugar; de ahí la ubicación o el lugar de la enfermedad.


El sistema del Bimaristán:





Los médicos del mundo islámico establecieron un sistema conciso para los bimaristanes con dos objetivos importantes: el bienestar de sus pacientes que fueron tratados de acuerdo con los últimos conocimientos médicos y la enseñanza de la medicina a los médicos recién graduados.





Los bimaristanes fueron construidos en sitios que proporcionarían condiciones de salud óptimas para los pacientes. Preferiblemente se construyeron en colinas o junto a ríos.





El Bimaristaán de Al-‘Adadi es un buen ejemplo de esto; fue construido en Bagdad junto al río Tigris, donde el agua del río fluía a través de su patio y pasillos para regresar y verterse de nuevo en el Tigris.





Cuando Haroon Ar-Rashid le pidió a Ar-Razi que construyera el primer hospital general, Ar-Razi seleccionó un sitio después de colocar trozos de carne en diferentes áreas de Bagdad para buscar un lugar con el mejor aire fresco.





En cuanto a la organización, los bimaristanes se dividieron cuando fue posible en dos secciones, una para hombres y otra para mujeres. Cada sección era independiente, con amplias salas para los pacientes.





Cada sección de un bimaristán contenía una sala para cada tipo de enfermedad, mientras que cada sala tenía un médico o más y cada grupo de médicos en una sección tenía un médico jefe.





Las salas eran especializadas: una sala para enfermedades internas, otra para pacientes entablillados (traumatismos y fracturas), otra para partos y una sala especial para cada tipo de enfermedad incluidas las transmisibles.


INSTALACIONES AVANZADAS


Ibn Abi Usaybah describió en su libro “Uyun Al-Anbaa” los pasillos de medicina interna que con frecuencia incluían una sección para pacientes febriles y otra para pacientes maníacos.





Todas las secciones del bimaristán estaban equipadas con todos los instrumentos y aparatos médicos necesarios para el médico.





Ibn Abi Usaybah nos dice que ‘Adad Ad-Dawlah, tras su decisión de construir su Bimaristán en el lado occidental de Bagdad, preparó un examen de evaluación para cien médicos, de los cuales solo veinticuatro fueron elegidos para trabajar en el hospital.





El jefe de todos los médicos del hospital se llamaba As-Sa’ur, y muchos de los deberes administrativos en el hospital eran realizados por jóvenes, que actuaban como empleados o trabajadores de la salud, asistentes o vestidores.





Otros se encargaban de limpiar y cuidar a los pacientes cuando era necesario.





Los médicos musulmanes también entendieron la importancia de unir una farmacia, conocida como Al Sharabjana, al Bimaristán para distribuir los medicamentos necesarios recetados por los médicos.





COMPETENCIA


Como es el caso en la actualidad, los bimaristanes fueron sometieron a constantes inspecciones. Esta era la responsabilidad de un empleado asignado por el ministro o el Califa y con autoridad para ingresar al hospital para conocer el estado de los pacientes y la atención que se les ofrecía, la comida que se les daba, si los jóvenes los estaban sirviendo o no y si el médico estaba cumpliendo adecuadamente con su deber o lo descuidaba.





Este sistema aseguró que los bimaristanes siguieran funcionando con un alto nivel de competencia técnica, científica y administrativa.





Cabe mencionar que cada paciente tenía su propia tarjeta en la que el médico anotaba sus observaciones.





El médico también tenía su propio registro especial para registrar sus observaciones sobre las enfermedades que estaba tratando.





El médico realizaba sus experimentos y pruebas de acuerdo con sus observaciones.








Si el médico enfrentaba algún problema en alguna cuestión de diagnóstico, acudía al jefe de su división o al médico jefe.





Con frecuencia, los médicos celebraron reuniones para discutir casos. ¡Hacemos lo mismo hoy!





El Hospital Al-Mansouri se construyó en El Cairo, Egipto, en 1248 d. C. con 8000 camas y muchas salas especializadas.





El hospital tenía una sala de oración para pacientes musulmanes y otra para cristianos. La admisión era independientemente de la raza, el color o la religión.





No había un tiempo limitado para el tratamiento hospitalario, y los pacientes permanecían en el hospital hasta que se recuperaran por completo, la cual se evaluaba por su capacidad para comer un pollo entero. A los pacientes dados de alta se les proporcionaba no solo un nuevo conjunto de ropa, sino también dinero de bolsillo.





SISTEMA DE TRABAJO


Los médicos en los bimaristanes trabajaban por turnos, algunos trabajaban por la mañana y otros por la noche, y algunos trabajaban durante un cierto período de tiempo por la mañana y otro por la noche.





Este sistema permitió que los médicos tuvieran suficiente tiempo de descanso para poder seguir trabajando en el bimaristán y supervisar el tratamiento y la atención médica de sus pacientes.





Al-Maqrizi mencionó en su libro que cuando los pacientes ingresaban en el hospital, les quitaban la ropa y el dinero y los depositaban en la confianza del guardián de bimaristán.





Los pacientes recibían ropa limpia, medicamentos y alimentos bajo la supervisión de los médicos de forma gratuita hasta que se curaban.





Ibn Al-Ukhwah describió en su libro Al-Hisbah el proceso que ocurría cuando un paciente visitaba a un médico en la clínica ambulatoria. Dijo en un texto muy importante:





“El médico pregunta al paciente sobre la causa de su enfermedad y el dolor que siente. Prepara jarabes y otros medicamentos, luego escribe una copia de la receta a los padres que asisten con el paciente. Al día siguiente, vuelve a examinar al paciente, mira los medicamentos y le pregunta cómo se siente y, en consecuencia, aconseja al paciente. Este procedimiento se repite todos los días hasta que el paciente se cura o muere. Si el paciente se cura, se paga al médico. Si el paciente muere, sus padres van al médico jefe y le presentan las recetas escritas por el médico. Si el médico jefe juzga que el médico ha realizado su trabajo sin negligencia, les dice a los padres que la muerte fue natural; si juzga lo contrario, les informa que le quiten al médico el dinero de sangre de su pariente, ya que su muerte fue el resultado de su mala actuación y negligencia. De esta manera honorable, estaban seguros de que la medicina la practicaba personal experimentado y bien capacitado”.





VARIEDADES DE BIMARISTANES


Se establecieron bimaristanes especiales para diversas enfermedades y propósitos. Estos incluyeron:





a) Bimaristanes psiquiátricos





Los musulmanes se dieron cuenta de la importancia de un cuidado especial para los enfermos mentales. Como resultado, a los bimaristanes de mayor tamaño se añadieron con frecuencia pabellones especiales para pacientes psiquiátricos, aislados del resto del hospital por barras de hierro para evitar la agresión de estos pacientes sobre los demás.





b) Bimaristanes para tratar la lepra:





Estos fueron construidos especialmente para pacientes con lepra. Al-Waleed ibn Abdul-Malik fue el primero en establecer este tipo de bimaristán.





Según Ibn Al-Qifi, el primero en escribir un libro sobre la lepra fue Yohana ibn Masuwiy. La razón del interés en tal enfermedad surgió de la idea de los musulmanes de aislar a los pacientes con enfermedades transmisibles del resto de la sociedad.





c) Bimaristanes de carretera:





Los árabes se dieron cuenta de la importancia de este tipo de bimaristán desde el principio como resultado de la peregrinación anual a La Meca y la salida frecuente de caravanas comerciales que viajaban largas distancias.





Estas caravanas requerían la disponibilidad de atención médica para los viajeros o para las personas que pudieran encontrarse en el camino que necesitaran asistencia médica.





Ibn Kathir señaló en su libro The Beginning and the End que los bimaristanes de carretera eran conducidos por un director sabio que sabía cómo brindar tratamiento médico.





Los ricos, que tenían la capacidad de equipar tales caravanas con misiones médicas, apoyaban económicamente a estos bimaristanes.





d) Bimaristanes de la prisión:





Los musulmanes brindaron atención médica a los prisioneros de la misma manera que lo hicieron con la sociedad en general. Esto queda claro en una carta escrita por ‘Isa ibn Ali Al-Jarrah, el ministro de Al-Muqtadir, a Sinan ibn Thabit, quien se distinguió en la medicina Arabophon y abrazó el Islam de la mano de Al-Qahir.





Después de visitar las cárceles, Isa envió su famosa carta a Sinan en la que decía:





“Pensé en las personas encarceladas y que están expuestas, por su gran número y difícil situación, a enfermedades. Son incapaces de lidiar con sus excreciones o de reunirse con médicos para pedirles consejo sobre enfermedades. Debes, que Dios te conceda el honor, asignar médicos para que los visiten a diario, que deben llevar consigo medicamentos y jarabes y todo lo que necesitan para tratar a los pacientes y curar enfermedades con la voluntad de Dios ”.





Sinan bin Thabit siguió este consejo. También de acuerdo con Ibn Al-Qifi, Al-Muqtadir le pidió a Sinan ibn Thabit que construyera un bimaristán que llevaría su nombre. Fue construido en el año 306 d.H. en Bab Al-Sham, llamado Bimaristán Muqtadir y financiado con 200 dinares al mes.





Sinan bin Thabit fue asignado como médico jefe. Cuando le dijeron a al-Muqtadir que uno de sus médicos mató a un hombre por error, ordenó a Sinan que examinara a todos sus médicos. Fueron evaluados en Bagdad y su número llegó finalmente a ochocientos médicos.





e) El Bimaristán móvil:





Este tipo de Bimaristán visitaba pueblos, periferias y ciudades, y se preocupaba por la salud de las personas que vivían lejos de la capital del estado, permitiendo así que los servicios estatales tuvieran un mayor alcance.





Ali bin Issa al-Garrah, ministro de al Muqtadir, ordenó al primer médico estatal, Sinan bin Thabit, que permitiera a los médicos viajar a las periferias del estado. Dijo en su carta,





“Pensé en los enfermos que viven en las periferias que no reciben atención médica por falta de médicos. Por tanto, asigna – que Dios prolongue tu vida – algunos médicos para visitar las periferias; También envía una farmacia que contenga medicamentos y jarabes. Deben viajar por todas las periferias y permanecer en cada región el tiempo suficiente para tratar a los pacientes, después de lo cual deben viajar a otra región”.





Era responsabilidad del estado cuidar a los bimaristanes. Los médicos experimentados eran conscientes de la importancia de establecer reglas de trabajo y una base sólida para enseñar a los estudiantes que vinieron a aprender medicina.





Se establecieron así escuelas de medicina en el mundo islámico, en las que la enseñanza se realizaba mediante dos métodos:





El método teórico enseñado en las facultades de medicina.


Un método práctico de entrenamiento y práctica donde los estudiantes se reunían alrededor del médico en jefe para ver y examinar a los pacientes y el tratamiento que prescribía. Cuando los estudiantes terminaban el período de estudio solicitaban un examen, prestaban juramento y recibían sus certificados. Cuando empezaban a ejercer la medicina, siempre trabajaban bajo la supervisión del estado. Esto significaba que los bimaristanes eran institutos para la enseñanza de la medicina y para que los médicos en formación completaran sus estudios. Desde un punto de vista práctico, los profesores prescribieron el tratamiento a los pacientes y los examinaron en presencia de los estudiantes. Los médicos junior implementaban estas instrucciones y realizaban un seguimiento de los pacientes, adquiriendo así la experiencia práctica necesaria para una carrera exitosa en el campo médico





REFERENCIAS:


(1) Noshrawy, A.R., The Islamic Bimaristans in the Middle Ages, Traducción árabe de M. Kh. Badra, The Arab Legacy Bul. No. 21, P 202. (2) Ibn Abi Usaybah, “Uyun Al-Anbaa”, pág. 45.





(3) -Ibn Jubayr, Rehlat Ibn Jubayr, El viaje de Ibn Jubayr, El Cairo, 1358 H.





– Isa Bey, A., The History of the Bimaristans in Islam, PP. 20, 40.- Khayrallah, A., Outline of Arabic Contributions to Medicine and Allied Sciences, – Beirut, 1946, PP.63-68.- Noushirawy, A.R., The Islamic Bimaristan, P. 201.





(4) Ibn Abi Usaybah, “Uyun Al-Anbaa”, pág. 415.





(5) Ibn Abi Usaybah, “Uyun Al-Anbaa”, pág. 415.





(6) Al Maqrizi, Kitab, al-Mawa’es Wa al-Eitbar, V. 2, pág. 405





(7) Ibn al Ukhwah, Ma’alem al-Qurba fi Talab al-Hisbah, The Features of Relations in al-Hisbah, Cambridge, 1937, pág. 167.





(8) Noshrawy, A.R., The Islamic Bimaristans, P.202.





(9) Al-Qifi, Tarikh al-Hukama, pág. 249.





(10) Ibn Kathir, Al-Bidaya wa al-Nihaya, El principio y el fin, The Library of knowledge, Beirut, 1966, vol. 12 p. 188.





(11) Al-Qifi, Tarikh al Hukama, pág.132.





(12) Bab Al sham estaba en la ciudad vieja de Bagdad.





(13) Marhaba, A. R., The Course in the History of Arabophon Science, The Lebanese Publishing House, Beirut, 1970, p. 50.





ACERCA DE SHARIF KAF AL-GHAZAL


Sharif Kaf Al-Ghazal es cirujano plástico y uno de los fundadores y miembros ejecutivos de la Sociedad Internacional de Historia de la Medicina Islámica.





 





Para los primeros musulmanes, el conocimiento era un tesoro que buscarían ansiosamente. La ciencia de la medicina y la farmacia no fueron excepciones.





La práctica temprana de los médicos musulmanes enfatizó la importancia de preservar la salud a través de intervenciones naturales y suaves.





La filosofía hipocrática de “Premium non nocera” (primero, no hacer daño) era una noción bien guardada en sus mentes, ya que reflejaba la enseñanza de su religión.





Las palabras del Profeta Muhammad, “Tu cuerpo tiene derechos sobre ti” (Ṣaḥīḥ al-Bukhārī) allanaron el camino hacia un avance asombroso en los campos médico, farmacéutico y de la salud.





Al estudiar la historia, podemos ver que la medicina dentro de la civilización islámica pasó por tres etapas principales (Abouleish, s.f.).





La primera etapa comenzó a principios del siglo VII con la recopilación y traducción del conocimiento médico de los griegos, persas, siríacos asirios, indios y bizantinos. (Nagamia, 1998)





Muy pronto, los médicos musulmanes comenzaron a profundizar en el conjunto de conocimientos recopilados y lo expandieron en gran medida a través de la experiencia, la exploración, la experimentación, las pruebas y la práctica.





Esto fue durante la Edad de Oro de la civilización islámica que trajo las contribuciones originales de los médicos musulmanes en los campos médico, farmacéutico, herbal, nutricional y botánico.





Esta segunda etapa se extendió durante los siglos IX al XIII. Durante la última etapa, sin embargo, se produjo un declive que reflejó el estancamiento y el deterioro gradual de toda la nación islámica.





Durante la segunda etapa, muchos médicos, tanto árabes como no árabes, contribuyeron al florecimiento de la medicina. Médicos como Al-Razi o Razes (841-926 d.C.) e Ibn-Sina, conocido como Avicena (980-1037 d.C.) fueron pioneros en los campos de la medicina. Sus libros y enseñanzas se utilizaron como base para los estudios médicos en Europa durante los siglos venideros.





La fama de Al-Razi comenzó con el establecimiento de un hospital en Bagdad en el siglo IX que incluía una sala especial para enfermedades mentales. También fue pionero en la medicina holística y espiritual, abogando por la curación y el cuidado del paciente en su totalidad.





Esta idea quedó bien reflejada en su libro “Al-Tibb al-Rawhani” (Medicina espiritual) donde enfatizó la importancia de la purificación del corazón y las conductas éticas y virtuosas para lograr la curación total.





En su famoso libro, Al-Qanun fi al-Tibb (El canon de medicina), Ibn-Sina sentó las bases de la práctica médica, compiló una Materia Medica completa, describió enfermedades y disfunciones y dio un formulario completo de remedios, sugerencias y recetas para el tratamiento.





EQUILIBRIO DEL CUERPO





El ojo según Hunain ibn Ishaq. De un manuscrito fechado alrededor de 1200.


Ya en el siglo X, los médicos musulmanes trataban enfermedades oculares e incluso realizaban cirugías de cataratas. Al-Mawsili, un oftalmólogo y médico iraquí, diseñó una aguja especial para eliminar las cataratas por succión.





Y, Ali Ibn Isa también en el siglo X en Bagdad escribió un libro de texto asombrosamente completo sobre enfermedades oculares “El cuaderno del oculista”. La valiosa referencia de Ibn Isa se basó en el conocimiento europeo de la oftalmología moderna. (Al-Hassani, 2006)





Ibn al-Nafis, el erudito musulmán sirio, describió en un tratado escrito en 1210 AC el papel del corazón y los pulmones en la purificación de la sangre y elaboró ​​la descripción de Ibn-Sina de la circulación pulmonar.





Ibn al-Nafis describió con precisión la estructura anatómica de las cámaras del corazón y la fina estructura del sistema circulatorio cientos de años antes de los descubrimientos occidentales.





Los primeros musulmanes también sentaron las bases de la farmacología moderna a través de los primeros trabajos de Sabur ibn Sahl, Al-Razi e Ibn-Sina a principios del siglo IX. Más tarde, en el siglo XI, Al-Biruni escribió su famosa obra maestra “El Libro de Farmacología” compilando un trabajo asombroso sobre medicamentos y remedios.





Los escritos de Al-Zahrawi, “Al-Tasrif” (Dispensación), enseñaron además los métodos de preparación y formulación de medicamentos, desde remedios simples hasta compuestos complejos. (Al-Hassani, 2006)





Los principales conceptos que encarnan la medicina tal como se practica durante este período se basan en el significado esencial del equilibrio.





Presentaron el papel del médico como el de equilibrar y armonizar las funciones corporales generales mientras restaura la salud y la curación en los planos físico, emocional, mental y espiritual.





Se pensaba que las dolencias físicas surgían principalmente como resultado de la acumulación de un exceso de sustancias de desecho en el cuerpo.





El comer en exceso, la elección inadecuada de alimentos y otros hábitos poco saludables se consideraban la fuente de la materia mórbida acumulada, y los síntomas de una enfermedad aparecen cuando el proceso digestivo se ve abrumado. (Al-Jauziyah, 2003)





Sin embargo, lo que es más importante, era la creencia fundamental de un médico musulmán de que el cuerpo físico nunca debería ser el único interés del médico. Es el Ruh, o alma, lo que le da a este cuerpo su vitalidad y verdadera esencia. (Nagamia, 1998) Por lo tanto, era esencial que un médico musulmán conociera bien las enfermedades del corazón y el alma y cómo tratarlas junto con el manejo de los síntomas físicos.





ENFOQUE MIXTO





“Siempre que sea posible usar un remedio suave, no uses algo fuerte en su lugar”


Durante la tercera etapa de esta próspera historia médica dentro del mundo islámico, y alrededor del siglo XIV, surgió un nuevo tipo de escritura médica. Los autores eran eruditos religiosos, más que médicos.





Su objetivo era preservar la riqueza del conocimiento y el patrimonio recopilados y practicados por los musulmanes a lo largo de los años para que no se desvanecieran ante la sociedad occidental en rápido crecimiento. (Biblioteca Nacional de Medicina, 1998)





Todos sus escritos llevaban el mismo título: Al-Tibb Al-Nabawi (Medicina profética) y estaban pensados ​​como una alternativa a la ciencia médica basada en Grecia. Los más famosos fueron los escritos de Al-Jauziyah, As-Suyuti y Az-Zahabi, que son la base de lo que hoy se conoce como “Medicina islámica”.





Las recomendaciones de Al-Jauziyah para abordar al paciente reflejaban la noción conservada de equilibrio y enfoque holístico enseñado por los primeros médicos musulmanes. Aconsejó a los médicos que investigaran todas las áreas de la vida de sus pacientes.





También para investigar la causa real detrás de la enfermedad, examina los sentimientos, el estado de ánimo y el estilo de vida del paciente y considera las opciones dietéticas antes de recurrir a los medicamentos. (Al Jauziyah, 2003)





Los médicos estaban bien informados sobre las “enfermedades del corazón y del alma” y tenían mucho cuidado al acercarse a ellos de una manera profesional pero afectuosa. Se dieron cuenta de los efectos del estrés, las emociones y el estado mental, y utilizaron afirmaciones positivas del Corán y la Sunnah profética para aumentar la esperanza y fortalecer la voluntad de curación.





Los valores morales, el amor, el coraje, la paciencia, la bondad y el altruismo fueron prescritos como los mejores remedios para el yo interior, y se practicó la oración para mantener la conexión con Dios, preservar la salud del cuerpo y el alma, fortalecer la fe, traer felicidad y energizar el cuerpo contra las dolencias agudas. (Ayad, 2008)





Los seis canales primarios que deben equilibrarse para evitar el contacto con enfermedades, como afirma As-Suyuti, reflejan aún más la sabiduría de los primeros conocimientos musulmanes. Enfatizó la importancia de la calidad del aire que respiramos, los alimentos y bebidas que consumimos, el ejercicio físico y los movimientos, nuestro estado emocional y sentimientos, nuestros ciclos de sueño y vigilia, y la capacidad de nuestro cuerpo para excretar toxinas, deshacerse de la materia mórbida acumulada y retener nutrientes valiosos.





“Siempre que sea posible usar un remedio suave, no use algo fuerte en su lugar”, escribió. Aconsejó al médico que fuera “amable en su discurso, amable en sus palabras y cercano a Dios”. (As-Suyuti, 2009)





Az-Zahabi, por su parte, recomendó usar solo medicamentos que sean similares o relacionados con la comida regular y que no contengan sustancias nocivas o dañinas. (Az-Zahabi, 2004)





Desde principios del siglo XVII, la Medicina Islámica fue desafiada por la rápida difusión de la ciencia de la medicina moderna convencional, que eventualmente reemplazó el núcleo de los sistemas de salud en la mayoría de los países islámicos (Nagamia, 1998).





La práctica contemporánea de la Medicina Islámica está restringida a India, Pakistán y Bangladesh, donde se pueden encontrar escuelas de medicina establecidas que enseñan este tipo de medicina, certificadas y supervisadas por el Consejo Médico de la India. (Nagamia, 1998)





Y si bien estas escuelas enseñan este enfoque médico mientras están muy influenciadas por las enseñanzas de la antigua práctica griega, también es común encontrar médicos convencionales en los países del Medio Oriente y Malasia que brindan consejos médicos y algún tratamiento mientras utilizan el enfoque islámico. Algunos creen que esta mezcla de lo antiguo y lo nuevo, lo oriental y lo occidental, hace que sus pacientes se beneficien de “lo mejor de ambos mundos”.





Fuente: About Islam





REFERENCIAS:


Abouleish, E. (n.d). Contributions of Islam to medicine. In S. Athar (Ed.), Islamic medicine. Consultado el 16 de mayo de 2007.


Al Jauziyah, I. Healing with the medicine of the Prophet (2nd ed.) (J. Abual Rub, Trans.). KSA: Darussalam. 2003.


Al-Hassani, S. (Editor). 1001 Inventions: Muslim Heritage in Our World. UK: Foundation for Science Technology and civilization. 2006.


As-Suyuti, J, A. Medicine of the Prophet [Ahmed Thomson, translator]. UK: Ta-Ha publishers. 2009.


Ayad, A.. Healing Body & Soul. KSA: IIPH. 2008.


Az-Zahabi, S. الطب النبوي [Prophetic medicine]. (M.A. Al-Merashly, Ed.). Lebanon: Dar An-nafaes. 2004.


Nagamia, H. F. (October 1, 1998). Islamic medicine: History and current practice. Retrieved May 16, 2007.


National Library of Medicine. Islamic Culture and the Medical Arts: Prophetic Medicine. Retrieved June 6, 2007. April 5, 1998.





ACERCA DE AMIRA AYAD


Amira Ayad es consultora de salud natural y nutricionista holística. Tiene una Maestría en Farmacia; y un doctorado en salud natural. Es una practicante de salud holística certificada por la junta de la Asociación Estadounidense de Practicantes sin Drogas (AADP) y una practicante de salud ortomolecular registrada por la organización internacional de consultores de nutrición (IONC). Publicó 2 libros: Healing Body & Soul, en 2008; y The True Secret, en 2011. Amira es profesora de Bioquímica y Metabolismo Corporal en el Instituto de Nutrición Holística en Toronto, Canadá.



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