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Cuando comencé con el Islam, hace unas dos décadas y media atrás, no me impresionó demasiado lo que vi.





Cuando era una jovencita, solía reír y correr. Bromear era la norma, pero los maestros del Islam a quienes había llegado a conocer parecían sombríos y no creían que reír fuera una gran idea.





Todo en la religión parecía serio, no había lugar para la felicidad.





Muchos años después, sé con certeza que cuando llegan nuevos conversos al Islam, muchos de ellos sienten de repente un cambio de paradigma en el estilo de vida que no siempre es positivo. Aunque encuentran mucha paz y serenidad en esta nueva religión, hay un zumbido persistente sobre cómo debe comportarse un musulmán, sin considerar las preguntas “por qué”.





Existe un código de vestimenta diferente, una necesidad constante de estar atentos a sus actos. Algunos tienen que distanciarse de familiares y amigos que no los apoyan.





No hay más “Feliz Navidad” u otras fiestas religiosas que los musulmanes no celebran. Todo puede parecer bastante duro, llegar a una religión diferente y algo seria. Y puede ser realmente difícil asimilarse a las comunidades musulmanas que tienen un bastión de cierta cultura en lugar de a las que siguen el Islam y el estilo de vida perfecto.





Por supuesto, es cierto que el Islam requiere que seamos diligentes en todos nuestros actos, pero el Islam también habla mucho de moderación. A los musulmanes se les anima en el Corán constantemente a ser felices y positivos, y bromear y reír no es un pecado. Sin embargo, hay algunas consideraciones cuando se trata de ser alegre al estilo musulmán, y ¿por qué?





Con comediantes criticando a otras personas sin otra razón que hacer reír, la plétora de chistes del Día de los Inocentes, publicaciones de libros dedicados exclusivamente a “chistes sucios” y los niños riéndose de un compañero sufriendo bullying, sólo hace que tenga sentido que el Islam haya sancionado pautas sobre cuándo la risa es buena para los musulmanes y cuándo bromear y retozar sobrepasa la delgada línea de la prohibición.





PROTEGIENDO TU LENGUA DE HABLAR INCORRECTAMENTE


Un hombre se acercó al Profeta Muhammad y le dijo:





“Dame un animal para montar”





El Profeta respondió:





“Te daré el hijo de una camella”.





El hombre dijo con asombro:





“¿Qué podría hacer con el hijo de una camella?”





Entonces el Profeta respondió:





“¿Qué dan a luz las camellas excepto los camellos? (es decir, que cada camello, incluso si es viejo, es producto de una hembra)”. (Abu Dawud)





El Profeta Muhammad insertaba una broma aquí y allá durante su vida, para animar la atmósfera incluso en tiempos difíciles para los musulmanes. Sin embargo, sus bromas eran amables por naturaleza y siempre decía la verdad. Nunca bromeaba en exceso para avergonzar a nadie y se aseguraba de que sus bromas se tomaran de buena manera para fortalecer los lazos entre musulmanes.





MINIMIZANDO LOS PECADOS Y GLORIFICANDO A LOS PECADORES


Todos conocemos los chistes hoy en día. Los chistes sexuales, los chistes sobre el alcohol, los que involucran asuntos ilícitos. Estos chistes han llegado a parecer insignificantes, no muy ofensivos e incluso parte de la conversación diaria entre los jóvenes. Y eso se debe a que se ha convertido en la norma cultural. Aquí es donde hemos sido manipulados subconscientemente para creer que los pequeños pecados no importan. Sin embargo sí importan.





Bromear de esta manera minimiza la magnitud de los pecados. Cuando estos chistes se convierten en una conversación generalizada, entonces la magnitud de la maldad que conllevan se vuelve liviana y aquellos que cometen estos pecados son glorificados indirectamente, solo porque pueden hacer reír a los demás. Qué camino equivocado tomar cuando se trata de glorificar al pecador.





Del mismo modo, tampoco se permite asustar a alguien con historias solo por diversión. Algunas bromas pueden volverse físicas, especialmente entre los niños más jóvenes o adolescentes. Aunque la interacción física, como la lucha libre, se considera parte de la Sunnah, no está permitido que se convierta en una actividad dañina, para humillar o asustar a otra persona. El Profeta Muhammad dijo:





“No está permitido que un musulmán asuste a otro musulmán”. (Abu Dawud)





El lenguaje inapropiado es también otra norma cultural cuando se trata de bromear, especialmente entre los jóvenes e incluso entre muchos adultos. El uso de las malas palabras y los insultos de ciertos grupos de personas también son normales e invocan oleadas de risa. El Profeta Muhammad dijo:





“El musulmán no calumnia, no maldice, no habla obscenamente ni habla groseramente”. (At-Tirmidhi)





MANTENIENDO EL EQUILIBRIO EN LA RISA


El destacado erudito religioso, Sufyan ibn ‘Uyaynah dijo:





“Bromear es Sunnah, pero solo para aquellos que saben cómo hacerlo y lo hacen en el momento adecuado”.





Ser musulmán requiere un pensamiento y una conducta cuidadosos. Hay un momento y un lugar para todo, incluidas las bromas. También hay una audiencia para bromear, y todos deberían saberlo, especialmente cuando se cuentan chistes y se provocan risas.





Se permite reírse en una fiesta o reunión, siempre que la risa no sea excesiva hasta el punto de perder el control. Todavía hay muchos musulmanes y no musulmanes que enfrentan dificultades en todo el mundo por lo que sería insensible seguir riéndose de asuntos frívolos y apartarles una valiosa atención, esfuerzos y tiempo.





Por supuesto, los padres que aman bromear, reír y jugar con los niños, deben saber que no solo está permitido, sino que se alienta con moderación. Y mientras hacen eso, no deberían bromear ni reír hasta el punto de que sus hijos les pierdan el respeto. Las burlas excesivas tampoco están permitidas, ya que pueden causar un bagaje emocional en los niños, especialmente en aquellos que son sensibles por naturaleza.





El Profeta Muhammad dijo:





“No te rías demasiado, porque reír demasiado adormece el corazón”. (Ibn Mayá)





En otra narración, el Profeta Muhammad también advirtió que no se hablara demasiado sobre asuntos religiosos, ya que esto podría endurecer los corazones. De cualquier manera, la vida de un musulmán debe ser moderada. Un musulmán debe reír y jugar con su familia, compartir bromas entre amigos, pero mantenerse serio cuando se trata de asuntos que requieren atención.





Umar ibn Al-Khattab dijo:





“Quien se ríe demasiado o bromea demasiado pierde el respeto, y quien persiste en hacer algo será conocido por ello”.





Mantener un buen carácter es imperativo en el Islam. Bromear y reír construye el carácter de alguien que aprecia la alegría y la vida en general, por lo que mantener al Islam como una religión de extrema seriedad sería un desequilibrio para la fe islámica.





Al mismo tiempo, sin embargo, la risa moderada es la mejor manera de actuar para un musulmán observador, por lo que vale la pena prestar atención a cómo el Profeta Muhammad conduciría tal interacción, ya que solo los mejores creyentes seguirían sus pasos.





 





Fuente: About Islam



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