As-Salam (Paz) es uno de los nombres de Dios. Dios dice: "Él es Al‑lah, no hay otra divinidad salvo Él, el Soberano Supremo, el Santísimo, el Pacificador, el Dispensador de seguridad" (Corán 59:23).
Al‑lah es el portador de paz, Quien esparce paz por toda la creación. Desde que la vida fue creada ha sido dominada por largos períodos de paz, seguridad, tranquilidad y alegría. Dios es Paz y de Él emana toda paz. Es como dijo el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él): "¡Oh, Dios! Tú eres Paz y de Ti es la paz. Bendito seas, Tú, poseedor de la gloria y el honor"[1].
Es asombroso que algunas personas que invocan a Dios por este noble nombre, viven sus vidas en contienda y hostilidad hacia el mundo. Todo aspecto de sus vidas está lleno de conflictos, desde su propio interior hasta su comportamiento exterior, en sus pensamientos y con sus familias. ¿Cómo puede una persona hallar paz con el Señor?
As-Salam, la pureza
El nombre As-Salam también significa "pureza", la idea de estar libre de mancha. Transmite el significado de que Dios está libre de todo defecto y de toda deficiencia, como fatiga, sueño, enfermedad o muerte. La existencia de Dios es una de perfección absoluta. Dios dice: "¡Dios! No existe nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Él, el Viviente [Eterno], el Sustentador [y Gobernador de toda la creación]. No Lo afectan somnolencia ni sueño" (Corán 59:255).
Dios está libre de todo lo que contradiga Su autosuficiencia absoluta. Nada puede fatigarlo ni eludirlo. Nada se encuentra más allá de Su alcance.
La Gente del Libro Le atribuye tal deficiencia cuando afirman que descansó al séptimo día, después de crear los cielos y la Tierra. Es por esto que Dios dice: "Creé los cielos y la Tierra y todo cuanto existe entre ambos en seis eras, sin sufrir cansancio" (Corán 50:38).
Si Dios quiere que ocurra algo, solo dice "¡Sé!", y es.
Esta misma connotación del nombre As-Salam se aplica al conocimiento de Dios. Dios está libre de ignorancia, duda e indecisión. Nada está oculto a Su conocimiento. Su conocimiento no se adquiere a través del aprendizaje, sino que es absoluto, completo y totalmente exacto, abarcándolo todo en el pasado, el presente y el futuro sin excepción.
"¿Acaso no ves que Dios conoce cuanto hay en los cielos y en la Tierra? No hay confidencia entre tres sin que Él sea el cuarto, ni entre cinco sin que Él sea el sexto. Siempre, sean menos o más, Él estará presente dondequiera que se encuentren. El Día de la Resurrección les informará sobre lo que hicieron. Dios tiene conocimiento de todas las cosas" (Corán 58:7).
"[Ante Dios] es igual que digan algo en secreto o en público, que se oculten de noche o se muestren de día" (Corán 13:10).
Del mismo modo, Su discurso está libre de toda falsedad y de toda injusticia. Dios dice: "La Palabra de tu Señor es de una veracidad y justicia absolutas" (Corán 6:115).
Sus declaraciones son veraces y Su decreto es justo. Su ley y toda expresión de Su voluntad son perfectos. La ley de Dios está llena de sabiduría y conocimiento, como lo es el Corán que Él reveló a Su Profeta. El Corán es rico en significados, guía a la humanidad en todos los sentidos hacia lo que le asegura su bienestar en este mundo y en el próximo. Es lamentable que muchas personas lean el Corán y descuiden su belleza, siguiendo ciegamente tradiciones y conocimiento mecánico. Se han hecho incapaces de pensar y renovar de modo creativo, y por ello se mantienen en el atraso, la ignorancia y el declive cultural que atestiguamos en la actualidad.
Dios está libre de tener cualquier contrincante, rival, socio o compañero en Su dominio. Él mantiene en solitario Su soberanía sobre la creación, tanto en este mundo como en el próximo.
Su decreto y Su mandato están libres de toda tiranía e injusticia. El Profeta Muhammad nos relató que Dios dijo: "¡Oh, siervos Míos! Me he prohibido a Mí mismo actuar con injusticia y lo he prohibido entre ustedes, así que no se opriman unos a otros"[2].
De la perfección de la justicia de Dios, Él se prohibió a Sí mismo actuar de modo injusto y nos prohibió a nosotros oprimirnos unos a otros. Él dice: "Tu Señor no es injusto con Sus siervos" (Corán 41:46).
Dios nos ordena cultivar esta cualidad en nuestro interior y jamás actuar de manera injusta con nadie. Al actuar con justicia, estamos comprometidos en un acto de devoción hacia nuestro Señor, ya que Dios no solo es justo, sino que ama la justicia y a aquellos que actúan de manera justa. Del mismo modo, Él es Omnisciente y ama a quienes poseen conocimiento. Él es hermoso y ama la belleza y a quienes cultivan la belleza en su interior. Él es generoso y ama la generosidad y a las personas caritativas. Todos estos se cuentan entre los atributos de nuestro Señor.
Esta connotación de pureza, esta libertad de toda mácula, se extiende a Sus actos: a lo que Él da y a lo que Él retiene. Cuando Dios retira algo de nosotros, no es debido a avaricia ni a escasez. ¡Dios está por encima de eso, glorificado sea! Es debido a Su sabiduría infinita que Él retiene lo que retiene de sus siervos. Algunas personas son mejores teniendo riquezas y otras son mejores siendo pobres. "Dios concede sustento abundante a quien quiere y se lo restringe a quien quiere. [Algunos] se regocijan con la vida mundanal, pero ¿qué es la vida mundanal comparada con la otra, sino un goce ilusorio?" (Corán 13:26). Del mismo modo, algunas personas se benefician más de ser saludables, mientras que otras obtienen más beneficio de experimentar enfermedades. Dios conoce cada una de nuestras necesidades y qué es lo que más nos beneficia.
Todos los atributos de Dios comparten esta perfección y están exentos de todo defecto. Los atributos de Dios no se asemejan a las cosas creadas. Él es incomparable. Es por la sabiduría de Dios que nosotros, como criaturas creadas, estamos sujetos a las limitaciones y defectos inherentes a nuestra naturaleza y a las tribulaciones de vivir en este mundo. Dios, por otra parte, es As-Salam, aquel que está libre de toda deficiencia.
El nombre de Dios As-Salam es realmente grande en su significado, pues articula la perfección que poseen todos los nombres de Dios: todos y cada uno de los atributos de Dios están libres de defectos.
Cuando nos saludamos con la paz diciendo "As-salamu aláikum", estamos invocando este nombre de Dios; y al hacerlo, estamos comunicando esta connotación de la perfección de Dios, así como la idea de paz.
Dios ha hecho de la "paz" el saludo para los creyentes: "Su saludo el día que se encuentren con Él [en el Paraíso] será: ‘¡Que la paz sea contigo!’" (Corán 33:44).
Él nos ha ordenado utilizar este saludo: "Siempre que entren a [cualquiera de estas] casas, salúdense unos a otros con el saludo de la paz" (Corán 24:61). Por lo tanto, un creyente invoca la paz sobre sí mismo y sobre los demás con este saludo.
Dios es Quien otorga la paz
De hecho, Dios saludo a Sus criaturas en este mundo con el saludo de paz.
· "¡Que la paz sea con Noé entre todas las criaturas!" (Corán 37:79).
· "¡Qué la paz sea con Abraham!" (Corán 37:109).
· "¡Que la paz sea con Moisés y Aarón!" (Corán 37:120).
· "¡Qué la paz sea con Elías!" (Corán 37:130).
· "¡Que la paz sea con todos los Mensajeros!" (Corán 37:181).
· "Di: ¡Alabado sea Dios! Que la paz sea sobre Sus siervos elegidos" (Corán 27:59).
· "Que la paz sea con quienes sigan la guía" (Corán 20:47).
El saludo de Dios hacia Sus siervos es Su decreto de que ellos serán salvaguardados en este mundo y en el próximo. Aunque estén sujetos a las pruebas y las tribulaciones que los demás experimentan en el mundo, Dios les concede a sus corazones contentamiento y certeza de fe, que transforman sus dificultades en bendiciones y en una experiencia gratificante. Ellos tienen corazones alegres, en paz con lo que sea que Dios decrete para ellos.
El eminente compañero Saad Ibn Abi Waqqas fue bendecido con que sus oraciones siempre eran contestadas. Cuando se volvió ciego, la gente le preguntó: "¿Por qué no le pides a Dios que te devuelva la vista?".
Él les respondió: "¡Por Dios! Estar satisfecho con el decreto de Dios es más preciado para mí que lo que pudiera desear".
¡Oh, Dios! Tú eres la paz y de Ti es la paz. Bendito seas, poseedor de gloria y honor.
Este nombre de Dios se encuentra en la siguiente aleya coránica: "Imploren Su perdón y arrepiéntanse, porque mi Señor está próximo [cuando Lo invocan] y responde sus súplicas"(Corán 11:61).
Dios responde las súplicas de aquellos que Le imploran. Da alivio a quienes buscan refugio en Él y aplaca sus miedos. Responde incluso los ruegos de los incrédulos y de los desinteresados cuando, en medio de la desesperación, Lo invocan:
"Él es Quien facilitó que puedan transitar por la tierra y por el mar. Cuando navegan con buenos vientos se complacen, pero si los sacude una fuerte tormenta y las olas los golpean por todos lados y creen que ya no tienen salvación, entonces invocan solamente a Dios con toda sinceridad, diciendo: ‘Si nos salvas de esta seremos de los agradecidos’. Pero cuando Dios los salva, Lo desobedecen nuevamente sembrando la corrupción en la Tierra con injusticias" (Corán 10:22-23).
Dios le respondió a Noé (la paz sea con él) en su angustia, salvándolo a él y a sus seguidores en el arca, cuando ahogó a los pecadores en el Diluvio: "Cuando Noé Me invocó, ¡y qué mejor que invocar a Quien responde todas las súplicas!, lo salvé a él y a su familia de la gran angustia" (Corán 37:75-76).
Dios respondió las súplicas de Job (la paz sea con él): "[El Profeta] Job invocó a su Señor: ‘[¡Oh, Dios! Tú bien sabes que] he sido probado con enfermedades, pero Tú eres el más Misericordioso’. Respondí su invocación y lo curé de sus enfermedades, y le di nueva descendencia, multiplicándola como misericordia de Mi parte y como recuerdo para los adoradores devotos" (Corán 21:83-84).
Dios respondió los ruegos de Jonás (la paz sea con él) cuando gritó desde el vientre de la ballena: "[El Profeta] Jonás, cuando se marchó enojado [con la gente de su pueblo que se negaron a creer en él], pensó que no lo iba a castigar [por no haber tenido paciencia, pero lo hice tragar por la ballena], e invocó desde la oscuridad [de su estómago]: ‘No hay otra divinidad más que Tú. ¡Glorificado seas! En verdad he sido de los injustos’. Respondí su súplica y lo libré de su angustia. Así salvo a los creyentes" (Corán 21:87-88).
Del mismo modo, Dios respondió las súplicas de Abraham, Zacarías, Juan el Bautista, Jesús, y de todos Sus profetas y mensajeros (la paz sea con todos ellos). Ellos rogaban a su Señor con la mayor humildad y sinceridad, así que Él, en Su infinita gracia, los salvó, guio, honró y aceptó sus peticiones.
Dios es Quien responde las súplicas de aquellos que Le ruegan y ponen sus esperanzas solo en Él. Solo Dios es Aquel a quien deben ser dirigidas todas las oraciones y súplicas.
"Su Señor dice: ‘Invóquenme, que responderé [sus súplicas]’. Pero quienes por soberbia se nieguen a adorarme, ingresarán al Infierno humillados" (Corán 40:60).
Dios nos ha pedido que Le supliquemos y ha prometido responder a nuestras oraciones. Es por esto que Omar solía decir: "No me preocupa que mis súplicas sean respondidas. Me preocupo por mis súplicas en sí mismas".
En otras palabras, cuando una persona es bendecida para rogarle al Señor, esto es el beneficio en sí mismo. En cuanto a la respuesta, eso es algo que ya está concedido.
"Diles: ‘Solo Dios los puede librar de esas situaciones y de toda otra aflicción. Pero a pesar de eso, luego [cuando se sienten a salvo] vuelven a adorar otras divinidades junto a Él’" (Corán 6:64).
Nuestras súplicas a Dios son un medio para disipar las calamidades y las dificultades, y para atraer bendiciones y oportunidades hacia nosotros. Sin embargo, las súplicas no son la única causa de esos efectos deseados. Hay otras causas que deben ser reconocidas también, incluyendo la relación natural entre causa y efecto.
Dios, en Su sabiduría, sabe qué es lo mejor. Él ha hecho de nuestras súplicas una de las influencias que afectan nuestras vidas, y ha prometido responder a nuestros ruegos. Esto significa que a veces Él nos responde precisamente con lo que pedimos. En otras ocasiones, Él puede evitar que nos caiga una calamidad que estábamos destinados a sufrir. También, Él puede posponer Su respuesta a una súplica nuestra hasta el Día de la Resurrección, y recompensarnos con las bendiciones de ella en ese día en términos de nuestro juicio y recompensa en el Más Allá, teniéndola como un peso a nuestro favor en ese día, cuando nuestras obras sean puestas en la balanza. Esto está garantizado a todos aquellos que Le ruegan a Dios con sinceridad y devoción. Y, por lo general, nuestras súplicas son respondidas en esta vida con justamente lo que pedimos.
Cuando leemos acerca de las vidas de los profetas, somos testigos de muchos casos en los que Dios les respondió sus ruegos. El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) Le suplicó a Dios a nombre de varios de sus compañeros. Él Le imploró acerca de Ibn Abbás pidiéndole: "¡Oh, Dios! Dale un conocimiento profundo de la religión". Rogó que Anas Ibn Málik tuviera una larga vida y muchos hijos. Suplicó que Omar Ibn Al Jattab abrazara el Islam y que su fuerza fuera agregada a la comunidad musulmana. Le suplicó a Dios a nombre de muchas de las tribus con las que interactuó, y le rogó a Dios por todos los musulmanes de todas las épocas.
Encontramos muchos relatos, presentes y pasados, de cómo Dios respondió las súplicas de la gente. Dondequiera que las personas creen en Dios, aunque sean pecaminosas en sus actos y equivocadas en su entendimiento religioso, los hallamos hablando de cómo Dios respondió sus oraciones y quitó sus aflicciones. Esto es algo que no se puede negar, es una prueba más de la existencia de Dios y de Su misericordia. Esta es la razón por la que casi no encontramos a nadie que, ante una gran calamidad o aflicción, se abstenga de dirigirse a Dios para aliviar su angustia.
El beneficio de conocer este nombre de Dios
La consciencia de que Dios es Quien responde todas las súplicas es un consuelo y una fuente de fortaleza para quienes están separados de toda esperanza o recurso, con solo Dios a Quien recurrir. En ese momento, se dirigen a Dios con el corazón más sincero y devoto, así que Dios rápidamente alivia sus cargas y elimina sus aflicciones.
Esa es la experiencia de aquellos que languidecen en la cárcel sin nadie que acuda en su defensa. Es la experiencia de la persona sola que está perdida en el bosque. Es la experiencia del navegante cuya nave está siendo golpeada en el mar por una tormenta violenta. Es la del enfermo terminal a quien los doctores no le dan esperanza alguna, y que se recupera después de acudir a Dios. Es la del oprimido que es vilipendiado por los poderosos, sobre cuyas súplicas dice Dios: "Juro por Mi fuerza y majestad, (que) te otorgaré la victoria, aunque sea después de un tiempo"[1].