Términos árabes:
· Ansar: Auxiliadores. La gente de Medina que abrió las puertas de sus hogares y ofrecieron sus vidas y su ciudad para asistir al Profeta Muhammad y sus seguidores cuando arribaron desde La Meca.
· Surah: Sura, capítulo del Corán.
· Hiyrah (en español: Hégira): Es el acto de emigrar de un lugar a otro. En el Islam, la Hiyrah se refiere a la emigración de los musulmanes de La Meca hacia Medina, y también marca el comienzo del calendario islámico.
· Mus-haf: Es el libro que contiene al Corán en su forma escrita.
· Du’a: Súplica, plegaria, pedirle algo a Allah.
· Sahabah (plural de sahabi): Se traduce como "compañeros". Un sahabi, como se utiliza comúnmente la palabra en la actualidad, es alguien que vio al Profeta Muhammad, creyó en él y murió como musulmán.
Se cree que Zaid Ibn Zabit tenía aproximadamente doce o trece años cuando el Profeta Muhammad emigró hacia Medina. Era un niño inteligente y bien educado, siempre apoyado por su familia, pero se sentía muy triste cuando no se le permitía participar en las batallas. Su solución fue estudiar el Corán[1] y, de esa forma, probar su valor al Profeta. Su amplia formación islámica y secular hizo que fuera estimado y que estuviera en el círculo íntimo del Profeta. Cada vez que tomemos el Corán con nuestras manos tendremos motivo para recordar a Zaid Ibn Zabit, ya que supervisó la colección de todos los versículos y capítulos y fue responsable de ponerlos en un solo libro: el Mus-haf.
El Profeta notó a Zaid Ibn Zabit por primera vez un año después de la emigración de la comunidad islámica a Medina. Zaid era un joven adolescente y miembro de los Ansar. Cuando los musulmanes se preparaban para la batalla de Badr, Zaid se presentó como soldado. Llevaba una espada tan alta como él, y no tenía un físico tan preparado como los otros chicos que entrenaban con el ejército. El Profeta reconoció su entusiasmo y lo trató con gran respeto, pero le negó la oportunidad de unirse a la milicia. Zaid se sintió triste, enojado y rechazado. En vez de entregarse al dolor, Zaid decidió hacer algo que seguramente complacería al Profeta: comenzó a estudiar y aprender el Corán, las palabras de Allah.
Cuando se presentó otra ocasión en la cual los musulmanes debían enfrentar a su peor enemigo en la batalla de Uhud, Zaid fue rechazado nuevamente para unirse al ejército por su temprana edad. Esta vez incluso su familia comprendió su dolor y decidieron hacerle saber al Profeta Muhammad sobre el estudio que él había llevado a cabo del Corán. Algunos hombres de los Ansar incluso mencionaron al Mensajero de Allah la habilidad de Zaid de leer y escribir, y le pidieron al Profeta que lo escuchara recitar.
El Profeta escuchó, le gustó lo que oyó, y quedó impresionado con el hecho de que Zaid estuviera alfabetizado, algo muy raro en su tiempo ―el mismo Profeta Muhammad era iletrado―. El Mensajero también reconoció la habilidad de Zaid con los idiomas y le pidió que aprendiera hebreo y siríaco. Cuando llegó a adquirir conocimiento suficiente, comenzó a ayudar al Profeta con la correspondencia, incluyendo cartas a los líderes de estados para invitarlos al camino del Islam.
El Profeta Muhammad contaba con muchos escribas, sin embargo, Zaid fue el que pronto llegó a tener prominencia. Cuando las palabras de Alla le eran reveladas al Profeta Muhammad, llamaba a un escriba para que las registrara mientras fluían de sus labios. Muchos sahabah informaron que escucharon al Profeta llamando a Zaid diciendo: "Que traiga la tabla, el pote de tinta y el hueso para escribir"[2].
No fue sino hasta la Batalla de la Trinchera, cinco años después de la Hiyra, que Zaid pudo cumplir su sueño de participar en una campaña militar. El chico ya era más maduro, tenía más experiencia, y conocía mucho más las revelaciones que le llegaban al Profeta Muhammad (que la misericordia y las bendiciones de Allah sean con él). Zaid tenía planes de ser un guerrero en la causa de Allah, pero Allah tenía otros planes para él. Aquello que queremos no siempre es lo mejor para nosotros, esto es tan verdadero hoy como era en aquel entonces. Cuando una persona abraza el Islam puede tener muchas aspiraciones de hacer esto o aquello, pero a veces esos planes se ven truncados.
“… Es posible que les disguste algo y sea un bien para ustedes, y es posible que amen algo y sea un mal para ustedes. Dios conoce [todo] pero ustedes no” (Corán 2:216).
Zaid no pudo cumplir sus planes de la forma que quería, pero fue paciente y trató de hacer aquello que complaciera al Profeta Muhammad y a Allah, el Altísimo. Memorizó el Corán, estudió el Islam, trabajó diligentemente como intérprete y escriba para el Profeta, y en solo unos años logró participar en una batalla. Sin embargo, su mayor obra estaba por venir. Cada vez que usted tenga el Mus-haf en sus manos, recuerde a Zaid Ibn Zabit, ya que fue él quien se encargó de su colección en un solo manuscrito.
Cuando el Profeta Muhammad falleció, varios musulmanes tenían en su poder diversas piezas del Corán que les habían sido encomendadas. Algunos solamente tenían algunas páginas de las cuales aprendían a recitar, otros tenían varios capítulos, y unos pocos incluso alguna corteza de árbol o piel de animal con un solo versículo escrito.
El líder de los musulmanes luego de la muerte del Profeta Muhammad, Abu Bakr, temía que se perdiera el Corán, entonces consultó a los sahabah sobre compilarlo en un solo libro, y le pidió a Zaid Ibn Zabit que se encargara de esta tarea. En principio, Zaid se sintió incómodo de hacer algo con el Corán que el Profeta Muhammad no hubiera ordenado específicamente, pero luego se dio cuenta de la necesidad de hacer esto y accedió a recolectar las piezas del Corán, tanto escritas como memorizadas, y compilar un libro: el Mus-haf.
Zaid sabía todo el Corán entero de memoria, y habría podido escribirlo solo de esa forma, pero no quiso depender de sí mismo. Fue muy metódico y cuidadoso y no escribía un versículo hasta ser confirmado por al menos dos sahabah. Dado que se le prohibió unirse al ejército, buscó refugio en el libro de Allah y así se convirtió en uno de sus protectores.
“Yo he revelado el Corán y Yo soy su custodio” (Corán 15:9).
Zaid fue un hombre de conocimiento inmerso en las palabras de Allah y un compañero cercano del Profeta Muhammad, un modelo a seguir tanto en ese momento como ahora. Zaid fue muy respetado y siempre se lo recuerda. Se dice que una vez Omar Ibn Al Jattab se dirigió a los musulmanes diciendo: "Oh gente, aquel que quiera preguntar sobre el Corán, que vaya a Zaid Ibn Zabit". Todos aquellos que buscaban el conocimiento, de entre los sahabah y sus descendientes, acudían de todas partes para beneficiarse de la sabiduría de Zaid. Cuando murió, entre el 660 y 665 E.C., se cree que el sahabi Abu Hurairah dijo: "Hoy se ha ido el sabio de esta Ummah".