Entre las bendiciones y favores que Dios ha otorgado a la humanidad, es el habernos dotado con una innata capacidad para conocer y reconocer Su existencia. Ha colocado esta conciencia en lo profundo de nuestros corazones como una disposición natural, que no ha cambiado desde la creación del ser humano. Además, ha fortalecido esta disposición natural con los signos que ha colocado en la Creación, que demuestran Su existencia. Sin embargo, ya que no es posible para la humanidad tener un conocimiento detallado de Dios excepto por Sus propias revelaciones, Dios envió a Sus Mensajeros, para que nos enseñaran acerca del Creador, al cual debemos adorar. Estos Mensajeros también nos detallaron la forma en que se debe adorar a Dios, ya que esos detalles no se pueden saber sino a través de revelaciones. Estos dos principios básicos fueron los asuntos más importantes que los Mensajeros de todas las revelaciones divinas transmitieron de Dios. Sobre esta base, todas las revelaciones divinas han tenido los mismos nobles objetivos, que son:
1. Afirmar la unicidad de Dios – el glorificado y alabado Creador – en Su esencia y Sus atributos.
2.Afirmar que solamente Dios tiene derecho a ser adorado y que ningún otro ser creado debe ser adorado junto a Él o en Su lugar.
3. Salvaguardar el bienestar y oponerse a la corrupción y al mal. De este modo, todo lo que proteja la fe, la vida, la razón, la propiedad y justicia social, y la familia son parte del bienestar humano que protege la religión. Por otro lado, cualquier cosa que ponga en peligro estos cinco principios básicos es una forma de corrupción a lo que la religión se opone y prohíbe.
4.Invitar a la gente a un máximo nivel de virtud, valores morales y nobles costumbres.
La meta principal de cada Mensaje Divino ha sido siempre la misma: guiar a la gente hacia Dios, que seamos conscientes de Él y que lo adoremos solamente a Él. Cada Mensaje Divino llegó para reforzar este significado, y las siguientes palabras fueron repetidas por todos los Mensajeros: “Adora a Dios, no tienes otro dios que no sea Él”. Este mensaje fue transmitido a la humanidad por Profetas y Mensajeros que Dios envió a cada nación. Todos estos mensajeros llegaron con el mismo mensaje: el mensaje del Islam.
Todos los mensajes divinos llegaron para invitar a la gente a la sumisión voluntaria a Dios. Por esta razón, todos compartieron el concepto de “Islam”, o “sumisión” derivada de la palabra “salam”, que significa “paz”, en árabe. El Islam, entendido de esta manera, fue la religión de todos los Profetas, pero ¿Por qué uno ve diferentes variaciones de la religión de Dios si todas surgieron de la misma fuente? Existen dos razones:
La primera razón es que como resultado del paso del tiempo, y debido al hecho de que las religiones anteriores no se encontraban bajo la divina protección de Dios, se deterioraron, experimentando muchos cambios y variaciones. Como resultado, vemos que las verdades fundamentales que transmitieron los mensajeros difieren ahora de una religión a la otra, y aparentemente el principio más común a todas ellas es el principio de la creencia y adoración de un único Dios.
La segunda razón para esta variación es que Dios, en Su sabiduría infinita y Su eterna voluntad, decretó que todas las misiones divinas anteriores al mensaje final del Islam traído por Muhámmad, la paz sea con él, se limiten a un tiempo determinado. Como resultado, sus leyes y metodologías tratan condiciones específicas de la gente a quienes habían sido destinadas esas revelaciones.
La humanidad ha pasado por numerosos periodos de guía, engaño, integridad, y desviación, desde la era más primitiva hasta la cumbre de la civilización. La guía divina acompañó a la humanidad a través de todo esto, siempre proveyendo las soluciones y remedios apropiados.
Ésta fue la esencia de la disparidad que existió entre las diferentes religiones. Este desacuerdo nunca fue más allá de la legislación divina específica, ya que cada época y lugar tenía una legislación adecuada para tal circunstancia. Pero por el contrario, las áreas de contacto eran fundamentales, como las bases de la fe y los principios básicos que representan el objetivo de la religión, como proteger la fe, la vida, la razón, la propiedad y justicia social, y la familia, estableciendo justicia en la tierra; y ciertas prohibiciones fundamentales, siendo algunas de las más importantes la idolatría, el asesinato, el robo, la fornicación y la mentira. Además, también concordaron en virtudes morales como la honestidad, la justicia, la caridad, la bondad, la castidad matrimonial, la justicia y la piedad. Estos principios así como otros son permanentes y eternos; son la esencia de todos los mensajes divinos.
Pero ¿Cómo encaja el mensaje de Muhámmad, la paz sea con él, con el mensaje previo revelado por Dios? Una breve historia de los profetas puede aclarar este punto.
El primer ser humano, Adán, siguió el Islam, debido a que adoró a Dios solamente y vivió según Sus mandatos. Pero a través del tiempo y la dispersión de la humanidad por la tierra, la gente se apartó de este mensaje y comenzó a adorar a otros en lugar de Dios. Algunos comenzaron a adorar a los piadosos que estaban entre ellos, mientras que otros comenzaron a adorar a espíritus y a las fuerzas de la naturaleza. Fue entonces cuando Dios comenzó a enviar mensajeros a la humanidad, conduciéndolos a la adoración de Dios solamente, de acuerdo a su verdadera naturaleza, y advirtiéndoles acerca de las graves consecuencias de la idolatría y el paganismo.
El primero de estos mensajeros fue Noé, que fue enviado a predicar este mensaje del Islam a su gente, después de que comenzaran a adorar a sus ancestros piadosos junto con Dios. Noé invitó a su pueblo a dejar de adorar a sus ídolos, y a regresar a la adoración de Dios solamente. Algunos siguieron las enseñanzas de Noé, mientras que la mayoría no creyó en ellas. Los que siguieron a Noé fueron seguidores del Islam, o musulmanes, mientras que aquellos que no lo hicieron, se mantuvieron en la incredulidad y fueron castigados por el diluvio.
Después de Noé, Dios envió mensajeros a cada nación que se había alejado de la verdad, para hacerlos retomar el camino correcto. Esta verdad fue la misma a través del tiempo: rechazar todo objeto de adoración con excepción de Dios, el Creador y Señor de todo, y vivir según Sus órdenes. Pero como mencionamos anteriormente, ya que cada nación difiere en su forma de vida, lenguaje y cultura, mensajeros específicos fueron enviados a naciones específicas por determinados períodos de tiempo.
Dios envió mensajeros a todas las naciones, al Reino de Babilonia envió a Abraham – uno de los primeros y más grandes profetas – quien invitó a su gente a rechazar la adoración de los ídolos a los cuales eran devotos. Los invitó al Islam, pero éstos lo rechazaron y hasta trataron de matarlo. Dios probó a Abraham muchas veces, él superó cada una de estas pruebas, y por sus tantos sacrificios, Dios proclamó que erguiría de entre su descendencia una gran nación y elegiría profetas de entre ellos. Cuando sus descendientes comenzaron a desviarse de la Verdad, que era adorar únicamente a Dios y obedecer Sus órdenes, Dios les envió a otro mensajero para que regresen al camino recto.
Consecuentemente, vemos que muchos profetas fueron enviados a los descendientes de Abraham, tales como sus dos hijos Isaac e Ismael, junto a Jacob, José, David, Salomón, Moisés, y por supuesto, Jesús, para mencionar sólo a algunos, que la Paz y la Bendición de Dios se encuentre con todos ellos. Algunos profetas fueron enviados al pueblo de Israel (los judíos) cuando se alejaban de la religión de Dios, y era su obligación seguir al mensajero que había sido enviado y seguir sus órdenes. Todos los mensajeros llegaron con el mismo mensaje, rechazar la adoración de cualquier ser excepto Dios y obedecer Sus órdenes. Algunos no creyeron en los profetas, mientras que otros sí lo hicieron. Los que creyeron fueron seguidores del Islam, o musulmanes.
El último de estos mensajeros fue Muhámmad, la paz sea con él, descendiente de Ismael, hijo de Abraham, la paz sea con él, que fue enviado como mensajero luego de Jesús. Muhámmad, la paz sea con él, predicó el mismo mensaje del Islam como los anteriores profetas y mensajeros – adorar solamente a Dios y obedecer Sus órdenes – lo que muchos de los seguidores de los anteriores profetas no hicieron.
Por lo tanto, como vemos, el profeta Muhámmad, la paz sea con él, no fundó una nueva religión como mucha gente piensa equivocadamente, sino que fue enviado como el Último Profeta del Islam. Al revelar Su último mensaje a Muhámmad en su forma eterna y universal para toda la humanidad, Dios finalmente cumplió con lo prometido a Abraham.
Así como les incumbía a aquellos que pertenecieron a épocas pasadas seguir el mensaje del último de los profetas que les fue enviado, le incumbe a toda la humanidad seguir el mensaje de Muhámmad. Dios prometió en el mismo Sagrado Corán, que este mensaje permanecería intacto y sería viable para todo tiempo y lugar. Basta decir que los fundamentos del Islam son los mismos que seguía el Profeta Abraham, ya que la Biblia y el Corán retratan a Abraham como un ejemplo a seguir, como alguien que se entregó completamente a Dios y lo adoró solamente a Él, sin ningún intermediario. Una vez mencionado ésto, cabe aclarar que el Islam tiene el mensaje más continuo y universal de todas las religiones, porque todos los profetas y mensajeros eran “musulmanes”, i.e. los que se sometieron a la voluntad de Dios y predicaron el “Islam”, i.e. sometimiento a la voluntad de Dios Todopoderoso al adorarlo solamente a Él, obedeciendo sus órdenes.
Por lo tanto, vemos que aquellos que se hacen llamar a sí mismos musulmanes hoy en día no siguen una nueva religión; por el contrario siguen la religión y el mensaje de todos los profetas y mensajeros que fueron enviados a la humanidad por orden de Dios, también conocido como Islam. La palabra “Islam” es una palabra árabe que significa literalmente “sumisión a Dios”, y los musulmanes son aquellos que por propia voluntad se someten y obedecen a Dios, viviendo de acuerdo a Su mensaje.
Hay algunos principios en las creencias por los cuales el que se adhiere al Islam debe tener una firme convicción. De estos principios, los más importantes son seis, conocidos como los “Seis pilares de la fe”.
Creencia en Dios
El Islam sostiene que un estricto monoteísmo y creencia en Dios conforman el eje de su fe. El Islam enseña a creer en un Dios que no engendró ni fue engendrado, y que no comparte con nadie Su cuidado del mundo. Solo Él da la vida, causa la muerte, concede el bien, causa la aflicción y provee el sustento para Su creación. Dios según el Islam es el Único Creador, Señor, Sustentador, Gobernador, Juez, y Salvador del universo. Nadie lo iguala en Sus cualidades y habilidades, como el poder y el conocimiento. Toda veneración, adoración y devoción debe dirigirse a Dios y a nadie más. Cualquier ruptura de estos conceptos niega la base del monoteísmo, y por ende del Islam.
Creencia en los Ángeles
Los seguidores del Islam debemos creer en un mundo que no se ve, como se menciona en el Corán. A este mundo pertenecen los ángeles emisarios de Dios, cada uno asignado con una tarea especifica. No tienen libre albedrío o habilidad para desobedecer; está en su naturaleza ser los fieles sirvientes de Dios. Los ángeles no deben ser tomados como semidioses u objetos de alabanza o veneración; son meros sirvientes de Dios que obedecen cada una de Sus órdenes.
Creencia en los Profetas y Mensajeros
El Islam es una religión universal. Los musulmanes creemos en los profetas, no sólo en el profeta surgido de los árabes, Muhámmad el Enviado de Dios, la paz sea con él, sino en los profetas hebreos, incluidos Abraham y Moisés, así como también los profetas del Nuevo Testamento, Jesús, y Juan el Bautista. El Islam enseña que Dios no envió profetas solamente a los judíos y a los cristianos, sino que envió profetas a todas las naciones del mundo con un mensaje central: adorar a únicamente a Dios. Los musulmanes debemos creer en todos los profetas enviados por Dios mencionados en el Corán, sin hacer ninguna distinción entre ellos. Muhámmad fue enviado con el mensaje final, y ningún otro profeta vino después de él. Su mensaje es la continuación y conclusión de los mensajes anteriores, final y eterno, y a través de él, Dios completó Su Mensaje a la humanidad, iniciado con Noé, la paz sea con él.
Creencia en los Textos Sagrados
Los musulmanes creemos en todos los libros que Dios ha enviado a la humanidad a través de Sus profetas. Estos libros incluyen las páginas de Abraham, la Toráh de Moisés, los Salmos de David, los Evangelios de Jesús, y otras escrituras no mencionadas en el Corán de las cuáles probablemente no hayan quedado vestigios. Estos libros provienen originalmente todos de la misma fuente, de Dios el Altísimo, con el mismo mensaje, y todos fueron revelados con la verdad. Esto no significa que hayan sido preservados. Los musulmanes y muchos otros eruditos e historiadores judíos y cristianos encuentran que el grueso de los libros religiosos que existen hoy en día no son las escrituras originales, que de hecho se han perdido, cambiado, sufrido adulteraciones, y/o traducido una y otra vez, perdiéndose así su mensaje original.
Como los cristianos ven al Nuevo Testamento para finalizar y completar el Viejo Testamento, los musulmanes creemos que el Profeta Muhámmad recibió revelaciones de Dios a través del ángel Gabriel para corregir el error humano en el que se había incurrido con las escrituras y doctrinas del judaísmo, cristianismo y todas las demás religiones. Esta revelación es el Corán, revelado en lengua árabe, y se encuentra hoy en día en su forma original. El Corán busca guiar a la humanidad en todos los pasos de la vida; espirituales, temporales, individuales y colectivos. Contiene direcciones para las conductas de la vida, relata historias, parábolas, describe los atributos de Dios, y reflexiona sobre las mejores reglas para gobernar la vida social. Tiene instrucciones para toda la humanidad, cualquiera sea el lugar y la época. Millones de personas hoy en día han memorizado el Corán, y las copias del Corán que se encuentran en la actualidad son idénticas a las del pasado. Dios ha prometido que Él preservará al Corán de todo cambio hasta el final de los tiempos, para que la orientación sea clara para la humanidad y el mensaje de todos los profetas esté al alcance de aquellos que lo buscan.
Creencia en la Vida después de la Muerte
Los musulmanes creemos que llegará el día en que toda la creación perecerá y resucitará para ser juzgada por sus actos: El Día del Juicio. En este día, todo se reunirá en presencia de Dios y cada individuo será cuestionado acerca de su vida en el mundo y su manera de vivirla. Aquellos que mantengan correctas sus creencias acerca de Dios y la vida, y hayan traducido sus creencias en actos justos, entrarán al Paraíso, aún si deben pagar por algunos de sus pecados en el Infierno si Dios a pesar de Su infinita justicia elige no perdonarlos por ellos. Para aquellos que caigan en el politeísmo en sus tantas fases, entrarán al fuego del Infierno, para nunca salir de allí.
Creencia en la Predestinación Divina
El Islam afirma que Dios tiene todo el poder y conocimiento acerca de todas las cosas, y que nada sucede sino a través de Su Voluntad y con Su total conocimiento. Lo que se conoce como Predestinación Divina, suerte, o “destino” se conoce en árabe como al-Qádr. El destino de cada criatura ya es conocido por Dios.
Esta creencia, sin embargo, no se contradice con el concepto del libre albedrío del hombre para elegir su curso de acción. Dios no nos fuerza a hacer nada, podemos elegir obedecer o no. Nuestra elección ya es conocida por Dios. Nosotros no sabemos cual es nuestro destino; pero Dios conoce el destino de todas las cosas.
Por lo tanto, debemos creer firmemente que lo que nos sucede es de acuerdo a la voluntad de Dios y con Su total conocimiento. Puede haber cosas que suceden en este mundo que no entendemos, pero debemos confiar en que Dios tiene sabiduría sobre todas las cosas.
Existen cinco simples pero esenciales observaciones que todos los musulmanes practicantes aceptan y siguen. Estos “Pilares del Islam” representan el corazón que une a todos los musulmanes.
La “Declaración de Fe”
El musulmán es quien declara que “nadie merece adoración sino Dios, y Muhámmad es mensajero de Dios.” Esta declaración es conocida como la “shahada” (testimonio). Alá es el nombre árabe para Dios, así como Yahvé es el nombre hebreo para Dios. Al hacer esta simple declaración uno se convierte en musulmán. La declaración afirma la absoluta creencia del Islam en la unicidad de Dios, Su derecho exclusivo a ser adorado, así como también la certeza de que asociar cualquier otra cosa a Su divinidad es un pecado imperdonable, como leemos en el Corán:
“Alá no perdona que se Le asocie nada; pero fuera de ello, perdona a quien Le place. Quien asocie algo a Alá comete un gravísimo pecado.”
(Corán 4:48)
La segunda parte del testimonio de fe afirma que Muhámmad, la paz sea con él, es un Profeta de Dios tal como Abraham, Moisés y Jesús lo fueron antes de él. Muhámmad trajo la última y definitiva revelación. Al aceptar a Muhámmad como el “sello de los profetas”, los musulmanes creemos que esta profecía confirma y completa todos los mensajes revelados, comenzando con el de Adán. Por otro lado, Muhámmad cumple el rol de modelo a través de su vida ejemplar. El esfuerzo de los creyentes por seguir a Muhámmad refleja el énfasis del Islam en la práctica y acción.
La Oración (Salat)
Los musulmanes rezamos cinco veces al día: al comienzo del día, al mediodía, media tarde, luego de la puesta del sol y por la noche. Esto ayuda a que los creyentes tengamos presente a Dios ante el estrés del trabajo y la familia. Reorienta el foco espiritual, reafirmando nuestra total dependencia de Dios, y pone los asuntos mundanos ante la perspectiva del juicio y la vida del mas allá. Las oraciones consisten en una serie de palabras y movimientos, pararse, inclinarse, arrodillarse, apoyar la frente en el suelo y sentarse. La plegaria es un medio por el cual se mantiene la relación entre Dios y Su creación. Incluye recitaciones del Corán, alabanzas a Dios, plegarias para el perdón y otras varias súplicas. La oración es una expresión de sumisión, humildad, y adoración a Dios. Las oraciones se pueden ofrecer en cualquier lugar limpio, en grupo o solo, en una mezquita o en el hogar, en el trabajo o en el camino, puertas adentro o afuera. Es preferible rezar en grupo con otros como una unidad adorando a Dios, mostrando disciplina, hermandad, igualdad y solidaridad. Cuando nos preparamos para rezar, los musulmanes nos orientamos hacia la Meca, la cuidad sagrada en cuyo centro se encuentra la Kaaba – la casa de Dios construida por Abraham y su hijo Ismael.
La Caridad Obligatoria (Zakat)
En el Islam, el verdadero dueño de todo es Dios, no el hombre. La gente posee fortuna como un signo de confianza de Dios. El Zakat es una forma de adoración y agradecimiento a Dios a través de un acto concreto e impostergable: ayudar a los pobres. Esto también es una manera de purificar la riqueza personal. Consiste en una contribución anual del 2.5 por ciento de los ahorros y activos individuales. Por lo tanto, el Zakat no es una mera “caridad”, es una obligación social de quienes reconocemos haber recibido nuestra fortuna de Dios para satisfacer las necesidades de los miembros de la sociedad menos afortunados. El Zakat se utiliza para mantener a los pobres, huérfanos y viudas; ayudar a los que están endeudados, y en los viejos tiempos, se utilizaba para liberar esclavos.
El Ayuno de Ramadán (Sawm)
Ramadán es el noveno mes del calendario lunar islámico, en el que ayunamos. Todo musulmán sano debe abstenerse desde el amanecer hasta la puesta del sol de comida, bebida y actividad sexual. El ayuno desarrolla la espiritualidad, la autodisciplina necesaria para corregir vicios y costumbres perjudiciales, sentido de dependencia de Dios e identificación con los menos afortunados. También se realiza una oración especial en las mezquitas en donde se oyen las recitaciones del Corán. Las familias se levantan antes del amanecer para tomar la primera comida del día y poder permanecer en ayunas hasta la puesta del sol. El mes de Ramadán termina con una de las dos mayores celebraciones islámicas, la festividad de la Finalización del Ayuno, llamado Eid al-Fitr, que se destaca por su jovialidad, visitas familiares e intercambio de regalos.
El quinto Pilar es el Hayy o Peregrinación a la Meca en Arabia Saudita
Al menos una vez en la vida, cada musulmán adulto que tiene las condiciones físicas y financieras, debe ocupar algo de su tiempo, fortuna y confort para hacer la peregrinación o Hayy, poniéndose a sí mismo al total servicio de Dios. Cada año más de dos millones de creyentes de diferentes culturas y lenguajes, viajan de todo el mundo a la sagrada ciudad de La Meca para responder al llamado de Dios.
¿Quiénes son musulmanes?
La palabra árabe “Muslim” significa literalmente “quien se encuentra en estado del Islam (sumisión a la voluntad y ley de Dios)”. El mensaje del Islam esta dirigido al mundo entero, y cualquiera que acepte este mensaje se convierte en un musulmán. Hay alrededor de mil millones de musulmanes en el mundo. Los musulmanes representan la mayoría de la población en cincuenta y seis países del mundo. Mucha gente se sorprende al saber que la mayoría de los musulmanes no son árabes. Aunque muchos árabes son musulmanes, hay árabes que son cristianos, judíos o ateos. Sólo el 20 por ciento de los musulmanes del mundo viven en países árabes. Se encuentran importantes poblaciones de musulmanes en India, China, repúblicas de Asia central, Rusia, Europa, y América. Si uno ve la cantidad de gente que vive en el mundo musulmán – de Nigeria a Bosnia y Marruecos a Indonesia – es fácil percatarse que los musulmanes somos de diferentes razas, grupos étnicos, culturas y nacionalidades. El Islam ha sido siempre un mensaje universal para la gente. El Islam es la segunda religión más grande de Estados Unidos. Sin embargo, muy pocas personas conocen lo que es el Islam.