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¿Por qué creó Dios a la humanidad?


(parte 1 de 4): Adorar a Dios


Desde la perspectiva de la humanidad la pregunta “¿por qué creó Dios al


hombre?” implica “¿con qué propósito fue creado el ser humano?” En la


revelación final (el Corán), esta pregunta se responde sin ambigüedad. Los


humanos primero son informados por Dios de que todo ser humano nace con una


conciencia innata de Dios. En el Corán, Dios dice:


“Y tu Señor creó a partir de Adán su descendencia e hizo que


todos ellos atestiguaran [diciéndoles]: ¿Acaso no soy Yo


vuestro Señor? Respondieron: Sí, lo atestiguamos. Esto es


para que el Día de la Resurrección no digáis: No sabíamos


[que Allah era nuestro Señor]”. (Corán 7:172)


El Profeta, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, explicó que


cuando Dios creó a Adán, hizo un pacto con él en un lugar llamado Namán, el


noveno día del doceavo mes. Él extrajo entonces de Adán a todos los


descendientes que nacerían hasta el fin del mundo, generación tras generación, y


los extendió frente a Sí para pactar también con ellos. Les habló cara a cara,


haciéndolos dar testimonio de que Él es su Señor. En consecuencia, cada ser


humano es responsable de creer en Dios, algo que está impreso en cada alma.


Basado en esta creencia innata es que Dios define el propósito de la creación de la


humanidad en el Corán:


“Por cierto que He creado a los genios y a los hombres para


que Me adoren”. (Corán 51:56)


Así, el propósito esencial por el que fue creada la humanidad es la adoración


de Dios. Sin embargo, el Todopoderoso no tiene necesidad de que la humanidad lo


adore. Él no creó a los seres humanos debido a una necesidad Suya. Si ni siquiera


un solo ser humano adorara a Dios, esto no disminuiría Su gloria en forma alguna,


y si toda la humanidad Lo adorara, esto no aumentaría Su gloria en forma alguna.


Dios es perfecto. Él existe sin ningún tipo de necesidades. Todos los seres creados


tienen necesidades. En consecuencia, la humanidad es la que necesita adorar a


Dios.


El significado de la adoración


Para entender por qué los seres humanos necesitan adorar a Dios, uno primero


debe entender lo que significa el término “adoración”. El término español “adorar”


viene del latín adorare, alabar u honrar con la boca, y en inglés viene del término


que significa “honor”. Según el Diccionario de la Real Academia Española, se


define “adorar” como reverenciar con sumo honor o respeto a un ser,


considerándolo como cosa divina. Según esta definición, el hombre ha recibido


instrucción de mostrar gratitud a Dios glorificándolo. En el Corán, Dios dice:


“…glorifica con alabanzas a tu Señor...”. (Corán 15:98)


Al glorificar a Dios, el hombre elige estar en armonía con el resto de la


creación, que glorifica de manera natural a su Creador. Dios se refiere a este


fenómeno en muchos capítulos del Corán. Por ejemplo, en el Corán, Dios declara:


“Lo glorifican los siete cielos, la Tierra y todo cuanto hay en


ellos. No existe nada que no Lo glorifique con alabanzas, pero


no podéis percibir sus glorificaciones”. (Corán 17:44)


Sin embargo, en árabe, el idioma de la revelación final, la adoración es


llamada‘ibádah, que está estrechamente relacionado con el sustantivo ‘abd, que


significa “esclavo”. Un esclavo es alguien que se espera haga cualquier cosa que


su amo desee. En consecuencia, la adoración, según la revelación final, significa


“sumisión obediente a la voluntad de Dios”. Esta fue la esencia del mensaje de


todos los Profetas enviados por Dios a la humanidad. Por ejemplo, este


entendimiento de la adoración fue expresado enfáticamente por el Profeta Jesús (el


Mesías o Jesucristo).


“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino


el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7:21)


Cabe anotar que “voluntad” en esta cita significa “lo que Dios quiere que los


seres humanos hagan” y no “lo que Dios permite hacer a los humanos”, puesto que


nada ocurre en la creación sin la voluntad (el permiso) de Dios. La “Voluntad de


Dios” está contenida en las leyes divinamente reveladas que los Profetas


enseñaron a sus seguidores. En consecuencia, la obediencia a la ley divina es la


base de la adoración. En este sentido, la glorificación se convierte también en


adoración cuando los humanos eligen obedecer las instrucciones de Dios respecto


a Su glorificación.


La necesidad de adorar


¿Por qué los seres humanos necesitan adorar y glorificar a Dios obedeciendo


Sus leyes divinamente reveladas? Porque la obediencia a las leyes divinas es la


llave al éxito en esta vida y en la próxima. Los primeros seres humanos, Adán y


Eva, fueron creados en el Paraíso y luego expulsados de allí por desobedecer la ley


divina. La única forma en que los seres humanos regresarán al Paraíso es


obedeciendo la ley. Se dice en el evangelio de Mateo que el Profeta Jesús hizo de


la obediencia a las leyes divinas la llave al Paraíso:


“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la


vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino


uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”.


(Mateo 19:16-17 y Marcos 10:17-19)


También se reporta que el Profeta Jesús insistió en la obediencia estricta a los


mandamientos diciendo:


“Cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así


enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas


cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de


los cielos”. (Mateo 5:19)


Las leyes divinas representan guía para la humanidad en todos los ámbitos de


la vida. Ellas definen lo correcto y lo incorrecto para los seres humanos y les


ofrecen un completo sistema que gobierna todos los asuntos. Sólo el Creador


conoce mejor lo que es benéfico para Su creación y lo que no lo es. Las leyes


divinas ordenan y prohíben varios actos y sustancias para proteger el espíritu


humano, el cuerpo humano y la sociedad de cualquier daño. Para que los seres


humanos desarrollen todo su potencial viviendo una vida recta, deben adorar a


Dios a través de la obediencia a Sus mandamientos.


(parte 2 de 4): La necesidad de recordar a Dios


Recordar a Dios


Todos los diferentes actos de


adoración contenidos en las leyes


divinas están diseñados para ayudar a


los humanos a recordar a Dios. Es


natural para los seres humanos olvidar a


veces incluso las cosas más importantes.


Los humanos a menudo están tan


absortos en satisfacer sus necesidades


materiales que olvidan por completo sus


necesidades espirituales. La oración


regular ha sido ordenada para organizar el día de los verdaderos creyentes


alrededor del recuerdo de Dios. Ella entrelaza las necesidades espirituales con las


necesidades materiales de manera diaria. Las necesidades diarias de comer,


trabajar y dormir están enlazadas a la necesidad diaria de renovar la conexión del


hombre con Dios. Respecto a la oración regular, Dios declara en la revelación


final:


“Ciertamente Yo soy Allah, y no hay más divinidad que Yo.


Adórame, pues, y haz la oración para tenerme presente en tu


corazón”. (Corán 20:14)


Respecto a ayunar, Dios declara en el Corán:


“¡Oh, creyentes! Se os prescribió el ayuno al igual que a


quienes os precedieron para que alcancéis la piedad”. (Corán


2:183)


A los creyentes se les anima a recordar a Dios tanto como les sea posible. A


pesar de que la moderación en todas las esferas de la vida, tanto materiales como


espirituales, es recomendada generalmente en la ley divina, se hace una excepción


respecto al recuerdo de Dios. Es virtualmente imposible recordar demasiado a


Dios. En consecuencia, en la revelación final, Dios anima a los creyentes a


recordarlo tanto como les sea posible:


“¡Oh, creyentes! Recordad constantemente a Allah”. (Corán


33:41)


El recuerdo de Dios se enfatiza porque el pecado generalmente se comete


cuando Dios es olvidado. Las fuerzas del mal operan más libremente cuando la


conciencia de Dios se pierde. En consecuencia, las fuerzas satánicas buscan


ocupar las mentes de la gente con pensamientos y deseos irrelevantes para hacer


que olviden a Dios. Una vez Dios es olvidado, la gente se une voluntariamente a


los elementos corruptos. La revelación final señala este fenómeno así:


“Satanás los sedujo y los hizo olvidar el recuerdo de Allah.


Éstos son los secuaces de Satanás. ¿Acaso no son secuaces de


Satanás los perdedores?” (Corán 58:19)


Dios, a través de la ley Divina, ha prohibido las bebidas embriagantes y los


juegos de azar principalmente porque hacen que los seres humanos se olviden de


Dios. La mente y el cuerpo humanos fácilmente se hacen adictos a las drogas y los


juegos. Una vez se hacen adictos, los humanos desean estar continuamente


estimulados por ello, lo que los lleva a toda forma de corrupción y violencia entre


ellos. Dios dice en el Corán:


“Satanás sólo pretende sembrar entre vosotros la enemistad y


el odio valiéndose de los embriagantes y los juegos de apuesta,


y apartaros del recuerdo de Allah y la oración. ¿Acaso no vais


a absteneros?” (Corán 5:91)


En consecuencia, la humanidad necesita recordar a Dios para su propia


salvación y crecimiento. Todos los humanos tienen momentos de debilidad en los


que cometen errores. Si ellos no tienen formas de recordar a Dios, se hunden más


y más en la corrupción con cada pecado. Sin embargo, aquellos que siguen las


leyes divinas estarán recordando constantemente a Dios, lo que les dará una


oportunidad de arrepentirse y corregirse a sí mismos. La revelación final describe


este proceso con precisión:


“Aquellos que al cometer una obscenidad o iniquidad invocan


a Allah pidiendo perdón por sus pecados, y no reinciden a


sabiendas, sepan que sólo Allah perdona los pecados”. (Corán


3:135)


La religión del Islam


El sistema más completo de adoración disponible para los seres humanos


actualmente, es el sistema encontrado en la religión del Islam. El mismo


nombreIslam significa “sumisión a la voluntad de un solo Dios”. A pesar de que se


lo nombra comúnmente como “la tercera de las tres religiones monoteístas”, no es


una religión nueva en absoluto. Es la religión traída por todos los Profetas de Dios


a la humanidad. El Islam fue la religión de Adán, Abraham, Moisés y Jesús. Dios


se refiere a este tema en el Corán en relación al Profeta Abraham, diciendo:


“Abraham no fue judío ni cristiano, sino que fue un


monoteísta sometido a Allah, y no se contó entre los


idólatras”. (Corán 3:67)


Dado que no existe sino un Único Dios y la humanidad es una sola especie, la


religión que Dios ha ordenado a los seres humanos es una sola. Él no prescribe una


religión para los judíos, otra para los indios, y una más para los europeos, etc. Las


necesidades espirituales y sociales de los humanos son uniformes, y la naturaleza


humana no ha cambiado desde que fueron creados el primer hombre y la primera


mujer. En consecuencia, ninguna otra religión es aceptable para Dios más que el


Islam, como Él mismo declara en la revelación final:


“Ciertamente para Allah la religión es el Islam…”. (Corán


3:19)


“Quien siga una religión diferente al Islam no se le aceptará, y


en la otra vida se contará entre los perdedores”. (Corán 3:85)


(parte 3 de 4): La vida como adoración


Todo acto es adoración


En el sistema islámico, todos y cada


uno de los actos humanos pueden ser


transformados en actos de adoración. De


hecho, Dios ordena a los creyentes que


dediquen sus vidas enteras a Él. En el


Corán, Dios dice:


“Diles: Por cierto que mi


oración, mi oblación, mi vida y mi muerte pertenecen a Allah,


Señor del Universo”. (Corán 6:162)


Sin embargo, para que la dedicación sea agradable a Dios, cada acto debe


cumplir dos condiciones básicas:


1. Primero, el acto debe hacerse sinceramente para agradar a Dios y no para


obtener reconocimiento y alabanzas de parte de los humanos. El creyente


también debe ser consciente de Dios mientras hace la obra, para asegurar que


no es algo prohibido por Dios o el último Mensajero, que la paz y las


bendiciones de Dios sean con él.


A fin de facilitar esta transformación de las obras mundanales en adoración,


Dios instruyó al Profeta para que prescribiera breves oraciones a ser pronunciadas


incluso para el más simple de los actos. La oración más corta que debe decirse


para cualquier circunstancia es: Bismillah (en el nombre de Dios). Hay, sin


embargo, muchas otras oraciones prescritas para ocasiones específicas. Por


ejemplo, cuando se viste una nueva pieza de ropa, el Profeta enseñó a sus


seguidores a decir:


“¡Oh Dios!, te doy gracias porque eres Quien me ha vestido. Te pido que esto


me beneficie y beneficie a quien lo ha hecho, y me refugio en Ti de su mal y


del mal de quien lo ha hecho”. (An-Nasa’i)


2. La segunda condición es que el acto debe hacerse según la manera profética,


llamada en árabe Sunnah. Todos los Profetas indicaron a sus seguidores que


siguieran su camino, puesto que estaban guiados por Dios. Lo que enseñaron


eran verdades reveladas divinamente, y sólo aquellos que siguen su camino y


aceptan las verdades heredarán la vida eterna en el Paraíso. Es en este


contexto que el Profeta Jesús, la paz de Dios sean con él, aparece en el


Evangelio según Juan 14:6 diciendo:


“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.


Similarmente, Abdullaah Ibn Mas’ud relató…


“Un día el Profeta Muhammad dibujó una línea en la arena para ellos y les


dijo: „Este es el camino de Dios‟. Luego dibujó varias líneas [que se


ramificaban de la primera] hacia la derecha y la izquierda y dijo: „Estos son


los caminos [de extravío], cada uno de los cuales es un demonio invitando a la


gente a que lo siga‟. Entonces recitó el versículo: „Y éste es mi sendero recto,


seguidlo pues. Y no sigáis otros caminos, porque si lo hacéis, éstos os dividirán


y desviarán de Su camino. Esto es lo que os ha ordenado para que Le


temáis‟”. (Ahmed)


Por lo tanto, la única forma aceptable de adorar a Dios es la forma señalada


por los Profetas. Siendo así, la innovación en los asuntos religiosos será


considerada por Dios entre los peores de los males. Se reporta que el Profeta


Muhammad dijo:


“El peor de todos los asuntos es la innovación en la religión, pues cada


innovación religiosa es una maldición, una innovación engañosa que conduce


al fuego del Infierno”. (An-Nasa’i)


La innovación en la religión está prohibida y es inaceptable para Dios. A’isha,


la esposa del Profeta, reportó también que él dijo:


“A aquel que innova en nuestra religión algo que no es de ella, le será


rechazado”. (Sahih Al Bujari)


Es fundamentalmente debido a las innovaciones que los mensajes de los


Profetas anteriores fueron distorsionados y que muchas religiones falsas, que aún


existen hoy día, hayan evolucionado. La regla general a seguir a fin de evitar la


innovación en la religión es que todas las formas de adoración están prohibidas,


excepto aquellas que han sido específicamente prescritas por Dios y transmitidas a


los humanos por los verdaderos Mensajeros de Dios.


Lo mejor de la creación


Aquellos que creen en Un Único Dios, sin asociados ni descendencia, y hacen


obras buenas [de acuerdo a los principios aquí mencionados] se convierten en la


corona de la creación. Es decir, aunque la humanidad no es la mayor creación de


Dios, tiene el potencial de convertirse en lo mejor de ella. En la revelación final,


Dios declara este hecho así:


“Los creyentes que obran rectamente son las mejores


criaturas”. (Corán 98:7)


(parte 4 de 4): Contradecir el propósito de la creación


El pecado más grave


Contradecir el propósito de nuestra creación es entonces el mayor mal que un


ser humano puede cometer. Abdullah reportó que él preguntó al Mensajero de


Dios, que la paz y las bendiciones de Dios sea con él, cuál pecado es el más grave


a los ojos de Dios, y él respondió:


“Atribuir asociados a Dios a pesar de que Él te ha creado”. (Sahih Al Bujari)


Adorar a otros además de Dios, llamado shirk en árabe, es el único pecado


imperdonable. Si un ser humano muere sin arrepentirse de sus pecados, Dios


puede perdonar todos sus pecados excepto el shirk. En este sentido, Dios declará:


“Allah no perdona que se Le atribuyan copartícipes, pero


perdona, fuera de ello, a quien Le place”. (Corán 4:116)


Adorar a otros además de Dios esencialmente implica atribuirle las cualidades


del Creador a Su creación. Cada secta o religión hace esto a su forma particular.


Un pequeño pero muy ruidoso grupo de personas a través de los tiempos ha


negado la existencia de Dios. Para justificar su rechazo del Creador, se han visto


obligados a hacer la declaración ilógica de que el mundo no ha tenido un


comienzo. Su reclamo es ilógico puesto que todas las partes observables del


mundo tienen comienzos en el tiempo, por lo que sólo es razonable esperar que la


suma de las partes también tenga un comienzo. Y es lógico asumir también que lo


que sea que causó que el mundo comenzara a existir no ha podido ser parte del


mundo ni ha tenido un comienzo como el mundo. La afirmación atea de que el


mundo no tiene comienzo significa que la materia con que está hecho el universo


es eterna. Esta es una declaración de shirk, puesto que es atribuirle la cualidad de


Dios, de no tener comienzo, a Su creación. El número de ateos genuinos


históricamente ha sido siempre pequeño, puesto que a pesar de sus reclamos,


instintivamente saben que Dios existe. Es decir, a pesar de décadas de


adoctrinamiento comunista, la mayoría de los rusos y los chinos continúan


creyendo en Dios. El Creador Todopoderoso señaló este fenómeno al decir:


“Y a pesar de estar convencidos [de la verdad de los signos],


los negaron injusta y arrogantemente”. (Corán 27:14)


Para los ateos y materialistas, la vida no tiene propósito más allá de la


satisfacción de sus deseos. En consecuencia, sus deseos también se convierten en


dioses a quienes obedecen y se someten en lugar de al Único Dios Verdadero. En


el Corán, Dios dice:


“¿Acaso no reparas [¡Oh, Muhammad!] en aquel que sigue


sus pasiones como si estas fueran una divinidad?” (Corán


25:43, 45:23)


Los cristianos le atribuyen al Profeta Jesús los atributos del Creador


considerándolo coeterno con Dios, y como una personalidad de Dios a quienes


llaman “Hijo de Dios”. Los hindús, por otra parte, creen que Dios se ha hecho


hombre en muchas épocas, en encarnaciones que llaman avatares, y dividen los


atributos de Dios entre tres dioses: Brahma el creador, Vishnu el preservador, y


Shiva el destructor.


Amor de Dios


El shirk también ocurre cuando los seres humanos aman, confían o temen a la


creación más que a Dios. En la última revelación, Dios dice:


“Hay hombres que toman en lugar de Allah a otras


divinidades, y las aman igual que a Allah; pero los creyentes


aman más a Allah de lo que éstos aman a sus divinidades”.


(Corán 2:165)


Cuando estas y otras emociones similares están dirigidas con más fuerza hacia


la creación, hacen que los seres humanos desobedezcan a Dios en un esfuerzo por


agradar a otros humanos. Sin embargo, sólo Dios merece un compromiso


emocional humano completo, puesto que sólo Él debe ser amado y temido sobre


toda la creación. Anas Ibn Malik narró que el Profeta, que la paz y las bendiciones


de Dios sean con él, dijo:


“Aquel que tenga [las siguientes] tres características ha probado la dulzura


de la fe: el que ama a Dios y a Su Mensajero sobre todo lo demás, el que ama


a otro ser humano sólo por causa de Dios, y el que aborrece regresar a la


incredulidad después de que Dios lo ha rescatado, tanto como aborrece ser


arrojado al fuego”. (As-Suiuti)


Todas las razones por las cuales los humanos aman a otros humanos o aman a


otros seres creados, son razones para amar a Dios más que a Su creación. Los


humanos aman la vida y el éxito, y no les gusta la muerte y el fracaso. Dado que


Dios es la fuente última de la vida y del éxito, Él merece todo el amor y la


devoción de la humanidad. Los humanos también aman a aquellos que los


benefician y los ayudan cuando lo necesitan. Ya que todos los beneficios (7:188) y


toda la ayuda (3:126) provienen de Dios, Él debe ser amado por encima de todo.


“Si intentarais contar las gracias de Allah, no podríais


enumerarlas”. (Corán 16:18)


Sin embargo, el amor supremo que el ser humano debe sentir por Dios no debe


ser reducido al común denominador de su amor emocional por la creación. Así


como el amor que los humanos sienten por los animales no debe ser el mismo que


sienten por otros humanos, el amor por Dios debe trascender el amor que los


humanos sienten entre sí. El amor de los humanos por Dios debe ser,


fundamentalmente, un amor manifestado en la obediencia completa a las leyes de


Dios:


“Si verdaderamente amáis a Allah ¡Seguidme! [Al Profeta] Y


Allah os amará”. (Corán 3:31)


Este no es un concepto abstracto, puesto que el amor humano por otros


humanos también implica obediencia. Es decir, si un ser amado pide que algo se


haga, los humanos se esfuerzan por hacer esto según su nivel de amor por esa


persona.


El amor por Dios también debe ser expresado en el amor por aquellos a


quienes Dios ama. Es inconcebible que uno que ama a Dios pueda odiar a aquellos


a quienes Dios ama y amar a aquellos a quienes Dios odia. El Profeta, que la paz y


las bendiciones de Dios sean con él, fue citado por Abu Umamah diciendo:


“Quien ama por Dios y odia por Dios, da por Dios y retiene por Dios [y se


casa por Dios], ha perfeccionado su fe”. (As-Suiuti)


En consecuencia, aquellos cuya fe es apropiada, amarán a todos aquellos que


aman a Dios. En el capítulo “María”, Dios indica que Él pone amor en los


corazones de los creyentes hacia aquellos que son justos.


“Por cierto que el Clemente hará que quienes hayan creído y


obrado rectamente sean queridos por los hombres”. (Corán


19:96)


Abu Hurairah también relató que el Mensajero de Dios (la paz sea con él) dijo


lo siguiente al respecto:


“Si Dios ama a un siervo, Él le informa al ángel Gabriel que Él lo ama y le


dice que lo ame también, y entonces Gabriel lo ama. Luego Gabriel dice a los


habitantes de los cielos: „Dios ama a tal persona, así que ámenlo‟. Entonces


los habitantes de los cielos lo aman. A continuación, se le concede el amor de


la gente de la tierra”. (Sahih Muslim)


¿Por qué Dios creó? (parte 1 de 3): Dios, el Creador


Desde el punto de vista de Dios, una pregunta fundamental necesita ser hecha,


“¿Por qué Dios creó?” Esta pregunta debe hacerse debido a que la humanidad no


es, de hecho, la mayor creación. Dios dice en el Corán:


“Por cierto que la creación de los cielos y la Tierra es más


grandiosa que la creación de los hombres; pero la mayoría de


ellos lo ignoran”. (Corán 40:57)


La composición de los seres humanos es muchísimo menos compleja que la


composición del universo en el cual ellos existen. Sin embargo, pocas personas


reflexionan acerca de esta realidad. Debido a la aparente supremacía de los seres


humanos sobre las otras criaturas en esta tierra, los viajes del hombre a través del


espacio y el continuo avance de su tecnología y conocimiento, la humanidad en


cada era se vuelve arrogante y se considera a sí misma la cosa más grande en este


mundo. Vale la pena notar que la mayoría de los asombrosos descubrimientos de


la humanidad no son concernientes al ser humano, sino a su entorno. Es así cómo


los esfuerzos humanos tienden a estar enfocados en el mundo material en lugar de


en el hombre mismo. En este verso, Dios trae a los seres humanos de vuelta a su


estatus real en este mundo. La humanidad es tan sólo una pequeña parte de la


existencia, la cual resultó del milagroso acto de la creación divina. De esta forma,


con el fin de entender por qué Dios creó a la humanidad, uno primero necesita


responder la pregunta aún más fundamental de por qué Dios creó.


El Creador


La Creación es fundamentalmente la consecuencia del atributo divino de ser el


Creador. Un creador que no crea es una contradicción. Esto no quiere decir que


Dios necesita a Su creación. Dios es libre de todas las necesidades. Es la creación


la que lo necesita a Él. Pero, así como la grandeza de un escritor se vuelve


aparente en sus escritos, la perfección del atributo creativo divino se manifiesta en


la creación. La creación, en el sentido verdadero, es única de Dios. A pesar de que


los humanos se adjudiquen el acto de la creación a ellos mismos, lo que hacen no


es verdadera creación. La humanidad solamente manipula lo que ya existe –lo que


ya fue creado por Dios–. Una mesa es hecha de madera que vino de los árboles, y


que es unida con clavos y tornillos hechos de metal que vino de minas de metales.


Los seres humanos no hicieron los árboles ni las rocas. De hecho, todas las


creaciones humanas pueden ser rastreadas hasta los elementos básicos que los


seres humanos no pueden hacer. Incluso el artista “crea” diseños basado en lo que


ha visto. No es posible imaginarse lo que no ha sido percibido por los sentidos. De


esta forma, todos los pensamientos del artista son reflejos de lo que ya fue creado.


Sólo Dios crea de la nada. Este hecho básico fue, y aún es, incomprensible para


algunos. Algunos filósofos antiguos, y modernos, quienes no pudieron comprender


cómo podía Dios crear de la nada, afirmaron que el mundo creado y sus


contenidos son todos, originalmente, una parte de Dios. Esto es, de acuerdo con


ellos, Dios tomó una parte de Él Mismo e hizo el universo. Esta conclusión está


basada en comparar a Dios con el hombre, quien sólo puede “crear” al modificar


algo que ya existe. Sin embargo, Dios niega tales comparaciones, las cuales le


atribuirían limitaciones humanas. En el Corán, Él declara:


“Es el Originador de los cielos y la Tierra; creó parejas entre


vosotros [para que encontréis sosiego], y a vuestros rebaños


también los creó en parejas, y así es como os multiplicáis. No


hay nada ni nadie semejante a Dios, y Él todo lo oye, todo lo


ve”. (Corán 42:11)


Es así como el acto de creación es la consecuencia del atributo divino de ser el


Creador. Dios se describe a Sí Mismo como el Creador en una variedad de versos


a lo largo de la revelación final, para enfatizarle a la humanidad que todo le


pertenece sólo a Él.


“Dios es el Creador de todas las cosas, y Él es su Amparador”.


(Corán 39:62)


“Dios es Quien os creó y a lo que vosotros hacéis”. (Corán


37:96)


El ser humano necesita darse cuenta de que nada tiene lugar en este universo


sin el permiso de Dios. Buscar la protección del mal o buscar adquirir el bien de


otra fuente distinta a Dios es un error inmenso. Debido a la ignorancia, mucha


gente intenta evitar el infortunio o ganar la buena fortuna a través de una variedad


de encantos y amuletos, la astrología o la quiromancia, etc. En consecuencia, en el


Corán Dios nos informa a los seres humanos que debemos buscar refugio del mal


en Dios:


“Di: Me refugio en el Señor del alba, de todo el mal que creó”.


(Corán 113:1-2)


Allah, Dios Todopoderoso, no es malo; es bueno. Él creó un mundo en el cual


el mal o el bien pueden ser hechos por los seres, a quienes Él les dio esta


habilidad. A pesar de esto, ningún mal o bien pueden ser hechos en este mundo sin


el permiso de Dios. Es por esto que es inútil acudir a otros fuera de Dios para pedir


ayuda y protección.


“Todas las desgracias acontecen con la anuencia de Dios”.


(Corán 64:11)


El profeta final de Dios, Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios


sean con él, profundizó acerca de este concepto, al decir:


“Si toda la humanidad se reuniera para hacer algo para ayudarte, ellos


solamente serían capaces de hacer algo por ti que Dios ya hubiera escrito


para ti. De la misma forma, si la humanidad entera se reuniera para hacerte


daño, ellos sólo serían capaces de perjudicarte sobre lo cual Dios ya hubiera


escrito que te pasara”. (At-Tirmidhi)


(parte 2 de 3): La Misericordia y Justicia Divinas


El Misericordioso, el Perdonador


En la creación de la humanidad, los atributos divinos del perdón, la


misericordia y la amabilidad también se manifiestan. Los seres humanos fueron


creados buenos y puros, con una conciencia natural del bien y del mal. El


Todopoderoso también creó deseos en los seres humanos, y les dio una habilidad


para controlar esos deseos de acuerdo con la ley divina o de liberarlos y seguirlos


ciegamente. Dios creó a la humanidad sabiendo que ellos lo desobedecerían. En


consecuencia, Él enseñó a los seres humanos, empezando con Adán, cómo


arrepentirse y por lo tanto purificarse a sí mismos de sus pecados. Adán y Eva


representan un patrón a seguir para toda la humanidad. Ellos olvidaron el


mandamiento de Dios, y Satán jugó con sus deseos. Luego de que ellos


desobedecieron a Dios, volvieron a Él arrepentidos, y los perdonó. En la


desobediencia y el regreso a Dios en arrepentimiento por parte de la humanidad,


los atributos divinos de total perdón e infinita misericordia se vuelven manifiestos.


El Profeta final, que la misericordia y las bendiciones de Dios estén con él,


informó a sus seguidores de esta realidad al decir:


“Si ustedes no cometieran pecados y se volvieran a Dios buscando Su perdón,


Él los reemplazaría por otras personas que cometieran pecados, le pidieran


Su perdón y Él los perdonara”. (Sahih Muslim)


Cada uno de los 114 Capítulos de la revelación final, excepto uno, empieza


con la frase: “En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso”. Los


atributos de Dios de misericordia y perdón son enfatizados para alentar a los seres


humanos a no caer en la desesperación. Sin importar qué tan grandes sean los


pecados de los seres humanos, Dios puede perdonarlos si el hombre se vuelve a Él


con arrepentimiento sincero. El Mensajero, que la paz y las bendiciones de Dios


sean con él, dijo:


“Cuando Dios creó el universo, hizo una obligación sobre Sí Mismo en un


documento mantenido por Él: „Mi misericordia precede (supera) Mi ira‟”.


(Sahih Al-Bujari)


También dijo:


“[Dios creó] la misericordia con cien partes, una de las cuales fue descendida


entre los genios, los seres humanos y los demás seres vivos. Es de esa parte de


donde ellos se aman los unos a los otros, se muestran amabilidad entre ellos e


incluso los animales tratan a sus crías con afecto. Dios ha reservado las


restantes noventa y nueve partes para Sus verdaderos adoradores en el Día de


la Resurrección”. (Sahih Muslim)


Si Dios lo hubiere deseado, hubiera podido crear a la humanidad como a los


ángeles, incapaces de cometer pecados; a pesar de esto, ese no fue Su deseo, pues


Él ya había creado a los ángeles. Los seres humanos fueron creados capaces de


cometer errores, y cuando se dan cuenta de sus errores y buscan el perdón de Dios,


los atributos divinos de la misericordia y el perdón se vuelven manifiestos.


La Justicia Suprema


En el juicio de la humanidad al final de este mundo, los atributos de Dios de


justicia suprema y equidad también se vuelven manifiestos. Con base en Su


infinita sabiduría, Dios hubiera podido crear a todos los miembros de la raza


humana que fueran a vivir en la tierra e inmediatamente colocar a algunos de ellos


en el Paraíso y a los otros restantes en el Infierno. Antes de crear al ser humano,


Dios ya conocía qué decisiones ellos harían en sus vidas, qué provisión y


oportunidades les daría, y en qué estado de creencia o incredulidad ellos morirían.


Por lo tanto, en un sentido, se podría decir que algunas personas fueron creadas


para el Paraíso y otras para el Infierno. Aisha, la esposa del Profeta Muhammad,


que la misericordia y las bendiciones de Dios estén con él, lo citó diciendo:


“¿No sabes tú que Dios creó el Paraíso y el Infierno, y que El creó los


habitantes para cada uno de ellos?” (Abu Dawud, An-Nasai)


Si Dios hubiera inmediatamente puesto a aquellos destinados para el Paraíso


en el Paraíso, ellos no hubieran cuestionado la decisión de Dios. Aquellos en el


Paraíso con felicidad aceptarían una vida eterna de dicha y estarían agradecidos de


que no hubieran sido puestos en el Infierno. Sin embargo, aquellos


inmediatamente puestos en el Infierno preguntarían el por qué. Tendrían un


sentimiento de injusticia debido a su ignorancia de qué hubieran hecho si hubieran


vivido en la tierra. Aquellos en el Infierno argumentarían sin descanso que si se les


hubieran dado la oportunidad de vivir sus vidas en la tierra, hubieran creído y


hubieran hecho buenas acciones. En consecuencia, Dios le permite a los seres


humanos vivir sus vidas en la tierra y tomar todas las decisiones por sí mismos,


para que todo el que entre en el Infierno sepa que ellos escogieron el Infierno por


sí mismos. Ellos reconocerán la misericordia de Dios en sus vidas y reconocerán


su pecado al rechazar Sus señales y Su guía. Y ellos aceptarán Su juicio como


justo y más allá de cualquier reproche. A pesar de esto, ellos aún rogarán por otra


oportunidad de hacer el bien en este mundo, como Dios dice en el Corán:


“Y verás [¡Oh, Muhammad! cuán terrible será] cuando los


pecadores inclinen sus cabezas ante su Señor y digan: ¡Oh,


Señor nuestro! Ahora se nos ha evidenciado la Verdad y


creemos. Permítenos retornar a la vida mundanal para que


obremos rectamente; ahora estamos convencidos‟”. (Corán


32:12)


Sin embargo, si Dios fuera a enviarlos de vuelta a este mundo habiendo


olvidado lo que ellos hubieran visto en el Infierno, de nuevo escogerían el mal y


terminarían en el Infierno como antes. Dios habló de esto en el Corán:


“Y si se les diera la oportunidad de regresar [a la vida


mundanal] volverían a [cometer] lo que se les había


prohibido…” (Corán 6:28)



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