Cómo entender plenamente la existencia de Dios
¿Por qué el Islam? La pregunta “¿por qué?” exige una respuesta racional. Sin embargo, mucha gente cree que no es posible dar respuestas racionales a compromisos ideológicos (por ideología quiero de-cir sistema de pensamiento). Ellos creen que un compromiso con cualquier ideología teísta es un ac-to irracional. Uno no puede negar el hecho de que mucha gente se compromete ilógicamente a varias ideologías y continúa sosteniéndolas solo porque resulta que crecieron en comunidades particulares. Ellos aceptan tales ideologías de la misma forma que aceptan una manera tradicional de vestir que les ha llegado a través de generaciones. Por ejemplo, una persona puede estar profundamente comprometida
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con una ideología nacionalista simplemente porque esta parece ser la mejor forma de conseguir el apoyo de las masas y, de ese modo, ganar poder político personal.
Analicemos dos opiniones muy comunes respec-to a los compromisos ideológicos: La primera, asegura que un compromiso con cualquier ideología que involucre algún tipo de deidad, necesariamente debe ser irracio-nal.
La premisa de los que dicen esto es que las afirmaciones fundamentales de tales ideologías están más allá de la comprensión de la mente humana. Aquellos que han aceptado tal premisa han concluido que todos los tipos de tales “cre-encias” deben estar basados en pensamientos irracionales e imaginarios, y no en la realidad. La opinión opuesta es sostenida por la gente que busca justificar su “creencia” en ciertas ideas irracionales, afirmando que la razón es limitada.
De hecho, los seguidores de esta ideología afir-man que la gente puede comprometerse con es-tas ideas simplemente teniendo “fe”. La conclusión de estas personas es que la realidad
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última puede ser irracional en esencia y, por lo tanto, incomprensible para la mente humana. Ellos llegan a decir que su ideología debe ser aceptada o “creída” sin razón alguna, a fin de al-canzar algún tipo de “salvación”.
Este tipo de argumento es muy difícil de aceptar, puesto que, como seres humanos, debemos pregun-tar: ¿Qué más tenemos aparte del uso de nues-tras mentes para adquirir conocimiento? Si se nos dice que “creamos” en algo que es irracional (es decir, más allá de toda razón), como en un tipo de ser que es mortal e inmortal a la vez, no podemos digerir tal idea. Por lo tanto, no nos parece antinatu-ral que demandemos que nuestra forma de pensa-miento y de vida esté basada solo en conceptos que podamos verificar como verdaderos.
Volviendo a la primera opinión con respecto a los compromisos ideológicos, vemos que este punto de vista sostiene que no podemos y no debemos creer en aquello que no podemos comprender. El énfasis está en la palabra comprender y, por lo tanto, esta debe ser definida. Es verdad que uno no puede tener una imagen mental adecuada de ciertos hechos matemáticos y científicos. Por ejemplo, uno no puede tener una imagen mental o visual adecua-da de la curvatura del espacio o de uno de los con-ceptos matemáticos de infinito. Ni puede uno
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realmente tener una imagen mental apropiada de la forma en que algunos animales experimentan cosas, como la forma en que los murciélagos “ven” utili-zando ondas de ultrasonido. Sin embargo, sabemos que estos conceptos son verdaderos debido a la evi-dencia sólida, y no solo por algunas ideas irraciona-les. Por lo tanto, podemos decir que realmente los comprendemos.
¿Y qué podemos decir del concepto de una enti-dad singular, omnisciente, que ha creado el univer-so? Es imposible tener cualquier imagen mental o visual de tal entidad, pues la evidencia nos dice que dicha entidad debe ser diferente a cualquier cosa que exista en el universo, ya que esta entidad debe ser independiente del espacio y del tiempo. La evi-dencia de la existencia de esta inteligencia singular reposa en el diseño mismo de la naturaleza, que po-demos examinar con libertad, por lo tanto, tal ideología es racional. Si uno se da cuenta de esto –a través de la confirmación–, entonces uno puede pro-ceder a contestar la pregunta: ¿Por qué el Islam?
Uno de los principales problemas con una ideología atea es que no puede explicar la inteligen-cia en los procesos del universo. Otro problema es que tiende a privar de sentido a la vida. Por otra par-te, sabemos que los seres humanos estamos natu-ralmente inclinados a ser honestos; sin embargo, en
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el ateísmo hay una negación del Creador original y de cualquier cosa más allá de la muerte, lo que crea una contradicción y lleva a una inconsistencia en el comportamiento: por una parte, una persona estará inclinada a ser honesta; y por otra parte, a ser des-honesta para “aprovechar al máximo este mundo”1.
En términos generales, con respecto a las ideologías teísticas, tenemos las reveladas, las dis-torsionadas y las fabricadas por la gente. Uno fácilmente puede decir que una forma de vida co-municada a la humanidad por el Creador de este universo es preferible a una ideología creada por se-res humanos. Si uno quiere seguir el consejo de Aquel que hizo el universo y todo lo que este contie-ne –en relación a lo que es benéfico o perjudicial–, entonces es mejor referirse a la comunicación pura con este Originador, en lugar de la comunicación con lo que ha sido inventado o distorsionado por los se-res humanos.
1 Si todo el mundo insistiera en “aprovechar al máximo este mundo”, la sociedad como la conocemos no existiría. Como ejemplo, supongamos que todos los que quieren “aprovechar al máximo este mundo” recurrieran al robo. Si esto ocurriera, na-die produciría bienes (el cultivo de alimentos, por ejemplo) que el resto de nosotros pudiera robar. Esto nos indica que “aprovechar al máximo este mundo” como sistema de acción está condenado al fracaso. ¿Cómo podría, entonces, ser un sis-tema viable de creencia?
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Estas ideologías que afirman estar basadas en revelaciones pueden ser sometidas a una serie de pruebas, la primera y más importante de las cuales es la consistencia. Debemos buscar dos tipos de con-sistencia: la interna y la externa. La consistencia in-terna significa que una afirmación hecha en un libro no debe contradecir a ninguna otra afirmación hecha en el mismo libro. La consistencia externa significa que una afirmación hecha en un libro no debe contradecir los hechos que conocemos bien, sean psicológicos, físicos, químicos, históricos, geográficos, biológicos, etc. Al aplicar estas pruebas, se considera la verdad más importante que todas las ideologías supuestamente reveladas proclaman, esta es, la existencia y los atributos perfectos de Dios. Dios, para todas las ideologías que afirman ser reve-ladas, se supone que es Omnisciente, totalmente Mi-sericordioso, Eterno, etc. Sin embargo, algunos libros implican que el conocimiento de Dios es limi-tado e imperfecto, al decir cosas como que Dios fue engañado por un ser humano. En contraste, el Corán proporciona un concepto perfecto de un Originador de este universo, Uno, Único y Omnisciente.
Esto nos lleva a la siguiente prueba, la de la au-tenticidad. La pregunta que debe hacerse es si las escrituras que tenemos hoy en día son de hecho una comunicación del Creador a la humanidad. Un estu-dio de la historia del Islam nos mostrará que el
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Corán actual es exactamente el mismo que cuando fue comunicado hace más de mil cuatrocientos años. Durante su revelación, fue aprendido de memoria por una gran cantidad de personas, y también fue puesto por escrito.
Otra prueba es la de la integralidad. Una ideología realmente integral, revelada a la humani-dad por el Diseñador del universo, describiría el sis-tema más beneficioso en todas las esferas de la vida, incluyendo la política, la económica, la social, la médica y la ambiental.
Por último, debemos mirar la prueba de la uni-versalidad. Claramente, una ideología que es histórica o geográficamente limitada, no es tan bue-na como una que sea aplicable a todos los seres humanos, indistintamente del lugar o la época de su origen.
En conclusión, si se utilizan los criterios de uni-versalidad, integralidad, autenticidad y, sobre todo, coherencia, hallaremos que el Corán es único y me-recedor de investigación. Es interesante anotar que el propio Corán subraya el enfoque descrito. Por ejemplo, en el versículo 82 del capítulo 4, dice: “¿Acaso no reflexionan en el Corán y sus signifi-cados? Si no procediera de Dios, encontrarían en él numerosas contradicciones”.