La oración del eclipse
Primer Jutba:
Alabado sea Al-lah, Quien mostró a Sus siervos señales como pruebas y dirigió a quien Él quiso por el camino de la reflexión para que entendiera y apreciara esas señales, para que de ese modo se encaminara por la vía de la salvación. Doy testimonio de que nada ni nadie merece ser adorado sino Al-lah, Único y sin asociados, el Creador y Quien decreta todo asunto; y testifico que Muhammad es Su siervo y Profeta, la persona más elocuente y veraz que ha existido, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, con sus familiares, con todos sus discípulos y todos aquellos que les siguieron por la senda recta.
¡Hermanos y hermanas! Teman a Al-lah y reflexiones sobre las señales que existen en la creación de los cielos y la tierra, ya que en estas hay signos para la gente que razona. Observen y mediten sobre los siete cielos superpuestos, la forma en que Al-lah los elevó con Su poder y los mantiene firmes por Su misericordia y dominio para que no se caigan y aplasten a Sus
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siervos. Mediten sobre la forma en que los construyó, sin hendiduras ni fisuras y la maravillosa forma en que los adornó con luceros, colocando en ellos estrellas incandescentes y lunas resplandecientes. Piensen ahora en las órbitas que Al-lah trazó para cada estrella, luna, planeta y constelación, todo gira en un orden sorprendente, nada se sale del camino que se le marcó, así se mantendrá la creación hasta que Al-lah decrete su destrucción. ¡Alabado sea Al-lah! Todo gira en un orden determinado, Él es Todopoderoso.
Siervos y siervas de Al-lah, ciertamente el sol y la luna son dos de las señales en las que se manifiesta el poderío, sabiduría y misericordia de Al-lah. Al pensar en la grandeza de estas creaciones y el orden que siguen en su órbita se nos manifestará el poderío y señorío de Al-lah. Si analizamos la precisión de sus órbitas y los beneficios que su curso trae a la creación, notaremos la omnisciencia de nuestro Creador y Su gran misericordia. ¿No es acaso por Su sabiduría infinita que los caminos que siguen nuestro astro y satélite natural los lleva a que se crucen y cubran de
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nuestra vista su resplandor e incandescencia en lo que conocemos como eclipse? ¡Claro que sí! Con este signo, el eclipse, se atemoriza a los siervos de Al-lah para que se arrepientan y supliquen el perdón de Al-lah, Lo adoren como se debe y Lo enaltezcan por Su grandeza. En la época del Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, hubo un eclipse solar, él corrió temeroso, arrastrando su bata, hacia la mezquita y mandó a llamar a la oración. La gente se reunió, entonces el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, se adelantó e hizo dos Raka’as (genuflexiones), en cada una de ellas hizo dos Ruku’ (inclinaciones) y dos Suyud (postraciones). Inició haciendo el Takbir (decir Al-lahu Akbar [Al-lah está por encima de todo]), luego recitó el Sura Al Fatiha (la Apertura) y seguidamente un Sura muy largo, casi como el Baqara (la Vaca); algunos de sus discípulos cayeron de cansancio por lo largo de la recitación y el tiempo que estuvieron de pie mientras recitaba este Sura. Posteriormente hizo el Ruku’ demorándose en esta posición, después dijo erigiéndose: Samia’ Al-lahu Liman Hamidahu, Rabbana Wa Lakal Hamd (Al-lah
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escucha a quien le alaba, oh Señor nuestro, para Ti son todas las alabanzas), y volvió a recitar el Fatiha y otro Sura larga, diferente al que antes había recitado. Nuevamente hizo Ruku’ y lo extendió bastante, y erigiéndose como antes lo hizo dijo: Samia’ Al-lahu Liman Hamidahu, Rabbana Wa Lakal Hamd, y se mantuvo un largo rato de pie. Hizo el Suyud y prolongó el tiempo que se mantuvo en esta postura, después se sentó y se demoró un buen tiempo, tras el cual se postró otra vez permaneciendo así varios minutos. De nuevo se puso de pie prolongando el tiempo que permaneció en esta posición, no tanto como en la primera Raka’, igualmente se inclinó y permaneció un buen rato, menos que en la primera parte, y dijo al erguirse: Samia’ Al-lahu Liman Hamidahu, Rabbana Wa Lakal Hamd, y seguidamente recitó el Corán prolongando su lectura, también menos tiempo que antes. Volvió a hacer Ruku’ y después hizo los dos Suyud, tomándose su tiempo pero no tanto como antes, y finalmente hizo los dos saludos con los que concluyó la oración, cuando ya el eclipse había pasado. Durante el Suyud se le escuchó la súplica en la que le
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pedía a Al-lah que liberara a su gente del castigo: “¡Oh Al-lah! ¿Acaso no me prometiste que no los castigaría estando yo con ellos? ¡Oh Al-lah! ¿Acaso no me prometiste que no los castigarías mientras que ellos suplicaran Tu perdón?”.
Luego hizo un Jutba en el que exhortó fuertemente a los presentes, iniciando con exaltaciones de Al-lah propias a Su grandeza, y posteriormente dijo: “Ciertamente el sol y la luna son dos señales de los signos de Al-lah, no se eclipsan por la muerte de ninguna persona o por el nacimiento de alguien. Así que cuando vean este suceso, apresúrense a la oración, a la mezquita, el recuerdo de Al-lah, las súplicas y el arrepentimiento”. En otra trasmisión de su sermón se relata que dijo: “Supliquen, den caridad y oren”. Luego dijo: “¡Oh Umma (nación) de Muhammad! Por Al-lah, no hay nadie más celoso con Sus siervos y siervas que Al-lah, por lo que no Le gusta que se hundan en la lujuria y la fornicación. ¡Oh Umma de Muhammad! Les juro por Al-lah que si ustedes conocieran lo que yo conozco reirían muy poco, pero
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llorarían mucho. No hay nada de lo que se les ha prometido y advertido que no lo haya visto durante esta oración, se me reveló que serán expuestos a grandes tribulaciones en sus tumbas muy pronto”, luego los instó a que suplicaran a Al-lah que los librara de semejantes tribulaciones. Y dijo: “Ciertamente vi el fuego y cómo sus brazas se aplastaban entre sí, por eso me hice para atrás en la oración, porque temí que me alcanzara su ardor; y vi a ‘Amru Ibn Luhai arrastrando sus vísceras; y vi a la mujer que mantuvo a un gato encerrado, al que no alimentaba y no dejaba que saliera para buscar su propia comida, por lo que murió, allí en el fuego. Luego se me mostró el Paraíso, esto cuando vieron que traté de moverme hacia adelante, pues trate de alcanzar con mi mano sus frutos, para mostrárselos a ustedes, pero sentí que era mejor que no lo hiciera…”.
Así, gente de la Umma de Muhammad, el eclipse es un suceso aterrador, esto se destaca de lo que experimentó con sus propios sentidos nuestro amado Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de
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Al-lah sean con él. Por lo que debemos seguir su ejemplo y acudir inmediatamente a las mezquitas cuando ocurra un evento como este para hacer lo que él nos ordenó: la oración, súplicas, pedir perdón y dar caridad, para que de esta forma nos libremos de las calamidades. Durante el eclipse, el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, estableció como caridad la liberación de los esclavos, afirmando que esta acción liberaría a la persona del castigo terrible del fuego. Existen muchos motivos para que Al-lah castigue a la humanidad, y el eclipse puede ser una señal del castigo de Dios, por lo que debemos apresurarnos en realizar acciones como: la oración, la súplica, el arrepentimiento y la caridad, para que de esta forma nos libremos del mal que puede acontecer.
Musulmanes y musulmanas, si sucede un eclipse acudan a las mezquitas, no importa que sea de día o de noche, pues el Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, así lo ordenó sin mencionar alguna excepción; esto porque dicho acto, acudir a la mezquita para hacer la oración del eclipse,
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es la manera que tenemos de prevenir que nos afecte algún mal.
Esta oración se hace en el mismo tiempo en el que está ocurriendo este sorprendente evento natural, no importa que llegue en un tiempo prohibido para observar otras oraciones, como después de haber hecho la oración del Fayer (el alba), cuando el sol esté saliendo, etc. Y sepan que la Sunna es que se cumpla con esta oración en congregación y en la mezquita, tal como lo hizo el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam. Hombres y mujeres la deben hacer, claro, cada quien en el lugar que corresponde en la mezquita. Si una persona por alguna razón no puede ir a la mezquita, es válido que la haga sola; sin embargo, la oración en congregación tiene mayor recompensa. Dijo Al-lah, el Todopoderoso y Omnisciente: “Entre Sus signos están la noche y el día, el Sol y la Luna; si realmente es a Él a Quien adoráis, entonces no adoréis al Sol ni a la Luna prosternándoos ante ellos, sino adorad a Al-lah y prosternaos ante Él [solamente], pues es Quien os ha creado.”
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Que Al-lah nos bendiga con lo que leamos y entendamos del Corán, y nos beneficie con la compresión de Sus sabios signos.
Le pido a Al-lah perdón por nuestras faltas. Háganlo ustedes también.
Segundo Jutba:
Alabado sea Al-lah, Señor de los mundos, y pido a Él paz y misericordia para con quien fue enviado como misericordia para toda la creación, para su familia y todos sus discípulos.
Hermanos y hermanas, teman a Al-lah, esfuércense por entender y aprender cada vez más de Su religión, y dediquen todo lo que puedan de su tiempo en conocer los límites que Él, Altísimo sea, definió y reveló a Su Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam. Recuerden que si Al-lah quiere el bien par uno de Sus siervos, le da el entendimiento en los asuntos de la religión. Sepan, queridos hermanos y hermanas, que
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uno de los asuntos más importantes que todo musulmán y musulmana debe conocer, es lo relacionado a la forma en que se debe hacer la oración, para observarla como se debe; pues la oración, además de ser el segundo pilar del Islam, es la columna que mantiene erguida la religión.
Uno de los asuntos ignorados o mal entendidos por muchos de los orantes es el Suyud As-Sahu. Este Suyud fue dictaminado bajo ciertas condiciones, por lo que tiene reglas y razones específicas que deben ser conocidas por todos los musulmanes, para que sepa qué hacer en determinadas circunstancias en las que hay que hacerlo.
Las razones por las que hay que hace Suyud As-Sahu, de forma general, son tres: a) Adicionar algo que no se debe en la oración, b) Dejar de hacer algo, y c) Dudar si se hizo o no algo.
En cuanto a adicionar algo en la oración, si el orante hace un Ruku’, Suyud, se pone de pie, o incluso hace una Raka’ completa o más, por demás, debe hacer
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Suyud As-Sahu después de haber hecho el Salam (el saludo con el que concluye la oración), como le sucedió al Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, e hizo; Ibn Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “En una ocasión, el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, rezó cinco Raka’at (plural de Raka’) en la oración del Dhuhur, entonces le preguntaron: ‘¿Se incrementó el número de Raka’at de esta oración?’, dijo: ‘¿Por qué?’, le replicaron: ‘Hiciste cinco Raka’at’, entonces hizo dos Suyud después de haber hecho el Salam” [Registrado por Al Yama’a: Bujari, Muslim, Abu Dawud, At-Tirmidhi, An-Nasai’ e Ibn Maya]. Quien esté rezando y se dé cuenta de que ha aumentado algo que no debía en la oración, debe parar inmediatamente, completar lo que le falta de la oración, si le hizo falta algo por supuesto, hacer el Salam y luego hacer el Suyud As-Sahu.
Igual sucede con la persona que hace el Salam olvidándose de algo en la oración, por lo que esta no se considera completa. En el caso de que se acuerde
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de su omisión y no haya pasado mucho tiempo después del Salam, se pone de pie, completa su oración –es decir, hace lo que le falta– y luego, seguidamente del Salam hace el Suyud As-Sahu. Lo anterior se basa en lo que se registró en As-Sahihain (Bujari y Muslim) de Abu Huraira, que Al-lah esté complacido con él, quien relató que el Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, rezó en la oración del Dhuhur o la del ‘Aser dos Raka’ nada más. Una vez hizo el Salam, le informaron que había olvidado el resto de la oración, así que se puso de pie, completó lo que le faltaba, y tras haber hecho el Salam, hizo dos Suyud As-Sahu y luego hizo nuevamente el Salam.
Pero en el caso de que el musulmán o la musulmana se acuerde de su omisión luego de pasados algunos minutos o haya anulado el Wudu’ (la ablución), debe hacer nuevamente toda la oración, porque no es permitido que complete lo que le faltó de la oración una vez haya pasado mucho tiempo o haya anulado su Wudu’.
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En cuanto a la segunda razón por la que se debe hacer Suyud As-Sahu, es decir, dejar de hacer alguna cosa, si el orante olvida un Wayib de los Wayibat de la oración (los Wayibat –deberes– de la oración son las cosas que si se dejan intencionalmente, entonces se invalida toda la oración, pero si se deja por olvido la oración es válida, sin embargo se debe hacer Suyud As-Sahu) debe hacer Suyud As-Sahu antes del Salam por su omisión sin intención. Tenemos que si, por ejemplo, no hace el primer Tashah-hud (testimonio) y se pone de pie para hacer la tercera Raka’a de una oración de tres o cuatro Raka’at, sin haberse sentado y hecho el Tashah-hud luego del segundo Suyud de la segunda Raka’, no regresa al anterior paso para hacer el testimonio sino que completa su oración, pero debe hacer dos Suyud As-Sahu antes del saludo con el que finaliza la oración, por su omisión. ‘Abdul-lah Ibn Buhaina relató que el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, se levantó para la tercera Raka’a sin haberse detenido para el Tashah-hud, por lo que le avisaron diciéndole: “Subhanal-lah (gloria a Al-lah)”, pero él no volvió sino que siguió con la oración; y al
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final, antes del Salam, hizo el Suyud y luego saludó”. [Bujari y Muslim: Mut-tafaq ‘Alaihi]. Otro ejemplo tenemos en olvidar decir Subhana Rabbial ‘Adhim (gloria a mi Señor el Majestuoso) en el Ruku’, no decir Subhana Rabbial A’la (gloria a mi Seño el Altísimo) en el Suyud, o no hacer el alguno de los Takbir durante la oración, claro, menos el primero.
La tercera y última razón por la que se debe hacer Suyud As-Sahu es la duda de si se hizo o no algo de la oración. En caso que se dude si se hizo tres o cuatro Raka’at, de una oración de cuatro Raka’at, por ejemplo, debe basarse sobre lo que más seguridad tiene, es decir, que hizo tres Raka’at, pues lo que está dudando es sobre la cuarta, así que hace la cuarta Raka’a y después, antes del Salam, hace Suyud As-Sahu. El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Si alguno de vosotros duda en su oración y no sabe cuánto ha rezado, si tres o cuatro Raka’at, que aleje la duda y actúe sobre lo que está seguro. Y luego que se prosterne dos veces antes del saludo final. Así, si rezó
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cinco Raka’at, su oración será impar, y si rezó exactamente cuatro serán una humillación para Satanás, pues él no pudo confundirlo en la oración” [Muslim y Ahmad]. Ahora bien, si en el caso es que dude sobre el número de Raka’at que ha realizado, tres o cuatro, pero luego de una pequeña revisión mental confirmó el número de genuflexiones que hizo, entonces se basa en su confirmación y termina su oración, y luego de hacer el saludo final hace dos Suyud As-Sahu, tal y como se confirma en lo registrado en Bujari y Muslim de Ibn Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, quien relató que el Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Si uno de ustedes duda en su oración, que revise para que pueda despejar su duda, luego que complete su oración y después del Salam que haga dos Suyud As-Sahu”.
Estos son entonces, hermanos y hermanas en la fe, los principios del Suyud As-Sahu que todos debemos conocer. Hemos podido entender de esta corta explicación, que este Suyud se hace antes o después
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del saludo final con el que se concluye la oración. De esta manera, tenemos que Suyud As-Sahu se hace después del Salam en tres casos: el primero, cuando se aumenta algo en la oración; el segundo, cuando se hace el saludo final sin haber completado la oración, por omisión involuntaria de una o más partes de ella; y el tercer caso, cuando se duda sobre si se hizo o no algo de la oración, pero luego de revisar, estando todavía en la oración, se confirma lo que elimina la duda. Los demás casos obligan a que se haga antes de hacer el saludo final de la oración.
Musulmanes, curiosamente encontramos que muchos de nuestros hermanos al ver que alguien hace Suyud As-Sahu luego del Salam se sorprenden e incluso lo censuran, esto sucede porque desconocen el veredicto de la Shari’a sobre este asunto, su falta de responsabilidad respecto al conocimiento de sus deberes religiosos mínimos y/o a que en muchas mezquitas los Imames que dirigen la oración no lo practican, sea porque crean que este Suyud se hace antes del Salam sin importar el caso o la razón por la
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que se deba hacer, porque ellos mismos, siendo Imames, no conocen las reglas de la Shari’a al respecto, o porque temen que los reprochen y critiquen, lo que no es excusa para dejar de hacer lo que ordenó y estableció el Profeta y Mensajero de Al-lah, Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él. Lo correcto es que ellos, como guías y responsables de las comunidades musulmanas bajo su jurisdicción, enseñen y practiquen la Sunna a este respecto, es decir, que hagan el Suyud As-Sahu antes del Salam cuando el caso lo amerite, y que lo hagan después de este saludo cuando sea obligatorio hacerlo; para que de esta manera la gente aprenda, conozca y practique lo que es debido, y que sus errores sean corregidos. Además, de esta manera, quien enseñe esta Sunna se estará haciendo acreedor a la gran recompensa que Al-lah ha dispuesto para todo aquel que enseñe y guie hacia el bien y reviva las Sunnas olvidadas o dejadas de practicar.
Dijo Al-lah, Altísimo sea: “Al-lah quiere aclararos y mostraros el camino correcto de quienes os
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precedieron, y absolveros. Al-lah es Omnisciente, Sabio. Al-lah quiere absolveros, mientras que quienes siguen sus pasiones quieren que os extraviéis completamente. Al-lah quiere facilitaros las cosas, ya que el hombre fue creado débil.”
Pidan bendiciones por el Profeta Muhammad, tal como Dios se los ordena: “Ciertamente Al-lah y Sus Ángeles bendicen al Profeta. ¡Oh, creyentes! Pidan bendiciones y paz por él”; y dijo el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “Quien pide a Al-lah una bendición para mí, Al-lah lo recompensa por esta acción con diez bendiciones”.
¡Oh Al-lah! Da bendiciones y paz a nuestro Profeta Muhammad, a sus familiares, a todos sus discípulos y a quienes sigan su guía de buena manera hasta el Día del Juicio. ¡Oh Al-lah! Da tu complacencia a todos los discípulos de Tu Mensajero, de quienes fueron destacados Abu Baker, Omar, ‘Uzman y ‘Ali. Complácete también con todos los seguidores de estas nobles personas, quienes siguen su guía hasta el Día
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del ajuste de cuentas, y con nosotros los presentes, pues Tú eres en verdad el más Clemente.
¡Oh Al-lah! Enaltece y dignifica al Islam y a los musulmanes, protégenos del mal de nuestros detractores, y líbranos de los problemas del encarecimiento de los productos, la propagación de enfermedades, de la usura y el interés monetario, del adulterio y la fornicación, de los terremotos, de las dificultades y las tribulaciones, y de la perversión y corrupción oculta y evidente.
¡Oh Al-lah! Perdónanos y perdona a nuestros hermanos creyentes que ya fallecieron, y no hagas que en nuestro corazón se encierre el desprecio y el odio por los que han creído en Ti como se debe. Tú eres el más Bondadoso y Misericordioso.