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 El viaje hacia Medinah





 





Los sucesos transcurrían rápidamente, y el momento esperado ocurrió. El Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, debía dirigirse en secreto a la casa de Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él. La cita era por la noche, entonces salieron por una salida trasera de la casa. En este mismo momento, el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, le ordenó a ‘Ali ibn Abi Talib, que Al-lah esté complacido con él, no viajar con ellos para dar los depósitos y los bienes confiados a la custodia del Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, a sus dueños, además de llevar su manto y dormir en su cama esa noche para engañar a Quraysh.





 





El Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, y su Compañero, que Al-lah esté complacido con él, tuvieron éxito en escapar de sus manos, y los jóvenes de Quraysh no pudieron entender lo que pasó sino hasta la mañana siguiente, cuando ‘Ali ibn Abi Talib, que Al-lah esté complacido con él, salió hacia ellos llevando el manto del Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, entonces se volvieron locos girando alrededor de él, preguntándole sobre el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, pero él hizo como si estuviera sorprendido y les dijo que ignoraba su paradero. Acto seguido; Quraysh se apresuró en dirigirse a la casa de Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, porque sabían que era su compañero y su amigo íntimo, para que les diera alguna información que condujera a su captura, pero nuevamente fueron sorprendidos con su ausencia, y cuando le preguntaron a Asma’, que Al-lah esté complacido con ella, sobre su padre, ella hizo como si no supiera nada, y por eso Abu Yahl, que Al-lah le Maldiga, le pegó duramente hasta que sus pendientes se cayeron de sus orejas.





 





Así dieron inicio a los intentos de perseguir al Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, pues se comenzaron a vigilar totalmente todas las salidas de la Meca, anunciando entre los individuos de las tribus que habría una recompensa valiosa para quien trajera a Muhammad vivo o muerto, y cada vez que recibían una información enviaban a alguien para seguir sus huellas, entonces partieron unos grupos al oeste para que, tal vez así, encontraran alguna huella de él.





Pero el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, con su inteligencia engañó las expectativas de sus perseguidores, ya que no se dirigió directamente a Medina, si no que se dirigió al sur, en dirección contraria, hasta llegar a un monte que fue denominado como "el monte de Zawr" que en su cima tiene una gruta difícil de alcanzar, en la cual pudieron quedarse hasta que todo se tranquilizó un poco.





 





Los extremos esfuerzos de persecución realizados por la tribu de Quraysh les permitieron llegar a la gruta de Zawr, y subieron hasta la puerta de la gruta. El peligro se acercaba más y más, pero Abu Bakr , que Al-lah esté complacido con él, escuchó sus voces, por eso dijo: "Oh, Mensajero mío, si alguno mira a sus pies, podrá vernos", pero el Mensajero, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, le respondió tranquilamente, debido a su confianza en Al-lah y dijo: "Oh, Abu Bakr, ¿Qué crees sobre dos personas, cuyo   tercero es Al-lah?", y claro que su confianza en Al-lah fue confirmada, ya que Quraysh descartó la presencia del Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, en ese lugar, y se fue con mucha decepción.





 





El Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, se quedó tres noches en la gruta, y ‘Abd Al-lah ibn Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con ellos, venía cada día para informarles sobre las noticias de Quraysh, mientras ‘Amir Ibn Fuhairah, que esté complacido con él, venía con las ovejas para que bebieran de su leche y escondía las huellas de ‘Abd Al-lah ibn Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con ellos,  hasta que ‘Abd Al-lah ibn Urayqit vino en la cita acordada y con él las monturas para el viaje.





En la víspera del lunes de mes de Rabi‘ Al Awal partieron todos a Medina tomando el camino de la costa, y siguieron andando todo el día. Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, caminaba una vez delante del Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, y otra detrás de él, y otra a su derecha, y otra a su izquierda, por el temor de que Quraysh le hiciese daño, hasta que el sol llegó al centro del cielo, entonces se colocaron debajo de una piedra grande que les protegía del sol.





 





Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, ordenó el lugar con su mano para que el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, durmiera, y en ese momento un chico que cuidaba su ganado se dirigió a la piedra. Cuando se acercó, Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, le dijo: ­"¿a quién perteneces, muchacho?” Dijo que a un hombre de la gente de la Meca, entonces le volvió a decir: "¿tus ovejas tienen leche?", a lo que el muchacho contestó que sí. Entonces ordeñó un poco para el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, en un recipiente, y bebió hasta que apagó su sed.





 





En aquel momento uno de los incrédulos pudo ver al Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, desde lejos, y por eso se dirigió rápidamente a Suraqah ibn Malik, y le dijo: "Oh, Suraqah, he visto alguna gente en la costa, y creo que son Muhammad y sus amigos", entonces Suraqah supo que en verdad eran ellos, pero antes de hacer cualquier cosa, quería convencer al hombre de que lo que había visto era una ilusión, para ser él quien ganara la recompensa.





 





Entonces Suraqah permaneció una hora sentado para que no llamara la atención de quien estaba con él, luego se fue secretamente cogiendo su caballo y su lanza y partió rápidamente. Cuando se acercó a ellos, su caballo se cayó rodando, y Suraqah sintió un mal presagio en el tropiezo. Pero montó el caballo otra vez, y le sucedió lo mismo y entonces su pesimismo aumentó; pero su deseo de lograr la recompensa le hizo olvidar sus obsesiones y sus temores.





 





Cuando se acercó al Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, los pies de su caballo se hundieron en la tierra hasta las rodillas, y el humo aumentó ascendiendo alrededor de ellos. Así supo que estaban protegidos por Al-lah, por eso les pidió que no le hicieran nada, y les juró que no iba a decir nada a nadie. El Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, le escribió un hoja en la cual se comprometía a darle seguridad y le prometía las joyas de Kisra  (el Corroes persa), y Suraqah no mencionó absolutamente nada sobre este asunto, hasta que los emigrados llegaron a Medina.





 





En su camino hacia la Medina el Mensajero, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, y su Compañero, que Al-lah esté complacido con él, se detuvieron en el hogar de Umm Ma‘bad, y le preguntaron si tenía algo para comer, pero ella se disculpó por no tener sino sólo una oveja delgada que no daba leche. Pero el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, tomó la oveja y tocó su ubre con su mano y suplicó a Al-lah para que le Diera Su bendición, luego extrajo leche de ella en un recipiente del cual todo el mundo bebió. Este milagro fue la causa de que ella y su marido abrazaran el Islam.





 





Y este viaje llegó a su fin con sus dificultades y sus acontecimientos, para que el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, llegara a la tierra de Medina, donde sus Compañeros, que emigraron antes de él, y sus hermanos (ansar) se prepararon para recibirle bien en su tierra, pero esto ya es otro asunto.





El ejército continuó su camino hasta que alcanzó un jardín que se llamaba "Ash-Shawt". En aquel momento, ‘Abd Al-lah ibn Ubai ibn Salul se retiró astutamente con un tercio del ejército intentando desanimar a los musulmanes, y  justificaba esta actitud diciendo que él no creía que ocurriera ningún combate y que él  rechazaba la decisión de combatir fuera de Medina.  Dijo: "el Profeta  obedeció a los jóvenes y a quienes no tienen ninguna experiencia. Les obedeció y me desobedeció a mí. ¿Para qué pues provocaremos nuestra propia perdición?".





 





 ‘Abd Al-lah ibn Haram, que Al-lah esté complacido con él, intentó persuadir a los soldados para que no se retiraran diciéndoles: "¡Oh gente! ¡Por Al-lah! No frustremos a nuestro Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, en el momento de la llegada de sus enemigos". Pero le respondieron diciendo: "si pensáramos que vais a combatir, nos quedaríamos. Pero nosotros no creemos que ocurra ningún combate". El Corán registró esta actitud, pues Al-lah Dice (lo que significa): {Y todo lo que os sobrevino el día en que se encontraron las dos tropas fue con permiso de Al-lah, para que Él Supiera quiénes eran los creyentesY Supiera quiénes eran hipócritas. Se les dijo: Venid a combatir en el camino de Al-lah o a defenderdijeron: Si supiéramos combatir, de verdad que os seguiríamos. Ese día estuvieron más cerca de la incredulidad que de la creencia, pues decían con la lengua lo que no estaba en sus corazones. Y Al-lah Sabe mejor lo que ocultaban. } [Corán 3:166-167].





 





Esta actitud estaba a punto de influir en los creyentes de Banu Salamah y Banu Harizah, pero Al-lah los Preservó a causa de  su fe.  Al-lah Dice acerca de ellos (lo que significa): { Cuando dos grupos de los vuestros temieron flaquear y Al-lah Era Su protector. Que en Al-lah se confíen los creyentes.} [Corán 3:122]. 





 





El sábado, el ejército llegó a la montaña de Uhud y acampó allá. El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, eligió el campo de batalla, y dividió el ejército en tres batallones:





 







  1.  El batallón de Al Muhayirun (los emigrados), bajo el mando de Mus‘ab ibn ‘Umair, que Al-lah esté complacido con él.


  2.  El batallón de Al Aws, bajo el mando de Usaid ibn Hudhayr, que Al-lah esté complacido con él.


  3. El batallón de Al Jazray, bajo el mando de Al Hubab ibn Al Mundhir, que Al-lah esté complacido con él.






 





El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, impidió  a los menores de edad participar en la batalla, excepto a dos muchachos:





 







  1.  Rafi‘ ibn Judaiy, que Al-lah esté complacido con él, ya que tenía gran habilidad en el tiro con flechas.


  2. Sumrah ibn Yundub, que Al-lah esté complacido con él, ya que tenía gran fuerza física.






 





 Los biógrafos citaron que los menores de edad a los cuales el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, impidió participar en la batalla fueron catorce muchachos.





 





Luego, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, eligió a cincuenta hombres de sus Compañeros para ser arqueros y nombró  jefe a ‘Abd Al-lah ibn Yubayr, que Al-lah esté complacido con él, y les ordenó quedarse sobre la montaña "‘Aynayn" que estaba enfrente de la montaña de Uhud, y les dijo: "Quedaos en vuestro lugar aunque veáis que las aves nos devoran, y no abandonéis este lugar hasta que os ordene. Y si habéis visto que nosotros hemos derrotado al enemigo, pues tampoco abandonéis vuestro lugar hasta que os ordene. Defendednos con las flechas para que los incrédulos no nos ataquen por detrás. Y siempre que os quedéis en vuestro lugar, nosotros seremos vencedores". Luego, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, ordenó  las filas, colocó a los creyentes fuertes al frente  del ejército, y les dijo: "no combatáis hasta que os ordene".





 





 





Triunfo y derrota       





 





La batalla empezó con un duelo único, luego, las filas se lanzaron contra el enemigo, y estalló una lucha encarnizada. El lema de los musulmanes en aquel día era: "¡mata!, ¡mata!".





 





El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, tomó una espada suya y dijo: "¿Quién quiere tomar esta espada?" Todos sus compañeros alargaron la mano esperando tomarla. Pero el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "¿Quién puede cumplir con su derecho?" y entonces, ellos desistieron de tomarla. Pero Abu Duyanah, que Al-lah esté complacido con él, dijo: "¡Oh Mensajero de Al-lah! Yo cumpliré con su derecho. ¿Cuál es su derecho?" El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: "que no mates con ella a ningún musulmán, ni huyas de un incrédulo cuando la cargues". Y el Profeta , sallallaahu ‘alayhi wa sallam, le dio la espada.





 





Entonces, Abu Duyanah, que Al-lah esté complacido con él, se ciñó la frente con una venda roja, y empezó a andar arrogantemente entre las dos líneas, y recitó un poema heroico que dice más o menos: " cuando estaba con mi amigo  en la cima de la montaña, cerca de las palmas, le prometí  matar a los incrédulos con la espada de Al-lah y de Su Mensajero, sallallaahu ‘alayhi wa sallam.





 





Cuando el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, lo vio de esa manera, dijo: "Al-lah odia este modo de andar, excepto en esta situación". Los biógrafos dijeron: "Cuando Abu Duyanah tomó la espada, mató a muchos politeístas con ella hasta que ésta se curvó".





La victoria comenzó a vislumbrarse por las actitudes heroicas y la valentía que mostraron los musulmanes durante la batalla.





 





Cuando Quraysh se batió en retirada y huyó al principio de la batalla, los arqueros pensaron que la batalla se había acabado y vieron los  grandes botines del campo de batalla. Por eso, se animaron a reclamar  su derecho sobre los botines. Así pues; se llamaron unos a otros diciendo: "¡Hombres! ¡Los botines, los botines!. Vuestros hermanos vencieron a nuestros enemigos, entonces, ¿por qué esperáis?"





 





Su jefe  ‘Abd Al-lah ibn Yubayr, que Al-lah esté complacido con él, dijo: "¿Habéis olvidado lo que dijo el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam?". Pero no lo obedecieron, y dijeron: "juramos por Al-lah que descenderemos de la montaña para tomar nuestro derecho de los botines". Y abandonaron sus lugares inmediatamente dirigiéndose hacia el valle.





 





Entonces, Jalid ibn Al Walid, jefe de la caballería de Quraysh, vio que la actitud de los arqueros le daba una oportunidad favorable para cambiar el resultado de la batalla a  favor de los incrédulos. Efectivamente, Jalid acudió con un grupo de jinetes y rodearon  a los musulmanes.





 





Los musulmanes se sorprendieron al ver lo que pasó. Los incrédulos mataron a muchos de  los musulmanes, mientras que algunos musulmanes pudieron  huir y otros resultaron heridos. Durante este tiempo, los musulmanes perdieron de vista al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam.





 





Un hombre de los politeístas que se llamaba "Ibn Qami’ah" mató a Mus‘ab ibn ‘Umayr, que Al-lah esté complacido con él, y pensó que había matado al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam. Por eso,  empezó a gritar: "he matado a Muhammad". Este rumor se difundió rápidamente, y los musulmanes se dividieron; pues algunos de ellos dejaron de combatir a causa de esta terrible sorpresa, mientras que los demás pudieron recobrar el juicio, pues buscaron la muerte siguiendo al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam. Uno de éstos fue Anas ibn Al-Nadhr, que Al-lah esté complacido con él, que murió con más de ochenta golpes de espada, estocadas de lanza y de flecha, hasta que su hermana no lo reconoció sino a través de una marca en su dedo pulgar. Al-lah Reveló una aleya que habla de él y de los que murieron como él, pues Al-lah Dice (que significa): {Entre los creyentes hay hombres que han sido fieles a su compromiso con Al-lah, algunos han cumplido ya su compromiso y otros esperan sin haber variado en absoluto.} [Corán 33:23].





 





Mientras los musulmanes estaban en esta atribulación, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, enfrentaba la muerte, pues los incrédulos llegaron a él, le rompieron su nariz y sus dientes, e hirieron su rostro. Él, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, quitaba la sangre de su rostro diciendo: "¡Cómo tendrá éxito una gente que hiere a su Profeta!".





 





El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, se dio cuenta de  que la única solución era romper el asedio de los politeístas. Por eso, subió a la montaña con un grupo de sus mejores Compañeros que le defendieron ardorosamente. La historia registró muchas actitudes heroicas, como:





 







  1. La lucha de Abu Talhah, que Al-lah esté complacido con él, hasta que resultó gravemente herido y se le paralizó la mano derecha.


  2. La actitud de Nusaybah Bint Ka‘b, que Al-lah esté complacido con ella, pues utilizaba el arco y la flecha defendiendo al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam.


  3.  La resistencia de S‘ad ibn Abi Waqqas, que Al-lah esté complacido con él, para proteger al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, lanzando flechas a los incrédulos.


  4.  La protección de Abu Duyanah, que Al-lah esté complacido con él, al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, pues utilizó su cuerpo como  escudo para proteger al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam,hasta que su espalda recibió varias flechas.






 





El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, y algunos de sus Compañeros se dirigieron hacia los politeístas, y entonces, lo vio Ka‘b ibn Malik, que Al-lah esté complacido con él, y gritó: "¡musulmanes! Buenas noticias para vosotros; el Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, está vivo". Pero el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, le ordenó  callarse para que los incrédulos no se den cuenta de su posición. Cuando los musulmanes escucharon esta noticia, recobraron el juicio, se animaron a continuar la lucha, y la batalla llegó a ser más feroz  que al principio.  





 





Ubay ibn Jalaf vino montando un caballo y gritando: "¿Dónde está Muhammad? Que yo no me salve si él se salva". Algunos de los Compañeros se dirigieron a él para matarlo, pero el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, les impidió hacerlo. Y cuando Ubay se acercó, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, lo golpeó en su clavícula y esta zona le empezó a sangrar. Ubay dijo: "juro por Al-lah que Muhammad me mató". Los politeístas le dijeron: "tu herida no es grave". Él dijo: "¡por Al-lah! si lo que yo sufro afectara a la gente de Dhu Mayaz, mataría a toda ella", y no tardó en morir.





 





Al Usayram –‘Amr ibn Aquish- rechazaba revertirse al Islam. Pero en el día de Uhud, Al-lah le Guió al Islam, por eso, convirtiese unió al Islam sin informar a nadie, tomó su espada y luchó hasta que resultó gravemente herido. Su gente le encontró a punto de morir. Dijeron: "¡Éste es Al Usayram!". Luego, le preguntaron: "¿por qué has luchado?, ¿para salvar a tu gente o por la causa del Islam?" él respondió: "por la causa del Islam. He creído en Al-lah y en Su Mensajero, y me he revertido al Islam", y murió inmediatamente. Su gente narró esto al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam. Y él dijo que Al Usayram entrará en el Paraíso, aunque no haya realizado ninguna oración.





 





Al-lah supo que Sus siervos sufrían  gran aflicción, temor y dolor. Por eso,  Hizo que descendiera un sueño sobre ellos, pues los Hizo dormir por un poco tiempo. Luego, se despertaron estando libres de toda aflicción. Al-lah Dice sobre esto (lo que significa): {Luego, tras la aflicción, hizo que descendiera seguridad sobre vosotros: Un sueño que envolvió a una parte de vosotros} [Corán 3:154]. Abu Talhah, que Al-lah esté complacido con él, describió este estado diciendo: "fui uno de quienes les envolvió el sueño en el día de Uhud. Mi espada cayó de mi mano muchas veces; caía, y yo la recogía".





 





Después de que los politeístas volvieron contentos con lo que consiguieron, y los musulmanes fueron derrotados por primera vez a causa de violar las órdenes del Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, la guerra tuvo como resultado la muerte de setenta Compañeros, y la herida de muchos de los demás Compañeros. Acerca de esta batalla, Al-lah Ha revelado casi cincuenta aleyas de la Sura de Al ‘Imrán, describiendo sus sucesos, aclarando los factores de la victoria y las razones de la derrota, y sacando varias lecciones.





 





De verdad, esta batalla está llena de importantes situaciones y actitudes heroicas.  Trataremos esta batalla otra vez –si Al-lah quiere- para aclarar los sucesos que ocurrieron después de ella. Que Al-lah nos Dé éxito y nos Guié al camino recto.  





Al-lah Envió a Su Mensajero, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, con la guía y con la religión de la verdad, y le prometió la ayuda y el apoyo.





El Apoyo de Al-lah, Glorificado Sea, a Su Mensajero, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, se pudo constatar numerosas veces, entre ellas los milagros, es decir, las cosas extraordinarias, ya que al Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, le sucedieron muchos milagros, y entre ellos se encuentran los que sucedieron en el camino de la Hégira, y estos son los que vamos a mostrar en este artículo.





Así pues; le sucedió un milagro al Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, en el camino de la Hégira, y para comprenderlo se debe leer lo que Abu Bakr As Siddiq, que Al-lah esté complacido con él, narró sobre él, al principio del viaje, pues dijo: "viajamos toda la noche anterior y de día hasta que llegó el mediodía, y en el camino no había nadie, ya que nadie pasaba, hasta que encontramos una piedra grande para protegernos del sol, nos colocamos debajo de ella y ordené con las manos el lugar para que el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, durmiera en su sombra, luego extendí sobre el suelo una cobertura de piel, para que durmiera el Profeta y le cuidara de cualquier cosa, y él se durmió". Luego Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, narró que un pastor pasó y él le pidió leche. En aquel momento el Mensajero, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, se despertó, bebió y dijo "¿no es hora de irnos?", y Abu Bakr le contestó: "sí".





Y Abu Bakr prosigue el relato diciendo: continuamos nuestro viaje después del mediodía; también nos siguió Suraqah ibn Malik cuando estábamos andando.





Un milagro en el hogar de "Um Ma‘bad" fue narrado en los libros de Al Sirah y el Hadiz. El relato de que el Mensajero, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, y sus Compañeros, que Al-lah esté complacido con ellos, permanecieron en el hogar de Umm Ma‘bad en Qadid narra que ella se disculpó por la ausencia de comida en su hogar, ya que no tenía nada excepto un oveja débil, que no daba leche, entonces el Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, cogió la oveja y tocó sus ubres con su manos, y suplicó a Al-lah, y sacó de ella mucha leche en un recipiente, todo se bebió, pero se dice que esta narración es dudosa. Aunque existe otra que narró el compañero (Sahabí) Qays ibn Na‘man Al Sukuwni, que Al-lah esté complacido con él, y que cuenta que cuando el Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, y Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, se escondían, llegaron donde Abu Mi‘bad pero él les dijo: "por Al-lah no tenemos ovejas, y si hay, pues son ovejas preñadas que no tienen leche", luego el Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, dijo –según recuerdo-: "­¿Y esa oveja?"  Entonces se la llevó.





El Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, suplicó para que Al-lah Benedijese a la oveja, luego la ordeñó y bebieron. Entonces dijo el hombre: "­­¿Eres la persona que el pueblo de Quraysh pretende que es un sabeo?", él contestó: "sí, lo dicen". Entonces le dijo: "atestiguo que no traes sino la verdad", luego dijo: "te seguiré". El Profeta dijo: "sí, pero sólo cuando escuches que surgimos con fuerza, entonces síguenos". Este relato contiene un milagro concreto dado el Mensajero, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, que contempló Abu Mi‘bad y abrazó la fe musulmana.





Seguimos luego con la historia de Suraqah ibn Mi‘bad, ya que en ella hay detalles que demuestran los milagros del Profeta, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam. Pues Suraqah dijo: "cuando el Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, salió de Meca para emigrar a Medina, Quraysh dio una recompensa de cien camellos para quien le capturase". Y dijo: "mientras estaba sentado en el lugar habitual de mi pueblo, se dirigió hacia mí un hombre de los nuestros y me dijo que había visto a un grupo de tres hombres y que estaba seguro de que eran Muhammad y sus compañeros. Pero le miré en silencio. y le dije que seguro que eran los hijos de fulano que buscaban a un animal perdido, a lo que él me contestó que quizás fuera eso; y luego se calló". Luego Suraqah citó su salida detrás de ellos, y que su caballo le derrumbó hasta que pidió Al Du‘a’ del Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, y dijo: "el Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, dijo a Abu Bakr que me pregunte, que Al-lah esté complacido con él; "¿Qué quieres de nosotros?". Y cuando Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, me lo dijo, yo le contesté que me escribiera una promesa para que fuera un acuerdo entre nosotros,. Luego el Profeta dijo que Abu Bakr me la escribiera y entonces me escribió en un hueso, sobre una trozo de piel o cerámica, luego me lo dio, y yo lo cogí y lo puse en mi manto, y cuando volví, me callé y no dije de lo que pasó a nadie".





 





Contó la noticia de encontrarse con el Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, después de su entrada en la Meca y de su islamización. Y Suraqah citó en una narración auténtica que se acercó a los dos hasta escuchar la recitación del Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, y que el Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam,no miró hacia atrás, mientras que Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, miraba mucho hacia atrás, además se dice que les ofreció comida y bebida pero no tomaron nada de ello, y que su única petición era no decir nada sobre ellos.





Se mencionó en otra narración auténtica que Suraqah llegó a islamizarse ante el Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam,, al final del día, después de haberle perseguido para capturarle al principio del día. También se relata que el Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, suplicó a Al-lah contra Suraqah, y así fue que el caballo le derribó.





Los dos emigrantes hablaban de una manera muy cuidadosa con la gente que se encontraban en el camino, pues si Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, era preguntado sobre el Mensajero de Al-lah, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, decía que ese hombre frente a él era quién le guiaba el camino, y así el que preguntaba creía que se refería la ruta de viaje, pero Abu Bakú, que Al-lah esté complacido con él, en realidad se refería al camino del Islam.





Se relata también, de forma fidedigna, que el guía los llevó por el camino de la costa (del Mar Rojo).





En resumen, los milagros son parte de los soldados de Al-lah, Glorificado Sea, con las cuales Al-lah Dio el apoyo a Su Mensajero, sallallaahu  ‘alayhi wa sallam, y le honró mucho. Además; tuvieron una influencia eficaz en establecer las bases de su Da‘wah bendita.  



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