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Aman regresó a casa del trabajo y encontró a sus hijos aún en pijamas, sucios y jugando con la vajilla en el patio trasero. Entró en la casa y vio un montón de platos en el fregadero, un galón de leche abierto sobre la mesa del comedor, la puerta del refrigerador entreabierta. Corrió por las escaleras llamando a su esposa. Cuando entró en la habitación, vio a su esposa, aún en pijamas, leyendo un libro en la cama. Le preguntó asombrado: “¿Estás bien?” “Por supuesto, ¿por qué lo preguntas?”, respondió ella. “¿Qué sucede aquí?”, él preguntó. “Bueno, sabes que siempre me preguntas qué es lo que hago todo el día”, dijo, esperando una respuesta. “Sí…”, respondió vacilante. “Hoy no lo hice”, dijo ella.





A cuántas mujeres no les encantaría que sus esposos comprendieran no solo el humor, sino también la realidad detrás de esta historia. Lo cierto es que lo que muchas esposas realmente realmente quieren de sus esposos ha sido, hasta ahora, un poco difícil de alcanzar. Pero ahora, las esposas han hablado (y esperamos que los esposo también digan las palabras correctas pronto).





Hablar es barato





Algunos hombres son buenos para decirles a sus esposas cómo se sienten cuando están molestos, enojados, decepcionados o insatisfechos. La cena está fría, la casa está desordenada y los niños hacen mucho ruido. Hay muchas cosas por las cuales quejarse y algunos hombres no dejan pasar nada. Y luego, cuando la esposa se enoja o se siente herida, algunos esposos se dan cuenta de su error y ordenan flores, compran chocolates o incluso joyas, lo que sea para que no le pasen la factura; y usualmente la disculpa es aceptada. Pero, si el esposo se diera cuenta de su error antes de cometerlo, se evitaría la pena y se ahorraría unos cuantos dólares.





Hablar es barato, o al menos más barato que una docena de rosas. Una cuantas palabras bonitas pueden hacer mucho. Las esposas aman escuchar palabras de aprecio de sus esposo –aprecio por cómo educan a los hijos, cómo mantienen la casa, cómo equilibran el presupuesto o cómo cocinan–. Una joven esposa y madre de dos niños admitió que las palabras de aprecio de su esposo hacen que ella sea mucho mejor. Dicho de otro modo, unas cuantas palabras como “gracias” son suficientes para motivarla; y esas palabras significan mucho más que un costoso regalo de cumpleaños o aniversario. La espontaneidad de palabras dulces significa mucho más que un regalo. “Me encanta cuando él se da cuenta de lo que hago y me lo dice”. Y ella no es la única, la mayoría de las esposas a quienes se les preguntó qué es lo que quieres oír de sus esposos hicieron eco de los sentimientos de esta hermana. La mayoría de las esposas quieren escuchar palabras de aliento y reconocimiento. Y curiosamente, este sentimiento se extiende a todas las edades. Una de las esposas encuestadas más jóvenes repitió mucho de lo que una de las de mayor edad había dicho. La joven dijo que a ella le gustaría que su esposo apreciara no solo las tareas obvias que las cosas que realiza por la familia y los niños, sino que le gustaría que apreciara las cosas que hace especialmente por él. “Plancho su ropa, le preparo el desayuno o un café por la mañana. Sería lindo si dijera ‘gracias’ más a menudo. No es que no lo haga, pero es bueno escucharlo regularmente”.





Cuando se preguntó qué le gustaría que su esposo supiera, la esposa joven agregó que le gustaría que su esposo comprendiera que, aunque ella se encarga de mantener la casa en orden y a los niños bajo control, no significa que se fácil solo porque así parece. En otras palabras, ella dijo: “Quiero que sepa que él no puede hacer lo que yo hago”. Si estamos conscientes de que alguien puede hacer algo mejor de lo que nosotros lo haríamos, lo apreciaremos y aplaudiremos sus esfuerzos. Lo mismo debería suceder entre los esposos y esposas.





Al igual que esta mujer, otra de avanzada edad mencionó que a ella le gustaría que su esposo apreciara lo que ella hace. Además, dijo que a veces le gustaría escuchar de él un comentario, no solo un cumplido. “Sería bueno si él comentara si le gusta algo o no. Esa clase de información ayuda a que una esposa haga mejor su trabajo, y hace que tanto la esposa como el esposo estén más felices”. Esta mujer, abuela y casada por casi 35 años, comentó sabiamente que “las mujeres son de corazón blando y necesitan escuchar palabras dulces”.





Es evidente que no ha cambiado mucha con el paso del tiempo y la mayoría de las esposas quieren escuchar las mismas palabras de aprecio de sus esposos, sin importar la edad o la generación. Sin embargo, también es evidente que las palabras de aprecio no es todo lo que las mujeres quieren de sus esposos. Otra esposa, aunque no era madre, dio una respuesta muy diferente cuando se le preguntó qué le gustaría que su esposo supiera. Esta abogada, una profesional dedicada, dijo que le gustaría que su esposo supiera cuán exigente y difícil es su carrera y cuánto tiempo y energía demandaba de ella. “Es como un doble rol”, dijo, comentando sobre el hecho de que ella tenía que trabajar largas y agotadoras horas en la compañía, y luego regresar a casa a ser la esposa y realizar las tareas pertinentes. “Tengo que tomar todas las decisiones de la casa, como qué cenar. Incluso si no cocino, tengo que decidir ordenar la pizza. Sería bueno regresar a casa y ver que él ya tiene la pizza en el horno o por lo menos la haya ordenado y me esté esperando”.





Palabras dulces





 





Además de palabras de aliento y comprensión, las esposas musulmanas admiten que les encantaría escuchar palabras de amor y admiración. Por lo general, cuando están recién casados los esposos y las esposas hacen más cumplidos. “Te ves bien”. Tres pequeñas palabras, pero a veces significan más para una esposa que las famosas palabras “te amo”. Para las generaciones anteriores era difícil admitir la admiración de uno por el otro, pero en estos días y en esta época, eso es exactamente lo que algunas esposas quieren escuchar.





 





Una esposa no solo desea ser una Buena ama de casa o solo una buena madre o solo una buena cocinera. Ella también es una mujer y desea ser alagada por su esposo. “Me encanta cuando mi esposo me alaga cuando me visto para una fiesta. Eso le recuerda y me recuerda que aún se siente atraído por mí”, dice una esposa de California.





 





Otras esposas dijeron esto:





-          Me encantaría que mi esposo me dijera que me veo bonita cuando le pregunto “¿Cómo me veo?”.





-          Me gustaría que mi esposo pudiera decirme que me veo atractiva. Uso hiyab y el es realmente la única persona que me ve, por tanto es la única persona que puede decirme eso”.





 





Hablar en público





 





Hay algo sobre los hombres que alienta su machismo en público. Pero no hay nada de macho en un hombre que falta el respeto o deshonra a su esposa en público, aunque solo sea en broma. Algunas mujeres dicen que les gustaría si sus esposos dijeran cosas buenas de ellas en público. Parece haberse convertido en algo común entre los esposos jóvenes, cuando están con otras parejas, ridiculizar a sus esposas en público por diversión. Las esposas admiten que ellas también se ríen, pero sería bueno, de vez en cuando, que también digan algunas palabras amables sobre ellas.





-          “Puedo aguantar un chiste, pero todo el tiempo. Mi esposo y yo sabemos que no soy una gran cocinera, pero no siempre me quiero bromear sobre eso. Sería lindo que él me alagara en público. Pero dudo que eso cocurra. Costaría mucho para que él hiciera algo así en frente de sus amigos”.





Algunas esposas sentían que sería un signo de respeto si sus esposos pudieran decir algo bonito acerca de ellas en frente de sus amigos en común. “Contrariamente a los que los chicos piensan”, dijo una mujer, “elogiar a una mujer en público no te hace menos hombre. De hecho, te hace mucho más atractivo, especialmente para tu esposa”.





Así pues, parece que lo que quieren las mujeres no es en realidad tan difícil. Una palabra dulce aquí, un cumplido allá… Los esposos deberían tomar nota: las palabras tiernas pueden ahorrar muchos dólares y muchas decepciones. Ahora, les preguntamos a las esposas qué quieren escuchar de sus esposos. La clave no es solo lo que queremos escuchar, sino lo que decimos a nuestros esposos. ¿Cómo sabrán qué decir si no les decimos qué queremos escuchar?





Desde el surgimiento de los movimientos feministas a finales de los años 70, ha habido una lupa sobre el estatus de las mujeres musulmanas. Desafortunadamente, la lupa usada es una muy inusual.





Inusual en el sentido de que es muy selectiva con respecto a los elementos que amplifica, distorsiona otros al punto que ya no parecen familiares. Recuerdo una vez haber leído a profundidad un artículo sobre la vida de las mujeres musulmanas. Este artículo “explicaba” que en cualquier momento el hombre podía divorciar a su esposa simplemente al declarar: “Te divorcio, te divorcio, te divorcio”.





 





Este artículo podría llevar a cualquier persona que ignora las leyes islámicas sobre el divorcio, a creer que en menos de cinco segundos la mujer se queda sin esposo y es abandonada (posiblemente con sus hijos).





La pregunta que inmediatamente saltó a mi mente fue: “¿Será que el autor inocentemente escribió eso por sincera ignorancia, o fue otro de los muchos intentos de degradar la religión del Islam y a sus seguidores (los musulmanes)?” Puede ser por paranoia, pero me inclino a creer que fue por esto último.








La verdad del asunto es que el Islam tiene el más humano y más justo sistema de divorcio que existe. Primeramente, muchas opciones son tomadas y probadas antes de que sobrevenga la decisión del divorcio. Si el hombre y la mujer deciden que no pueden vivir más juntos como esposos, el esposo (en muchos casos, no siempre) declara el divorcio diciendo: “Yo te divorcio”. En este punto, el periodo de espera comienza.





 





El periodo de espera dura tres ciclos menstruales, para asegurarse que la esposa no esté embarazada. Este periodo permite a la pareja tener un tiempo para pensar acerca de lo que están haciendo y si esto es realmente lo que desean hacer. Ahí no hay ningún abogado involucrado para oponerse y empeorar la situación.





En el caso de que se den cuenta que la esposa está embarazada, el periodo de espera se extiende durante todo el tiempo que ella esté embarazada. Durante el periodo de espera (ya sea que la mujer esté o no embarazada) el hombre está obligado a proveer el alimento, ropa y refugio a la mujer, tal y como lo hacía antes de la declaración de divorcio.


  


Si la pareja lleva a cabo el divorcio al nacimiento del niño, y la mujer amamanta al bebé, el hombre está obligado a alimentar y vestir a su ex-esposa durante el tiempo que esta amamante al bebé (por un periodo máximo de dos años). Después de ser destetado, el niño debe ser sustentado por su padre hasta que ya no necesite más apoyo.





Es muy irónico que en una “sociedad avanzada” como la norteamericana (y la de muchos países latinoamericanos), existen casos de divorcio en los cuales las mujeres son forzadas a pagar la pensión alimenticia a sus ex-esposos. ¿A caso pueden estas, y muchas otras cosas que conocemos acerca del sistema norteamericano de divorcio, compararse con el sistema islámico de divorcio?








También he leído historias donde se sostiene que las mujeres son forzadas a casarse con hombres sin su consentimiento. Esto de ninguna manera se asemeja al sistema de matrimonio en el Islam. En el Islam la mujer se casa con el hombre que ella elije. Incluso, puede casarse con alguien a quien su madre o su padre rechazan.


 





El punto es que es la mujer quien toma la decisión final sobre con quién desea casarse. Una vez que el hombre y la mujer deciden que están interesados uno en el otro para casarse, se establece una dote. La dote no es el precio de la novia, sino que es un regalo del novio a la novia.








Ellos se ponen de acuerdo sobre el regalo, el cual debe ser accesible para el novio. En el tiempo del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, a menudo se daban cosas como ganado o dinero. Esta es una sabia decisión, ya que en caso de que la mujer se divorcie o quede viuda, ella tendrá este recurso económico al cual recurrir, incluso si es sólo por un periodo limitado de tiempo. Una vez el hombre y la mujer se casan, el hombre está obligado a vestirla, alimentarla, darle refugio y educación (o permitirle que se eduque), de la misma manera que lo hace para sí mismo.





La última imagen distorsionada que cubriré, es aquella sobre la vestimenta de la mujer musulmana. Los medios de comunicación influenciados por el Occidente, describen nuestra vestimenta como anticuada y opresora. No es necesario decir que difiero con estos adjetivos. Nuestro código de vestimenta no nos impide hacer cosas productivas en nuestras vidas.


  


Las mujeres musulmanas mantienen una variedad de trabajos, ninguno de los cuales se ve devaluado u obstaculizado debido a su código de vestimenta. Y en cuanto a la actualidad de la vestimenta de las mujeres musulmanas durante estos tiempos, esta forma de vestir parece ser más apropiada debido a la moral decadente en el mundo actual.





Para aquellos que dicen que la vestimenta islámica está pasada de moda, ellos hablan por una gran ignorancia. La decadente moral de estos tiempos, ha hecho de Al Hiyab incluso más que una necesidad. Más que nunca antes, los crímenes sexuales hoy en día están desenfrenados.


  


A pesar de que esta sociedad le dice a las mujeres que ellas pueden usar lo que deseen, cada vez que ocurre una violación la mujer es la única juzgada, y una de las primeras preguntas es: “¿Qué estabas vistiendo?” Este concepto parece ser un juego dirigido en contra de la llamada “mujer contemporánea”. También existe una correlación directa entre el respeto que un hombre tiene por una mujer y lo mucho que ella exhibe de su cuerpo ostentosamente.





En conclusión, espero que este artículo ayude a aclarar algunos de los aspectos distorsionados y malentendidos del Islam y las mujeres. Las mujeres en el Islam son respetadas y tenidas en alta estima. Nunca encontraremos el éxito o la solución para nuestros problemas, hasta que no nos demos cuenta de que Al-lah Sabe mejor y de que esta sociedad incrédula se arruinará a sí misma.



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