Sobre este tema se contradicen flagrantemente los estudiosos. Este trabajo trata de hacer una revisión crítica sobre las principales teorías que abordan la autoría del Corán; usando para ello argumentos lógicos, evidencia histórica, análisis textuales y datos científicos.
Probablemente el único punto de consenso acerca del Corán, es que éste fue recitado por primera vez por un hombre con el nombre de Muhammad, nacido en La Meca, una ciudad de Arabia, en el siglo séptimo después de Cristo.
En cuanto a las fuentes del Corán, los eruditos están divididos en tres grupos principales:
1Aquellos que creen que Muhammad fue el autor del Corán.
2.Aquellos que creen que Muhammad no fue el autor sino que le fue “inculcado” por alguien más o por varios otros autores.
3. Aquellos que creen que el Corán no tiene autor humano sino que es una revelación, palabra por palabra, de Al-lah.
Comenzaremos examinando los argumentos de los estudiosos que consideran a Muhammad el autor del Corán. Para apreciar su posición es importante tener en cuenta lo que este libro tiene que decir acerca de su origen; el Corán declara contundentemente:
{Éste es el Corán Sagrado...Y ciertamente es una revelación procedente del Señor del universo} [Corán 56: 77, 80]
Una afirmación similar aparece en muchos otros lugares[1]. Más aún, su forma de dirigirse al oyente da la impresión de que emana del Creador hacia la criatura. Todos los capítulos, excepto el número nueve, comienzan con las siguientes palabras:
En el nombre de Al-lah, El Clemente, El Misericordioso.
El discurso es en primera persona; y en numerosos puntos Al-lah Manda a Muhammad dirigirse a la gente, diciendo: ‘Dí (¨Qul¨ en árabe); de hecho, esta orden aparece más de 332 veces en el Corán[2]. Otros imperativos como: “Proclama”, “Recita”, “Glorifica a tu Señor”, “Póstrate”, han sido también usados[3] en este Libro. Aunque ya es una negación de cualquier autoría humana afirmar que es una revelación divina, el Corán también hace la declaración categórica que ningún ser humano o genio pudo haberlo producido:
{Diles: Si los hombres y los genios se unieran para hacer un Corán similar, no podrían lograrlo aunque se ayudaran mutuamente}. [Corán 17: 88][4]
Además de esta afirmación de la revelación divina, más la enfática negación de un origen humano, el Corán mismo proporciona el método que serviría para probar su falsedad y refutarlo:
{Si dudáis de lo que le hemos revelado a Nuestro siervo [Muhammad] traed una sura similar, y recurrid para ello a quienes tomáis por socorredores en lugar de Al-lah, si es que decís la verdad. Si no lo hacéis, y por cierto que no podréis hacerlo, guardaos del fuego que ha sido preparado para los infieles y cuyo combustible serán hombres y piedras}. [Corán 2: 23-24]
Y en respuesta a la acusación acerca de que Muhammad era el autor del Corán, se le mandó decir al Mensajero:
{Diles [¡Oh, Muhammad!]: No me es permitido modificarlo, sólo sigo lo que me ha sido revelado. Por cierto que temo que si desobedezco a mi Señor me azote el castigo de un día terrible}. [Corán 10: 15-16]
También se les dice a los que criticaban a Muhammad, que reflexionasen sobre el hecho de que él había vivido entre ellos por 40 años, sin haber mostrado ninguna señal de grandes conocimientos, ni siquiera alguna inclinación por la poesía. Él era de hecho analfabeto, entonces ¿cómo podrían explicar que ahora él recitaba el Corán, que es incomparable en sublimidad? El mismo Corán dirigiéndose a Muhammad Al-lah Dice (lo que se interpreta en español):
{Y tú no sabías leer ningún tipo de escritura, antes de que te fuera revelado [el Corán], ni tampoco trascribirla con tu diestra; porque de haber sido así hubieran podido sembrar dudas [acerca de ti] los que inventan mentira} [Corán 28: 48][5]
Aparte de estas citas, Muhammad declaró en muchas ocasiones que él no era el autor del Corán[6] y a pesar de esto, cierto número de eruditos está convencido de que él lo hizo, implicando con ello que Muhammad mintió deliberadamente cuando atribuyó el Corán a Al-lah. Estos eruditos han atribuido diferentes motivos para este aparente engaño:
Charles Hamilton, traductor de “La Hidaya: Un comentario sobre leyes islámicas” dice en el prefacio de su traducción:
“¿Quién fue el autor de esta extraordinaria combinación de declamación y preceptos? Esto deberá mantenerse siempre como una incertidumbre. Sobre este punto hubo mucha controversia, incluso desde los tiempos de los primeros oponentes de Muhammad y su misión; a pesar de esto, el hecho de que él fue el principal autor está fuera de duda, aunque es probable que haya recibido mucha asistencia de otros en su composición[7]”.
Hamilton acaba diciendo que Muhammad era un impostor; pero no indica ningún motivo en su teoría. La misma posición es adoptada por Richard Bell, quien escribe en el prefacio de su traducción “El Corán traducido con un reordenamiento crítico de las suras”, que Muhammad mismo escribió el Corán[8].
Por su parte, en su libro “Weber y el Islam: Un estudio crítico”, Bryan S. Turner dice que Max Weber consideraba a Muhammad como un oportunista y que sus seguidores estaban motivados solamente por las perspectivas de botín y ganancias económicas[9]. Según Weber, Muhammad se habría dado cuenta que apelar a la piedad y la rectitud moral no lo ayudaba a alcanzar sus ambiciones de poder político, gloria y ganancias económicas; por lo tanto movilizó guerreros para conseguir su objetivo.
Weber va más lejos aún al decir que el Profeta “más y más claramente” se daba cuenta que su posición dependía de la exitosa movilización de tropas, a quienes Weber identificó como los transportadores de la nueva religión.Hay varias ideas que resaltan del argumento de Weber: Habiendo fallado Muhammad en afianzarse dentro de La Meca, de las piadosas reuniones secretas pasó a apelar a los guerreros (los creyentes). Su mensaje monoteísta fue moldeado incisivamente, en términos de dinamismo militar, hacia una casta de guerreros y la doctrina social fue orientada casi totalmente a la meta de preparar psicológicamente a los creyentes para la batalla, a fin de mantener el mayor número de fieles disponibles en nombre de la fe. Tales guerreros no estarían motivados por pura devoción al carisma del Profeta sino por las perspectivas de tierra y poder. Por lo tanto, la guerra religiosa en
el Islam sería simplemente una empresa dirigida hacia la adquisición de extensos territorios, pues estaría orientada al interés feudal por la tierra[10].
Kenneth Cragg en “El llamado del Minarete”, argumenta que el texto coránico estaría probablemente basado en tradiciones orales, pero que Muhammad lo atribuyó a Al-lah porque quería salvar a su gente de la insensatez criminal de la idolatría. El Corán, según Cragg, es una expresión de la profunda observación de Muhammad sobre el mundo que le rodeaba:
“Tal fue el origen y el significado de la llamada de Muhammad, desarrollada en un ambiente “tosco” donde las conclusiones de una concienzuda observación de la escena contemporánea, se articularon en una llamada personal a la prédica y la amonestación en la ciudad[11]”.
Por su parte, Arthur J. Arberry en su prefacio de “El Corán interpretado”, sostiene una opinión parecida:
“La evidencia más bien nos muestra, que en todo lo que hizo y escribió Muhammad actuó por un deseo sincero de liberar a sus compatriotas de la estupidez de sus degradantes idolatrías, que estaba urgido por un intenso deseo de proclamar la gran verdad de la unicidad de la Deidad, la cual, había tomado total posesión de su propia alma, que el fin a ser alcanzado justificaba, en su mente, los medios que adoptó en la creación de sus suras, que el se sugestionó a sí mismo hasta alcanzar la creencia de que había recibido una llamada divina; que por fuerza de las circunstancias, por su éxito gradualmente alcanzado llegó a creerse el acreditado mensajero del cielo[12]. ”
Según M.M. Mulokozi fue el bien arraigado deseo de liberar a su tierra natal, Arabia, de la dominación imperialista, lo que llevó a Muhammad a adoptar la profecía como medio para unificar a su gente con el fin de combatir a los opresores:
“Políticamente, el Islam emergió de una situación colonial y de opresión. El movimiento islámico fue hasta cierto punto, un intento de parte de los árabes de liberarse de la opresión de esos tres poderes imperialistas. El rol del Islam sería, según lo dicho, el de fomentar un espíritu de nacionalismo entre los árabes y conducirlos a luchar contra sus opresores. El medio empleado para conseguir aquella unidad fue el de la profecía, un tema muy adecuado para las extensamente vigentes experiencias de siglos de antigüedad entre la gente del Medio Oriente[13]”.
La “Nueva Enciclopedia Católica¨ también sugiere que la llamada profética de Muhammad, fue tan sólo un medio para la unificación:
“Alrededor de los cuarenta años recibió su “llamada profética” para unir a los árabes bajo el monoteísmo[14]”.
Resumiendo, la atribución de una fuente divina al Corán por parte de Muhammad, habría sido motivada, según estos autores, por el beneficio económico, la búsqueda de poder, la reforma moral o la liberación política de su gente. Sin embargo, las mencionadas teorías presentan numerosos problemas en sus propias justificaciones; empezaremos con la teoría del beneficio personal.
[1] El Corán dice por ejemplo en 26:192-193: ¨ Este Corán es una revelación del Señor del universo. El Espíritu Leal [el Ángel Gabriel] descendió con él, y lo grabó en tu corazón [¡Oh, Muhammad!], para que seas uno de los Mensajeros [y adviertas con él a los hombres].¨. Otras referencias incluyen: 25:1, 3:3, 4:105, 16:44 y 15:9.
[2] Se discutirá el significado de este número después.
[3] Corán 15:49, 76: 24-26 y 18:27-28.
[4] Un desafío similar aparece en 2:23, 10:38 y 11:13.
[5] Su analfabetismo también se menciona en 7:158.
[6] El ejemplo más famoso es la historia de su primera revelación en la cueva de Hirá. Ver Muhammad Muhsin Khan. The translation of the meanings of Sahih-Al-Bujari. Arabe-inglés. Lahore. Kazi Publications. Vol. 1 hadiz número 3, páginas 2-4.
[7] Charles Hamilton. The Hidaya: Commentary on the Islamic Laws. Pág. 8
[8] Richard Bell. The Qurán: translated with a critical re-arrengement of the surahs. Pág. 8.
[9] Bryan S. Turner. Weber and Islam: A critical study. Pág. 23.
[10] Ibid Pág. 34.
[11] Kenneth Cragg. The Call of the Minaret. Pág. 76-77.
[12] Arthur J. Arberry. The Koran interpreted. Pág. 15.
[13] M.M. Mulokozi. Utenzi Wa Rosil’Ghul. Pág. 4.
[14] New Catholic Encyclopedia. Pág. 715.
EL DESEO DE PODER Y GLORIA
La teoría de que Muhammad estaría motivado por el deseo de poder y gloria es también difícil de sostener. Para empezar, Muhammad ha sido reconocido como uno de los líderes más exitosos de la historia humana. Un hombre con sus cualidades podría reclamar el liderazgo y asumir el poder sin necesidad de pretender ser profeta. De hecho, habría sido más fácil sin la profecía.
Segundo, el Corán declara muy explícitamente que nadie, incluyendo a Muhammad mismo, puede producir algo similar al Corán. Si él hubiera estado tras el poder y la gloria habría reclamado para sí la autoría del Corán, cuya belleza y sublimidad empequeñecieron a los demás libros.
Más aún; su carácter sugiere que no era un cazador de poder ni un buscador de gloria; el deseo de gloria normalmente encuentra su expresión en las residencias magnificentes, las ropas extravagantes, los vehículos lujosos, la adicción a los elogios exagerados, la servil zalamería y otras cosas similares. Muhammad, a su vez, era un ejemplo de humildad. A pesar de su dignidad social como profeta y sus pesadas responsabilidades como hombre de estado, Muhammad solía ayudar con las tareas domésticas. Él mismo remendaba sus vestimentas, reparaba sus zapatos y ordeñaba su cabra.
Hablaba y escuchaba pacientemente a cualquiera que se le acercase, tanto que el Corán nos cuenta que sus detractores se quejaban diciendo:
{…y dicen: ¡Es todo oídos![1]} [Corán 9: 61]
En cierta época, los musulmanes solían ponerse de pie cuando querían saludarlo como señal de respeto, pero él se los prohibió diciendo: “No os pongáis de pie tal como lo hacen los persas honrándose unos a otros[2]”. Otros ejemplos de su humildad incluyen los citados por Gamal Badawi, quien escribe:
“En una ocasión se encontraba viajando con algunos de sus discípulos y estos se prepararon para cocinar dividiéndose el trabajo entre ellos. Muhammad quiso encargarse de recoger algo de leña; sus discípulos le dijeron que ellos lo podían hacer por él. Muhammad les respondió: “Yo sé que podríais hacerlo por mí, pero odio tener algún privilegio sobre vosotros”. En una ocasión un extraño se presentó ante él casi temblando de respeto; Muhammad le pidió que se acercase más y con una compasiva palmada en el hombro le dijo: “Tranquilízate hermano, yo soy tan sólo el hijo de una mujer que solía comer pan seco[3]”.
También fue transmitido, que en una ocasión algunas personas se presentaron ante el Profeta y se dirigieron a él con las siguientes palabras:
“¡Oh mensajero de Allah! ¡El mejor de nosotros e hijo del mejor de nosotros! ¡Nuestro líder e hijo de nuestro líder!”.
Su respuesta fue:
“¡Oh gentes! Decid lo que dijisteis (es decir, mensajero de Allah) antes, o parte de ello, y no dejéis que Satán os engañe. Yo soy Muhammad, un siervo de Allah y Su mensajero. No me gusta que me elevéis por encima de la posición que Allah, El Más Poderoso y Glorioso, me ha otorgado[4]”.
La muerte del hijo más querido de Muhammad, Ibrahim, coincidió con un eclipse y la gente lo consideró como un milagro de Dios, que los cielos y la tierra estaban lamentándose por la muerte de Ibrahim. Muhammad se disgustó mucho con ellos y dijo:
“El sol y la luna son maravillas de entre las maravillas de Dios. No se eclipsan por la muerte o el nacimiento de ningún ser humano[5]”.
La inmensa magnitud de su humildad se puede apreciar en la forma en la cual ejercía su autoridad. Sus seguidores estaban siempre preparados para obedecerle, sin embargo, siempre insistía que la obediencia debía ser dirigida a Dios y no a él personalmente. Hizo una clara distinción entre las revelaciones que recibía de Dios y otras áreas a merced del juicio humano. Muhammad consultaba sobre los asuntos que caían en la última categoría y respetaba la opinión de los demás. En la batalla de Badr, por ejemplo, el consejo de Habib bin Múndhir fue aceptado por el Profeta aún contra su propia decisión[6].
De la misma manera, en la batalla de Uhud, el plan inicial de Muhammad era el de no salir de la ciudad y resistir el sitio dentro de sus propias defensas. Él consultó si debían luchar fuera o no[7], ya que la mayoría estaba en contra de permanecer detrás de los muros de la ciudad y él aceptó la decisión de la mayoría. En la batalla del foso aceptó la propuesta emitida por Salmán de cavar un foso alrededor de la ciudad de Medina[8].
Muhammad prohibió hacer de su tumba un lugar de adoración diciendo: “No hagáis de mi tumba un lugar de celebraciones.” Y oró a su Señor: “Oh Señor mío; no dejes que mi tumba se convierta en un ídolo a ser adorado”, y advirtió categóricamente a los musulmanes que no le glorificaran exageradamente: “No me glorifiquéis de la misma manera que los cristianos glorifican a Jesús, hijo de María, más bien decid: El (Muhammad) es un siervo de Allah y Su mensajero[9]”.
Hasta el Corán advierte a las personas que no exageren al honrarse unos a otros[10].
[1] Para más detalles sobre su simplicidad ver Ismail Kashmiri. Prophet of Islam: Muhammad and some of his traditions. El Cairo, Consejo Superior de Asuntos Islámicos. Pág. 16-17. Ver el Corán 9:61. (O cualquier biografía de Muhammad.)
[2] Yusuf Al-Qaradawi. The Lawful and the Prohibited in Islam. Pág. 103. Sin mencionar la práctica de pararse y aplaudir mientras gritan el nombre de la persona importante.
[3] Gamal A. Badawi. Op. cit. Pág. 9-10.
[4] Yusuf Al-Qaradawi. Op. cit. Pág. 103. En la colección de hadices hecha por Albujarí se reporta que el Profeta un día pasó cerca de un grupo de muchachas que estaban reunidas cantando por alguna razón. Una de ellas compuso un poema que decía: “Entre nosotros hay un profeta que sabe lo que pasará en el futuro”; el Profeta reprendió a la muchacha diciéndole: “no digas eso de mí, haz cualquier otro poema”.
[5] Hafiz G. Sarwar. Op. cit. Pág. 337.
[6] Para más detalles ver el capítulo XLII del libro de Martin Lings. Op. cit, en particular la Pág.143.
[7] Martin Lings. Op. cit. Pág. 174. Ver también el libro de Hafiz G. Sarwar. Op. cit. Pág. 2.
[8] Ibíd. Pág. 217. Él estaba de hecho cumpliendo con el mandamiento coránico de que los musulmanes deben consultarse mutuamente al realizar sus asuntos. Ver Corán 42:38.
[9] Ambos Hadices fueron mencionados en el libro de Yususf Al-Qaradawi. Op. cit. Pág. 103.
[10] Corán 53:32.
EL DESEO DE PODER Y GLORIA
Hay muchas otras razones que complican la teoría de que Muhammad escribió el Corán para satisfacer sus “ambiciones de poder” y sus “aspiraciones megalómanas”, entre ellas tenemos:
PRIMERO: Muhammad hubiera naturalmente omitido del Corán aquellos versos que pudiesen perjudicar sus ambiciones; pero no lo hizo así. ¿Por qué debe ser él el autor de un libro que le ordenaba declarar a la gente que él no tenía ningún poder, que no tenía conocimiento de lo oculto y que si él hubiese tenido tal poder hubiera multiplicado sus bienes y ningún perjuicio le hubiera tocado?[1], o ¿Por qué debe ser él el autor de un libro que le ordenaba decir que ‘no había venido con una doctrina nueva’ y que “él ni siquiera esperaba que tal libro le fuera revelado” y que ‘debía por tanto anunciar a la gente que él es tan sólo un ser humano’ como cualquier otro?[2]. Si el “deseo de poder” hubiera motivado a Muhammad a componer intencionalmente el Corán; entonces se hace muy difícil explicar la existencia de los anteriores versos en este libro.
SEGUNDO: La reacción de Muhammad después de recibir la primera revelación, indica que él no tenía ninguna aspiración secreta de poder. Después de sus experiencias en la cueva de Hirá él se apresuró en llegar donde estaba su esposa lleno de miedo y temblando como si tuviese fiebre y pidió que lo cubriera con una manta. Después de que el miedo había pasado, él le relató todo lo acontecido y dijo: “¡Jadiya! ¿Qué es lo que me sucede[3]?”.
Si la revelación hubiera sido parte de su plan secreto para conseguir el poder, Muhammad no habría tenido nada que temer, y aunque no hubiera planeado la revelación sino que simplemente albergaba un intenso deseo de ser profeta, sus primeras experiencias con la revelación hubieran llenado su corazón con felicidad, pues finalmente estaría consiguiendo lo que siempre deseó. La evidencia disponible nos muestra que la revelación no fue planeada ni esperada, lo tomó por sorpresa. Sobre esto dice el Corán:
{Tú no esperabas recibir ninguna revelación, pero por misericordia, tu Señor te reveló el Corán… [4]}.
TERCERO: En numerosas ocasiones recibió la revelación en presencia de sus compañeros y éstos notaban claros cambios en su semblante; aún en un día muy frío solía sudar mucho y sus extremidades solían ponerse muy tensas. Si Muhammad hubiese sido un buscador de poder que simplemente utilizó el Corán para proyectar su ego, habría tratado de aparentar tranquilidad y un completo dominio de sus facultades. El mostrar nerviosismo en público es normalmente considerado como una debilidad. Aún en los momentos más críticos de su carrera, los líderes políticos se toman grandes molestias para aparentar calma o, al menos, proyectar esa imagen.
CUARTO: Durante el más difícil periodo de la vida profética de Muhammad, el de la tortura, la persecución y el sufrimiento, se le hizo una tentadora oferta por parte de los jefes de La Meca. Muhammad debería poner fin a lo que ellos consideraban división de la gente y renunciar a su pretensión de que había un solo Dios Universal. Fue Utbah bin Rabi’a quien presentó la propuesta a Muhammad en los siguientes términos:
“Hijo de mi hermano... tú eres, como sabes, un noble de la tribu y tu linaje te ha asegurado un lugar de honor. Ahora bien... has traído sobre tu gente un asunto de gran consternación, el cual ha enfrentado a la comunidad unos contra otros; y has declarado que su estilo de vida es estúpido, has hablado vergonzosamente de sus dioses y de su adoración, y has llamado a sus antepasados incrédulos. Escucha pues lo que te propongo y ve si te parece aceptable: Si es riqueza lo que buscas; juntaremos entre nosotros una fortuna para ti de entre nuestros muchos bienes, para que seas el más rico de nosotros. Si es honor lo que buscas, te haremos nuestro soberano y no tomaremos ninguna decisión sin tu consentimiento. Y si lo que quieres es ser rey, te haremos nuestro rey. Y si no puedes deshacerte por ti mismo del espíritu que se te apareció, buscaremos alguien que te cure y gastaremos nuestra fortuna hasta que se complete tu cura[5]”.
Es interesante notar que de la anterior propuesta, se hace claro que los Curaishíes (la tribu de Muhammad) habían especulado también sobre todos los motivos que los estudiosos modernos están imputando a Muhammad. En respuesta a esta proposición Muhammad recitó los versos entre las aleyas uno y 38 de la sura 41, que le habían sido recientemente reveladas. He aquí los primeros cuatro versos y los últimos dos de la recitación:
{Ha. Mim. Ésta es la revelación del Clemente, Misericordioso. Es un Libro cuyos preceptos fueron detallados precisamente; [fue revelado] el Corán en idioma árabe para que lo entiendan, que albricia [a los creyentes que serán recompensados] y advierte [del castigo a los pecadores]; pero la mayoría de los hombres se apartó [de la guía], y no quieren oír. Entre Sus signos están la noche y el día, el sol y la luna; si realmente es a Él a Quien adoráis entonces no adoréis al sol ni a la luna prosternándote ante ellos, sino adorad y prosternaos ante Al-lah [solamente] pues es Quien os ha creado. Pero si se ensoberbecen [rechazan adorar a Al-lah] sabed que los [Ángeles] que están próximos a su Señor Le glorifican por la noche y el día, y no se cansan de ello}. [Corán 41: 1-4 y 37-38]
Utbah quedó convencido de que Muhammad era un profeta de Dios. Sus amigos paganos le ridiculizaron por haber sido “embrujado” con la recitación de Muhammad. El punto aquí es que si Muhammad “compuso el Corán para conseguir riquezas y poder”...no pudo haber recibido una mejor oferta... ¿Por qué la rechazó?
[1] Ibid 7:188.
[2] Ibid 46:9, 28:86, 6:50 y 18:110.
[3] El relato de la primera revelación a Muhammad aparece en casi todas sus biografías. Ver por ejemplo en el libro de Martin Lings. Op. cit. Capítulo XV, Pág. 43-44; o el de H. Sarwar. Op. cit. Pág.65-67.
[4] Corán 28:86.
[5] En Martin Lings. Op. cit. Pág. 60-61 y en el libro de Hafiz Sarwar. Op. cit. Pág. 91. Cuando Curaish lo amenazó anteriormente con persecución o muerte si no renunciaba a su nueva fe, la respuesta de Muhammad a su tío Abu Taleb fue: “¡Oh tío mío! Por Dios que si ellos me pusieran el sol en mi diestra y la luna a mi izquierda para que renuncie a mi tarea, no lo haría. Continuaré hasta donde Dios me ayude o moriré en el intento”. Ver el libro de H. Sarwar. Op. cit. Pág. 88.
UNIDAD Y LIBERACIÓN DE LOS ARABES
La teoría de que Muhammad habría escrito el Corán para unir y liberar a los árabes es muy difícil de sostener por las siguientes razones:
PRIMERO: De ser este el caso, el Corán debería haber enfatizado más sobre el tema de la unidad y liberación de los árabes; es más, no hay un sólo verso en el Corán llamando a la unidad o la liberación de la nación árabe. Si asumimos que Muhammad era el autor del Corán, entonces debemos reconocer que su motivo no era el de unir a los árabes o, por lo menos, que este motivo no se refleja en el Corán.
SEGUNDO: El concepto coránico de la Ummah (Nación) es ideológico y es contrario a cualquier manifestación de tendencias nacionalistas. Este concepto está basado en la separación entre la Verdad (Al Haqq) y la Falsedad (Al Batil)[1]. Cualquiera que acepte esta diferenciación es miembro de la Ummah sin importar su nación, raza, color o lazos sanguíneos. En la práctica esto a veces significa el distanciamiento entre padres e hijos[2]. Fue por causa de la marcada división, que esta ideología causó en la nación árabe que Utbah bin Rabí’a presentara a Muhammad la propuesta mencionada en el capítulo anterior[3]. La unidad que prevaleció en Arabia después del triunfo del Islam era puramente ideológica y este tipo de unidad es fuertemente alentada por el Corán[4].
TERCERO: Si la unidad de los árabes era el motivo más fuerte para hacer el Corán, Muhammad hubiera aceptado de buena gana la oferta de ser el rey de Arabia, y habría usado su poder e influencia para construir una Arabia unida.
CUARTO: Hay algunos versos en el Corán que evidentemente contradicen la teoría del nacionalismo árabe como motivo de Muhammad para escribir el Corán. En una aleya del Corán dice:
{Y cuando los Ángeles dijeron: ¡Oh, María! Al-lah te ha elegido y purificado. Te ha elegido entre todas las mujeres del universo} [Corán 3:42]
El verso anterior se refiere a María la madre de Jesús, {Te ha escogido entre todas las mujeres del universo} ¡Tal honor nunca le fue dado a María, ni siquiera en La Biblia cristiana![5]. Muhammad era un árabe que inicialmente se dirigía a otros árabes. Sin importarle que les agradara o no les dijo, en el más sublime lenguaje del Corán, que María, la madre de Jesús, - una judía israelita - fue escogida por sobre todas las mujeres de todas las naciones, y ¡no su madre ni ninguna otra mujer árabe! ¿Por qué honraría Muhammad, que “quería fomentar el nacionalismo árabe”, con tan nobles títulos a una mujer de entre sus opositores, en vez de predicar la superioridad de la nación árabe? ¿Por qué a una judía que pertenecía a una raza hostil que desprecia a los árabes considerándolos una raza inferior?
Otra prueba que la teoría de la unidad de los árabes en el Corán es incapaz de explicar satisfactoriamente, se encuentra en el siguiente verso:
{¡Oh, hijos de Israel! Recordad las mercedes con las que os agracié y cómo os distinguí entre vuestros contemporáneos} [Corán 2:47]
Con esta prueba vemos que es inconcebible, por ejemplo, que un recalcitrante extremista negro deba recurrir a alabar a los blancos para avivar el orgullo de la gente negra por su raza.
[1] Para más detalles en la información, ver el artículo de Sayed M. Sayed. Concepto del Estado Islámico y la Ummah. En “Islamic Training Program Manual”, Dubai: MYM de Sudáfrica, 1981, Pág. 5-7. En español ver Los derechos del hombre en el Islam, Centro Islámico Boliviano, Santa Cruz, 1990 y Abdel Karim Zidan. El individuo y el estado en el Islam, I.I.F.S.O., Stuttgart, Ernst Klett Printers, 1984. (Traducción de Ahmed K. Helmi), Pág. 14.
[2] El Corán afirma que la hermandad de la fe es más importante que los lazos familiares. Ver por ejemplo 9:23, 11:45-46, 2:124 y 66:10-11.
[3] Su preocupación se agravó cuando el tío del Profeta, Hamza, aceptó el Islam. Ver Martin Lings. Op. cit. Pág. 60-61.
[4] Ver por ejemplo Corán 61:4 y 3:103.
[5] Ahmad Deedat. Cristo en el Islam. Pág. 8.