{El ha creado los cielos y la tierra en verdad. El enrolla (envuelve) la noche en el día, y envuelve el día en la noche} [Corán 39:5].
Las palabras utilizadas en el Corán para describir el universo son realmente notables. El término árabe que se traduce aquí como “enrollar” (o “envolver”) es takwir. En español significa “hacer que una cosa sea envuelta por otra, plegándola como si fuera una tela extendida” (Por ejemplo, en los diccionarios árabes, esta palabra es utilizada para la acción de enrollar una cosa alrededor de otra, en la forma en que se arma un turbante).
La descripción que da el versículo sobre el día y la noche envolviéndose mutuamente implica una información precisa sobre la forma del mundo. Esto sólo puede ser verdad si la tierra es esférica. Lo cual significa que en el Corán, revelado en el siglo VII, la esfericidad de la tierra se encontraba ya insinuada.
Es preciso no olvidar que la comprensión que en esa época se tenía de la astronomía concebía al mundo de manera diferente. Se pensaba al mundo como una superficie plana y todos los cálculos y explicaciones científicas se basaban en esta convicción. No así el Corán, que siendo la Palabra de Al-lah, utiliza términos más precisos cuando se ocupa de describir el universo. Comunicó así estos hechos, que recién se convalidaron en siglos recientes, hace más de 1400 años.
El techo protegido
Allah llama nuestra atención en el Corán sobre un importante atributo del cielo:
{Hemos hecho del cielo un techo protegido, pero no obstante ellos se desvían de Nuestros Signos.} [Corán 21:32]
Esta propiedad del cielo ha sido descubierta por la ciencia en el siglo XX. La atmósfera que rodea la tierra cumple funciones importantes en la conservación de la vida. Al destruir por la fricción muchos meteoros, grandes y pequeños, que se aproximan a la tierra, impide que estos lleguen al suelo y dañen a los seres vivientes.
Además, la atmósfera filtra las radiaciones provenientes del espacio exterior que son perjudiciales para los seres vivos. La característica más sorprendente de la atmósfera es que sólo permite que pasen a través de ella radiaciones inocuas y útiles, como la luz visible, la radiación ultravioleta de baja longitud de onda y las ondas de radio. Toda esta radiación es vital para la vida. La radiación ultravioleta de baja longitud de onda, que la atmósfera deja entrar solo parcialmente, es muy importante para la fotosíntesis de las plantas y para la supervivencia de todos los seres vivos. La mayoría de la radiación ultravioleta intensa emitida por el sol es filtrada por la capa de ozono de la atmósfera, y sólo una parte limitada —y esencial— de su espectro alcanza la tierra.
La función protectora de la atmósfera no termina allí. Protege también a la tierra del intenso frío del espacio exterior, que alcanza los -270° C. Y no sólo la atmósfera protege la tierra de efectos dañinos. Aparte de ella el cinturón de Van Allen, una capa originada por el campo magnético de la tierra, sirve también como escudo contra la radiación perjudicial que amenaza nuestro planeta. Esta radiación, emitida por sol y otras estrellas, es mortal para los seres vivos. Si el cinturón de Van Allen no existiera, los masivos estallidos de energía llamados erupciones solares, que ocurren frecuentemente en el sol, destruirían toda la vida en la tierra.
El Dr. Hugh Ross ha dicho sobre la importancia de los cinturones de Van Allen en nuestras vidas: “De hecho la tierra tiene mayor densidad que cualquiera de los planetas del sistema solar. Su gran núcleo de hierro-níquel es la causa de nuestro gran campo magnético. Este campo magnético produce el escudo de radiación de Van Allen que protege a la tierra del bombardeo de radiación. Si este escudo no estuviera presente, la vida en la Tierra no sería posible. El único planeta rocoso —aparte de la Tierra— que tiene un campo magnético similar es Mercurio, pero la fuerza de su campo es 100 veces inferior al de la Tierra. Incluso Venus, planeta hermano de la Tierra, carece de campo magnético. El escudo de radiación de Van Allen es un diseño único para la tierra”[1] .
La energía liberada solamente por una de estas erupciones solares detectada en años recientes fue calculada como equivalente a la explosión de 100 mil millones de bombas atómicas como la arrojada sobre Hiroshima. Cincuenta y ocho horas después de la erupción se pudo observar que las agujas de las brújulas realizaban movimientos inusuales y que la temperatura a 250 km por encima de la atmósfera se elevaba a 2500° C.
En resumen: hay un sistema perfecto funcionando a gran altura encima de la Tierra, rodea a nuestro mundo y lo protege de amenazas externas. Y hace ya muchos siglos Al-lah nos informó en el Corán de que la atmósfera del mundo funcionaba como un escudo protector.
El cielo que retorna
En el Corán el versículo 11 de la Sura Al-Târiq [86] se refiere a la función “reflectora” del cielo:
{¡Por el cielo y sus sistemas cíclicos [ray‘i]!} [Corán 86:11]
La palabra interpretada como “cíclico” [ray‘i] en las traducciones del Corán tiene también los significados de “devolver” y “retornar”.
Como es sabido la atmósfera que rodea la tierra está compuesta de muchas capas. Cada capa cumple un rol fundamental en beneficio de la vida. Las investigaciones han revelado que estas capas tienen la función de retornar los materiales o radiaciones a que están expuestas, sea al espacio exterior o de vuelta a la tierra, actuando como una “pantalla”. Veamos ahora algunos pocos ejemplos de esta función “reflectora” de las capas que circundan la Tierra.
La troposfera, ubicada en la zona que va de los 13 a los 15 km. por encima del suelo, permite que el vapor de agua que se eleva de la superficie de la tierra se condense y retorne en forma de lluvia.
La capa de ozono, ubicada en la parte inferior de la estratosfera a una altitud de unos 25 km., refleja la radiación nociva y la luz ultravioleta proveniente del espacio devolviéndola hacia el vacío exterior.
La ionosfera, refleja las señales de radio provenientes de la tierra, devolviéndolas hacia el suelo desde gran altura, exactamente como lo haría un satélite de comunicaciones estacionario, y de esta forma hace posibles la comunicación inalámbrica y las emisiones de radio y televisión a grandes distancias.
La magnetosfera rechaza hacia el espacio exterior los rayos cósmicos y la radiación nociva emitida por el Sol y otras estrellas antes de que alcancen la superficie de la Tierra.
Esta propiedad de las capas de la atmósfera, que sólo se ha descubierto en años recientes, fue anunciada hace siglos por el Corán, demostrando de nuevo que es la Palabra de Al-lah.
Dr. Hugh Ross, Big Bang Refined by Fire, 1998. Reasons To Believe (Razones para creer), Pasadena, California. http://www.jps.net/bygrace/index.html