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Gracias al Islam, la fe y la esperanza llenaron mi corazón…





 





Mi nombre es Karen F. Sáfadez, estudiante de Medicina, de Santa Cruz, Bolivia,  aquel pequeño país que es el corazón de Sudamérica y en donde el Islam se abre camino y gana un lugar en el corazón de todos aquellos que van en busca de ayuda, o que van en busca de una guía, de una luz que pueda iluminar el futuro de sus vidas que a veces parece no tener sentido o propósito, aquellos que buscan algo más, que sienten que la vida no es un ciclo cerrado de nacimiento, madurez y muerte, sino que tenemos un fin que va más allá de todo eso, que nos eleva y nos trae paz, llena nuestro corazón de fe, amor y entendimiento, y nos llena de fuerza y decisión para enfrentar los problemas, las tristezas o las decepciones con una plegaria en nuestros labios y amor para perdonar a todos aquellos que nos lastimaron .





 





Es así que encontré el Islam o mejor dicho el Islam me encontró a mi, la familia de mi padre es católica, mi padre en particular tiene su forma de ver las cosas, desde muy pequeño ha estado ligado a la vida militar, es una persona inflexible en sus decisiones y en su vida.





 





Mi madre, por otro lado, es hija única y las raíces de su familia son de origen árabe, ella se casó muy joven, a los 15 años, eran tiempos difíciles e hizo lo mejor que pudo para sobrevivir todo lo que fue pasando en su vida y criar al mismo tiempo a 6 hijos; se apegó a la religión católica por ser lo que en ese momento la rodeaba, y gracias a ella Dios jamás estuvo fuera de nuestros pensamientos y actos.





 





Por mi parte, siempre estudie en colegios católicos para mujeres y luego en internados evangélicos, y de todo esto surge la pregunta: ¿Quién dice la verdad?





 





Pase algún tiempo investigando sobre las diferentes religiones y creencias, sobre la vida y nuestro propósito en ella, para entonces tenia 18 años, y la única certeza que tenia era que existía un Dios, pero no lograba encontrar un camino hacia Él, todo era confuso y nada se acercaba siquiera a lo que imaginaba que debería ser una forma verdadera, sencilla y lógica de conducir mi vida con la esperanza de que algún día podría estar en Su presencia.





 





Un día, al hablar con mi madre y preguntarle por mis abuelos y sobre qué era lo que ellos creían, cómo fueron sus vidas y demás, pues encontré unas palabras que antes no había procurado entender: árabe, “musulmán”… Justo allí, en ese momento, mi corazón se llenó de inquietud y de preguntas, empecé a buscar y encontré la dirección de una Mezquita en mi ciudad, al entrar allí y recibir un calido saludo y cruzar un par de palabras con el Imam, supe que ya no tenía que buscar más, pues cada palabra que escuché puso orden a todo aquello que estaba inconcluso, mi corazón y mi mente aceptaron el ISLAM como guía antes de que mis labios pronunciaran mi Testimonio de Fe. Ese día, mi vida acababa de comenzar, encontré las fuerzas para seguir adelante a pesar de tantos problemas y dificultades, la respuesta estaba allí frente a mí, dándome la oportunidad de una nueva vida.





 





Hasta el día de hoy sigo aprendiendo y tratando de recuperar a los familiares que he perdido a causa de mi fe y mi forma de vida, y por otro lado, pues parte de mi familia que respeta mi decisión ha encontrado en mí un modelo a seguir y, gracias al Islam, la oportunidad de mejorar sus vidas y la de sus hijos.  





 





Hoy tengo el honor y la alegría de compartir mi testimonio y de decir que soy MUSULMANA.



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