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Habíamos establecido con anterioridad, cuando tratábamos el tema de los límites de la razón humana





que existen un sinnúmero de razones que comprueban que el hombre necesita de la guía divina para conocer asuntos que por sí solo jamás lograría entender ni alcanzar, y que esta guía es la encargada de establecer las leyes que necesita para organizar su vida, en lo concerniente a lo personal, familiar, social, político, económico, ético y moral.





No se puede negar que la razón humana tiene un potencial increíble para analizar y lograr comprender cómo es que funcionan las cosas a su rededor; sin embargo, su entendimiento es general y limitado, por lo que no se le puede cargar a ella sola la responsabilidad de designar qué es lo que más le conviene al hombre, pues sus límites llevarían a que favorezca a algunos en detrimento de muchos, sino la gran mayoría, como lo vemos en el mundo actual, donde los sistemas creados por el ser humano han provocado injusticia, aunque la idea principal, a la hora en que fueron legislados, era la igualdad y la justicia.





Al-lah es el Omnisciente y el Todopoderoso, fue Él Quien creó al ser humano y todo cuanto existe. Sólo Él sabe cómo es que funciona la creación y qué es lo que más les conviene a sus amadas criaturas. Por ello es que ha revelado Su mensaje y guía, para enseñarle al hombre lo que no sabe, dice Al-lah, Glorificado y Exaltado sea (lo que se interpreta en español): {Enseñó [la escritura] con el cálamo. Y le enseñó al hombre lo que no sabía.} [Corán 96:4-5]





Al-lah, Exaltado sea, dentro de Su infinita misericordia decretó que el castigo y la recompensa en la otra vida se merece y logra sólo después de que el ser humano es conocedor del mensaje que Él encomendó a sus Mensajeros, la paz de Al-lah sea con todos ellos, divulgar y enseñar. Dijo (lo que se interpreta en español): {No hemos castigado a ningún pueblo sin antes haberles enviado un Mensajero} [Corán 17:15]; y dijo (lo que se interpreta en español): {Si hubiéramos decretado destruirlos con un castigo antes de la llegada de Nuestro Mensajero, hubieran dicho: ¡Oh, Señor nuestro! Si nos hubieras enviado un Mensajero habríamos seguido Tu Mensaje antes de ser humillados [con el castigo] y desdichados para siempre} [Corán 20:134]; y dijo (lo que se interpreta en español): {Tu Señor no destruye ninguna población sin antes enviar un Mensajero a su ciudad principal para que les trasmita Sus preceptos; y sólo hacemos sucumbir una población cuando éstos son inicuos.} [Corán 28:59]





Por lo tanto, de la misma manera en que el castigo depende del conocimiento dado por Al-lah a Sus criaturas por medio de la guía que Él envió con Sus Mensajeros, tenemos que los asuntos generales y particulares de la vida también están estrechamente relacionados a este mensaje, y que no son dejados al antojo o el interés de la persona por saber, conocer y entender.





Al-lah, Glorificado sea, no tiene ejemplo y no se puede compara con nada, Él está por encima de todo; pero para que entendamos mejor la idea, un programador o el inventor de un aparato, es la persona más indicada para elaborar una guía de funcionamiento del producto, para que los demás sepan cómo es que funciona. Si alguien hace algo diferente a lo establecido en ese manual, sin lugar a duda que el aparato no va a funcionar como debería o se va a echar a perder. Al-lah, al ser el Creador del ser humano y de todo cuanto existe, sabe qué es lo mejor para sus criaturas y cuál es la mejor forma para que estas saquen provecho de su entorno. Por lo tanto, la revelación se hace algo esencial y vital en nuestras vidas, sin la cual no sabemos cómo vivir, es como el aire que necesitamos para vivir, o el agua y la comida. La revelación no es solamente un medio que Al-lah nos da para aprender de ella la creencia y la adoración, es algo tan vital como el alimento y como los rayos del sol.





El ser humano que sigue la guía de Al-lah, la cual fue, llamémoslo así, condensada en el último mensaje que reveló al sello de todos los Profetas, Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, alcanzará una vida plena en este mundo, y la misericordia, el perdón y la salvación en el más allá.


 





Alabado sea Al-lah, Señor del universo, y que Su paz y Sus bendiciones sean sobre quien envió como misericordia y guía para toda la humanidad, el Profeta Muhammad, con sus familiares, con todos sus discípulos y con todos aquellos que siguieron sus pasos con bien hasta el Día del Juicio Final.





La fe en el Islam no es simplemente un sentimiento que se tiene en el corazón o unas palabras que se dicen y nada más. Los Ulama (sabios, expertos, eruditos) de la ‘Aquidah (teología, creencia) expresan que la creencia en nuestra religión es la fe que se tiene en el corazón, la cual es expresada con las palabras que se pronuncia y los actos que se realizan. Dice Al-lah, Glorificado sea, (lo que se interpreta en español): {Y albricia [¡oh, Muhammad!] a los creyentes que obran correctamente que tendrán como recompensa jardines por donde corren los ríos} [Corán 2:25]; y (lo que se interpreta en español): {Por cierto que el Clemente hará que quienes hayan creído y obrado rectamente sean queridos por los hombres.} [Corán 19:96], entre tantas otras referencias del mismo Corán y la Sunnah del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam.





La fe en Islam es un conjunto comprendido por estos tres componentes; si uno de ellos falta, sea cual sea, la fe ya no es válida. Por esta razón no es válido lo que algunos alegan cuando dicen que creen en Dios y que su fe está bien firme en el corazón y que las acciones no valen. Otros presumen que actuar es la base de todo y que no importa lo que se crea, incluso para ellos no es importante si se cree o no en Al-lah.





Por otra parte, en el Islam la fe no es estática, sino que se incrementa y disminuye dependiendo de las acciones que la persona haga o deje de hacer. Uno de los principios establecidos respecto a la creencia en la religión es que la fe aumenta con la realización de obras de bien, tanto las obligatorias como las voluntarias, y que disminuye cuando se dejan de cumplir con los deberes y se cometen pecados. Al respecto encontramos en el Corán que Al-lah, Exaltado sea, dijo (lo que se interpreta en español): {Ciertamente los creyentes, cuando les es mencionado el nombre de Al-lah, sus corazones se estremecen, y cuando les son leídos Sus preceptos reflexionan acrecentándoseles la fe, y siempre se encomiendan a su Señor} [Corán 8:2]; y dijo también (lo que se interpreta en español): {Y cuando una sura es revelada, hay entre ellos [los hipócritas] quienes dicen: ¿A quién puede [esta sura] incrementarle su fe? Sabed que a los verdaderos creyentes les aumenta la fe, y se alegran con ello. En cambio, a aquellos cuyos corazones están enfermos [de hipocresía], ésta les aumenta sus dudas, y morirán en la incredulidad.} [Corán 9:124-125]





Hay otro punto que es vital que se entienda y se aplique, al igual que los anteriores que ya mencionamos. Se trata de la forma de creer o, dicho en otras palabras: ¿Qué creer, cómo creer y qué clase de obras son consideradas como actos de bien? No basta con que una persona presuma que cree en Al-lah a su manera y que obra el bien de dicho y acción. Es necesario que su creencia sea la correcta y verdadera, y que sus acciones sean realmente obras de bien. Para que sepamos qué es lo que hay que creer, cómo creer y qué obras son las que hay que hacer, debemos seguir el Corán y la Sunnah según el entendimiento y explicación de los Salaf (predecesores justos y piadosos). Por lo tanto, otra fuente diferente al Corán y la Sunnah de donde se tome la creencia, la forma de adoración y el comportamiento, y/u otro tipo de entendimiento diferente al que nos trasmitieron los Salaf del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y de sus Sahabah, es incompatible con el Islam.





La firmeza en la fe es la que le permite a la persona alcanzar la plenitud en esta vida. Esto es posible porque la creencia verdadera genera en el ser la conciencia de la presencia de Al-lah en todo momento. Esta conciencia lleva al creyente a realizar obras de bien y a confiar enteramente en Al-lah.





Todo lo que mencionamos con anterioridad fue lo que llevó al Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y a sus Sahabah a soportar todas las dificultades que les impusieron sus detractores, y a salir victoriosos en todas las situaciones que afrontaron.





 





 El ser humano, desde el inicio de su existencia, ha elevado a la razón al nivel de Al-lah. Algunos incluso la han colocado por encima del Creador de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos, en especial en épocas donde el desarrollo tecnológico o el poderío político, económico y militar está en sus manos. Su vanidad es tal que se piensa divino, creyendo falsamente que lo que ha logrado es gracias a sus propios méritos y medios, y que es capaz de hacer todo lo que se proponga.





Es por esto, que el hombre ha dejado de lado los mandatos y leyes de Al-lah, Glorificado sea, y se ha dado a la tarea de crear sus propias leyes, basándose en sus caprichos y los arranques de su razón. Así, ha iniciado una lucha en contra de la religión en nombre de la “liberación” de la razón y la “libertad” de pensamiento, llegando a formar sus propias leyes, mismas que le son dictadas por su limitada y pequeña razón.





El Islam NO rechaza el uso de la razón y la lógica, pero sí establece que estas tienen límites y deben ser usadas adecuadamente. No exagera en elevarla a un puesto que no le corresponde ni la adora como si fuera un dios, pero tampoco la desprecia y rechaza. Para el Islam, la razón es la que nos diferencia de los animales, cuando la usamos para lo que fue creada, para reconocer lo que nos beneficia y perjudica, y actuar en nuestras vidas bajo estas bases. El buen uso de la razón nos lleva a una premisa que hace parte de nuestra propia naturaleza, esta es que el ser humano, por medio del uso único y exclusivo de su razón, no puede dictaminar las leyes que rigen su vida como individuo, miembro de una familia y una sociedad, sino que necesita de la guía divina que se encuentra en la revelación de Al-lah a Sus Profetas, la paz de Al-lah sea con todos ellos. Además, comprendemos y aceptamos que hay muchas cosas a las que nuestro entendimiento y conocimiento no puede llegar sino por medio del Mensaje de Al-lah, como lo relacionado a la creencia en Él, es decir, qué creer y cómo creer, o la creencia en el más allá (los ángeles, lo genios, el Paraíso, el Infierno, etc.).





Siguiendo este mismo orden de ideas, nos encontramos con que la razón humana generaliza en los conceptos y no los particulariza. Tenemos que un determinado comportamiento es justo y bueno y que otro no, pero se encuentra frente a una serie de situaciones en las que es incapaz de establecer un juicio correcto sobre lo que es justo y bueno y lo que no lo es. Además, el criterio del ser humano frete a lo bueno, lo justo y lo que debe hacer se ve afectado por la situación en la que se encuentre, sus necesidades, sus intereses y, como dijimos, sus deseos y pasiones. Al respecto el Shaij del Islam, Ibn Taimiah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “Los Mensajero y Profetas de Al-lah fueron enviados para aclarar los asuntos que la razón humana no puede comprender ni alcanzar por sí sola. En el mensaje que Al-lah les reveló no existe nada que contradiga el sano juicio y la razón”. [Tomado de Mayymu’ Al Fatawa]





Se debe reconocer también que la diferencia de pensamiento que existe entre la gente influye en la concepción que cada uno tiene sobre la vida, el comportamiento, los valores, etc.; por lo que hay cosas que para algunos son buenas mientras que para otros no lo son. Es por esta razón que nos encontramos con que la gente no logra ponerse de acuerdo en varios asuntos que son vitales para el individuo, la familia y la sociedad, pues cada uno quiere imponer su posición y teoría personal. Y no podemos olvidarnos que muchos de los razonamientos que realizamos se ven fuertemente influenciados por factores externos, como el ambiente en el que nos desenvolvemos o las ideas que creemos como correctas.





La razón es una de las grandes bendiciones que Al-lah ha concedido al ser humano, para que por medio de esta Lo reconozca, crea en Él, Lo adore, aproveche todos los recursos que ha puesto a su disposición en la tierra, entienda cómo funcionan las cosas a su alrededor y encuentre medios que le ayuden a mejorar su estilo de vida.



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