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Este artículo es un extracto traducido del libro del Sheikh Muhammad Al-Ghazali: «Renew Your Life». Está traducido y adaptado por Haya Muhammad Eid y editado por Emily Katharine Richardson.





 





El sentimiento de que nada en este universo puede escaparse del alcance de Dios derrama paz y tranquilidad en el corazón del creyente.





No importa cuán problemáticas sean las circunstancias o cuán oscura sea la situación, permanecen bajo la Voluntad de Dios:





{La voluntad de Dios prevalece, pero la mayoría de la gente no lo sabe} (Yusuf 12: 21)





Esta es la confianza que un musulmán deposita en su Señor después de haber hecho lo que debe hacer.





El musulmán confía en Dios y se siente cómodo con lo que traerá el futuro después de completar el trabajo, la planificación y las precauciones necesarias que Dios le confió.





No tiene sentido sentir estrés y ansiedad sobre aspectos de la vida que están más allá de nuestra voluntad. Quizás uno lamenta las omisiones y se culpa a sí mismo por el descuido, pero se desentiende del destino que se le escapa de las manos para no dar lugar al arrepentimiento o la culpa, y, en consecuencia, no hay estrés ni duda.





Con tal confianza, la vida es enfrentada con certeza y coraje. Sin ellas, las almas están vacías de Dios, y los eventos son vistos como olas que van y vienen, en las que algunos se ahogan y otros sobreviven. Viven controlados por los caprichos de sus corazones y plagados de dudas.





La creencia en la predestinación imbuye al alma con valentía para enfrentar los desafíos de hoy y de mañana y le da a los sucesos de la vida una nueva identidad que se aborda con satisfacción general en lugar de ansiedad. Tal creencia nos hace enfrentar, mientras sonreímos, las pérdidas, lo cual es el significado de las palabras de Dios:





{Diles [¡oh, Muhammad!]: «Solo nos sucede lo que Dios decretó para nosotros. Él es nuestro Protector, y a Dios se encomiendan los creyentes». Diles [a los hipócritas]: «Sepan que solo puede sucedernos una de dos cosas buenas, en cambio a ustedes, o bien Dios les enviará un castigo o hará que nosotros los derrotemos…»} (At-Tawbah 9: 51-2)





Todos los resultados son buenos para los creyentes; ya sea ganar la batalla o morir en el intento, lo cual es incluso superior, ya que les trae la recompensa segura y eterna de Dios.





Para las personas sin religión, ya sea que ganen o sean derrotados, el castigo ciertamente los alcanzará tarde o temprano:





{…en cambio a ustedes, o bien Dios les enviará un castigo o hará que nosotros los derrotemos. Aguarden su destino, que nosotros aguardamos el nuestro».} (At-Tawbah 9: 52)





La separación de Dios, mediante la desconfianza en Él y en Su bondad, hace que una persona sea pesimista. Las almas no encontrarán descanso hasta que estén llenas de fe pura en Dios, sumisión a Él, satisfacción con lo que Él ha ordenado y aceptación de lo peor que podría suceder como Su Decreto del cual no hay escapatoria, según las instrucciones del Profeta:





«Ningún siervo de Dios realmente creerá hasta que crea en la predestinación, lo bueno y lo malo de la misma, y hasta que se dé cuenta de que lo que le sucedió jamás lo evitaría y que lo que no le sucedió no le sucedería jamás». (At-Tirmidhi)





Tener esta creencia libera a uno del estrés y el dolor, y alivia de pesadas cargas y ansiedades. Por lo tanto, el Profeta dijo:





«De la felicidad del hijo de Adán es su aceptación de lo que Dios ha decretado para él, y de la miseria del hijo de Adán es su rechazo de lo que Dios ha decretado para él». (At-Tirmidhi)





Sin embargo, debe enfatizarse que la sumisión y la resignación comienzan cuando las circunstancias están más allá del control y fuera del dominio de la libre elección.





Al observar los giros moderados del destino, que están más allá de nuestro libre albedrío, y discernir la obra de Dios en los resultados, ya sean dulces o amargos, nuestras emociones se regulan y evitan que se vuelvan intensas o exageradas.





Esta moderación es característica de las personas sabias y experimentadas, que son templadas en su alegría y tristeza, y sus reacciones generales, encontrando lo que es agradable o desagradable con sentimientos tranquilos. Esta es la esencia de las palabras de Dios:





{No sucede ninguna desgracia en la Tierra, ni a ustedes los azota adversidad alguna sin que esté registrada en un libro antes de que suceda. Eso es fácil para Dios. No se depriman por lo que pierdan y no se regocijen con arrogancia por lo que se les ha concedido} (Al-Hadid 57: 22-3)





El objetivo no es prevenir las sensaciones naturales de dolor o placer; más bien, es restricción de una emoción abrumadora, ya sea una alegría excesiva cuyo éxtasis puede distraer de lo que es correcto o una pena excesiva cuya agonía puede aplastar la voluntad.





Dale Carnegie dijo en Como Suprimir las Preocupaciones y Disfrutar la Vida:





“Nadie que vive tiene suficiente emoción y vigor para luchar contra lo inevitable y, al mismo tiempo, lo suficiente como para crear una nueva vida. Escoge uno o lo otro. ¡Puedes doblarte con las inevitables tormentas de aguanieve de la vida, o puedes resistir y romperte!»





Un discernimiento inquebrantable de la obra de Dios en todos los acontecimientos, como fruto de la creencia en la predestinación, evita que las emociones fluctúen alto y bajo, y las hace moderadas y controladas frente a las aflicciones.





“La analogía de un creyente es la de una planta tierna fresca; desde cualquier dirección que viene el viento, se dobla. Pero cuando el viento cede, se pone de pie nuevamente; tal es un creyente cuando padece calamidades, mientras que el impío es como un pino que se mantiene rígido y recto, hasta que Allah lo rompe cuando quiere”. (Al-Bukhari)





 





Fuente: About Islam



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