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En su conocido libro, Al-Hikam (Palabras de Sabiduría), el sheikh Ahmad Ibn `Ataa’illah As-Sakandari dice:





“Una señal de éxito en el final es recurrir a Dios en el principio. Si no hay amanecer al principio, no hay amanecer al final”.





Un siervo que viaja a Dios, que está pasando por pruebas difíciles y se dirige a horizontes de paz y tranquilidad, siempre piensa en nuevas buenas acciones que lo hagan avanzar en su viaje.





Esta palabra de sabiduría nos enseña aquí otra ley universal: perfeccionar la base y el inicio de cualquier proyecto nuevo, casi garantiza los resultados deseados al final.





En palabras de Ibn Ataa, si hay un amanecer al principio, seguramente habrá un amanecer al final. Pero la pregunta es: ¿cómo puedo hacer que el sol salga y brille al principio? La respuesta, según IbnAtaa, es recurrir a Dios. Pero, ¿cómo podría uno recurrir a Dios al comienzo de cualquier trabajo?





El Profeta Muhammad le enseñó a la humanidad algo único, que es cómo comenzar cada acción diaria con una forma de mencionar a Dios que se adapte a esa acción. El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo:





Toda acción que no haya sido comenzada con una invocación a Dios no es bendecida“. (Al-Bayhaqi)





Por lo tanto, tenemos que comenzar cada acción en nombre de Dios. Si estás dando un discurso, debes comenzar enviando paz y bendiciones al Profeta y alabando a Dios Todopoderoso.





Si estás comenzando un acto de adoración, debes comenzar con un recuerdo de intención pura. No tienes que comenzar tus oraciones «mencionando» que tienes la intención de rezar, pero es la tradición del Profeta comenzar su oración con esta súplica:





Vuelvo mi rostro en completa devoción a El Único, El Originador de los cielos y la tierra y no soy de los idólatras“.





Y cuando emprendes grandes tareas, debes realizar dos rakaat (unidades de oración) de istikharah (oración por el mejor curso de acción). Todas estas cosas son maneras de dirigirse a Dios en los comienzos. Istikharah es una forma de súplica que recitas cuando tienes que elegir entre dos acciones. El profeta Muhammad nos enseñó la siguiente súplica:





Oh Allah, busco Tu ayuda para encontrar el mejor curso de acción en este asunto invocando Tu conocimiento; Te pido Tu permiso y te suplico Tu favor. Solo Tú tienes el poder absoluto, mientras que yo no tengo poder. Y Tú lo sabes todo, mientras que yo no. Tú eres quien conoce los misterios ocultos.





Oh Allah, si sabes que esto en lo que me estoy embarcando [aquí mencionas tu caso] es bueno para mí en mi fe, vida mundana y mi destino final, entonces facilítalo para mí y luego bendíceme en mi acción.





Si, por otro lado, sabes que esto es perjudicial para mí en mi fe, vida mundana y destino final, aléjalo de mí y aléjame de ello, y decreta lo que es bueno para mí, donde sea que pueda estar y conténtame con ello.





El propósito de esta súplica es mostrar que te entregas de todo corazón a Dios y confías solo en Él. Buscar la ayuda de Dios es una especie de «recurrir a Dios en los comienzos», como Ibn `Ataa nos pidió que hiciéramos. Por lo tanto, es una señal de éxito al final, sin importar cuál sea este final, de acuerdo con nuestros cálculos humanos de ganancia o pérdida. Lo importante es que te dirijas a Dios al principio para que los resultados estén a tu favor al final.





Por ejemplo, si estás haciendo un negocio e intentas obtener algunos beneficios, existe la posibilidad de que pierdas tu inversión. Pero si rezas istikharah y pierdes, piensa profundamente al respecto, es posible que descubras que has perdido algunas inversiones ahora, pero luego, grandes ganancias seguirán en un negocio diferente en el futuro, para el cual aprendiste de las lecciones de tu pérdida actual.





También es posible que Dios te haya hecho perder para que reconsideres muchas cosas, personas y planes en tu vida, para descubrir por qué estabas perdiendo. Puedes continuar perdiendo, pero ganas un amigo cercano que te ayudó durante el momento de tus problemas. Por lo tanto, tu verdadero éxito al final es obtener ganancias en otro aspecto, reconsiderar tus planes o incluso ganar un amigo.





{Dios conoce [todo] pero ustedes no} (Al-Baqarah 2:216)





Los estándares humanos de éxito y fracaso generalmente se basan en cálculos o cifras financieras, o en algún tipo de logros «estadísticos». Sin embargo, estos cálculos, a la vista de Dios y en la realidad, no significan nada. Lo que realmente importa es la complacencia de Dios en esta vida y en la otra. Entonces, si te diriges a Dios al principio, el final brillará y Dios estará complacido contigo, sin importar cuáles sean los cálculos materiales.





Esta regla se aplica a todo. Por ejemplo, el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo que una de las siete personas a las que Dios protegería con Su sombra en el Día en que no habrá sombra sino la de Él es «un joven que creció con la adoración de Dios» (Al-Bujari y Muslim). Este joven o mujer perfeccionó los comienzos en su vida, por lo tanto, Dios le otorgó éxito al final y lo protegió bajo Su sombra.





También habrá un amanecer al principio cuando uno se abstiene de cometer actos pecaminosos y busca establecer la justicia a través de todos los asuntos que maneja. Por el contrario, si uno comete actos prohibidos al principio, seguramente el final será un estado de fracaso.





{Dios no permite que prosperen las obras de los que siembran la corrupción} (Yunus 10: 81)





Esto se debe a que hacer las cosas que Dios no permite resulta en un fracaso y borra las bendiciones.





Ruego a Dios que nos conceda un final feliz y bueno de nuestra vida. También le pido a Dios que nos ayude a recurrir a Él en cada principio para que tengamos éxito en cada final.





En su conocido libro, Al-Hikam (Palabras de Sabiduría), el sheikh Ahmad Ibn `Ataa’illah As-Sakandari dice:





Tu obediencia no lo beneficia (a Dios), y tus pecados no lo perjudican. Él te ordenó esto y te prohibió aquello solo por tu beneficio.





Es un hecho que Allah Todopoderoso no se beneficia de la obediencia de nadie, ya que Él es el Más rico y el Más Misericordioso.





Los pecados de nadie lo lastiman, ni siquiera los pecados de todas las personas juntas, porque Él es digno más allá de cualquier daño de cualquier persona debido a Su Gloria inalcanzable.





Él ordenó la obediencia y prohibió el pecado por razones que solo traen al hombre beneficios y ganancias ilimitados. Uno siempre debe estar agradecido por esta bendición y siempre tenerla en cuenta.





Las leyes enviadas por Allah Todopoderoso sobre Sus siervos y adoradores fueron y siguen siendo el mejor medio para garantizar una buena vida, como se describe en el Corán (An-Nahl 16: 97).





Estas leyes regulan la relación del individuo con su propio yo, sus compañeros musulmanes y la sociedad humana.





En cuanto al Legislador mismo, Allah Todopoderoso, Él era, todavía es, y no necesitará nada de Su creación. Es un invento eso de que el Creador necesita lo que ha creado u originado; más bien, lo contrario es lo que puede entenderse y digerirse como racional y lógico.





Allah Todopoderoso dice en Su siempre Glorioso Corán lo que puede significar,





{No he creado a los yinnes y a los seres humanos sino para que Me adoren. No pretendo de ellos ningún sustento ni quiero que Me alimenten, ya que Dios es el Sustentador, el Fuerte, el Firme} (Adh-Dhariyat 51: 56-58)





Allah el Todopoderoso originó el universo y lo subyugó al servicio del hombre de una manera que está orientado a cuidar su existencia, intereses y necesidades. Si le doy rienda suelta a mi bolígrafo, necesitaría escribir volúmenes y volúmenes sobre los detalles de la creación y ni él, ni yo ni nadie más podremos contar o calcular las maravillas de la Creación de Dios en el universo visto; entonces, ¿qué hay de los universos y mundos invisibles?





A todo lo que se encuentra en el corazón de la tierra y a todo lo que crece en ella se le ha designado satisfacer las necesidades y deseos del hombre. Del mismo modo, el espacio y los cielos y lo que hay allí están diseñados para ayudar al hombre a organizar su tiempo y estaciones de una manera que pueda ayudarlo; sin los cuales puede perderse en ciertas circunstancias, como cuando está en el desierto o en el mar. En resumen, Allah Todopoderoso hizo de todo este universo un servidor sincero del hombre; actuando como el hombre puede exigir, necesitar o incluso desear.





Del mismo modo, Allah Todopoderoso envió al hombre un sistema de legislación que regula su relación con todo el universo que creó y subyugó para que el hombre alivie su vida en la tierra. A través de ese sistema legislativo, a uno se le muestra cómo tratar consigo mismo, con sus semejantes y con el universo entero; es Allah quien nos ordena, en lugar de aconsejarnos, seguir ese sistema para nuestro propio bien y beneficio.





Por lo tanto, debemos entender que las órdenes y prohibiciones de Allah no son más que un regalo de Él para nosotros; a través del cual podemos alcanzar la felicidad y la prosperidad tanto en esta vida presente como en el más allá.





El Siempre Glorioso Corán nos explica que Allah Todopoderoso no quiere, a través de estas legislaciones, que pasemos por dificultades o sufrimientos; más bien, Él quiere que obtengamos toda la bondad y bienestar tanto como podamos, dependiendo de nuestra obediencia a Él y la excelencia en el cumplimiento de Sus Órdenes. Él dice en Su Siempre Glorioso Corán lo que puede significar,





{…Hoy les he perfeccionado su forma de adoración, he completado Mi gracia sobre ustedes y he dispuesto que el Islam sea su religión.} (Al-Ma’idah 5: 3),





{Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le concederé una vida buena y le multiplicaré la recompensa de sus buenas obras.} (An-Nahl 16: 97),





{…Dios desea facilitarles las cosas y no dificultárselas; alaben y agradezcan a Dios por haberlos guiado.} (Al-Baqarah 2: 185), y





{…Él los eligió [para que sigan Su religión] y no les prescribió nada que no puedan cumplir.} (Al-Hajj 22: 78)





En consecuencia, Allah Todopoderoso nos reveló el credo (‘aqidah) para ayudarnos a saber algo acerca de Su Ser Divino y para asegurarnos de que todo está en Sus Manos y que Él es el Único que puede beneficiar o perjudicar a cualquiera.





En cuanto a los Actos de Adoración (ibadat</em>), los necesitamos ya que son el alimento necesario para fortalecer el <em>aqidah dentro del ser, la mente y el corazón y llegar al nivel de certeza (yaqin) a través de él.





Le pedimos a Allah Todopoderoso que nos otorgue un grado de certeza que no implique el menor signo de duda o sospecha. ¡Amén!





Ahora, resumamos la Palabra de Sabiduría anterior de Ibn ‘Ata’illah de la siguiente manera: Tu obediencia no beneficia a Allah y tu desobediencia no Le hace daño. Él solo te ordenó que hicieras esto y te prohibió hacer aquello para tu propio beneficio; ¡tienes que estar cien por ciento seguro de esto!





Finalmente, vivamos por unos minutos con el largo y hermoso hadiz Qudsi narrado bajo la autoridad de Abu Dharr al-Ghifari (que Allah esté complacido con él) de parte del Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) mientras él relata de su Señor (que sea glorificado) lo siguiente:





Oh mis siervos, me he prohibido la injusticia para Mí mismo y la he prohibido entre ustedes, así que no se agravien entre sí. 





Oh mis siervos, todos ustedes están descarriados, excepto aquellos a quienes he guiado, así que busquen Mi guía y Yo los guiaré. 





Oh mis siervos, todos ustedes tienen hambre, excepto aquellos a quienes he alimentado, así que búsquenme y Yo los alimentaré. 





Oh mis siervos, todos ustedes están desnudos excepto aquellos que Yo he vestido, así que pídanme ropa y Yo los vestiré. 





Oh siervos, ustedes pecan de noche y de día, y Yo perdono todos los pecados, así que busquen Mi perdón y Yo los perdonaré. 





Oh Mis siervos, no lograrán dañarme por más que quieran dañarme, y no lograrán beneficiarme por más que quieran beneficiarme.





Oh, Mis siervos, aunque fueran el primero y el último de ustedes, los humanos y los genios, tan piadosos como el corazón más piadoso de cualquier hombre, eso no aumentaría a Mi reino en nada. 





Oh, Mis siervos, aunque fueran el primero y el último de ustedes, los humanos y los genios, tan malvados como el corazón más malvado de cualquier hombre, eso no disminuiría a Mi reino en nada. 





Oh Mis siervos, aunque fueran el primero y el último de ustedes, los humanos y los genios, a levantarse y hacerme una petición, y si Yo les diera a todos lo que cada uno pidiera, eso no disminuiría lo que tengo. 





Oh, mis siervos, no es sino por sus obras que calculo por ustedes y luego los recompenso, así que el que encuentre el bien que alabe a Dios y que el que no lo encuentre que no culpe a nadie más que a sí mismo” (Muslim, at-Tirmidhi y Ibn Majah)



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