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En el Islam, teniendo en cuenta el bienestar del ‘otro’ en lugar de solo el de ‘uno mismo’ es una virtud tan arraigada en la religión que es evidente incluso para los no musulmanes.  La abogada británica, humanista y defensora de los derechos civiles, Clive Stafford-Smith, que no es musulmana, afirmó: “Lo que me gusta del Islam es el enfoque en el grupo, que se opone al enfoque individualista de Occidente.”[1]





Los individuos que componen cualquier sociedad están ligados a lazos sociales.  El más fuerte de todos los lazos sociales es el de la familia.  Y mientras puede ser justificablemente discutido que la unidad familiar básica es el fundamento de cualquier sociedad humana, esto es una verdad innegable para los musulmanes.  De hecho, el enorme estatus que el Islam le da al sistema familiar es lo que mayormente atrae a muchos de los que se convierten al Islam, particularmente a las mujeres.





“Con leyes para casi todos los aspectos de la vida, el Islam representa una orden basada en la fe que las mujeres pueden ver como crucial al crear familias sanas, y al corregir el daño hecho por el popular humanismo secular de los últimos treinta años y mas, dicen varios expertos.  Además, las mujeres de familias destruidas pueden verse especialmente atraídas a la religión por el valor que se le da a la familia, dice Marcia Hermansen, norteamericana, profesora de Estudios Islámicos en la Universidad de Loyola en Chicago y recientemente convertida al Islam.”[2]





En ningún lado es más frecuente esta moda de las personas que abrazan el Islam, que valoran los valores de la familia tradicional que en las Comunidades Latinas de Norte América.  Como lo menciona un musulmán de Florida: “He visto un gran incremento en la cantidad de latinos que se convierten al Islam.  Pienso que la cultura latina en si es muy rica en términos de valores familiares, y eso es algo muy prominente en la religión del Islam.”





Entonces, ¿Cuáles son los valores particulares o rasgos del estilo de vida de las familias islámicas que encuentran tan atractivos?





En un evento islámico de la Universidad de Columbia, Hernán Guadalupe, un ecuatoriano: “… las similitudes culturales y valores familiares inherentes a los latinos y los musulmanes.  Típicamente, los hogares latinos tienen estrechos y devotos lazos, y los niños son criados en un ambiente estricto, rasgos similares a los de los hogares musulmanes.”[3]





En un reciente informe realizado por un periódico, se destacó como: “Los valores familiares juegan un rol integral en la formación de la comunidad musulmana.  Gracias a esos valores familiares, existen muchas otras normas consistentes en la comunidad latina y el Islam; por ejemplo, el respeto a los mayores, la vida en matrimonio y la crianza de los niños, existen algunas tradiciones latinas comunes a las del Islam.”[4]





Algunos americanos convertidos también han hablado acerca de la experiencia en la vida real, y algunos de estos se han recolectado en un libro por la madre de un convertido; Daughters of Another Path by Carol L.  Anway.  (Hijas de otro Camino).  Una mujer, citada en el libro[5],  habló acerca del cambio en las actitudes hacia el matrimonio y la vida familiar después de la conversión al Islam.  "Mientras mas me involucraba en la religión fui convirtiéndome en una personas mas pura y tranquila.  Me volví mas disciplinada.  Antes de ser musulmana no tenía intenciones de casarme, sin embargo rápidamente me convertí en una esposa y luego en madre.  El Islam provee un marco que me ha permitido expresar mi creencia, dignidad, bondad y amor, que ya tenía dentro mío.  También me ha llevado a la felicidad a través del matrimonio y el nacimiento de dos hijos.  Antes del Islam no tenia deseos de tener mi propia familia ya que odiaba la idea de tener hijos.”





Otra mujer habla de la aceptación de la familia extensa en el mismo libro.   “Nos conocimos en el aeropuerto con muchos de sus familiares, y fue un momento muy conmovedor que nunca olvidaré.  Mama (su suegra) es como un ángel… he pasado mucho tiempo llorando, por lo que veo aquí.  El sistema familiar es único con una cercanía que no se puede expresar con palabras.”[6]





En el apéndice C del libro, una americana convertida de 35 años, en este momento 14 años siendo musulmana, escribió acerca de la familia de su esposo y los valores relacionados a sus valores como americana.   “He conocido a todos los miembros de la familia inmediata de mi marido y a algunos miembros de su inmensa familia lejana.  He aprendido mucho de mis parientes políticos.  Poseen una manera grandiosa de educar a sus niños, una manera que engendra respeto por lo demás y a la vez un gran amor propio.  Es interesante ver como un niño orientado y una cultura orientada a la religión operan en conjunto.  Mis parientes políticos, en virtud del contraste con la cultura americana, han apreciado ciertos elementos de la identidad de mi cultura americana...  he visto que el Islam es verdaderamente correcto al decir que la moderación es el camino correcto.”[7]





De las citas mencionadas de un intelectual no musulmán, otras de convertidos y periodistas, y otras de mujeres americanas que han abrazado el Islam, podemos ver que los valores familiares en el Islam son una de sus mayores atracciones.  Estos valores provienen de Dios y Su orientación, a través del Corán y el ejemplo de las enseñanzas de Su Mensajero, Muhammad, que Dios lo alabe, quien indica la unidad familiar como uno de los sostenes de la religión y del estilo de vida musulmán.  La importancia de formar una familia es subrayada por lo que el Profeta dijo:





“Cuando una persona contrae matrimonio, ha completado la mitad de su religión.”[8] (al-Baihaqi)





Los dos artículos que continúan con este tema discuten la familia a la luz del Corán y las enseñanzas Proféticas.  Podemos apreciar los beneficios de la familia en el Islam al explorar brevemente acerca de la vida matrimonial, el respeto hacia los padres y los ancianos, y la crianza de los niños.





El Matrimonio





“Y entre Sus signos está haber creado cónyuges de entre vosotros para que encontréis sosiego, y dispuso entre vosotros amor y misericordia.  Por cierto que en ello hay signos para quienes reflexionan.” (Corán 30:21)





El matrimonio es la institución humana más antigua.  El matrimonio comenzó a existir con la creación del primer hombre y la primera mujer: Adán y Eva.  Todos los profetas desde entonces fueron enviados como ejemplos para sus comunidades, y cada Profeta, desde el primero hasta el último, mantuvieron la institución del matrimonio como la expresión divinamente aprobada de la compañía heterosexual[1].  Hoy en día, todavía se considera correcto y adecuado introducir a la pareja como: "mi esposa" o "mi esposo" en lugar de: "mi amante" o "mi pareja".  Ya que es a través del matrimonio que las mujeres y los hombres satisfacen sus deseos de manera legal, sus necesidades de amor, compañía, intimidad, y demás.





“…Ellas son vuestra vestimenta y vosotros la suya...” (Corán 2:187)





A través del transcurso del tiempo, algunos grupos han sostenido creencias extremas acerca del sexo opuesto y la sexualidad.  Las mujeres, particularmente, eran consideradas demonios por muchos hombres religiosos, y por eso el contacto con ellas tenía que ser mínimo.  De este modo, se inventó el monacato con su eterna abstención y celibato, por aquellos que querían lo que reconocían  como una alternativa piadosa al matrimonio y una vida mas devota. 





 “Después de ellos enviamos a Nuestros Mensajeros.  A Jesús, hijo de María, le revelamos el Evangelio, e infundimos en los corazones de quienes le siguieron la compasión y la misericordia.  Ellos establecieron el monacato sin que se lo hubiéramos prescripto, sólo por deseo de satisfacer a Allah, pero aún así no lo observaron como pretendían.  A quienes de ellos hayan creído sinceramente les recompensaremos, pero muchos fueron corruptos.” (Corán 57:27)





La única familia conocida de los monjes (cristianos, budistas, u otros) serían sus compañeros monjes en el monasterio o templo.  En el caso del cristianismo, no sólo los hombres, sino también las mujeres, podían figurar entre los piadosos al convertirse en monjas, o “novias de Cristo”.  Esta situación antinatural muy a menudo ha llevado a numerosos vicios sociales, como el abuso de niños, la homosexualidad y las relaciones sexuales ilegítimas que ocurren entre los que se encuentran en el claustro - los cuales son considerados pecados criminales.  Aquellos musulmanes desviados que han seguido las prácticas no islámicas de abstención y aislamiento, quienes han afirmado haber tomado un camino más piadoso hacia Dios que los Profetas mismos, han sucumbido de modo similar en estos vicios y en grado igualmente escandaloso.





El Profeta Muhammad a lo largo de su vida dejó en claro sus sentimientos acerca de la sugerencia de que el matrimonio podría ser un obstáculo para el acercamiento a Dios.  En una oportunidad llegó un hombre en busca del Profeta para jurarle que no se relacionaría con las mujeres, es decir, que nunca se casaría.  El Profeta le respondió severamente:





“Por Allah!  ¡Soy yo el más temeroso de Dios entre ustedes!  ¡Y sin embargo...  Estoy casado!  Quien no cumpla con mi sunnah (inspirándose en mi ejemplo) no es de los míos (es decir, no es un verdadero creyente).”





“Di: Si verdaderamente amáis a Allah ¡Seguidme! Y Allah os amará y os perdonará los pecados.  Allah es Absolvedor, Misericordioso.” (Corán 3:31)





En realidad, lejos de ver al matrimonio como algo malo para nuestra fe, los musulmanes incluyen al matrimonio como una parte integral de su devoción religiosa.  Como ya se ha mencionado con anterioridad, el Profeta Muhammad afirmó explícitamente que el matrimonio es la mitad de la vida religiosa.  En otras palabras, es probable que la mitad de las virtudes islámicas, como la fidelidad, la castidad, la generosidad, la paciencia, la ternura, el esfuerzo, la docilidad, el amor, la empatía, la compasión, la solidaridad, el aprendizaje, las enseñanzas, la confianza, el coraje, la piedad, la abstención, el perdón, etc., encuentren su expresión natural en la vida matrimonial.  De este modo, en el Islam, la consciencia de Dios y el buen carácter suponen ser el criterio principal de quien busca su futuro cónyuge.  El Profeta Muhammad dijo:





“Una mujer es desposada por (alguno de) cuatro motivos: su riqueza, su estatus, su belleza y su devoción religiosa.  Os aconsejo elegir por la devoción religiosa, para que prosperéis.” (Sahih Al-Bujari)





Sin lugar a dudas, el malestar y la decadencia social que prevalece en muchas partes del mundo también se puede encontrar en el mundo musulmán.  Sin embargo, la promiscuidad, la fornicación y el adulterio todavía son rotundamente condenados en las sociedades islámicas.  De hecho, los musulmanes todavía reconocen y son conscientes de la gran destructividad de las relaciones pre-maritales y extra-matrimoniales en la comunidad.  De hecho, el Corán deja en claro que la mera acusación de indecencia lleva consigo severas consecuencias para esta vida y a la próxima. 





“Y a quienes difamen a mujeres decentes [acusándolas de fornicadoras o adúlteras] y no presenten cuatro testigos de ello, aplicadles ochenta azotes y nunca más aceptéis su testimonio.  Ellos son los descarriados.” (Corán 24:4)





“Quienes difamen a las mujeres honestas, inocentes y creyentes serán maldecidos en esta vida y en la otra, y sufrirán un gran castigo.” (Corán 24:23)





Irónicamente, cuando son tal vez las mujeres solteras quienes sufren las consecuencias de las relaciones promiscuas, algunas de las voces más radicales del movimiento feminista han buscado la abolición de la institución del matrimonio.  Sheila Cronin del movimiento, NOW, hablando de la intermitente perspectiva de un sector feminista cuyo lema es la falla del tradicional matrimonio occidental para garantizar la seguridad de la mujer, la protección de las enfermedades de transmisión sexual, y muchos otros problemas y abusos, opinó: “debido a que el matrimonio constituye la esclavitud de la mujer, queda claro que el movimiento feminista debe concentrarse en atacar esta institución.  La libertad de la mujer no puede ganarse sin la abolición del matrimonio”. 





El matrimonio en el Islam, sin embargo, o en cambio, el matrimonio de acuerdo al Islam, es en si un vehículo para asegurar la libertad de la mujer.  No existe un mejor ejemplo de un matrimonio islámico perfecto que el del Profeta Muhammad, quien dijo a sus seguidores: “Los mejores son aquellos quienes mejor tratan a su esposa.”[2]  La amada esposa del Profeta, A’isha, avaló la libertad que su marido le proporcionaba diciendo:





“Él siempre ayudaba en las tareas del hogar y arreglaba sus ropas, reparaba sus zapatos y lavaba el piso.  Ordeñaba, ataba y alimentaba a sus animales y hacia las tareas del hogar.” (Sahih Al-Bujari)





“Hay un bello ejemplo en el Mensajero de Allah [de valor y firmeza en la fe] para quienes tienen esperanza en Allah, [anhelan ser recompensados] en el Día del Juicio y recuerdan frecuentemente a Allah.” (Corán 33:21)





Una de las razones del funcionamiento de la familia musulmana es por su clara estructura, en donde cada miembro de la casa conoce su rol.  El Profeta Muhammad, que Dios lo alabe, dijo:





“Cada uno de ustedes es un pastor, y cada uno de ustedes es responsable de su rebaño.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)





El padre es el pastor de la familia, quien protege, provee, y lucha por ser un modelo y guía a seguir en su capacidad como cabeza de la casa.  La madre es la pastora de la casa, protegiéndola y engendrando en ella el buen y amoroso ambiente necesario para una vida familiar feliz y sana.  Ella es también la principal responsable de la orientación y educación de los niños.  Si no fuese por el hecho de que uno de los padres asume el rol de mando, lo inevitable sería la eterna disputa y pelea, llevando al rompimiento de la familia, lo mismo pasaría en una organización que no tuviese ninguna autoridad. 





“Dios ejemplifica [la idolatría] con un hombre que tiene muchos amos asociados que discrepan entre sí, y [al monoteísmo] con un hombre sometido a un solo amo [que solo tiene un objetivo].  ¿Acaso se asemejan?  ¡Glorificado sea Dios! [No se equiparan]; pero la mayoría de los hombres lo ignoran.” (Corán 39:29)





Es lógico que el que es naturalmente más fuerte física y emocionalmente de entre los padres se convierta en la cabeza del hogar: el hombre.





“…Ellas tienen tanto el derecho al buen trato como la obligación de tratar bien a sus maridos.  Y los hombres tienen un grado superior [de responsabilidad] al de ellas; y Dios es Poderoso, Sabio…” (Corán 2:228)





Con respecto a los niños, el fruto del amor de sus padres, el Islam tiende extensas morales imponiendo la responsabilidad de los padres y la obediencia de los niños.





“Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él y que seáis benévolos con vuestros padres.  Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no seáis insolentes con ellos y ni siquiera les digáis: ¡Uf! Y háblales con dulzura y respeto.  Trátales con humildad y clemencia, y ruega: ¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me educaron siendo pequeño.” (Corán 17:23-24)





Obviamente, si los padres no logran inculcar el temor a Dios en sus niños desde una temprana edad porque ellos mismos son desatentos, no pueden esperar que les devuelvan gratitud moral.  Es por esto que una severa advertencia de Dios se encuentra en Su Libro:





“¡Oh, creyentes!  Protegeos a vosotros mismos y a vuestras familias del Fuego, cuyo combustible serán los hombres y las piedras” (Corán 66:6)





Si los padres realmente se esfuerzan por criar a sus hijos en la moral, entonces, como dijo el Profeta:





Si el hijo de Adán muere, todas sus acciones cesan excepto tres, una caridad continua, el beneficio de un conocimiento y un niño recto que reza por sus padres.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)





A pesar de cómo los padres crían a sus hijos, e independientemente de su propia religión (o falta de la misma), la obediencia y reverencia que debe demostrar una hija o hijo musulmán es secundaria a la obediencia debido al Creador mismo.  Por eso Dios nos recuerda el Corán:





“Y cuando concertamos el pacto con los Hijos de Israel [y les dijimos:] No adoréis sino a Dios, sed benévolos con vuestros padres y parientes, con los huérfanos y los pobres, hablad cortésmente, haced la oración prescripta y pagad el Zakat; luego volvisteis la espalda salvo unos pocos, y os apartasteis.” (Corán 2:83)





De hecho, es común escuchar de personas mayores no musulmanas convertirse al Islam como resultado del creciente cuidado y obediencia de sus hijos al convertirse en musulmanes.





“Diles: Venid que os informaré lo que vuestro Señor os ha prohibido: No debéis asociarle nada y seréis benevolentes con vuestros padres, no mataréis a vuestros hijos por temor a la pobreza, Nosotros Nos encargamos de vuestro sustento y el de ellos, no debéis acercaros al pecado, tanto en público como en privado, y no mataréis…’” (Corán 6:151)





Mientras que el niño debe mostrar obediencia a sus padres, el Islam destaca a la madre como la merecedora de una porción de amorosa gratitud y bondad de parte del hijo.  Cuando se le preguntó al Profeta Muhammad: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Ha quien debo honrar más?” el respondió: “tu madre”.  El hombre preguntó: “¿luego a quién?” El Profeta dijo: "a tu madre".  El hombre preguntó nuevamente: “¿luego a quién?” El Profeta repitió una vez más: "a tu madre".  Nuevamente, el hombre preguntó: “¿luego a quién?” El Profeta dijo: “a tu padre.”[1]





“Y por cierto que ordenamos al hombre ser benevolente con sus padres.  [Y debe saber que] Su madre lo ha llevado [en el vientre] con esfuerzo y le ha dado a luz con dolor, y que el período del embarazo y la lactancia dura treinta meses.  Que cuando alcance la madurez, al llegar a los cuarenta años, diga: ¡Oh, Señor mío! Haz que sepa agradecerte los favores que nos has concedido, tanto a mí como a mis padres, y que pueda realizar obras buenas que Te complazcan, y concédeme una descendencia [creyente y] bondadosa.  Ciertamente me arrepiento [de mis pecados] y me someto a Ti.” (Corán 46:15)





Conclusión





Existe en el Islam un principio general que afirma que lo que es bueno para uno lo es para el otro.  Dicho por las palabras del Profeta:





“Ninguno de ustedes completa su fe hasta ama por su hermano (creyente) lo que ama por sí mismo.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)





Como es de esperarse, este principio encuentra su mayor expresión en la familia musulmana, el núcleo de la sociedad musulmana.  No obstante, la obediencia del niño para con su padre es, en realidad, extendida a todos los mayores de la comunidad.  La piedad y preocupación de los padres para con sus hijos se extiende del mismo modo hacia todos los jóvenes.  El Profeta dijo:





“Él que no muestra compasión por los jóvenes, ni honra a los mayores, no es de los nuestros.” (Abu Dawud, Al-Tirmidhi)





Cualquiera se preguntaría, entonces, ¿Por qué será que muchas personas, criadas como no musulmanes, encuentran lo que estaban buscando, lo que siempre han creído como bueno y verdadero, en la religión del Islam?  Una religión en donde son inmediata y calidamente recibidos como miembros de una amorosa familia?





“La piedad no consiste en orientarse hacia el oriente o el occidente, sino que consiste en creer en Dios, el Día del Juicio, los Ángeles, el Libro, los Profetas, hacer caridad, a pesar del apego que se tiene por los bienes, a los parientes, huérfanos, pobres, viajeros insolventes, mendigos y cautivos, hacer la oración prescripta, pagar el Zakat, cumplir con los compromisos contraídos, ser paciente en la pobreza, la desgracia y en el momento del enfrentamiento con el enemigo.  Ésos son los justos, y ésos son los temerosos de Dios.” (Corán 2:177)





 



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