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LA MUJER EN EL ISLAM





Durante siglos, las mujeres musulmanas en todos los rincones del mundo han sido conscientes de la liberación que se logra al adherirse al concepto del hiyab. Los eventos de mundo actual han vuelto a poner el tema de la liberación de las mujeres en el Islam a la vanguardia de la opinión pública.





¿Una mujer que se adhiere al Hiyabpuede ser liberada?





¿Puede una religión que considera la moralidad como parte de la fe definir claramente la igualdad de hombres y mujeres, y sus derechos y responsabilidades? La respuesta es un “sí” rotundo. En un momento y una época en que los principios básicos del Islam están siendo cuestionados por musulmanes y no musulmanes por igual, debemos ser cautos al evaluar al Islam.





La imagen general que se pinta en los medios es parcial y sin fundamento. La impresión que algunos musulmanes dan al mundo, a menudo no es un reflejo fiel de la religión, una que es la culminación de todas la religiones. El Islam, la religión para todos los pueblos, en todos los lugares y todas las épocas, se toma la igualdad de hombres y mujeres muy en serio. Ve la liberación de las mujeres como esencial y considera que la modestia, el buen carácter y los modales son una forma de alcanzar tal liberación.





Muy a menudo la imagen de una mujer cubierta es utilizada para representar lo que gran parte del mundo ve como opresión. Su misma existencia se describe en términos que expresan ignorancia e infelicidad. Palabras como “golpeada”, “reprimida” y “oprimida” son esgrimidas por los medios de comunicación occidentales en un intento desesperado por convencer al público de que las mujeres en el Islam no tienen derechos. Términos descriptivos e intrínsecamente opresivos como “envuelta” y “encadenada” son utilizados para presentar una imagen de mujeres sin mente, que son las esclavas o posesiones de sus maridos y padres. En el siglo XIX, T. E. Lawrence describió a las mujeres árabes como “muertos que se dan un paseo”, y desde esa época el verdadero estatus de las mujeres en el Islam ha estado envuelto por los malentendidos. La verdad sobre las mujeres y el Islam está lejos de esta representación melodramática.





Hace más de 1 400 años el Islam elevó el estatus de la mujer desde una posición de opresión hasta una de liberación e igualdad. En una era en la que las mujeres eran consideradas posesiones, el Islam le devolvió a la mujer una posición de dignidad.





Con el fin de obtener una visión verdadera de la liberación real y duradera que el Islam garantiza a las mujeres, primero debemos examinar el concepto de liberación como es visto por Occidente. En los países occidentales donde la liberación abarca la libertad ilimitada, muchas mujeres se encuentran en realidad viviendo vidas que son insatisfactorias y sin sentido. En su búsqueda de la liberación, han abandonado los ideales de la moralidad y la estabilidad, y se han encontrado a sí mismas en matrimonios y familias que tienen poca semejanza con la vida real.





¿Dónde está la liberación en trabajar todo el día y regresar a casa en la noche a hacer las labores del hogar? ¿Dónde está la liberación en tener bebés que, a las seis semanas de edad, deben ser depositados en centros de cuidado infantil para que aprendan el comportamiento y la moral de extraños? Niñas que a los 6 años de edad son diagnosticadas con desórdenes alimenticios, mientras los embarazos en adolescentes son rampantes, y las mujeres que optan por quedarse en casa para levantar a sus familias son vistas como pasadas de moda o desempleadas.





Las mujeres en Occidente están liberadas: liberadas al punto de que no son ya libres de elegir la vida que es natural para ellas. Ellas sólo son libres de elegir entre una selección de bienes de consumo que les ofrecen sus amos. Las llamadas mujeres liberadas de Occidente se han convertido en esclavas. Esclavas del sistema económico, esclavas de las industrias de la belleza y de la moda, y esclavas de una sociedad que las ve como máquinas descerebradas, enseñadas a verse deseables, ganar dinero y comprar. Incluso la mujer profesional que ha impulsado su carrera a niveles muy elevados, es esclava de la sociedad de consumo, que le exige residir en una casa espaciosa, vestir sólo con las últimas ropas de diseñador, conducir un auto de lujo, y educar a sus hijos en los colegios más exclusivos y costosos.





¿Esto es liberación?





La inclinación natural de las mujeres es servir, confortar y apoyar a sus hombres: sus padres, hermanos, esposos o hijos. La inclinación natural de los hombres es proteger, apoyar y proveer a las mujeres que están legítimamente en sus vidas: esposas, madres, hermanas e hijas. El Islam, la única religión verdadera y guía infalible de vida, nos pide que sigamos esas inclinaciones naturales. Nos permite abandonar ideas que son intrínsecamente ajenas a la naturaleza humana y nos ayuda a desarrollar y sostener relaciones familiares naturales que se extiendan para formar parte de la comunidad musulmana en general.





Una mujer musulmana conoce su lugar en la sociedad y su lugar en la infraestructura familiar. Su religión es la primera prioridad, por lo tanto, su papel está claro y bien definido. Una mujer musulmana, lejos de estar oprimida, es una mujer que está liberada en el verdadero sentido de la palabra. No es esclava de ningún hombre o sistema económico, sino que está sometida únicamente a Dios. El Islam define claramente los derechos y deberes sociales, espirituales y económicos de la mujer. Las claras directrices islámicas son fortalecedoras, elevan a las mujeres a una posición natural y reverenciada.





Las mujeres en el Islam no tienen necesidad de protestar y demostrar que tienen igualdad de derechos. No tienen necesidad de vivir sus vidas sin rumbo adquiriendo posesiones y dinero. Con la perfección del Islam como la religión natural y la única verdadera, llegó el hecho innegable de que mujeres y hombres están en pie de igualdad, son socios y protectores unos de otros.





“Su Señor les respondió sus súplicas y dijo: No dejaré de recompensar ninguna de vuestras obras, seáis hombres o mujeres. Procedéis unos de otros. A aquellos que emigraron, fueron expulsados de sus hogares, padecieron por Mi causa, combatieron y cayeron, les absolveré sus faltas y los introduciré en jardines por donde corren los ríos. Ésta es la recompensa que Allah les concederá. Allah posee la más hermosa recompensa”. (Corán 3:195)





“Quien obre piadosamente, sea hombre o mujer, y sea creyente, ingresará al Paraíso y no será tratado injustamente en lo más mínimo”. (Corán 4:124)





Las mujeres en el Islam tienen derecho a poseer propiedades, controlar su propio dinero y el dinero que ganen, comprar y vender, y a dar regalos y caridad. Tienen derechos formales de herencia. Tienen el derecho a una educación: buscar y adquirir conocimiento es una obligación para todos los musulmanes, hombres y mujeres. Las mujeres musulmanas casadas están totalmente libres de la obligación de sostener y mantener la familia; sin embargo, pueden trabajar si así lo desean.





Ellas no pueden ser forzadas en forma alguna a casarse, sino que tienen el derecho de aceptar o rechazar una propuesta como mejor les parezca. Las mujeres en el Islam tienen el derecho a buscar el divorcio si se les hace necesario, como también tienen el derecho a salvar sus matrimonios.





El Islam enseña que la familia es el núcleo de la sociedad. En las culturas occidentales, la fábrica de la sociedad está siendo destrozada por la ruptura de la unidad familiar. Es en estas comunidades desmoronadas que la llamada a la liberación de la mujer se eleva. Parece ser un intento fallido y débil por encontrar un camino de seguridad y protección. Tal seguridad sólo está disponible cuando los seres humanos se vuelven hacia Dios y aceptan el papel para el que han sido creados, según sean hombres o mujeres.





La liberación significa libertad, pero no la libertad de hacer lo que a uno le plazca. La libertad nunca puede ser a expensas de uno mismo o de la comunidad en general. Cuando una mujer cumple el papel para el que fue creada, no sólo se libera, sino que se fortalece.





Aquella mujer vestida con modestia o cubierta que puedes ver por la calle, está liberada. Ella está liberada de las cadenas que han atado los pies de sus contrapartes occidentales. Está liberada de la esclavitud económica occidental, y está liberada de la necesidad de manejar una casa y una familia sin el apoyo de su esposo o la ayuda de su comunidad. Ella vive su vida con base en la guía divina, su vida está llena de paz, felicidad y fortaleza. No teme al mundo, sino que enfrenta sus pruebas y retos con paciencia y fortaleza, segura del hecho de que la liberación verdadera sólo se alcanza con la sumisión total y voluntaria al orden natural del universo.





La opresión no se define por una pieza de tela, sino por la enfermedad del corazón y la debilidad de la mente. La opresión crece en una sociedad que se desmorona porque sus miembros han perdido de vista el verdadero propósito de la existencia. La liberación surge y se arraiga en una sociedad justa, cohesionada y basada en el orden natural y las directrices divinas. El Islam es esa sociedad, y esto es lo que hace que las mujeres musulmanas sean liberadas.





El tema de la equidad de género es importante, relevante y actual. Los debates y escritos sobre el tema van en aumento y son diversos en sus perspectivas. La perspectiva islámica sobre el tema es la menos comprendida y la más malinterpretada por los no musulmanes así como por algunos musulmanes. Este artículo está destinado a proporcionar una exposición breve y auténtica de lo que el Islam dice al respecto.





Las mujeres en las civilizaciones antiguas





A fin de entender realmente el estatus que les ha sido dado a las mujeres a través del Islam, uno debe compararlo con otros sistemas legales que existen hoy día y que existieron en el pasado.





(1)  El sistema indio: Se afirma en la Enciclopedia Británica, de 1911: "En India, el sometimiento era un principio cardinal. Las mujeres deben estar día y noche en manos de sus protectores, en un estado de dependencia, dice Manu. La herencia se manejaba por vía agnada, es decir, a través del tronco común de varones, excluyendo a las mujeres". En las escrituras hindúes, la descripción de una buena esposa es la siguiente: "Una mujer cuya mente, palabras y cuerpo se mantienen en sujeción, adquiere alto renombre en este mundo, y en el siguiente, tendrá la misma morada con su marido" (Mace, El matrimonio en Oriente y Occidente).





(2)  El sistema griego: En Atenas, las mujeres no estaban mejor que las mujeres indias o romanas: "Las mujeres atenienses eran consideradas siempre como menores de edad, sujetas a algún varón: su padre, su hermano o algún otro pariente masculino" (Allen, E. A., Historia de la civilización). No se pensaba que fuera necesario su consentimiento para el matrimonio, y "estaba obligada a someterse a los deseos de sus padres, y a recibir de ellos a su esposo y señor, aunque fuera alguien ajeno a ella" (Ibíd.).





(3)  El sistema romano: Una esposa romana fue descrita por un historiador como "un bebé, un menor, una sirvienta, una persona incapaz de hacer o de actuar de acuerdo a sus gustos individuales, una persona bajo la tutela y la custodia permanentes de su esposo"(Ibíd.). En la Enciclopedia Británica, 1911, encontramos un resumen del estatus legal de las mujeres en la civilización romana: "En la ley romana, una mujer era, incluso en tiempos históricos, completamente dependiente. Si se casaba, ella y sus propiedades pasaban a manos de su esposo… la esposa era propiedad de su esposo, y como en el caso de los esclavos, él la adquiría solo para su beneficio. Una mujer no podía ejercer ningún cargo civil o público… no podía ser testigo, garante, tutor ni apoderado; ella no podía adoptar ni ser adoptada, ni hacer testamento ni contrato".





(4)  El sistema escandinavo: Entre las razas escandinavas, las mujeres estaban "bajo tutela permanente, estuvieran casadas o no". Todavía en el Código de Christian V, a fines del siglo XVII, estaba decretado que si una mujer se casaba sin el consentimiento de su tutor, él podía tener, si quería, la administración y el usufructo de los bienes de ella durante su vida" (Enciclopedia Británica, 1911).





(5)  El sistema británico: En Inglaterra, el derecho de las mujeres casadas a tener propiedades no fue reconocido hasta finales del siglo XIX: "Por una serie de actos legales comenzando con la Ley de Propiedad de la Mujer Casada, en 1870, modificada en 1882 y en 1887, las mujeres casadas lograron el derecho a tener propiedades y a celebrar contratos a la par con las solteras, viudas y divorciadas" (Enciclopedia Británica, 1968). En Francia, no fue hasta 1938 que la ley francesa fue reformada para reconocer la elegibilidad de las mujeres para celebrar contratos. Una mujer casada, sin embargo, todavía necesitaba el permiso de su esposo antes de que se le permitiera prescindir de su propiedad privada.





(6)  En la ley mosaica (judía): La esposa estaba prometida. Explicando este concepto, la Enciclopedia Británica, 1902, afirma: "Prometer a una esposa a uno mismo simplemente significaba adquirir posesión de ella pagando su precio de compra; la prometida es una mujer por la que se ha pagado su precio". Desde el punto de vista legal, el consentimiento de la mujer no era necesario para validar el matrimonio. "El consentimiento de la mujer no es necesario, y no se sugiere la necesidad del mismo en la Ley" (Ibíd.). En cuanto al derecho al divorcio, leemos en la Enciclopedia Bíblica: "Siendo la mujer propiedad del hombre, su derecho a divorciarse de ella se deduce como cuestión de rutina". El derecho al divorcio lo sostenía solo el hombre. LaEnciclopedia Británica, 1911, afirma: "En la ley mosaica, el divorcio era un privilegio exclusivo del hombre…".





(7)  La Iglesia cristiana: La posición de la Iglesia cristiana hasta siglos recientes, parece haber sido influida tanto por la ley mosaica como por las corrientes del pensamiento dominantes en sus culturas contemporáneas. En su libro El matrimonio en Oriente y Occidente, David y Vera Mace escribieron: "Que nadie suponga, tampoco, que nuestro legado cristiano está libre de tales juicios despreciativos. Sería difícil de encontrar en cualquier lugar una colección de referencias más degradante hacia el sexo femenino que la que proporcionaron los primeros Padres de la Iglesia. Lecky, el famoso historiador, habla de "esos incentivos feroces que forman una parte tan visible y grotesca de las escrituras de los Padres… la mujer era representada como las puertas del Infierno, como la madre de todos los males humanos. Ella debía sentirse avergonzada ante la simple idea de que es una mujer. Debería vivir en penitencia continua a causa de la maldición que le ha traído al mundo. Debería avergonzarse de su vestimenta, porque es el recuerdo de su caída. Debería avergonzarse especialmente de su belleza, porque es el instrumento más potente del demonio". Uno de los ataques más mordaces contra las mujeres, es el de Tertuliano: "¿Acaso no saben que cada una de ustedes es una Eva? La sentencia de Dios sobre este sexo suyo vive en esta era, por lo tanto, la culpa debe vivir también. Ustedes son las puertas del Infierno, ustedes son la ruptura del sello del árbol prohibido, ustedes son las primeras desertoras de la ley divina, ustedes son las que convencen a aquel a quien el demonio no fue lo suficientemente valiente para atacar". No solo la Iglesia afirmó la condición de inferioridad de la mujer, sino que le negó derechos legales que había disfrutado con anterioridad.





Fundamentos de equidad espiritual y humana en el Islam





En medio de la oscuridad que envolvió al mundo, la revelación divina se hizo eco en el gran desierto de Arabia en el siglo VII con un mensaje fresco, noble y universal para toda la humanidad, que se describe a continuación.





(1)  Según el Sagrado Corán, hombres y mujeres tienen la misma naturaleza espiritual:





"¡Oh, seres humanos! Tengan temor de su Señor, Quien los ha creado de un solo ser, del que creó a su cónyuge e hizo descender de ambos muchos hombres y mujeres...". (Corán 4:1, véase también 7:189, 42:11, 16:72, 32:9, y 15:29)





(2)  Dios ha investido a ambos sexos con dignidad inherente, y ha hecho a hombres y mujeres, en colectivo, los vicarios de Dios en la Tierra (véase Corán 17:70 y 2:30).





(3)  El Corán no culpa a la mujer por la "caída del hombre", ni ve el embarazo y el parto como castigos por "comer del árbol prohibido". Por el contrario, el Corán hace responsables por igual a Adán y a Eva por su pecado en el Jardín, y nunca señala a Eva como culpable. Ambos se arrepintieron y ambos fueron perdonados (véase Corán 2:36-37 y 7:19-27). De hecho, en un versículo (Corán 20:121) Adán fue culpado específicamente. El Corán también considera el embarazo y el parto como razones suficientes para el amor y el respeto que los hijos deben a sus madres (Corán 31:14 y 46:15).





(4)  Los hombres y las mujeres tienen los mismos deberes y responsabilidades religiosos y morales. Cada ser humano enfrentará las consecuencias de sus propios actos:





"Su Señor les respondió sus súplicas diciendo: No dejaré de recompensar ninguna de sus obras, sean hombres o mujeres, descienden el uno del otro". (Corán 3:195, véase también 74:38, 16:97, 4:124, 33:35 y 57:12)





(5)  El Corán es muy claro acerca de la supuesta superioridad o inferioridad de cualquier ser humano, sea hombre o mujer. La única base para la superioridad de cualquier persona es su piedad y su rectitud, nunca el género, el color ni la nacionalidad (véase Corán 49:13).





 



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