Las esposas del Profeta Muhammad, que Allah esté complacido con todas ellas, tienen un posición especial en la fe islámica. Dios en el Corán las llama “Madres de los Creyentes” (Corán 33:6). Ellas fueron las esposas del Profeta en esta vida y lo serán en la venidera. Fueron jóvenes y mayores, viudas y vírgenes, pobres y adineradas, aristócratas y esclavas libertas. Cada una jugó un rol específico y preponderante en la historia del Islam.
Jadiyah
El Profeta Muhammad se casó con ella cuando él tenía veinticinco años, mientras que ella había alcanzado la edad de cuarenta. Era viuda, y se había casado ya dos veces. Él estaba en la flor de su juventud. Impresionada por su carácter moral y su honestidad, ella envió a un pariente a proponerle matrimonio. Estuvieron casados durante veinticinco años, hasta que ella falleció. Durante los días de las persecuciones, Jadiyah fue su única compañera y auxiliadora. Ella, junto con ‘Aa'ishah, hicieron los mayores aportes femeninos al establecimiento y difusión de la civilización islámica. Jadiyah dio a luz cuatro hijas del Profeta Muhammad: Záinab, Umm Kulzum, Ruqaiah, y Fátima. Todas ellas alcanzaron la madurez y aceptaron el Islam. Fallecieron durante la vida del Profeta, excepto Fátima, que falleció seis meses después de él.
Jadiyah también dio a luz a dos niños, Qasim y ‘Abdullah, los cuales fallecieron a edad temprana.
Sawdáh
Meses después de la muerte de Jadiyah, el Profeta había retornado de una misión sin éxito en el poblado de Taif, perseguido y sin auxilio. Por este tiempo se casó con Sawdáh, otra viuda, que no poseía ni belleza ni estatus social ni riqueza. Había sido expulsada de la Meca por los líderes idólatras y se refugió en Abisinia (Etiopía) con su esposo, donde encontró algo de seguridad. Él falleció en el exilio, entregando su vida por la causa de su fe. Se había exiliado con su esposa desde su hogar en la Meca, expulsado por su religión, y quedó en una completa pobreza. Conducido por un sentido de generosidad, el Profeta de la Misericordia se casó con ella, elevando su estatus espiritual y convirtiéndola en una de las “Madres de los Creyentes”. El Profeta no se volvió a casar con otra mujer durante los primeros tres años de su matrimonio con Sawdáh. Ella falleció pocos años después de la muerte del Profeta Muhammad.
‘Aa'ishah
‘Aa'ishah fue la hija de uno de los compañeros más cercanos del Profeta Muhammad, Abu Bakr. Un viejo amigo de Muhammad, Abu Bakr fue uno de los primeros conversos a la fe predicada por el Profeta, y era considerado el más sincero, serio y devoto creyente. Viendo la pérdida del Profeta, una de las Sahabas (discípulas mujeres) le propuso a la hija de Abu Bakr y fue a hablar con Abu Bakr en nombre del Profeta. Pero había dos problemas: uno, que ‘Aa'ishah estaba comprometida con Yubair ibn Mut’im, un idólatra de la Meca. Yubair, como resultado, había perdido interés por la gran brecha que había entre sus tradiciones paganas y el Islam. ‘Aa'ishah no había alcanzado la pubertad, y esto también contribuyó al desinterés de Yubair en continuar con el compromiso. Así, se comprometió con el Profeta mientras aún estaba en la Meca; y tres años después, estando ya en la ciudad de Medina se consumó el matrimonio. Fue la única virgen con la que se casó el Profeta, aunque no tuvieron ningún hijo. ‘Aa'isha fue una líder y erudita del Islam, y jugó un papel primordial en el establecimiento de la fe islámica. Enseñó el Islam durante cuarenta años después de la muerte del Profeta, hasta la edad de sesenta y siete años.
Háfsah
Háfsah fue la hija de ‘Umar ibn Al-Jattáb, el compañero más cercano al Profeta después de Abu Bakr. Se exilió con su marido a Medinah, pero quedó viuda después de la batalla de Badr. Con un fiero temperamento como su padre, quedó soltera desde entonces. ‘Umar primero le preguntó a Abu Bakr si quería casarse con ella, y luego a ‘Uzmán, pero ambos se disculparon. Esto evidenciaba la falta de hombres capaces de ofrecer matrimonio en aquél entonces. Al final, ‘Umar se dirigió al Profeta. El matrimonio tuvo lugar en el tercer año después del exilio a Medina.
En una ocasión, y por una desavenencia, el Profeta le pidió el divorcio, pero Dios le ordenó quedarse con ella. Ella estuvo a cargo de cuidar la copia oficial del Corán durante el califato de Abu Bakr y ‘Umar, y falleció cuatro años después que el Profeta.
Záinab
En el mismo año, en el año tercero luego del exilio, el Profeta se casó con Záinab, que quedó viuda durante la batalla de Uhud. Su bondad hacia los pobres le había merecido el apodo de “Madre de los Desposeídos”. Ella era una mujer de edad avanzada cuando se casó con él, y falleció unos meses después del matrimonio. Junto con Jadiyah, fue la única de las esposas del Profeta que falleció mientras él vivía.
Umm Salamah
Un año después, el Profeta se casó con otra viuda que había padecido la persecución, y que había perdido la custodia de sus hijos bajo las leyes de los idólatras. Después de la batalla de Uhud, quedó viuda con cuatro hijos. En un primer momento, Abu Bakr le pidió que se casara con él, pero ella rehusó, pensando que nadie podría ser lo suficientemente paciente con sus hijos. Finalmente, el Profeta le propuso matrimonio, asegurándole que él cuidaría de sus hijos; el Profeta se casó con Umm Salamah a causa de esta noble motivación.
Los creyentes fueron quienes más amaron su Profeta y lo honraron como el Profeta de Dios. Ellos veían en él a un padre de los desposeídos, de los huérfanos y los débiles, así como de cualquiera que hubiera perdido sus bienes o a sus parientes por causa de su fe. Umm Salamah fue la última de las esposas del Profeta en dejar este mundo. Falleció cuarenta y nueve años después de la muerte del Profeta, a la edad de ochenta y cuatro años.
Umm Habibah
Umm Habibah fue la hija musulmana de uno de los más grandes enemigos del Islam: Abu Sufián. Umm Habibah fue una de las primeras conversas al Islam en la Meca. Se había exiliado con su esposo en Abisinia (Etiopía), quien se convirtió allí al cristianismo. A su muerte, el Profeta le propuso matrimonio mientras todavía estaba en Abisinia. Volvió a Medina tres años antes de la muerte del Profeta, y falleció treinta y cuatro años después de él.
Záinab, la ex-esposa de Zaíd
Záinab era la prima del Profeta, quien estaba casada con Zaíd, un esclavo huérfano que el Profeta había liberado y que luego adoptó. El Profeta propuso el matrimonio de Záinab con Zaíd al hermano de ella, pero él se rehusó dejar que su hermana, una noble perteneciente a la influyente tribu gobernante de Quraish y del clan de los hijos de Hashim, y prima del Profeta, se casara con un hombre que había sido esclavo. Tal unión era considerada por los árabes como algo vergonzoso. Que las hijas de la aristocracia se casaran con sus esclavos, aún cuando fueran liberados, era algo impensable. El Profeta buscó eliminar las distinciones raciales y sociales entre hombres y mujeres. Él enseñó al mundo que un árabe no es superior de un no árabe, excepto por lo que tenga de piedad y virtud, como Dios dijo:
“El más honrado de vosotros ante Allah es el más piadoso”. (Corán 49:13)
El Profeta no quiso implementar este principio en una mujer que no perteneciese a su tribu (para dar así el ejemplo empezando por su propia gente). Fue su prima Záinab quien, comprendiendo los ideales del Profeta, voluntariamente quiso oponerse a las costumbres de los árabes. Por su lado Zaíd, un esclavo liberto, era el prototipo de persona con la que ningún aristócrata árabe de la Meca casaría a su hija o hijo. Así, el Profeta animó a Záinab a casarse con Zaíd; y cuando Záinab estuvo de acuerdo, insistió que el hermano de ella aceptara acoger al huérfano como su cuñado.
Sin embargo, luego del matrimonio, Zaíd encontró difícil vivir con ella. Zaíd consultó al Profeta, quien le aconsejó no divorciarse. De cualquier manera, una vez que todos los intentos de mantener unido al matrimonio habían fracasado, el divorcio fue la única alternativa. Después del divorcio, ella y sus parientes insistieron que el Profeta se casara con ella. Sintiéndose también algo responsable por el fracaso del matrimonio que él había concertado, el Profeta se casó con ella. Las costumbres de los idólatras permitían el matrimonio con las madrastras y las suegras, pero veían el matrimonio con una mujer divorciada por un hijo adoptivo como inadmisible. Para deshacer esa costumbre y sentar un precedente, Dios ordenó al Profeta casarse con Záinab. Su matrimonio tuvo lugar en el quinto año después del exilio en Medina. Záinab falleció diez años después que el Profeta.
Yuwairíyah
En el mismo año, muchos enemigos cayeron prisioneros en manos de los musulmanes en la batalla de Bani Mustáliq. Entre ellos estaba Yuwairíyah, la hija de un jefe árabe, que acudió al Profeta ofreciéndole un precio por su propia liberación, mismo que fue aceptado por la persona que la había capturado. El Profeta entonces le propuso matrimonio, y ella, por su parte, aceptó. Tan pronto como los musulmanes oyeron las noticias del matrimonio, liberaron a sus prisioneros de la tribu de Banu Mustáliq. Sintieron que no podían mantener cautiva a una tribu a la que el Profeta había honrado casándose con una de sus mujeres. Entonces, varios cientos de familias de la tribu de Banu Mustáliq fueron liberados como una bendición por el matrimonio del Profeta. Yuwairíyah fue devota musulmana. En una ocasión, el Profeta fue a verla después de la oración del alba y la encontró ocupada recitando oraciones en el lugar donde había rezado. El Profeta volvió a pasar por su casa nuevamente ya avanzada la mañana, y encontró que todavía estaba allí sentada, y le preguntó:
“¿Todavía estás en la adoración?”. “Sí”, le respondió ella. El Profeta le dijo: “¿Quieres que te enseñe unas palabras que te darán una recompensa más grande? Di: ‘Cuán perfecto es Dios, Alabado sea tantas veces como el número de Sus criaturas y tantas veces como a Él le place, tanto como el peso de Su Trono, y como la tinta de Sus palabras’”[1].
Yuwairíyah falleció cuarenta años después del Profeta.
Safíyah
Safíyah, hija de un jefe judío de la tribu de Banu Nadír, fue tomada como prisionera en la Batalla de Jaibar, en el año séptimo después del exilio a Medina. El Profeta la liberó y se casó con ella. Después del matrimonio, el Profeta encontró marcas de abuso en su mejilla, sobre las cuales le preguntó.
Ella le dijo: “(Cuando aún era judía) vi en un sueño que la luna llena se elevaba sobre Medina y caía en mi regazo. Le conté este sueño a mi primo, quien me abofeteó y me dijo: ‘¡Tú quieres casarte con el rey de Medina!’, y esta es la marca de ese golpe”.
Cuando el Profeta estaba en su lecho de muerte, ella lloró y le dijo, “¡Oh, Profeta de Dios! Quisiera ser yo quien estuviera en tu lugar”, a lo cual él respondió: “Por Dios, ella está diciendo la verdad”.
Maimúnah
Maimúnah, otra viuda, le pidió matrimonio al Profeta, que la paz y las bendiciones de Allah sean con él, en la Meca en el año séptimo después del exilio en Medina. Era de su tribu y tenía ya cincuenta años. El Profeta Muhammad se casó con ella para mantenerla, ya que era muy pobre. Su sobrino, Ibn ‘Abbás, se convirtió más tarde en uno de los grandes eruditos del Corán, mucho de lo cual lo aprendió de ella.