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Esta es una de las suras cortas que se encuentran hacia el final del Corán. Generalmente se acepta que estas suras, que fueron reveladas en La Meca, contienen advertencias severas, a veces violentas, que hacen hincapié en la creencia en Dios y en el Día del Juicio, y contienen descripciones del Paraíso y el Infierno. Fueron reveladas durante los primeros años de la misión del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), cuando la ignorancia y el politeísmo estaban en su apogeo.





Las breves ocho aleyas de la sura 102 son continuación de la sura anterior, la 101 (El evento repentino), en la que se nos dice que ciertas personas hallarán una morada eterna en el fuego del Infierno. En esta sura se nos dice la razón por la cual la gente tendrá un final tan aterrador, y Dios les ofrece consejo. Este capítulo toma su nombre de su primer versículo.





Aleya 1: La acumulación





La palabra árabe utilizada aquí es Takazur, que significa esforzarse por obtener más. Muchas palabras árabes tienen más de un significado; y esta palabra, en este contexto, tiene muchos significados. Cada significado le agrega severidad al consejo de Dios. En primer lugar, significa el deseo de tener muchas cosas (incluyendo todas las distracciones de la vida). También significa competir con otros para obtener muchas cosas; por ejemplo, en estos días puede significar querer un auto mejor que el de tu vecino, o una casa mejor en un vecindario mejor, o ganar más dinero que tu hermano.





El tercer significado es enorgullecerse de tener todas estas cosas y no poder resistirse a hablarle a la gente acerca de las riquezas y posesiones mundanas que se tienen, alardear y jactarse en cada oportunidad. Por último, significa la cooperación entre las personas para adquirir más cosas. Este es un tipo de cooperación que fácilmente cruza las barreras de religión, etnia o edad. Es una cooperación mutua para acumular posesiones o riquezas.





Aleya 2: Ahora, presta atención





La humanidad se ha obsesionado tanto con adquirir cosas materiales, que nada puede ponerle fin a ello a excepción de la muerte. Una vez vayas a tu tumba, el lugar donde esperarás el Día del Juicio, te darás cuenta de que te habías distraído del verdadero propósito de la vida, que es adorar a Dios. La humanidad está tan ocupada luchando por obtener más y más cosas, que hay poco tiempo para cualquier otro asunto. La muerte es lo único que nos recordará que debíamos haber puesto atención al mensaje. Dios nos aconseja que no persigamos los placeres de este mundo mientras nos olvidamos de la otra vida.





Aleyas 3 y 4: Ver la realidad





Cuando Dios repite una advertencia, agrega urgencia a la situación. Cuando mueras verás la realidad y entenderás; y luego, cuando te levantes en el Día del Juicio, de nuevo entenderás con certeza. Nos levantaremos de las tumbas sabiendo que lo que codiciábamos y todo por lo que competíamos no era más que una distracción, y eso solo conduce a una terrible conclusión: todo ese esfuerzo fue un desperdicio de nuestra vida, que se nos ha escapado.





Aleyas 5: Comprender con certeza





Dios dice que, aunque sabes lo que debes hacer, no lo sabes con el tipo de certeza que te evitaría desperdiciar tu vida con frivolidad. La gente se esfuerza por obtener más y más porque quiere ser inmortal. Quieren tener más descendencia, construir una estructura que dure para siempre, ser recordados como los más ricos o más bellos. Querer permanecer para siempre de un modo u otro, es un rasgo humano común. Y sí viviremos para siempre, pero no aquí, sino en el Más Allá. Dios nos dice que debemos esforzarnos por saber con certeza que hay una recompensa, pero esta no se encuentra en la acumulación de cosas.





Aleyas 6 y 7: Con tus propios ojos





En el Día del Juicio verás el Fuego y lo verás como si fueras la presa a punto de ser atacada por un león feroz. Mirarás al Fuego como si fuera los ojos del león, incluso aquellos que no están destinados al Fuego lo verán. Lo que ves con tus propios ojos, lo sabes con certeza. Puede parecer que nuestro destino final está muy lejano, pero nuestra vida aquí solo es un parpadeo en la cuenta del tiempo de Dios. Dios nos está diciendo exactamente lo que ocurrirá, y sin embargo continuamos aferrándonos a nuestras pertenencias como si pudieran protegernos de lo que está por venir.





Aleya 8: Preguntas





La humanidad debe entender y saber con certeza que en el Día del Juicio se les preguntará sobre los placeres y comodidades que fueron bendiciones y dones dados por Dios. Dios querrá que Le expliquemos cómo usamos los recursos que nos fueron otorgados. ¿Fuimos agradecidos con las comodidades de esta vida mundana? Dios enfatiza tres veces que seremos llamados a rendir cuentas. A medida que acumulas tus posesiones, vale la pena que recuerdes que mientras más tengas, más tendrás por qué responder. Dios te preguntará acerca de las cosas que reuniste y también por las bendiciones continuas, como el aire, el agua, el alimento, la vista y el oído.



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