La mayoría de los eruditos está de acuerdo en que la sura trece fue, con excepción de algunas aleyas dispersas, revelada en La Meca. Toma su nombre del trueno mencionado en la aleya trece. Es un capítulo poderoso y emotivo que apela al corazón, mientras hace uso de la lógica y la razón.
Aleyas 1 a 4: ¿Dónde está Dios?
Esta sura abre con una combinación de letras: álif, lam, mim y ra. Solo Dios conoce el verdadero significado de esta combinación, y el porqué de que 29 suras del Corán inicien de forma similar. Dios nos recuerda que el Corán ha sido revelado al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y que es la verdad, aunque la mayoría de la gente no crea en él. Dios creó los cielos que están sobre nosotros sin ningún medio visible que los soporte. Luego, se estableció Él mismo sobre los cielos en Su trono. Él creó el universo para beneficio de la humanidad.
El Sol y la Luna flotan en sus órbitas, en un curso específico por una cantidad específica de tiempo. El mundo a tu alrededor está lleno de señales, y las revelaciones son claras a fin de que no tengas dudas con respecto a tu encuentro con Dios en el Más Allá. Dios llenó el universo con señales para que reflexionemos sobre ellas: hay ríos, montañas, frutas y plantas, y el ciclo regular del día y la noche. La Tierra está llena con todo tipo de vegetación regada por la misma lluvia, pero algunas plantas son de mejor calidad. Estas señales son obvias para quienes razonan.
Aleyas 5 a 15: Dios conoce lo obvio y lo oculto
Algunas personas le preguntan al Profeta Muhammad acerca de si serán resucitadas o no. Tienen por destino el Fuego. Retan al Profeta Muhammad a llevar a cabo el castigo al que se refiere, en lugar de pedirle perdón a Dios. Dios está lleno de perdón, pero también es severo en el castigo. Ellos exigen con obstinación un milagro de su elección, pero el Profeta Muhammad es un advertidor, nada más.
Dios lo sabe todo sobre el nacimiento y los vientres, Él conoce lo obvio y lo oculto. Susurrar y ocultarse en la oscuridad no logra esconderle nada a Él. Toda persona tiene dos ángeles guardianes. Dios no cambia la condición de un pueblo a menos que ellos se cambien a sí mismos. Si Dios quisiera castigar a un pueblo, nadie podría evitarlo. La única protección real proviene de Dios mismo.
Dios muestra Sus señales en el cielo, el relámpago causa temor y esperanza, las nubes pesadas llenas de lluvia y los truenos que exaltan a Dios, y que aun así pueden fulminar a quien Él elija. Los incrédulos disputan esas señales. La oración a Dios es la única oración verdadera, rezarles a deidades falsas no dará respuesta alguna. Todo en los cielos y en la Tierra se prosterna ante Dios lo quiera o no.
Aleyas 16 a 27: ¿Quiénes son los creyentes?
Di a los incrédulos que Dios es el Señor de los cielos y de la Tierra. Pregúntales por qué adoran algo distinto a Dios. ¿Son iguales el ciego y el que ve? ¿Son iguales la oscuridad y la luz? ¿Pueden crear esas deidades falsas? ¡No! Dios crea. Él hace descender la lluvia y las inundaciones que transportan espuma, como se forma espuma tras fundir el metal. Este es un ejemplo de la diferencia entre la verdad y la falsedad. La espuma desaparece, pero lo que queda es útil. Aquellos que responden a la voluntad de Dios tienen una recompensa excelente, mientras que quienes no lo hagan no podrán escapar del castigo que les espera. ¿Acaso quien entiende la verdad de las revelaciones es igual a quien no entiende? Aquellos con sentido común cumplirán los acuerdos que hicieron en nombre de Dios y son temerosos del ajuste de cuentas por venir. Ellos también oran, dan caridad de lo que Dios les ha proveído, y separan el mal del bien. Ellos entrarán al Paraíso con sus familias y los ángeles les darán la bienvenida a su maravilloso hogar, pero los condenados se hallarán en un hogar terrible. Esta vida mundana es breve comparada con la vida en el Más Allá.
Aleyas 28 a 30: La promesa de Dios
Recordar a Dios y Sus promesas excelentes tranquiliza el corazón del creyente. Dios proporciona un lugar hermoso de descanso a quienes creen y hacen buenas obras. El Profeta Muhammad fue enviado a su propia comunidad a recitar lo que Dios reveló. Sin embargo, ellos no creían. Dios le dijo al Profeta Muhammad que respondiera a los incrédulos. Dios le ordenó que les dijera que Dios es su Señor, que no hay más que Él y que había puesto su confianza en Él sabiendo que a Él volvería.
Aleyas 31 a 34: Dios es Quien guía
Si alguna vez hubiera una recitación que pudiera mover montañas, quebrantar la Tierra o hacer que los muertos hablaran, sería esta. Dios lo controla todo y Él podría haber guiado a toda la humanidad si hubiera querido. Los incrédulos jamás estarán lejos del desastre hasta el final, cuando se cumpla la promesa de Dios. Tú, Muhammad, no eres el primer mensajero del que se han burlado. A pesar de que los incrédulos recibieron un respiro hasta que les alcance la muerte, finalmente tendrán un final terrible.
Ellos saben que Dios vela por toda alma, pero insisten en asociarle a Él copartícipes. Nómbralos, ¿podrías decirle a Dios algo que Él no sepa? Sus fantasías están hechas para parecer deseables, y para ellos el camino al Paraíso está bloqueado. Dios los ha dejado ir por mal camino y no hay quien pueda guiarlos al camino recto. Cuando llegue el castigo, nadie podrá defenderse de Dios.
Aleyas 35 a 43: Una invitación
Quienes recuerdan a Dios tendrán una recompensa que se ve así: corrientes fluidas, fruta y sombra eternas. Pero los incrédulos no tendrán más que fuego. Aquellos que aceptaron el Islam de entre la Gente del Libro (judíos y cristianos) se regocijan con la nueva revelación (el Corán), pero algunos de entre la Gente del Libro niegan partes de ella. El Profeta Muhammad debe decir: "Se me ha ordenado adorar a Dios y no asociarle nada, te invito a hacer lo mismo, y a Él regresaremos". El Corán ha sido revelado en árabe; y si el Profeta Muhammad hubiera seguido los deseos vanos de algunos de su comunidad después de que se le diera conocimiento, nada lo hubiera protegido de la ira de Dios.
Algunos de los mensajeros antes de Muhammad tuvieron esposas e hijos, pero ninguno tuvo el poder de realizar milagros sin el permiso de Dios. En toda época hubo un libro (o revelación) y Dios confirma o borra lo que Él quiere, porque Él es la fuente. Se le dijo al Profeta Muhammad que él quizás no vería en su vida el castigo que les aguarda, pero que eso no tiene consecuencia alguna, porque su tarea solo es entregar el mensaje. Es Dios quien los llamará a rendir cuentas. ¿Acaso no ven que Dios reduce los límites de lo que controlan? El plan de Dios supera todos los plantes. Si ellos le dicen a Muhammad que él no es un mensajero, entonces él debe responder que Dios es el único testigo que necesita.