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La sura comienza con la mención del reino de Dios (Mulk en árabe), lo que le da el nombre. Revelada en La Meca en las primeras etapas de oposición cuando la misión del Profeta Muhammad recién había comenzado, esta sura (capítulo) reta a los incrédulos con declaraciones acerca el poder total de Dios sobre ellos, y sobre todo lo demás en este mundo y el próximo. Describe el pesar que expresarán los incrédulos en el Día de la Resurrección (aleyas 9–10, 27). Alarma a quienes son ignorantes de Dios y de la vida por venir.





El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) solía recitarla todas las noches antes de ir a dormir[1]. Hay varios reportes atribuidos al Profeta Muhammad que hablan de las virtudes de esta sura. El más confiable es el siguiente:





"Hay una sura del Corán, de no más de treinta aleyas de largo, que argumentará a favor de cualquiera (que la memorice) hasta que lo haga entrar al Paraíso. Dicha sura es Tabárak (Mulk)"[2].





Aleyas 1 a 5: Algunas manifestaciones del poder de Dios





"Quien tiene el poder sobre todas las cosas", nos libra de temerle a otros. Cuando esto es recitado todas las noches, nos recuerda que la bondad última está solo con Dios, y esto alimentará nuestro amor por Él. Cuando recordamos que Él está en control de nuestro mundo, solo Le tememos a Él. No nos molestarán las expectativas de los demás, sino que nuestra única preocupación será: "¿Cómo quiere Dios que yo viva?".





Dios nos dio este ciclo de vida y muerte para probarnos y ver quién de nosotros es el mejor en sus obras. Si nuestra vida es una prueba y los resultados dependen de obras bellas, entonces debemos recordarnos continuamente que todo acto se hace hermoso ante los ojos de Dios cuando se realiza puramente por Su causa y de acuerdo al ejemplo de nuestro Profeta. Solo en obediencia podemos hallar paz y tranquilidad. Simplemente, observa los cielos y mira cómo están en completa sumisión a su Creador. Las señales de Dios están por doquier, pero estamos demasiado absortos en nuestros propios asuntos. La mayoría de la gente no piensa con seriedad sobre el Más Allá.





Aleyas 6 a 11: El fin de los incrédulos y su confesión de pecados





Dios dice que cuando los incrédulos sean lanzados al fuego, los guardianes del Infierno les preguntará si no habían sido advertidos. Ellos confesarán que su mayor error fue que, en lugar de aceptar consejos, solían mofarse de quienes les advertían que estaban desviados. El hecho es que cuando no quieres enfrentar la realidad, tus propios sentidos dejan de trabajar, los oídos no escuchan y los corazones no reflexionan. En este mundo jamás queremos admitir nuestras faltas, pero en el Más Allá todos reconocerán sus pecados, lamentablemente, para entonces será inútil. Ellos confesarán sus pecados y los moradores del Infierno estarán muy lejos de la Misericordia divina.





Aleyas 12 a 15: La promesa, el conocimiento y las recompensas de Dios





La fe es valiosa solo cuando crees a pesar de no poder ver. Dios nos advierte que, si solo afirmamos tener fe pero nuestro corazón no cree, debemos recordar que Él lo sabe todo. Afirmamos que hemos sometido nuestras vidas a Dios, pero, ¿siquiera sabemos qué significa someter? Como ejemplo, mira la Tierra y su sumisión. Seremos enterrados en esta tierra y de ella seremos levantados de nuevo, pero la mayoría de nosotros olvida la muerte y la resurrección, y luego vamos por la Tierra en un paraíso de tontos.





Aleyas 16 a 22: Desafiando y reprendiendo a los politeístas





Dios desea que dejemos nuestra arrogancia y seamos conscientes de que la misma tierra que Dios ha puesto a nuestro servicio, puede ser el medio de nuestro castigo. Si hoy creemos que es muy improbable que eso ocurra, debemos observar la historia de las naciones anteriores y veremos cómo fueron eliminadas de este mundo debido a sus fechorías.





Si no tenemos tiempo para entrar en detalles del pasado, simplemente debemos mirar los pájaros en el cielo. ¿Te has dado cuenta cómo vuelan sin esfuerzo? ¿Quién los sostiene contra la gravedad de la Tierra? Así como el Dios compasivo sostiene a los pájaros en el aire, del mismo modo Dios nos sostiene en esta Tierra. Pero si Él quisiera podría dejar de darle a la Tierra su gravedad y todos quedaríamos dispersos en el espacio. ¿Acaso puede salvarnos alguien distinto a Dios? Si él deja de proveernos comida, ¿quién nos alimentará?





¿Por qué estas simples verdades vienen a nosotros como nuevos descubrimientos? Porque hemos tomado todo por sentado y hemos dejado de pensar más allá de lo obvio. Así, generación tras generación, la gente sigue ciegamente las costumbres de sus familias y amigos, y creen que van por buen camino. Dios nos dio todos los sentidos y todas las facultades con las que podemos reconocerlo y nos dio corazones sensibles, ¿y qué hemos hecho?





Aleyas 23 a 27: El poder de Dios en términos de la creación y de la reunión de personas en el Más Allá





Dios nos dio un término designado en este mundo y el libre albedrío para hacer lo que nos plazca. En otras palabras, escogemos creer o no creer. Cualquiera sea nuestra elección, todos estaremos reunidos ante Él en el Día de la Resurrección.





Solo Dios ha establecido a miles de millones de seres humanos en la Tierra para ponerlos a prueba en su vida cotidiana. En el Día Final del Juicio, Él nos reunirá a todos ante Sí para que Le rindamos cuentas de nuestras obras. El conocimiento de cuándo será ese Día es solo de Dios. El Profeta solo es un advertidor.





Aleyas 28 a 30: La liberación y las provisiones están en las Manos de Dios





Todo el capítulo trata de cambiar nuestros pensamientos. Tendemos a vivir en piloto automático. Hacemos nuestro trabajo, incluso nuestros actos de adoración, y difícilmente pensamos en Dios. Olvidamos que cada respiración viene con Su permiso. Cada gota de agua que bebemos proviene de Su misericordia. La pregunta es: ¿somos agradecidos?





Deja que la sura Al Mulk sea una parte regular de tu vida para que te golpee a diario, de tal forma que comiences a mirar tu vida cotidiana con los ojos del corazón. Ama a Dios más que a cualquier otra cosa, y témele más que a cualquier otra cosa. El sentimiento nos llevará a las obras más hermosas, que nos harán bellos a los ojos de Dios.



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