Este es un capítulo mecano que lleva por nombre al Profeta Abraham, quien ora a Dios en los versículos 35 a 41. Por toda la sura, los ingratos son condenados y los agradecidos encomiados, y a estos últimos se les garantiza su recompensa en el Más Allá. La sura es una advertencia a la humanidad y un relato preventivo para los incrédulos.
Aleyas 1 a 13: El mensaje
Veintinueve suras del Corán inician con una corta combinación de letras. La sura inicia con las letras álif, lam, ra. El significado de estas combinaciones de letras solo lo conoce Dios.
Este Corán fue revelado al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) para que guie a la gente fuera de la oscuridad y la ignorancia hacia la luz de Dios. De inmediato, da una advertencia seria a los incrédulos y a quienes impiden a la gente seguir el camino recto. El tormento para los que se han extraviado será inflexible. Todos los mensajeros hablan en el idioma de su pueblo para que el mensaje les resulte claro. Dios guiará o desviará según Su voluntad.
Al Profeta Moisés también se le dijo que trajera a su pueblo a la luz y les recordara la historia de su relación con Dios, en particular los tiempos difíciles en que vivían bajo el yugo del Faraón. Si hubieran sido agradecidos, Dios les habría dado más, pero fueron ingratos para su propio detrimento. Dios es autosuficiente y no necesita que Le agradezcan. Moisés le dijo a su pueblo que incluso si todos en la Tierra fueran incrédulos, Dios no se vería afectado por ello en modo alguno.
El mensaje fue negado y rechazado por el pueblo de Noé, y por Ad y Zamud, así como por la gente que vino después de ellos. Los mensajeros vinieron con pruebas claras de su veracidad, pero no les creyeron porque querían que sus pueblos rechazaran las religiones falsas de sus antepasados. Los mensajeros solo fueron hombres y no pudieron realizar milagros según los deseos de sus pueblos. Solo produjeron los milagros que Dios les otorgó. Los mensajeros dijeron que depositemos nuestra confianza en Dios y soportemos con paciencia todo el daño que nos puedan causar.
Aleyas 13 a 17: El sufrimiento de los incrédulos
Los incrédulos querían que los mensajeros volvieran a su antigua religión, pero Dios les hizo entender que destruiría a los incrédulos, y entonces los mensajeros y sus seguidores vivirían en la tierra después de que los incrédulos desaparecieran. Esta fue una recompensa para quienes temen su encuentro con Dios. Los mensajeros pidieron ayuda a Dios y que les diera la victoria, y los incrédulos fueron llevados a la pérdida y la destrucción total. El Infierno los espera donde tendrán agua de pus que probarán, pero nunca tragarán. La muerte se les acercará, pero no morirán, su sufrimiento solo se intensificará.
Aleyas 18 a 22: Satanás rechaza a sus seguidores
Las buenas obras de aquellos que no creen son como cenizas que se lleva el viento y no podrán beneficiarlos en modo alguno. La creación fue diseñada con un propósito, y Dios podría borrarla y traer otra creación si así quisiera. Cuando los débiles se presenten ante Dios pedirán ayuda a quienes consideraban poderosos. Estos les responderán que, si Dios los hubiera guiado, ellos a su vez los habrían guiado también, pero ahora ya no hay escape, ya sea que entren en pánico o se entreguen en silencio. Satanás les dirá que la promesa de Dios era verdadera, mientras que él los engañó. Ellos siguieron a Satanás por voluntad propia, y él los rechazó, de modo que ahora enfrentarán un castigo terrible.
Aleyas 23 a 27: Razonar y reflexionar
Aquellos que creen y hacen buenas obras serán admitidos en el Paraíso, donde florecen jardines y fluyen ríos. Su saludo será la palabra "paz". A fin de que podamos razonar y reflexionar, Dios compara una "buena palabra" con un buen árbol cuyas ramas se elevan al cielo y sus raíces están plantadas con firmeza en el suelo, y produce frutos según cada estación. Esta "buena palabra" puede ser el Islam, o la declaración "no hay deidad digna de adoración excepto Dios", y está firmemente establecida en el corazón del creyente. Sus buenas obras ascienden al cielo todo el tiempo. Del mismo modo, una "mala palabra" es como un mal árbol. Es desarraigado con facilidad y no tiene resistencia. Las palabras de incredulidad no tienen base y no benefician al incrédulo en modo alguno. Dios mantiene firmes a los creyentes, pero permite que los incrédulos se desvíen como lo deseen.
Aleyas 28 a 34: La generosidad de Dios
Hay algunas personas que han respondido a los favores de Dios con ingratitud. Ellos hacen que otros terminen ardiendo en el fuego del Infierno al alentarlos a adorar dioses falsos. Su placer estará solo en esta vida, pues no tienen esperanza alguna del Paraíso. Los creyentes deben continuar orando y dando abiertamente y en secreto ahora mismo, antes que sea demasiado tarde. El Creador envía la lluvia, hace que las plantas den frutos, y permite que las embarcaciones naveguen a salvo a través de los mares y los ríos, para beneficio de la humanidad. El Sol y la Luna, y la alternancia del día y de la noche, todo ello ha sido creado para beneficio de la humanidad. Todo nos ha sido proporcionado, pero la humanidad es ingrata.
Aleyas 35 a 41: El Profeta Abraham
El Profeta Abraham imploró a Dios que mantuviera a salvo la ciudad de La Meca y lo mantuviera a él y a sus descendientes libres del pecado de adorar ídolos. Él estableció a su familia en el valle estéril (La Meca) y suplicó para que allí se estableciera la oración y se levantara una comunidad agradecida. Dios sabe lo que la humanidad revela y lo que oculta, nada Le está velado. Abraham suplicó a Dios por el nacimiento de sus hijos, Ismael e Isaac, en su vejez, y pidió perdón para los creyentes en el Día del Juicio.
Aleyas 42 a 52: Advertencia y mensaje
Dios sabe exactamente qué hacen los incrédulos, Él les da un respiro hasta el Día en que estarán mirando alrededor con horror. Se le pide al Profeta Muhammad que advierta a la humanidad acerca del Día en que pedirán respiro de nuevo. No se les concederá, pero se les recordará que fueron advertidos y se les dio muchos ejemplos de lo que sería de ellos. Ellos tenían planes, pero sus planes jamás estuvieron ocultos para Dios.
Dios no romperá Su promesa a los mensajeros. La gente debe estar advertida de que llegará el Día en que la Tierra y los cielos serán cambiados por otra Tierra y otros cielos, y todo aquel que alguna vez vivió comparecerá ante Dios. En ese Día, los culpables serán encadenados juntos, sus rostros serán encendidos con fuego y sus cuerpos serán cubiertos con alquitrán. Todos serán juzgados y toda alma recibirá exactamente lo que merece.
Este Corán es un mensaje para toda la gente. Es una advertencia. Que la gente sepa que Dios es Uno y Único, quienes entiendan esto serán recordados.