Los cristianos con frecuencia hablan sobre desarrollar una relación con Cristo y aceptarlo en sus vidas. Afirman que Jesús es mucho más que un hombre y que murió en la cruz para liberar a la humanidad del pecado original. Los cristianos hablan de Jesús con amor y respeto, y es obvio que él tiene un lugar especial en sus vidas y en sus corazones. Pero, ¿qué hay acerca de los musulmanes? ¿Qué piensa ellos sobre Jesús y qué lugar ocupa Jesucristo en el Islam?
Alguien no familiarizado con el Islam puede sorprenderse al saber que los musulmanes también aman a Jesús. Un musulmán no dirá el nombre de Jesús sin añadir respetuosamente las palabras “que la paz sea con él”. En el Islam, Jesús es un amado y estimado hombre, un Profeta y Mensajero que llamó a su gente a adorar al Único y Verdadero Dios.
Los musulmanes y los cristianos comparten algunas creencias muy similares acerca de Jesús. Ambos creen que Jesús nació de la Virgen María y ambos creen que él fue el Mesías enviado al pueblo de Israel. Ambos creen que Jesús retornará a la tierra en los últimos días. Sin embargo, en los detalles son mundos diferentes. Los musulmanes creen con certeza que Jesús no es Dios, él no es el Hijo de Dios y él no es parte de la Trinidad.
En el Corán, Dios les habló directamente a los cristianos cuando dijo:
“¡Oh, Gente del Libro! No os extralimitéis en vuestra religión. No digáis acerca de Dios sino la verdad: En verdad el Mesías, Jesús hijo de María, es el Mensajero de Dios y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María, y un espíritu que proviene de Él. Creed en Dios y en Sus Mensajeros. No digáis que es parte de la trinidad, desistid, pues es lo mejor para vosotros. Por cierto que Dios es la única divinidad. ¡Glorificado sea! Es inadmisible que tenga un hijo. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y la Tierra. Dios es suficiente como protector”. (Corán 4:171)
Así como el Islam categóricamente niega que Jesús fuese Dios, también rechaza la noción de que el ser humano nace manchado por cualquier forma de pecado original. El Corán nos dice que no es posible para una persona cargar los pecados de otros y que nosotros somos responsables, ante Dios, sólo por nuestras propias acciones. “Nadie cargará con culpas ajenas”. (Corán 35:18) Sin embargo, Dios, en su infinita Misericordia y Sabiduría, no ha abandonado a la humanidad. Él ha enviado guía y leyes que revelan cómo adorarlo y vivir de acuerdo a sus mandatos. A los musulmanes se les pide creer y amar a todos los profetas; rechazar a uno es rechazar el credo del Islam. Jesús fue solo uno en esta larga línea de Profetas y Mensajeros, llamando a la gente a adorar a Un solo Dios. Él vino específicamente a la Gente de Israel, quienes se había, en ese tiempo, perdido del camino recto de Dios. Jesús dijo:
Los musulmanes amamos y admiramos a Jesús. Sin embargo, nosotros lo entendemos, a él y a su papel en nuestras vidas, de acuerdo con el Corán y con las narraciones y dichos del Profeta Muhammad. Tres capítulos del Corán presentan la vida de Jesús, su madre María y su familia (la Familia de Imran); cada uno revela detalles no encontrados en la Biblia.
El Profeta Muhammad habló de Jesús muchas veces, una vez describiéndolo como su hermano.
“Yo soy el más cercano de toda la gente al hijo de María, y todos los profetas son hermanos, y no ha habido ningún profeta entre él y yo”. (Sahih Al-Bujari)
Sigamos la historia de Jesús a través de las fuentes islámicas y comprendamos cómo y por qué su lugar en el Islam es de tal significado.
El primer milagro
El Corán nos informa que María, la hija de Imran, era una joven mujer soltera, casta y piadosa, devota de la adoración de Dios. Un día, mientras estaba en retiro, el Ángel Gabriel vino a María y le informó que ella iba a ser la madre de Jesús. Su respuesta fue de temor, asombro y consternación. Dice en el Corán:
“Lo convertiremos en un signo para la humanidad y una misericordia”. (Corán 19:21)
María concibió a Jesús, y cuando el tiempo de que él naciera llegó, ella se alejó de su familia y viajó hacia Belén. Al pie de un árbol de palma de dátiles, María dio a luz a su hijo Jesús.[1]
Cuando María hubo descansado y repuesto del dolor y el temor relacionados con dar a luz sola, se dio cuenta de que debía retornar a su familia. María estaba asustada y ansiosa mientras envolvía al niño y lo arrullaba en sus brazos. ¿Cómo le sería posible a ella explicar el nacimiento de él a su gente? Ella hizo caso a las palabras de Dios y tomó el camino de vuelta a Jerusalén:
“Cuando veas a algún hombre dile: Por cierto que he realizado un voto de silencio por el Compasivo, y no hablaré con nadie hoy. Ella Se presentó ante su pueblo llevándolo en brazos [a Jesús]”. (Corán 19:26-27)
Dios sabía que si María trataba de dar explicaciones, su gente no le creería. Entonces, en Su sabiduría, Él le dijo que no hablara. Desde el primer momento en que María se aproximó a su gente ellos empezaron a acusarla, pero ella sabiamente siguió las instrucciones de Dios y se rehusó a responder. Esta tímida y casta mujer apenas apuntó al niño en sus brazos.
Los hombres y mujeres que rodeaban a María la miraban incrédulamente y exigían saber cómo podrían hablarle a un niño de brazos. Entonces, por el permiso de Dios, Jesús, aún siendo un bebé, hizo su primer milagro. Habló:
“Por cierto que soy el siervo de Dios. Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta. Seré bendecido doquiera me encuentre, y me ordenará hacer la oración y pagar el Zakát mientras viva. Y me hará benevolente con mi madre. No dejará que sea soberbio ni rebelde. La paz fue conmigo el día que nací, será conmigo el día que muera y el día que sea resucitado”. (Corán 19:30-34)
Los musulmanes creen que Jesús fue el Siervo y Mensajero de Dios enviado a los israelitas de su tiempo. Hizo milagros por la voluntad y el permiso de Dios. Las siguientes palabras del Profeta Muhammad claramente resumen la importancia de Jesús en el Islam:
“Quien dé testimonio de que no hay dios sino Dios, sin asociado, y que Muhammad es su Siervo y Mensajero, y que Jesús es Su siervo y Mensajero, una palabra que Dios le dio a María y un espíritu creado por Él, y que el Paraíso es real, y que el Infierno es real, Dios lo admitirá a través de cualquiera de las ocho puertas del Paraíso por la que quiera ingresar”. (Sahih Bujari y Sahih Muslim)
Ya hemos establecido que Jesús, hijo de María, o como él es llamado por los musulmanes, Issa ibn Maríam, hizo su primer milagro mientras era arrullado en los brazos de María. Por permiso de Dios él habló, y sus primeras palabras fueron: “Por cierto que soy el siervo de Dios. Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta” (Corán 19:30). Él no dijo: “Yo soy Dios”, ni siquiera: “Yo soy el Hijo de Dios”. Sus primeras palabras establecieron las bases de su mensaje y de su misión: el llamar a la gente de vuelta a la adoración pura de Un Único Dios.
En el tiempo de Jesús, el concepto de la Unicidad de Dios no era nuevo para los hijos de Israel. La Tora decía: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor” (Deuteronomio 6:4 NVI). Sin embargo, las revelaciones de Dios habían sido malinterpretadas y abusadas, y los corazones se habían vuelto duros. Jesús vino a denunciar a los líderes de los hijos de Israel, que habían caído en vidas de materialismo y lujo, y para restituir la ley de Moisés encontrada en la Tora que ellos incluso habían cambiado.
La misión de Jesús era confirmar la Tora, hacer legales cosas que antes era ilegales y proclamar y reafirmar la creencia en Un Creador. El Profeta Muhammad dijo:
“Cada Profeta fue enviado a su nación exclusivamente, pero yo fui enviado a toda la humanidad”. (Sahih Al-Bujari).
De esta forma, Jesús fue enviado a los Israelitas.
Dios dice en el Corán que le enseñaría a Jesús la Tora, el Evangelio y la Sabiduría.
“Él le enseñará la escritura, le concederá la sabiduría, le enseñará la Tora y el Evangelio”. (Corán 3:48)
Con el fin de difundir su mensaje, Jesús estudió y entendió la Tora, y fue provisto con su propia revelación de Dios: el Inyil o Evangelio. Dios también dotó a Jesús con la habilidad de guiar e influir a su pueblo con señales y milagros.
Dios apoya a todos Sus Mensajeros con milagros que son observables y tienen sentido para la gente a la que el Mensajero ha sido enviado a guiar. En el tiempo de Jesús, los Israelitas eran muy conocidos en el campo de la medicina. Consecuentemente, los milagros que Jesús hizo (con el permiso de Dios) fueron de esta naturaleza e incluyeron retornar la vista a los ciegos, curar a los leprosos y revivir a los muertos. Dios dijo:
“Y cuando hiciste con arcilla la forma de un pájaro con Mi anuencia, luego soplaste en él y se convirtió en pájaro con Mi anuencia, y curaste al ciego de nacimiento y al leproso con Mi anuencia, y resucitaste a los muertos con Mi anuencia”. (Corán 5:110)
El niño Jesús
Ni el Corán ni la Biblia se refieren a la niñez de Jesús. Nos podemos imaginar, sin embargo, que como un hijo de la familia de Imran, fue un niño piadoso, devoto de aprender y ansioso de influir a los niños y los adultos alrededor de él. Luego de mencionar a Jesús hablando en la cuna, el Corán inmediatamente relata la historia de Jesús modelando la figura de un pájaro en arcilla, sobre el que sopló y Dios permitió que se convirtiera en pájaro.
“Os he traído un signo de vuestro Señor. Haré para vosotros con barro la forma de un pájaro. Luego soplaré en él, y con el permiso de Dios, tendrá vida”. (Corán 3:49)
El Evangelio de la Infancia de Tomás, uno del conjunto de textos escritos por los primeros cristianos pero no aceptados en el canon del Nuevo Testamento, también se refiere a esta historia. Este relata con algún detalle la historia del joven Jesús haciendo pájaros de arcilla y soplando vida en ellos. Aunque fascinante, los musulmanes creen en el mensaje de Jesús solo como este es relatado en el Corán y en las narraciones del Profeta Muhammad.
A los musulmanes se les pide creer en todos los libros revelados por Dios a la humanidad. Sin embargo, la Biblia, como ésta existe hoy, no contiene el Evangelio que le fue revelado al Profeta Jesús. Las palabras y sabiduría de Dios dadas a Jesús han sido perdidas, escondidas, cambiadas y distorsionadas. La suerte de los textos apócrifos, de los cuales forma parte el Evangelio de la Infancia de Tomás, es testimonio de esto. En el año 325 d.C., el Emperador Constantino intentó unificar la fracturada iglesia cristiana al convocar a una reunión de obispos de todo el mundo conocido. Esta reunión llegó a ser conocida como el Concilio de Nicea, y su legado fue la doctrina de la Trinidad, previamente inexistente, y la pérdida de entre 270 y 4000 evangelios. El concilio ordenó que se quemaran todos los evangelios no considerados merecedores de estar en la nueva Biblia, y el Evangelio de la Infancia de Tomás fue uno de ellos.[1] Sin embargo, copias de muchos Evangelios sobrevivieron y, a pesar de no estar en la Biblia, son valorados por su significancia histórica.
El Corán nos libera
Los musulmanes creen que Jesús, de hecho, sí recibió revelación de Dios, pero él no escribió ni una sola palabra, ni tampoco instruyó a sus discípulos a escribir nada.[2] Un musulmán no necesita tratar de aprobar o desaprobar los libros de los cristianos. El Corán nos libera de la necesidad de saber si la Biblia que tenemos hoy contiene la palabra de Dios o las palabras de Jesús. Dios dijo:
“Él te reveló el Libro con la Verdad, corroborante de los mensajes anteriores; y reveló antes también la Tora y el Evangelio”. (Corán 3:3)
Y también:
“Te hemos revelado [a ti, ¡Oh Muhammad!] el Libro [el Corán] con la Verdad, que corrobora y mantiene vigente lo que ya había en los Libros revelados”. (Corán 5:48)
Cualquier conocimiento que sea beneficioso para los musulmanes sobre la Tora o el Evangelio está claramente expuesto en el Corán. Cualquiera que sea el bien encontrado en los libros previos es encontrado ahora en el Corán.[3] Si las palabras del Nuevo Testamento actual concuerdan con las palabras del Corán, entonces esas palabras forman parte del mensaje de Jesús que no fueron distorsionadas o perdidas con el tiempo. El mensaje de Jesús fue el mismo mensaje que todos los Profetas de Dios le enseñaron a su gente. El Señor tu Dios es Uno, entonces adóralo a Él solamente. Dios dijo en el Corán acerca de la historia de Jesús:
“Esta es la auténtica verdad. No hay otra divinidad excepto Dios. Dios es el Poderoso, el Sabio”. (Corán 3:62)
El capítulo 5 del Corán se llama Al Maidah (La Mesa Servida). Este es uno de los tres capítulos en el Corán que tratan extensivamente acerca de la vida de Jesús y su madre María. Los otros capítulos son el capítulo 3, Aali Imran (La Familia de Imran), y capítulo 19, Mariam(María). Los musulmanes aman a Jesús y honran a su madre, pero no los adoran. El Corán, que los musulmanes creen que es la palabra directa de Dios, mantiene a Jesús y a su madre María y, de hecho, a toda su familia (la familia de Imran) en muy alta consideración.
Nosotros sabemos que Jesús vivió entre su pueblo, los Israelitas, por muchos años, llamándolos de nuevo a la adoración del Único y Verdadero Dios y haciendo milagros con el permiso de Dios. La mayoría de aquellos alrededor de él rechazaron su llamado y fallaron en seguir su mensaje. Sin embargo, Jesús había reunido alrededor de él a un grupo de compañeros llamado en idioma árabe Al-Hawariyun (los discípulos de Jesús).
Dios dijo en el Corán:
“Y cuando inspiré a los discípulos que creyeran en Mí y en Mi Mensajero, dijeron: ¡Creemos! Sé testigo de que somos musulmanes”. (Corán 5:111)
Los discípulos se referían a ellos mismos como musulmanes; ¿cómo podía esto ser cuando la religión del Islam no fue revelada sino 600 años después? Dios se está refiriendo al significado general de “musulmán”. El musulmán es cualquiera que se somete y obedece al Único Dios, y cualquiera cuya fidelidad y lealtad es con Dios y los creyentes sobre todo lo demás. Las palabras “musulmán” e “Islam” vienen de la misma raíz árabe –sa la ma– y esto es porque la paz y la seguridad (Salam) es inherente a la sumisión a Dios. De esta forma, puede ser entendido que todos los Profetas de Dios y sus seguidores eran musulmanes.
La Mesa Servida
Los discípulos de Jesús le dijeron:
“Cuando los discípulos de Jesús dijeron: ¡Oh, Jesús hijo de María! ¿Puede tu Señor hacernos descender del cielo una mesa servida?” (Corán 5:112)
¿Estaban ellos pidiéndole a Jesús que hiciera un milagro? ¿Se sentían los discípulos de Jesús, que se llamaban a ellos mismos musulmanes, inseguros acerca de la habilidad de Dios de proveer milagros a voluntad? Esto es poco probable, pues esto sería un acto de incredulidad. Los discípulos de Jesús no estaban preguntando si eso era posible para Dios, sino si Jesús le pediría a Dios en ese preciso momento para que les proveyera con comida. Sin embargo, Jesús pudo haber pensado de otra forma, dado que él respondió:
“Temed a Dios, si sois creyentes”. (Corán 5:112)
Cuando ellos vieron la reacción de Jesús, sus discípulos trataron de explicar sus palabras. Inicialmente dijeron: “Deseamos comer de ella…”
Ellos podían haber estado muy hambrientos y deseosos de que Dios satisficiera su necesidad. Pedirle a Dios que los provea con sustento es aceptable, pues Dios es el Proveedor, de Quien toda la provisión emana. Los discípulos entonces procedieron a decir: “… para que nuestros corazones se sosieguen,…”
Ellos querían decir que su fe se volvería incluso más fuerte si vieran un milagro con sus propios ojos, y esto es confirmado por su declaración de cierre: “[para]… saber que nos has dicho la verdad y poder ser testigos de ella”.
Aunque mencionado al final, el ser testigos de la verdad y ver los milagros que son su evidencia de apoyo eran las más importantes justificaciones para su solicitud. Los discípulos le estaban pidiendo al Profeta Jesús que hiciera este milagro con el permiso de Dios, para que ellos pudieran ser testigos ante toda la humanidad. Los discípulos querían difundir el mensaje de Jesús al proclamar los milagros de los que ellos fueron testigos con sus propios ojos.
“Dijeron: Queremos comer de ella para que nuestros corazones se sosieguen, saber que nos has dicho la verdad y poder ser testigos de ella. Dijo Jesús hijo de María: ¡Oh Dios, Señor nuestro! Desciéndenos del cielo una mesa servida que sea para nosotros una conmemoración, tanto para los primeros como para los últimos [de nuestra nación], y un signo proveniente de Ti. Y susténtanos, pues Tú eres el mejor de los sustentadores”. (Corán 5:113-114)
Jesús pidió el milagro. Oró a Dios pidiéndole que una mesa servida con comida fuera descendida. Jesús también pidió que fuera para todos ellos y que ella fuera una conmemoración. La palabra árabe usada en el Corán es Eid, significando un festival o celebración que se repita. Jesús quiso que sus discípulos y aquellos que vinieron después de ellos recordaran las bendiciones de Dios y fueran agradecidos.
Tenemos mucho que aprender de las súplicas hechas por los Profetas y los creyentes. La súplica de Jesús no fue solo por una mesa servida de comida, sino que Dios los proveyera con sustento. Él lo hizo comprensible porque la comida es solo una pequeña parte del sustento provisto por el Mejor de los Sustentadores. El Sustento de Dios provee todos los requerimientos necesarios para la vida, incluyendo, pero no limitado a, la comida, albergue y conocimiento. Dios contestó:
“Os la haré descender; más quien de vosotros después de esto no crea, le castigaré como no he castigado a nadie”. (Corán 5:115)
El conocimiento significa responsabilidad
La razón por la cual la respuesta de Dios fue tan absoluta es que si uno no cree luego de haber sido provisto con un signo o milagro de Dios, es peor que no creer sin haber visto el milagro. Usted puede preguntar por qué. Esto es porque una vez que uno ha visto el milagro, uno tiene conocimiento y entendimiento, de primera mano, sobre la omnipotencia de Dios. Mientras más conocimiento una persona tiene, mayor la responsabilidad que tiene ante Dios. Cuando usted ha visto los signos, la obligación de creer y difundir el mensaje de Dios se vuelve mayor. Dios estaba ordenándoles a los discípulos de Jesús, al recibir esta mesa llena de comida, estar alerta de la gran responsabilidad que ellos habían tomado para sí mismos.
El día de la mesa servida, de hecho, se convirtió en un día de fiesta y celebración para los discípulos y seguidores de Jesús, pero, a medida que el tiempo pasó, el real significado y esencia del milagro se perdió. Eventualmente Jesús llegó a ser adorado como un dios. En el Día de la Resurrección, cuando toda la humanidad se pondrá de pie ante Dios, los discípulos llevarán la gran responsabilidad de saber el verdadero mensaje de Jesús. Dios le hablará directamente a Jesús y dirá:
“¡Oh, Jesús hijo de María! ¿Eres tú quien ha dicho a los hombres: Tomadnos a mí y a mi madre como divinidades en vez de Dios? Dijo: ¡Glorificado seas! No me corresponde decir algo sobre lo que no tengo derecho. Si lo hubiera dicho Tú lo sabrías. Tú conoces lo que encierra mi alma, mientras que yo ignoro lo que encierra la Tuya. Tú eres Quien conoce lo oculto. No les he dicho sino lo que Tú me has ordenado: Adorad a Dios, mi Señor y el vuestro. Mientras permanecí con ellos velé por ellos, pero después de que me llevaste contigo fuiste Tú Quien les vigiló. Tú eres testigo de todas las cosas”. (Corán 5:116-117)
Aquellos de nosotros que han sido bendecidos con este verdadero mensaje de Jesús, el mismo mensaje difundido por todos los Profetas, incluyendo el último profeta, Muhammad, también cargarán con la gran responsabilidad en el Día de la Resurrección.