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UN CÓDIGO DE CONDUCTA PARA ESTABLECER Y USAR MEZQUITAS


Por el Dr. Spahic Omer





 





Dado que la mezquita representa el núcleo de la vida y las actividades musulmanas, se tuvo que crear un código de ética para establecerla y usarla, bajo la tutela del Profeta Muhammad y la revelación divina, para que algunas personas no comenzaran a usarla mal, intencionalmente o no, o podrían comenzar a desarrollar un código de principios morales por sí mismos que, por regla general, habrían sido dictados por las normas y rituales de la era de la yahiliyyah (ignorancia).





Sin embargo, como la religión del Islam le fue revelada al Profeta gradualmente y en etapas, a través de instrucciones, respuestas a varios dilemas y desarrollos que enfrentaba la naciente comunidad musulmana, la introducción y la activación de las mezquitas, la base para la implementación de muchas regulaciones y enseñanzas del Islam, tampoco podría ser una excepción a la regla de la revelación y aplicación gradual del Islam.





Ese fue también un proceso gradual, ciertamente no menos laborioso que los otros aspectos del Islam y su misión civilizadora.





Mientras sometía la evolución de la mezquita a los principios dorados de la gradación y la transformación educativa, el Profeta demostró ser muy sensible y receptivo a las necesidades y capacidades de la comunidad musulmana joven pero en rápida expansión.





Al hacerlo, no fue apresurado, impaciente o autocrático. Más bien, era prudente, compasivo, ingenioso y con visión de futuro. Fue el más grande maestro, pedagogo, reformador y psicólogo.





Definitivamente, el código de conducta para establecer y usar mezquitas que fue generado por el Profeta Muhammad bajo los auspicios de la revelación, es universal y atemporal, aplicándose a todo tiempo y espacio, como es el caso con todo el corpus de creencias, valores y principios islámicos.





Los siguientes son algunos ejemplos del código de ética general y perdurable para la optimización del establecimiento y uso de mezquitas, basado en un modelo proporcionado por el Corán y la Sunna del Profeta, y cuya ética y credibilidad eran válidas y vigentes no solo durante la época del Profeta e inmediatamente después, sino también en cada época y generación subsiguientes, incluida la nuestra.





Las mezquitas deben mantenerse limpias y ordenadas, porque la limpieza es parte de la fe (iman). Dentro y alrededor de cada mezquita, debe haber suficientes instalaciones y recursos destinados a tal fin. Las mezquitas del Profeta tenían cántaros de agua, tanto en el interior como en el exterior, a los que regularmente se les suministraba agua para la limpieza de la mezquita y también de la gente. Algunos pozos de agua cerca de la mezquita servían para el mismo objetivo.


Las mezquitas deben perfumarse, especialmente durante algunas ocasiones especiales, como las oraciones del viernes, Yumu’ah.


Al principio, sin embargo, algunas personas no eran conscientes de la limpieza y necesitaban algo de tiempo para desarrollar ciertos modales. Especialmente los que habían entrado recientemente en el redil de la nueva religión.





Entre otras cosas, tenían la costumbre de escupir flemas dentro de la mezquita. Al Profeta (la paz sea con él) le desagradaba mucho el hábito. Sin embargo, el hábito necesitaba ser vencido gradualmente y con mucha sabiduría y buenos consejos.





El Profeta (la paz sea con él) aconsejó a los que eran propensos a hacer esto que limpiaran la flema y que los lugares sucios sean cubiertos con azafrán o cualquier cosa agradable y fragante.





El mismo Profeta (la paz sea con él) en un par de ocasiones limpió los escupitajos de algunas personas después de haber visto que los habían dejado. Asimismo colmaría de elogios a aquellos que hicieran lo mismo (Sahih Al-Bujari).





Hacia este fin hay un hadiz o una tradición en la que el Profeta (la paz sea con él) dijo que quien elimine la suciedad de la mezquita, Al-lah le construirá una casa en el Paraíso (Yannah) (Sunan Ibn Majah).





Durante la era del Profeta, una mujer abisinia (etíope) se hizo cargo de la limpieza de la mezquita del Profeta (algunos creen que era un hombre). Tan alta estima tenía el Profeta (la paz sea con él) por ella que le dijo un día que le esperaba una doble porción de recompensa.





Cuando ella murió, algunas personas trataron sus asuntos como de poca importancia y la enterraron sin informar al Profeta (la paz sea con él). No obstante, al notar su ausencia, el Profeta (la paz sea con él) preguntó por ella. Cuando le dijeron lo que había pasado, respondió que deberían haberlo informado. Luego, pidió que le mostraran su tumba, donde oró por ella (Sahih al-Bujari).





Como pequeña nota al márgen, antes de la Hégira (emigración), se dice que Medina era un lugar sucio, que los Migrantes de La Meca difícilmente podían aceptar. Por lo tanto, el Profeta (la paz sea con él) ordenó que se limpiara la ciudad y se quitara la suciedad y la inmundicia.





Aisha, la esposa del Profeta, dijo:





“Llegamos a Medina y era la tierra más contaminada de Dios. El agua allí apestaba”. Para que los rigurosos requisitos de limpieza islámicos pudieran cumplirse de manera sostenible, el Profeta (la paz sea con él) también pidió a sus compañeros que cavaran pozos en diferentes partes de la ciudad. Se informa que se abrieron más de 50 pozos en la ciudad de Medina y había suficiente agua limpia para todos.





El Profeta dijo que no se permitía la entrada a la mezquita a aquellos que hubieran comido antes cualquiera de los dos: ajo y cebolla (Sahih al-Bujari).





El mensaje del hadiz, sin embargo, comprende no solo estas dos plantas vegetales, debido a su fuerte olor y sabor, sino también todo lo demás, comido o usado, cuyo olor pueda de una forma u otra molestar a las personas. Hacia este fin están las palabras del Profeta:





Si no fuera difícil para mi ummah (comunidad), les ordenaría usar el palillo dental (para cepillarse los dientes) en el momento de cada oración (Sunan Abi Dawud).





 





Fuente: About Islam



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