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LA VERDAD SOBRE LA HISTORIA DE LA ESCRITURA


Por el Dr. Spahic Omer





Convencionalmente, se cree que toda la escritura se originó en Mesopotamia, alrededor del 3000 a. e. c. A partir de ahí, la invención se extendió por difusión cultural a otras partes del mundo.





Algunos creen, además, que la escritura evolucionó de forma independiente más de una vez. Lo hizo, aparte de Mesopotamia, en algunas otras civilizaciones propicias, como en Egipto (también alrededor del 3000 a. e. c.) y China (alrededor del 1200 a. e. c.).





Sin embargo, esta estimación forma parte de la evolución sociocultural, que, a su vez, parte de la teoría de la evolución. Es parte integral del darwinismo, relacionando la evolución biológica con el evolucionismo sociocultural.





Dado que muchos aspectos del darwinismo son completamente erróneos y otros más seriamente problemáticos, lo mismo es cierto con respecto a las teorías de la evolución sociocultural como su derivada.





Eso incluye la idea de los orígenes y la evolución de la escritura también.





Es cierto que gran parte de la comprensión en relación con el tema es empírica. Pero es evidente al mismo tiempo que no todo el conocimiento puede ser cubierto por métodos y sistemas empíricos.





Debido a que la vida está envuelta en infinitos misterios y oscuridades, empíricamente hablando, el papel del conocimiento y la guía revelados es indispensable.





Integrar los dos es el único camino a seguir.





LA PLUMA Y LA ESCRITURA COMO ENTIDADES CELESTIALES


Tan importante es escribir en el mensaje revelado islámico que tanto la pluma como la escritura ocupan un lugar destacado y permanente en el reino celestial, independientemente de la naturaleza exacta de ellos.





Por ejemplo, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) dijo que la pluma (al-qalam), un instrumento de escritura, fue lo primero que Al-lah creó.





Dijo: “En verdad, lo primero que Al-lah creó fue la pluma. Al-lah le ordenó que escribiera, así que escribió todo lo que existirá hasta el final” (Jami’ al-Tirmidhi).





Abdullah b. ‘Umar dijo que cuatro cosas Al-lah creó con Su mano: la pluma, el Trono, el Jardín del Edén (Yannah’ Adn) y Adán. El resto de la creación lo creó al decirles «Sean» y fueron. Hay un capítulo (sura) en el Corán que se llama «la Pluma» (al-qalam). En su primer aleya, Al-lah jura por la pluma y por lo que los ángeles escriben en los registros de las personas: «Por la pluma y lo que escriben» (al-Qalam, 1)





Al-lah también dice: «No sucede ninguna desgracia en la Tierra, ni a ustedes los azota adversidad alguna sin que esté registrada en un libro antes de que suceda. Eso es fácil para Dios» (al-Hadid, 22).





El Profeta (la paz sea con él) dijo, recordando el mensaje de este versículo: «Las plumas (aqlam) se han levantado y las páginas (suhuf) se han secado» (Jami ’al-Tirmidhi).





Además, a algunos ángeles se les ha confiado la vigilancia de las personas y el registro de sus actos. El Corán dice sobre ellos: «hay ángeles que registran sus obras, nobles escribas» (al-Infitar, 10-11).





Sin embargo, otros ángeles son enviados por Al-lah para escribir cuatro cosas mientras las personas todavía están en el vientre de sus madres: su sustento, su muerte, sus obras, su fortuna y su desgracia (Sahih Muslim).





LA PLUMA Y LA ESCRITURA COMO NECESIDADES DEL HOMBRE


Al hablar de la creación del ser humano, Al-lah dice que le había enseñado a escribir, o el uso de, la pluma (al-‘Alaq, 4).





Las palabras de Al-lah, siguiendo el «verso de la pluma» anterior, de que Él había «enseñado al ser humano lo que no sabía» (al-‘Alaq, 5) para muchos eruditos, denotan «enseñar a escribir».





Al-lah también dice que le había enseñado al primer hombre y profeta en la Tierra, Adán, los nombres de todas las cosas (al-Baqarah, 31). Adán luego pasó ese conocimiento a sus descendientes.





Según la mayoría de los comentaristas del Corán, la primera persona a la que se le enseñó a escribir y a utilizar la pluma fue el propio Adán.





Otros dicen que fue Idris (Khanujor Enoch), el tercer profeta y bisabuelo del Profeta Noé. Existe «el Libro de Enoc» como un antiguo texto religioso hebreo que tradicionalmente se atribuye a Enoc. Sin embargo, en general, tanto en los círculos judíos como cristianos, el libro se considera no canónico o no inspirado.





En cualquier caso, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) dijo explícitamente que Adán, su tercer hijo y también profeta, Seth, hermano de Qabil (Caín) y Habil (Abel), e Idris, fueron los primeros que escribieron con la pluma (awwal man khatta bi al-qalam) (Ibn Hiban; Abu Na’im).





Sin duda, escribir es una gran bendición divina. Completa a la humanidad, abriendo infinitas posibilidades.





Sin ello, como dicen al-Qurtubi y otros exégetas, no se podría lograr la religión ni la vida en general.





La escritura es un medio por el cual Al-lah Todopoderoso realizó Su objetivo para la existencia y la humanidad en particular. Conociendo el carácter y el significado de la honorable misión del ser humano en la Tierra, ninguna fase de su existencia productiva podría imaginarse sin una forma de escritura.





El ser humano y la escritura son indivisibles.





LOS DONES DE AL-LAH PARA LA HUMANIDAD


Cuando Al-lah le enseñó a escribir al ser humano, cuando le enseñó el habla inteligible (al-Rahman, 4), cuando le enseñó todos los nombres y cuando le asignó las facultades de oír, ver, sentir y comprender (al-Mulk, 23 ) –Al-lah perfeccionó así Sus dones para la humanidad.





Por lo tanto, el ser humano se preparó y calificó para ser el vicegerente (khalifah) y para enfrentar los desafíos inminentes en la Tierra.





Estaba dispuesto a generar legados.





Es decir, positivamente, el ser humano fue creado para conocer. Fue creado para ser «civilizado» e «iluminado», en el sentido más íntimo de los términos. No evolucionó para llegar a ser así.





La única tarea del ser humano después fue mantener el rumbo y seguir manteniendo su condición. Él también necesitaba seguir refinando las dimensiones materiales de la vida como lo requería la vicisitud de sus leyes fundamentales.





Fue solo Al-lah quien pretendió para el ser humano la distinción de la luz, sabiduría, guía y progreso auténtico, mientras que todas las demás alternativas estaban empeñadas en destruirlo y arrastrarlo al abismo de la oscuridad, la ignorancia, el engaño y la regresión.





EL PAPEL DE LAS REVELACIONES


Además, a todos los profetas se les dieron revelaciones, algunas de las cuales tenían la forma de escrituras (libros o escritos sagrados).





Al-lah dice, por ejemplo: «Este Mensaje se encuentra mencionado en las primeras revelaciones, en las revelaciones recibidas por Abraham y Moisés» (al-A’la, 18-19).





También: «Pero si ya les han llegado pruebas evidentes en los primeros Libros revelados», (Ta Ha, 133).





Para la mayoría de los exegetas, el mensaje en esos y otros versículos similares es general, y abarca a todos los profetas, porque todos trajeron la misma fe monoteísta.





Para corroborar aún más el punto, en un hadiz (tradición) el Profeta (la paz sea con él) dijo que hubo 104 libros sagrados.





Aparte de los cuatro libros principales: Tawrat, Zabur, Inyil y al-Furqan (Corán), también había escrituras menores (sahifah, plural: suhuf).





Estas últimas fueron entregadas en diferentes cantidades a Adán, Seth (el hijo de Adán), Idris, Abraham y quizás Moisés antes de la revelación del Tawrat (Ibn Hiban; Abu Naim).





De paso, el Profeta Abraham nació y vivió durante algún tiempo en Mesopotamia hace casi cuatro milenios atrás cuando, según la erudición convencional, la escritura ya había despegado y había comenzado a extenderse a otros lugares.





Una vez más, era imposible haber revelado libros sagrados sin ningún tipo y grado de escritura.





Las escrituras menores dadas especialmente a los primeros profetas se llaman suhuf, que significa «páginas», «hojas» y «documentos». Incluso en la vida cotidiana y en la mente de la gente corriente, estas nociones están inevitablemente asociadas con los conceptos de escritura y lectura.





De hecho, los profetas y sus revelaciones siempre sirvieron como motores principales en la búsqueda del verdadero conocimiento (escrito y oral) y el refinamiento existencial.





¿DÓNDE ESTÁ LA EVIDENCIA?


Uno debe preguntarse por qué no hay evidencia concreta que apoye esta creencia.





Las siguientes son las posibles razones:





Primero





Debido a su rechazo y maltrato a los profetas, Al-lah destruyó la mayoría de las naciones anteriores. Como señal para la posteridad, las destrucciones fueron a la vez graves y completas. En la mayoría de los casos, no quedó ningún vestigio: «¿Acaso ves ahora algún rastro de ellos?» (al-Haqqah, 8).





Segundo





Las naciones anteriores eran relativamente pequeñas y sus legados limitados. La robustez y la durabilidad no eran su fuerte.





Tercero





Si no se ha encontrado nada hasta ahora, eso de ninguna manera implica que no haya absolutamente nada que pueda ser descubierto algún día. Hasta ahora, se ha buscado, excavado y examinado adecuadamente una pequeña parte de la Tierra. Esta falta de conocimiento indujo a un científico a comentar que sabemos más sobre la superficie de Marte que sobre el fondo del océano.





Cuarto





Al-lah simplemente puede ocultar algunas evidencias al hombre como una forma de probarlo y poner a prueba su confianza en el conocimiento revelado. Así como prometió preservar el cuerpo de Faraón como señal (evidencia) para las generaciones futuras (Yunus, 92), también podría hacer lo primero. La Tierra, la vida y las personas son posesiones de Al-lah, por lo que Él es libre de hacer lo que quiera de acuerdo con Su ilimitada sabiduría y benevolencia.





Fuente: About Islam



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