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 La historia de Salmán Al-Farisi cuando abrazó el Islam 


(قصة إسلام سلمان الفارسي)








🌺 De Salmán Al-Farisi quedijo: 





 🟠“Yo fui un muchacho perso, de la gente de Isfahán. Mi padre era el Dijqan y fui la persona más amada por mi padre, y su amor hacia mí aumenta cada vez más con en el paso de los días, hasta que me encarceló en casa por tener miedo a que me ocurra algo malo, al igual que las chicas.


 


Me esforcé mucho en esta religión hasta que llegué a la postura de ser el encargado de encender el fuego que estuvimos adorando, me asignaron esto para que no se desvanezca ni una horas del día o de la noche. 


 


Mi padre tenía una aldea que nos da mucha cosecha, prestaba mucha atención para cosechar buenas productos. 





Un día, mi padre no pudo ir a la aldea para hacer su trabajo, entonces me dijo a mi hijo: ¡Oh hijo mío, tengo otras cosas para hacer, vete tú a la finca en vez de mí.  


  


Me fui rumbo a la finca y me encontré con una iglesia donde los cristianos practicaban sus ritos, oí sus rezos y me llamaron la atención, 


 


Salman sigue diciendo: Cuando reflexioné en ellos me gustó sus oraciones, y quería seguir su religión, y me dije:


-Juro por Allah que esto es mejor que el camino en la que estamos siguiendo. 


-Juro por Allah que no les abandonaré, hasta que se ponga el sol, y efectivamente no fui a finca de mi padre, [y me quede interrogando a los cristianos en su religión], 


 


Les pregunté, ¿De dónde viene esta religión? 


Ellos dijeron: de los países del Levante (Siria, Líbano, Jordania, Palestina e Irak), y cuando cayó la noche, volví a casa. 


 


Mi padre me preguntó qué hice en la finca? Dije: ¡Oh padre mío! Pasé por gente que estaba rezando en una iglesia, me gustó su religión, y me quedé allí hasta la puesta de sol. 


 


Mi padre me dijo: ¡hijo mío!, ¿acaso esta religión no es buena?


 


Dije [en voz de Salman]: Juro por Allah que no es así, su religión es mejor que la nuestra. 


 


Entonces mi padre tenía miedo de lo que dije, y temía que dejara su religión, por lo que me encarceló en casa, y puso una cadena en mis pies


 


Cuando tuve la oportunidad de hacer algo, envié un mensaje a los cristianos diciendo: Si pasa gente que quiere ir a Levante avisadme. 


 


Después de un corto tiempo vino gente dirigiéndose a Damasco y me avisaron de ellos. Intenté desatar la cadena y logré hacerlo y me fui con ellos hasta llegar a Damasco.


 


Cuando llegamos a Damasco pregunté por el mejor hombre entre la gente de religión cristiana, me respondieron que era el obispo, el pastor de la iglesia del pueblo.


 


Fui a donde estaba y le dije: Deseo convertirme al cristianismo, deseo estar siempre contigo para servirte, aprender de ti y para rezar contigo, me pidió que entrara. 


 


Entonces entré y me puse a servirle, pronto descubrí que era un hombre malo, puesto que ordenaba e incitaba a sus seguidores a dar caridad, pero en vez de repartirla a los pobres se la atesoraba para sí mismo, y no daba nada a los pobres ni a los necesitados, al final recogió siete grandes jarras de oro.


Lo detesté mucho por lo que veía que hacía, más tarde murió.


Los cristianos se reunieron para enterrarle y venerarle y homenajearle, 


 


Les dije: Éste era un hombre malo, os ordenaba e incitaba a dar caridad, sin embargo lo que hacía es atesorar la limosna par sí mismo, y no daba nada de ella a los pobres. 


 


Dijeron: ¿Cómo sabes esto?


Contesté: ¿Queréis que os indique donde está su tesoro?


Respondieron que sí, y les enseñé donde guardaba el tesoro, extrajeron siete jarras grandes llenos de oro y plata.





Cuando las vieron, dijeron: Juramos por Dios que no lo vamos a enterrar. 


Más tarde lo crucificaron, y lo apedrearon.





En seguida nombraron otro hombre y le seguí. Nunca he visto, en este mundo, un hombre más contemplativo que él, y tampoco he visto una persona que anhele la vida del Más Allá que él, ni nadie que se apegaba a la adoración durante el día y la noche que él.





Le amé mucho y me quedé con él durante largo tiempo. Cuando estaba muriendo, 


le dije: Señor, recomiéndame y aconséjame a quien sigo después de ti.


 


El obispo dijo: ¡Oh hijo mío!, yo no conozco a nadie que practica lo que yo haya practicado excepto un hombre en Mosul, que no ha distorsionado ni tergiversado la verdad- es decir; a la gente del extravío; lo que distorsionaron y cambiaron la verdad- él está en Mosul, ve pues y síguelo. 


 


Cuando murió ese obispo, lo busqué, y cuando lo encontré le comenté mi historia diciéndole:


Tal obispo me aconsejó antes de morir el estar contigo, ya que tú te apegas a lo que él se apegaba. 


 


Así es como me quedé con él y vi que era una persona buena, pero pronto éste hombre se murió, y cuando estaba muriendo, 


le dije: Señor, por disposición de Allah te llego lo que ves, y tú sabes de mi situación, 


¿A quién me recomiendas para estar y seguirlo después de ti? 


 


Dijo: No sé de un hombre que practique lo mismo que nosotros practicamos, excepto de un hombre que se encuentra en Nissibín, -dijo su nombre-, síguele.


 


Cuando el hombre fue enterrado, me marche hacia Nissibín para buscar al hombre que me recomendaron, y cuando lo encontré le relate mi historia, y lo que me dijo aquel obispo antes de morir; después de ello el hombre me dijo: Quédate con nosotros. 


 


Lo encontré igual que el último obispo, era una persona buena, pero también al poco tiempo le vino la muerte, cuando estaba muriendo, también le dije:  


Ya sabes mi situación 


¿Con quién me recomiendas estar? 





Él dijo: Hijo mío, juro por Allah que no conozco a nadie que quede en la práctica de nuestra religión excepto uno que vive en Amoria, búscale y sigue su práctica de adoración.


 


Me fui a donde estaba el hombre que me recomendó, lo encontré y le informé de mi experiencia con los otros obispos.”


 


Este último dijo: Quédate conmigo, me quedé con él, juro por Allah que éste también era un hombre guiado como los últimos obispos, tenía vacas y ovejas. 


 


Poco tiempo después murió, y antes de morir, le pregunté: Ya sabes de mi situación 


¿Con quién me recomiendas estar? 


¿Qué me ordenas que haga? 


 


Él dijo: ¡Oh hijo mío!, juro por Allah que no sé de ninguna persona de los árabes que practique nuestra religión. Pero se acerca el momento en el cual vendrá un Profeta en un lugar del territorio de los árabes, vendrá para predicar la religión del Profeta Abraham, y luego migrará de su tierra a otra que contiene palmeras entre las que hay dos montañas, tiene signos claros, acepta los regalos, no come de la caridad, y entre sus hombros tiene el sello de la profecía. Cuando tengas la oportunidad de encontrarle síguelo.


 


Al poco tiempo aquel hombre falleció. Me quedé en Amoria tanto tiempo hasta que un grupo de comerciantes árabes pasó, eran de la tribu Kaleb, 





les dije: Os doy las vacas que tengo y mi oveja si me lleváis con vosotros a la tierra de los árabes, y así fue, les he dado todo lo que tenía. 


 


Me llevaron con ellos, cuando llegamos al Valle Qura me traicionaron porque me vendieron a un hombre judío como esclavo, tomaron las vacas y la oveja. 


 


Le servía durante tiempo determinado y después le visitó su primo que pertenece a la tribu de Bani Quraiza, éste me compro de mi amo, y me fuí con él. 





Me llevó con él a Iathrib (el antiguo nombre de la Medina), y allí vi las palmeras. Vi palmeras tal y como las describió el obispo de Amoria, entonces supe que era Medina, me quedé con él. 





Allah envió su Mensajero en la Meca al Islam, sin embargo, no había oído noticias sobre él, porque estuve ocupado en lo que debe hacer un esclavo. 


 


Más tarde el Mensajero de Allah ﷺ emigró a Iathrib (Ciudad de Medina), sin darme cuenta.





 Cuando estaba en la parte superior de una palma de las de mi señor, cosechando su fruta, mi maestro estaba sentado al lado de ella, vino su primo y le dijo:





Que Allah castigue a la tribu de Quila (los Aus y Jazray), ahora están reunidos en Quiaba con un hombre procedente de Meca, pretende ser un Profeta. 


 


Cuando escuché sus palabras me ha tocado lo que parecía la fiebre y me preocupé mucho hasta el punto en la que temía caer encima de mi maestro de tanta alegría. Me puse a bajar de la palmera, 





y le pregunté al hombre:  


¿Qué dices, me puedes repetir lo que acabas decir? 


Mi maestro se puso furioso y me golpeó dándome puñalada fuerte y dijo ¿Qué dices? Vuelve a lo que estabas haciendo, vete a tu trabajo.


 


Dije: Nada. Quería comprobar esto. Cuando cayó la noche tomé algo de los dátiles que reunía y me dirigí a por donde pasaba el Mensajero Muhammad, entré en donde él estaba, y le dije:  


Me informaron que eres un hombre justo (salih), y que te acompañan gente común y necesitados, toma esto que es una caridad para vosotros, es que vosotros la merecéis más que otra gente, les ofrecí los dátiles –quiere decir para que el Profeta comiera. 





Luego, el Profeta dijo a sus compañeros: comed, y él no comió nada, me dije a mí mismo: ésta es la primera señal no comió de la la caridad (sadaqa)


 


Empecé de nuevo a mi trabajo, el de reunir dátiles. Cuando el Profeta ﷺ se fue a Quba en Medina fui a donde estaba y le dije: Te vi que no comes de la caridad, toma este regalo para ti. 


 


Entonces él y sus compañeros comieron de él. Me dije: Esta es la segunda señal. 


 


Después me encontré con el Mensajero de Allah en Baqi’ Al-Garkad,- en aquel tiempo no era un cementerio, junto a la Mezquita del Profeta Muhammad- 


 


Salmán dijo: Me encontré con él donde estaba enterrando a uno de sus compañeros, lo vi sentado y sus hombros estaban cubiertos por su pañuelo, le saludé y a continuación, di vuelta para ver el sello que me describió el obispo en Amoria. 


 


Cuando el Profeta me vio que estaba mirando su espalda, entendió mi propósito y después bajó su manto sobre su espalda, y vi el sello. 


Cuando lo reconocí lo abracé fuertemente y me puse a llorar.


 


🟠 Le conté mi historia desde el principio hasta el final cómo le estoy contando a ti Ibn Abbás, el Mensajero de Allah ﷺ sintió un gran placer. 


 


El Profeta me ordenó contarles mi historia, los compañeros del Profeta sorprendieron mucho y sintieron mucho placer.”


Al Albáni clasificó este hadiz como aceptado.





[Al-Termizi]



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