Los casos de suicidio han sido conocidos a lo largo de la historia registrada. Fueron conocidos y discutidos en las antiguas civilizaciones griega y romana, y se los menciona en las religiones judía y cristiana, así como en los libros clásicos del hinduismo. El suicidio o hara kiri es parte del antiguo código de honor japonés y se observa en las culturas asiáticas. No es algo limitado a la civilización occidental, e incluso se encuentra en los países de mayoría musulmana a pesar de que se sabe que está claramente prohibido en el Islam. En el Corán hay sanciones contra el suicidio.
"No se maten a ustedes mismos. Dios es Misericordioso con ustedes". (Corán 4:29)
"Y no se autodestruyan". (Corán 2:195)
El Corán deja en claro que la vida humana es sagrada. La vida no puede ser tomada sin justificación, y el derecho a la vida es inherente a los principios del Islam. La vida misma es un regalo del Creador que estamos obligados a cuidar. El suicidio debido a la pérdida de la esperanza en la misericordia de Dios o a los problemas mundanales, está estrictamente prohibido. El Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Quien se mata a sí mismo con algo en este mundo, será castigado con ello mismo en el Día de la Resurrección[1]. Este es un pecado grave y su castigo está sujeto a la voluntad de Dios. Si Él quiere, lo perdona, y si Él quiere, castiga por ello"[2].
La vida es una sucesión interminable de momentos. En los dos extremos hay momentos alegres que hacen saltar a nuestros corazones, y momentos oscuros que nos hunden en la tristeza, la preocupación o incluso la desesperación. La alegría y su opuesto, la tristeza, son parte de la condición humana; sin embargo, cuando perdemos control sobre nuestras emociones, podemos caer fácilmente en la desesperación. La desesperación es el sentimiento que tenemos cuando toda esperanza ha desaparecido, y es una situación muy peligrosa. Dios nos dice que no nos desesperemos y, en especial, que no perdamos la esperanza en Su misericordia. Dios no nos ha abandonado frente a las tentaciones y pruebas que enfrentamos en este mundo, Él es siempre misericordioso y nos ha dotado con armas poderosas. Dios, el Más Misericordioso, nos da guías claras y nos promete dos cosas: que si lo adoramos a Él y seguimos Su guía, seremos recompensados con el Paraíso, y que después de las dificultades viene la felicidad.
"[En cambio] a los creyentes que obren rectamente los ingresaré en jardines donde corren ríos, en los que vivirán por toda la eternidad. La promesa de Dios es auténtica. ¿Qué palabra es más verídica que la palabra de Dios?" (Corán 4:122)
"Luego de toda dificultad viene la facilidad". (Corán 94:5)
Cuando el Profeta Jacob estaba afligido y triste, se volvió hacia Dios, y el Corán nos dice que le suplicó a Dios que le diera alivio:
"Dijo [Jacob]: ‘Solo me quejo a Dios en mi lamento y mi dolor, y sé de Dios lo que ustedes no saben...’". (Corán 12:86)
El Profeta Muhammad dijo también: "No hay desgracia ni enfermedad que le ocurra a un musulmán, ni preocupación, pena, daño ni angustia, ni siquiera una espina que le pinche, sin que Dios le expíe algunos de sus pecados a causa de ello"[3].
La religión del Islam se ocupa principalmente de hacer y mantener una conexión con el Dios Único. Uno de los mayores errores que la gente puede cometer es separar su vida mundanal de su vida religiosa. Las situaciones angustiantes que nos llevan a desesperarnos y a sentirnos desconectados de Dios siempre se originan en los asuntos de este mundo, como problemas emocionales, estrés financiero, abuso de sustancias o problemas de salud. Especialmente en este nuevo siglo, una de las razones más comunes de la desesperación es la sensación de aislamiento o separación de los demás.
Dios nos ha prometido que Él está bien consciente de las situaciones que enfrentamos y Él nos ha dado armas para afrontarlas. En una serie de artículos en este sitio web discutimos las armas de la paciencia, la gratitud y la confianza[4]. Sin embargo, cuando se trata de la desesperación –la condición que, en algunos casos, puede llevar a la persona a pensar en tomar su propia vida–, tenemos que profundizar más, tenemos que recordarnos primero y ante todo que Dios es Misericordioso y que no importa en qué situación nos encontremos, Él está dispuesto a perdonar y a ayudar.
Dios, el Más Misericordioso, Compasivo y Benevolente, nos ha instruido para inculcar estos atributos y tratar a los demás con respeto y justicia. Ello incluye no dejar a nadie solo con sus problemas y preocupaciones. Un poco de apoyo y cuidado puede ayudar a alguien a evitar el pecado de terminar con su propia vida. Dios también nos dice que no nos burlemos, despreciemos, insultemos, abusemos ni denigremos a nadie.
"¡Oh, creyentes! No se burlen unos de otros, porque pudiera ser que los que son blancos de las burlas sean mejores que los que se están burlando. Que las mujeres no se burlen de otras mujeres, porque es posible que las que son el blanco de las burlas sean mejores que las que se burlan. No difamen ni pongan apodos ofensivos. ¡Qué malo es comportarse como un corrupto luego de haber sido agraciado con la fe! Quienes no se arrepientan… esos son los injustos". (Corán 49:11)
Tanto Dios como el Profeta Muhammad nos recuerdan que Él castigará a aquellos de nosotros que cometan injusticias u opriman a los demás.
"[Sepan que] a quien cometa injusticia lo haré sufrir un gran castigo". (Corán 25:19)
El Profeta Muhammad dijo: "Un musulmán es hermano de otro musulmán, así que no debe oprimirlo ni dejarlo en manos de un opresor. A quien satisface las necesidades de su hermano, Al-lah le satisfará sus necesidades; a quien le evita a su hermano (musulmán) un malestar, Al-lah le evitará los malestares en el Día de la Resurrección, y a quien cubre las faltas de un musulmán, Al-lah le cubrirá sus faltas en el Día de la Resurrección"[5].
Por lo tanto, sin duda hay un beneficio en tratar bien a los demás, en especial cuando se ayuda a los amigos o familiares que se ven abrumados por las crueldades e injusticias de la vida. Sin embargo, ¿qué pasa con la gente que se siente sola, aplastada por las circunstancias, y que tambalea al borde de la desesperación? ¿Cómo puede una persona que sufre de pensamientos suicidas, alejarse del borde del precipicio?
Esto se puede lograr de muchas maneras. Primero que todo, mediante el fortalecimiento de la relación propia con Dios. Esto se consigue leyendo el Corán, siendo conscientes de Él, haciendo muchas duat (súplicas) a Dios. Luego, la persona haría bien en reconocer la mano de Satanás en este asunto. Él susurra escenarios aterradores de pobreza y desamparo que no son reales, pues la misericordia de Dios lo conquista todo. Aférrate a Él y al Islam incluso en la hora más oscura y en la noche más larga. Junto con las armas antes mencionadas, Dios también nos dio al Profeta Muhammad, una misericordia para todos los mundos, para todas las gentes. Tratar de emularlo a él hará que una persona desesperada se tranquilice y se acerque a Dios.
Si somos conscientes de que Dios controla todas las cosas y que Él desea finalmente para nosotros que vivamos para siempre en el Paraíso, podemos comenzar a salir de nuestra tristeza y dejar nuestra preocupación atrás. Si enfrentamos nuestros temores y ansiedades con plena confianza en Dios y si mostramos paciencia y gratitud en todas nuestras circunstancias, la tristeza y la preocupación desaparecerán o al menos se harán más ligeras. El Profeta Muhammad dijo: "¡Los asuntos del creyente son realmente sorprendentes! Todos ellos lo benefician. Si se le concede la facilidad, entonces es agradecido y eso es bueno para él. Y si se ve afligido con una dificultad, entonces persevera, y eso es bueno para él"