Como seres humanos frágiles, a menudo nos vemos acosados por temores y ansiedad. Estas emociones pueden llegar a ser tan agobiantes que olvidamos el propósito principal en nuestra vida, que es adorar a Dios. Cuando agradar a Dios es el centro de todos nuestros pensamientos, actos y hechos, entonces la tristeza y la preocupación no pueden tener cabida en nuestras vidas.
En el artículo anterior hablamos sobre cómo lidiar con la tristeza y la preocupación esforzándonos por ser pacientes. También hablamos sobre contar las bendiciones que Dios ha derramado sobre nosotros como una forma de alentarnos a ser pacientes. Otra forma de superar la tristeza y la preocupación es siendo agradecidos con Dios por Sus incontables bendiciones. Dios explica en el Corán que los verdaderos creyentes son aquellos que son agradecidos.
“Recordadme, pues, que Yo os recordaré; agradecedme [Mis mercedes] y no seáis ingratos”. (Corán 2:152)
Hay muchas maneras de expresar gratitud. La primera y más importante es adorar a Dios en la forma en que Él ha prescrito. Los cinco pilares del Islam[1] fueron ordenados por Dios sobre nosotros y ellos nos guían a adorar a Dios fácilmente. Cuando cumplimos con nuestras obligaciones hacia Dios, se hace evidente cuán bendecidos somos.
Cuando damos testimonio de que no hay divinidad digna de adoración sino sólo Allah y que Muhammad es Su Mensajero final, estamos siendo agradecidos por ser bendecidos con el Islam. Cuando un creyente se postra ante Dios en oración silenciosa y feliz, estamos expresando gratitud. Durante el ayuno de Ramadán agradecemos por la comida y el agua al darnos cuenta de que Dios provee nuestro sustento. Si un creyente es capaz de hacer la peregrinación a la Casa de Dios en La Meca, es sin duda un motivo de agradecimiento. El viaje de peregrinación puede ser largo, difícil y costoso.
El creyente también expresa gratitud dando caridad. El Profeta Muhammad, que la paz de Dios sea con él, aconsejó a sus seguidores dar caridad todos los días para expresar gratitud a Dios por cada articulación o facultad en su cuerpo[2]. El Imam Ibn Rayab, un notable erudito islámico del siglo VII, dijo: “Los seres humanos están obligados a agradecerle a Dios cada día por Sus bendiciones sobre ellos, realizando actos de virtud y caridad a diario”.
Si recordamos a Dios leyendo el Corán y reflexionando sobre sus significados, adquirimos una mayor comprensión de la vida en este mundo y en el más allá. En consecuencia, comenzamos a entender la naturaleza transitoria de la vida y el hecho de que incluso las pruebas y tribulaciones son bendiciones de Dios. La sabiduría y la justicia de Dios son inherentes incluso en las peores situaciones.
¿Cuántas veces hemos escuchado a personas con enfermedades debilitantes o discapacidades terribles, agradecer a Dios por su condición o hablar sobre cómo el dolor y el sufrimiento traen bendiciones y bondades a sus vidas? ¿Cuántas veces hemos escuchado a otros hablar acerca de experiencias terribles y pruebas duras, y sin embargo siguen agradeciéndole a Dios?
En tiempos de tristeza y preocupación, cuando nos sentimos solos y angustiados, Dios es nuestro único refugio. Cuando la tristeza y la preocupación se tornan insoportables, cuando no hay nada más que tensión, miedo, ansiedad y miseria, instintivamente nos volvemos hacia Dios. Sabemos que Sus palabras son verdaderas, sabemos que Su promesa es verdad.
“…si Le agradecéis, Él incrementará vuestro sustento”. (Corán 14:7)
Dios conoce la sabiduría detrás del por qué le ocurren cosas malas a la gente, o por qué le ocurren cosas malas a la gente buena. En general, lo que sea que nos haga volvernos hacia Dios es bueno y debemos agradecer por ello. En momentos de crisis, la gente se acerca más a Dios, mientras que en momentos de comodidad, muchas veces nos olvidamos de dónde se originó ese bienestar. Dios es el Proveedor y Él es el Más Generoso. Dios desea recompensarnos con la vida eterna, y el dolor y el sufrimiento pueden garantizar el Paraíso; entonces, las pruebas y tribulaciones son una bendición. El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, dijo: “Si Dios desea el bien para alguien, lo aflige con pruebas”[3].
El profeta Muhammad dijo también: “Ningún infortunio ni enfermedad le sobreviene a un musulmán, ninguna preocupación, dolor o daño —ni siquiera una espina que le pinche— sin que Dios expíe alguno de sus pecados a causa de ello”[4]. Somos seres humanos imperfectos. Podemos leer estas palabras, podemos incluso entender el sentimiento detrás de ellas, pero reconocer la sabiduría detrás de cada situación y ser agradecidos por nuestras pruebas es muy difícil. Es mucho más fácil caer en la tristeza y la preocupación. Sin embargo, Dios, el Más Misericordioso, nos da pautas claras y nos promete dos cosas: que si Lo adoramos y seguimos Su guía seremos recompensados con el Paraíso, y que con cada dificultad viene la facilidad.
“Luego de toda dificultad viene un alivio”. (Corán 94:5)
Este versículo es parte de un capítulo del Corán revelado cuando las dificultades en la misión del Profeta Muhammad le estaban pesando y ocasionando angustia. Las palabras de Dios lo consolaron y tranquilizaron, al igual que nos consuelan hoy día. Dios nos recuerda que con la dificultad viene la facilidad. La dificultad nunca es absoluta, siempre viene acompañada de facilidad. Por eso, debemos estar agradecidos. Para eso, necesitamos expresar nuestra gratitud.
Debemos aceptar las pruebas, triunfos y tribulaciones que son parte del hecho de estar vivos. Cada uno de ellos, desde los más altos niveles hasta los más bajos, es una bendición de Dios. Una bendición diseñada únicamente para cada persona individual. Cuando somos agobiados por la tristeza o la preocupación, debemos volvernos a Dios, esforzarnos por ser pacientes y agradecidos, y poner nuestra confianza en Dios. Pues Dios es el más confiable. Al confiar en Él, podemos superar cualquier momento de ansiedad y conquistar cualquier tristeza o preocupación que intente introducirse en nuestras vidas.
A medida que nos adentramos en el nuevo siglo, quienes tenemos el privilegio de vivir por encima del umbral de la pobreza enfrentamos una serie única de desafíos. Tenemos suficiente comida para comer, abrigo de la intemperie, y muchos de nosotros podemos incluso permitirnos pequeños lujos de la vida. Físicamente tenemos todo lo que necesitamos, pero espiritual y emocionalmente estamos desconsolados. Nuestras mentes están llenas de tristeza y preocupación. El estrés y la ansiedad aumentan. A medida que acumulamos posesiones, nos preguntamos por qué no somos felices. Mientras nos embarcamos en otras vacaciones, nos sentimos solos y desesperados.
Una vida que está alejada de Dios es una vida triste. No importa cuánto dinero acumulemos o cuán grande sea nuestra casa, si Dios no es el centro de nuestras vidas, la felicidad se nos escapará siempre. La verdadera felicidad sólo puede ser hallada cuando por fin tratamos de cumplir el propósito de nuestras vidas. Los seres humanos existimos para adorar a Dios. Dios quiere que seamos felices en esta vida y en la última, y nos ha dado la clave para la felicidad real. No es un secreto ni un misterio. No es un enigma ni un rompecabezas, es el Islam.
“Por cierto que he creado a los genios y a los hombres para que Me adoren”. (Corán 51:56)
La religión del Islam explica con claridad nuestro propósito en la vida y nos da una guía a seguir para hacer más fácil nuestra búsqueda de la felicidad. El Corán y las tradiciones auténticas del Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, son nuestros manuales guía para una vida totalmente desprovista de tristeza y preocupación. Esto, sin embargo, no significa que no seremos probados, ya que Dios dice muy claro en el Corán que Él nos probará. Nuestras vidas estarán llenas de situaciones que nos obligarán a acercarnos a Dios y a depender de Él. Dios nos promete que recompensará a aquellos que sean pacientes, nos pide que Le seamos agradecidos, y nos dice que Él ama a aquellos que ponen su confianza en Él.
“...encomiéndate a Allah. Allah ama a quienes se encomiendan a Él”. (Corán 3:159)
“Ciertamente los creyentes, cuando les es mencionado el nombre de Allah, sus corazones se estremecen; y cuando les son leídos Sus preceptos, reflexionan acrecentándoseles la fe, y siempre se encomiendan a su Señor”. (Corán 8:2)
La vida está llena de triunfos y tribulaciones. A veces es una montaña rusa. Un día nuestra fe es grande y dulce, al siguiente se ha desplomado y nos sentimos tristes y preocupados. La forma de equilibrar nuestro viaje es confiar en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Incluso cuando las cosas parecen malas, hay un propósito y una sabiduría detrás de ellas. A veces el propósito sólo lo conoce Dios, a veces es obvio.
En consecuencia, cuando nos damos cuenta de que no hay poder ni fuerza sino sólo en Dios, podemos comenzar a relajarnos. El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, una vez le recordó a uno de sus compañeros jóvenes que Dios es Omnipotente y que nada ocurre sin Su permiso.
“Muchacho, respeta los mandamientos de Dios y Él te protegerá en esta vida y en la última. Respeta los mandamientos de Dios y Él te ayudará. Cuando pidas algo, pídeselo a Dios, y cuando busques ayuda, búscala en Dios. Debes saber que si la gente se uniera para beneficiarte, sólo podrían beneficiarte lo que Dios ha decretado para ti; y si se unieran para dañarte, sólo podrían dañarte lo que Dios ha decretado para ti”[1].
Cuando somos conscientes del hecho de que Dios controla todas las cosas y que Él desea que vivamos para siempre en el Paraíso, podemos comenzar a dejar atrás nuestra tristeza y nuestra preocupación. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Dios nos ha dado una orientación clara y Él es el Más Misericordioso y el Más Perdonador. Si las cosas no marchan acorde a tus planes, si no ves los beneficios de los retos que enfrentas en la vida, será muy difícil que no desesperes y no caigas en el estrés y la ansiedad. En este punto, tenemos que aprender a confiar en Dios.
“Si Allah os socorre nadie podrá venceros. Pero si os abandona, ¿quién sino Él podrá auxiliaros? Que los creyentes se encomienden a Allah”. (Corán 3:160)
“Diles: Él es mi Señor; no hay otra divinidad salvo Allah, a Él me encomiendo y me remito en todos mis asuntos”. (Corán 13:30)
“Ciertamente nosotros nos encomendamos a Allah, pues Él nos ha guiado por Su sendero [recto]… y es a Allah que deben encomendarse quienes en Él confían”. (Corán 14:12)
Como creyentes, nuestra confianza en Dios debe ser constante, en todas las situaciones, buenas, malas, fáciles o difíciles. Pase lo que pase en este mundo, sólo sucede con el permiso de Dios. Él provee el sustento y Él es capaz de retirárnoslo. Él es el amo de la vida y de la muerte. Dios determina si somos pobres o ricos y si somos sanos o enfermos. Agradecemos a Dios por darnos la capacidad de esforzarnos y de salir a conseguir lo que es bueno para nosotros. Sin importar nuestras circunstancias, debemos agradecer a Dios por ellas. Si es necesario, debemos tomar nuestras dificultades con paciencia y sobre todo debemos amar a Dios y confiar en Él. Cuando la vida se hace oscura y difícil, debemos amar más a Dios. Cuando estamos abrumados por la tristeza y la preocupación, debemos confiar más en Dios.