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“Descubrir el Islam fue para mí como un regalo inesperado, un regalo de Al-lah (Dios)”.





Hay personas que tras una búsqueda, más o menos intensa, acaban encontrando aquello que les proporciona satisfacción espiritual, otras que nunca han sentido esa inquietud, y dentro de éstas hallaríamos un reducido grupo de personas, entre las que me incluyo, que tras encontrarlo nos damos cuenta de nuestra profunda inmersión en un mundo interno y externo vacíos, que habíamos intentado rellenar, consciente o inconscientemente, de pura materia, materia etérea que se desvanece ante la más mínima afrenta o dificultad.





Gracias a Al-lah, he logrado vislumbrar e interiorizar la Verdad del Islam, creciendo con ello en el ámbito personal, intentando potenciar, día a día, todo aquello que sea positivo para mí, para mi familia y para la sociedad con la que convivo, luchando fuertemente para mejorar en todas las facetas de la vida (para la Dunia y la Ajirah) como persona, como mujer y como musulmana, a través de mis distintos roles: como profesional-matrona, como estudiante y como parte activa en mi familia y mi matrimonio, así como en la sociedad, musulmana y no musulmana, con la que convivo.





Por todo ello, reivindico desde estas líneas, la posición que Al-lah nos ha dado a las mujeres y que, por tanto, ningún otro ser humano, hombre o mujer, tiene derecho a arrebatarnos:





- Nuestra posición de honor dentro de la sociedad, como seres humanos que somos, cuyos deberes parece que todo el mundo tenga claros, pero cuyos derechos deben ser reconocidos y aceptados por los demás: derecho a una vida “digna”, derecho a la libertad en todas sus facetas, incluyendo por supuesto, el derecho a buscar la Ciencia “desde la cuna hasta la tumba”, como incentivó nuestro Profeta Muhammad SAW; derecho a ser creyente, derecho a expresarse y a no someterse, ni humillarse ante ningún ser humano, porque sólo Al-lah está por encima de nosotros.





- Nuestra posición de igualdad ante nuestro compañero, y no nuestro enemigo “el hombre”, sólo limitada por lo puramente biológico.





- Nuestra posición de responsabilidad, con sus ventajas y desventajas, responsabilidad que nos exige una posición activa para defender el bienestar individual y colectivo, para defender la Verdad y la Justicia porque las mujeres musulmanas también somos válidas para llevarlo a cabo y el Sagrado Qorán y la Sunna no lo han prohibido, sino todo lo contrario.





Reivindico pues, que las mujeres musulmanas empiecen a trabajar por un futuro mejor, porque mejorar es responsabilidad de todos y no podemos excusarnos siempre culpabilizando a unos pocos. Y cuando digo trabajar no me refiero sólo a los trabajos remunerados, sino también a aquellas labores sociales, sin ánimo de lucro, que todos podemos realizar a costa de nuestro tiempo de ocio, labores con el fin de potenciar la hermandad, hospitalidad, solidaridad y tolerancia hartamente ejemplificadas a lo largo de la vida de nuestro Profeta (s.a.s).





Y por último, invito a la sociedad no musulmana, mayoritaria en este país, a que empiece a conocer el Islam para ir perdiendo ese miedo “natural” ante lo desconocido. Y os invito a conocerlo desde la Verdad del Islam, vehiculizada por los sabios pensadores islámicos, y no a través de algunos musulmanes cuyos comportamientos no reflejen esta Verdad.





“Conocer para comprender y respetar es la base de un buen entendimiento para que podamos crecer juntos, In Sha Al-lah (Si Dios Quiere)”



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