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Si escribes «conversos llorando» en la barra de búsqueda de Google, no encontrarás escasez de videos, imágenes y artículos sobre personas que se convierten al Islam y son superadas por emociones fuertes.





Estas reacciones abrumadoras a menudo resultan en lágrimas y sentimientos de liberación, como si el alma hubiera sido aliviada y liberada.





Aquellos que no han experimentado esta liberación emocional tienen problemas para comprender la profunda reacción de aquellos que declaran la Shahadah (testimonio de fe) y se hacen parte de la comunidad musulmana mundial.





Muchos conversos al Islam han descrito su experiencia. «Y estaba tan abrumado por el amor por Él (Dios) y el aprecio por toda la belleza que ha creado que me puse a llorar».





«Es un momento muy emotivo cuando te das cuenta de esto y finalmente llamarte musulmán y someterte a Dios…»





Es difícil obtener una investigación actualizada sobre cuántas personas se convierten al Islam, pero las estadísticas apuntan a que la mayoría de los conversos en los países occidentales provienen de orígenes cristianos.





En el 2017, el Centro de Investigación Pew estimó que el 77% de los conversos estadounidenses al Islam eran cristianos.[1]





HALLANDO LA VERDAD




Muchos conversos lloran durante y después de declarar su Shahadah, y parece que el tener un trasfondo cristiano es algo significativo.





Cuando escuchan lo que le ha sido revelado al Mensajero, ves que sus ojos se inundan de lágrimas porque reconocen la verdad, y entonces dicen: «¡Señor nuestro! Creemos, cuéntanos entre quienes dan testimonio [de la verdad del Islam]. (Corán 5:83)





Dios describió la reacción de los cristianos que se convirtieron al Islam, después de haberlos llamado los más cercanos en amor a los creyentes. Debido a sus antecedentes y su comprensión de Dios, cuando escuchan las verdaderas palabras de Dios, pueden reconocer la verdad. Sus ojos se llenan de lágrimas porque literalmente no hay palabras para describir cómo se siente el asimilar una verdad universal.





No hay vuelta atrás, porque una vez que sabes la verdad, no puede ser ignorada. Es una experiencia increíble y el mundo de los conversos ha cambiado para siempre.





Este versículo no implica que los de otras religiones, o de hecho los ateos, no puedan ser superados por la emoción. Su experiencia no es menos abrumadora. Sin embargo, los que siguieron la religión Cristiana informan que a menudo sienten que faltaba algo en su sistema de creencias. El Islam les permite alcanzar y comprender esa dimensión faltante.





Dios recompensa a los cristianos que se convierten al Islam de una manera particular. Él dice en el Corán (5:85) que debido a lo que ellos (los cristianos que reconocieron la verdad) dijeron, los recompensará con jardines debajo de los cuales hay ríos fluyendo, donde permanecerán para siempre.





LAS LÁGRIMAS SON PODER




Si bien la cultura occidental moderna podría decirnos que llorar es un signo de debilidad, el Islam eleva a la persona que llora a un estado alto. El profeta Muhammad les recordaría a sus compañeros los beneficios de llorar por amor o temor a Dios.





Hay dos clases de ojos que no serán tocados por el fuego, los que lloran por el temor de Dios y los que permanecen en vigilia durante la noche y velan por Dios.[2]





Se sabía que el Profeta y sus compañeros lloraron en numerosas ocasiones. El Profeta Muhammad le pidió una vez a su compañero ibn Mas’ud que recitara el capítulo 4, Las mujeres, y cuando llegó al versículo 41: ¿Qué pasará cuando traiga a un testigo de cada comunidad y te traiga a ti [¡oh, Muhammad!] como testigo contra los que niegan la verdad [y las gracias de Dios]?, el Profeta Muhammad comenzó a llorar, con los ojos llenos de lágrimas.[3]





Abdullah ibn Shaddad dijo:





«Escuché el sollozo de ‘Umar desde las últimas filas cuando estaba recitando el verso ‘Solo me quejo de mi dolor y pena a Dios'».[4]





El reconocido erudito islámico, Ibn al Qayyim enseñó a sus alumnos que había varios tipos de llanto, incluido el llanto de alegría y felicidad.[5]





Esto describiría las lágrimas incontrolables que experimentan muchos conversos al Islam. A veces los conversos describen sentir la misma alegría y emociones abrumadoras al escuchar el llamado a la oración o al recitar el Corán.





Algunos incluso lloran escuchando el Corán sin entender una sola palabra del árabe. De alguna manera, por Su gracia, las palabras de Dios se pueden sentir en lugar de escuchar y comprender. En el capítulo 39:22, Dios pregunta:





¿Acaso se puede comparar a aquel a quien Dios abrió su corazón al Islam y está colmado por la luz de su Señor [con quien se niega a creer]?





Ahora considera cómo Dios describe a estas personas, Él dice que tienen pieles que se estremecen y corazones tiernos.





Dios ha enviado la más bella de todas las enseñanzas, una Escritura que es consistente y hace comparaciones; eso hace que las pieles de los que temen a su Señor se estremezcan. Entonces sus pieles y sus corazones se suavizan ante la mención de Dios, tal es la guía de Dios. Él guía a quien quiere; nadie puede guiar a aquellos que Dios deja que se extravíen. (Corán 39:23)





Los nuevos conversos al Islam ciertamente pueden ser descritos como los que caminan en la luz de Dios. Mientras sus emociones fluyen a través de ellos, las lágrimas caen de sus ojos desbordados y sus cuerpos se estremecen con la fuerza de sus sentimientos.





Las lágrimas son signos de un corazón suave, y los corazones suaves están abiertos a la belleza del Islam.





Además de esto, las lágrimas del converso son una bendición de Dios, una bendición muy preciada.





El compañero del profeta Muhammad, Abdullah Ibn Amr, dijo:





Llora, y si no puedes llorar, entonces hazte llorar. Si lo supieras rezarías hasta que te rompiera la espalda y llorarías hasta que perdieras la voz.[6]





Quien abrace el Islam de entre la Gente del Libro (es decir, judíos y cristianos) recibirá una doble recompensa…[7]





Muchas personas están afligidas, pero las convenciones de la época o sus corazones endurecidos les impiden llorar. Muchos han olvidado la belleza del Islam y el efecto que puede tener en aquellos de nosotros que abandonamos las limitaciones de esta vida y nos aferramos a Dios.





Los corazones de muchos conversos caen sin esfuerzo en la dulzura y el placer de la fe pura. Su llanto nos recuerda que el Islam es un regalo increíble.





 





Fuente: About Islam



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