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En el artículo intitulado Honestidad, discutimos cuán importante es el concepto de la honestidad en el Islam y cómo incorpora la veracidad y la confiabilidad. Otra dimensión de la honestidad es la confiabilidad, o en árabe, amanah. El significado de “confiabilidad” es algo o alguien dejado a una persona para que lo proteja o lo guarde. Lo opuesto de amanah es la deslealtad o incluso la traición. Esto es, fallaren mantener la confianza o amanah en la forma en que la persona que puso esa confianza esperaba o deseaba.





La confiabilidad mejora aún más la integridad y la moral recta, que son inherentes a la noción de honestidad. Siendo que la confiabilidad implica ser honesto, justo en el trato y puntual (en términos tanto de regularidad como de oportunidad), así como honrar la confianza y mantener las promesas y compromisos. Una parte importante del noble carácter islámico es ser confiable. El Profeta Muhammad fue conocido, incluso antes de su Profecía, por ser Al Amin (el confiable).





Mientras las cualidades de la honestidad y la confiabilidad están fuertemente entrelazadas, hay entre ellas ligeras diferencias. La honestidad implica una falta de falsedad, mientras que la confiabilidad implica honrar y cumplir los compromisos, promesas, fideicomisos y convenios. Cubre obligaciones morales, sociales, legales y religiosas. Ser honesto en las promesas y los pactos es una de las características por las cuales se conocen los creyentes. Tanto las promesas como los pactos implican decir algo sobre un tema para confirmar que uno va a mantener la confianza. Esto es especialmente cierto respecto a los deberes de uno para con Dios. Dios exalta a los creyentes prometiéndoles el Paraíso.





 “[También triunfarán quienes] Devuelvan los depósitos que se les confían y respeten los acuerdos que celebran […].Todos éstos serán quienes heredarán El Paraíso, en el que morarán eternamente”. (Corán 23:8, 10-11)





Confiar y ser digno de la confianza de otro, es inherente a ser uno que se somete a la voluntad de Dios. Cuando Dios puso a Adán (el padre de la humanidad) como sucesor en la tierra, le confió algo que incumbe a toda la humanidad. Cuando Dios nos creó como individuos para adorarlo, nos confió el que nos nutramos[1] y a nuestras familias de modo que podamos adorarlo.





En el Islam, cada creyente es un hermano o hermana del otro; somos un solo cuerpo, una nación. La mano derecha debe ser capaz de confiar en la mano izquierda. Los mandamientos y reglas de Dios están diseñados para nuestro beneficio y el Islam tiene los derechos de las personas en alta estima. El ordenamiento sistemático de directrices y regulaciones está destinado a proteger los derechos que el Islam brinda a los creyentes, y a minimizar el vicio y la corrupción. El Islam condena enérgicamente la violación de los derechos otorgados por Dios. Cuando Dios nos ordena ser confiables y fiables no es un asunto que deba tomarse a la ligera.





El Profeta Muhammad explicó la seriedad de la defensa de los derechos de los demás cuando dijo: “Dios dice: Hay tres personas a las que Me opondré el Día del Juicio: Un hombre al que se le dio algo en Mi Nombre y luego traicionó, un hombre que vendió a un hombre libre (como esclavo) y consumió la ganancia, y un hombre que contrató a un trabajador, hizo uso de sus servicios y luego no le dio su salario” (Sahih Al Bujari). Dios dice en el Corán,





“Dios os ordena que restituyáis a sus dueños lo que se os haya confiado”. (Corán 4:58)





En el pasado Dios trató con severidad a quienes eran deshonestos y no honraban lo que se les confiaba. El pueblo de Madián había desarrollado prácticas comerciales desleales y corruptas, y el Profeta Jetro fue instruido para que les advirtiera del desagrado de Dios:





“Cumplid en la medida y el peso con equidad, no os apoderéis de los bienes ajenos, y no obréis mal en la Tierra corrompiéndola. Conformaos con lo que Allah os sustenta, pues ello es lo mejor para vosotros, si sois creyentes. Y sabed que yo no he sido enviado para velar por vuestras obras”. (Corán 11:85-86)





Después de que el Profeta Jetro emitió su advertencia y la gente optó por restarle importancia e ignorarlo, la promesa de Dios demostró ser cierta. Dios es el más Justo, el más Sabio, y Él es el Máximo Administrador, en Quien puede confiarse que cumple Sus promesas.





 “Y cuando llegó Nuestro designio salvamos, por Nuestra misericordia, a Jetro y a quienes creían con él. Y a los inicuos los sorprendió el estrépito, y amanecieron en sus casas todos muertos”. (Corán 11:94)





La confiabilidad, la honestidad y la honradez son características que deben estar presentes en cualquier persona que se diga creyente. Los dichos del Profeta Muhammad indican que la deshonestidad y la traición son completamente contrarias a la fe islámica. El Profeta Muhammad nos informó que “un hipócrita es conocido por tres rasgos: Cuando habla, miente; cuando hace una promesa, la rompe; cuando se le confía algo, engaña (o malversa)”. (Sahih Al Bujari, Sahih Muslim)





Cuando Abu ‘Ubaida fue el comandante de los ejércitos musulmanes en Siria, el emperador bizantino partió con un gran ejército para recapturar Hims. Abu ‘Ubaida decidió evacuar la ciudad puesto que sólo tenía un puñado de soldados. Reunió a la gente de Hims en medio de la ciudad y les anunció: “Hemos recaudado de ustedes el impuesto de protección puesto que planeábamos defenderlos. Ahora estamos muy débiles. En este caso, les retornamos el impuesto recaudado”. Todos los impuestos recaudados fueron regresados a los no musulmanes de Hims. Esa fue la profundidad de sentimiento y entendimiento mostrado por los primeros musulmanes. Ellos eran siempre conscientes de sus obligaciones hacia Dios, hacia sus hermanos y hermanas, y hacia aquellos bajo la protección de los ejércitos musulmanes.





La con fiabilidad es una cualidad que es esencial para que la sociedad funciones como una unidad, teniendo en cuenta las necesidades y aspiraciones de todos los ciudadanos. La nación musulmana debe estar unida, ser una nación. Todos los miembros de esta hermandad deben estar en capacidad de estar frente a Dios sabiendo que están seguros y a salvo en compañía de alguien en quien confían. Desde el más humilde campesino hasta el rey más poderoso, todos somos iguales; lo único que hace que un miembro de la unidad sea mejor que otro, es su piedad o rectitud. Entre las muchas cualidades que se mezclan para hacer a alguien justo, está la confiabilidad.





El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, es un hombre amado por todos los musulmanes. Es honrado y respetado por muchos otros, y considerado influyente en asuntos tanto religiosos como seculares. Mahatma Ghandi lo describió como alguien escrupuloso respecto a las promesas, intenso en su devoción a sus amigos y seguidores, intrépido, audaz y con confianza absoluta en Dios y en su propia misión. Los musulmanes de todo el mundo lo consideran un ejemplo a seguir en su adoración a Dios y en sus relaciones con los demás.





La religión del Islam, como nos la enseñó el Profeta Muhammad, insta al trato amable y considerado hacia nuestros vecinos. Ellos merecen nuestro respeto y buen trato independientemente de su religión, raza o color. En un dicho narrado por Aisha[1], esposa del Profeta Muhammad, se reporta que el ángel Gabriel insistió en que el Profeta Muhammad comprendiera la importancia del buen trato hacia los vecinos. El Profeta Muhammad dijo que en un momento llegó a pensar que el ángel Gabriel les otorgaría derechos de herencia a los vecinos, ya que tanta fue su insistencia en un trato amable y justo.





La misión del Profeta Muhammad fue simplemente transmitir el mensaje de Dios, Quien ordenó claramente el buen trato a los vecinos en el Corán.





“Adorad a Allah y no Le asociéis nada. Sed benevolentes con vuestros padres, parientes, con los huérfanos, pobres, vecinos parientes y no parientes, el compañero, el viajero insolvente y con vuestros esclavos. Allah no ama a todo arrogante jactancioso”. (Corán 4:36)





A los hombres y mujeres alrededor del Profeta Muhammad se les recordaban constantemente sus obligaciones con Dios y con los demás. El Profeta Muhammad fue escuchado con frecuencia exhortándolos a hacer el bien y a recordar sus obligaciones. Dijo: “Quien crea en Dios y en el Último Día, que no dañe ni moleste a su vecino…”. También recordó, no sólo a sus compañeros sino a todos los que lo seguimos, que un creyente en Dios no permite que su hermano o hermana tenga hambre o viva en condiciones lamentables. Hoy día, en una época en la que los ancianos mueren solos y olvidados, y cuando nuestros vecinos cercanos y lejanos sufren hambre, haríamos bien en recordar los ejemplos de nuestros predecesores rectos.





A Abu Dhar, uno de los compañeros cercanos, le dijo el Profeta Muhammad que agregara agua extra a su caldo para que pudiera ofrecerle a sus vecinos[2]. Otro compañero, Abdullah ibn Amr, le preguntó una vez a su sirviente después que sacrificó un cordero: “¿Le diste un poco a nuestro vecino judío?” Se anima al creyente a dar regalos aún si son de poco valor monetario. El verdadero valor del regalo es el espíritu generoso con el que es dado. Dar regalos alienta la amistad y el apoyo mutuo. Cuando la esposa del Profeta, Aisha, le preguntó a cuáles vecinos enviarles regalos, él contestó: “A aquel cuya puerta está más cercana a la tuya”[3]. Aunque los vecinos más cercanos son los que debemos tener en cuenta en primer lugar, el Islam nos anima a cuidar de todos nuestros vecinos. Es un sistema que tiene en consideración las necesidades y sentimientos de los demás en una gran comunidad.





Cuando uno entiende realmente las enseñanzas del Islam, comienza a ver que si un miembro de una comunidad sufre, toda la comunidad está en conflicto. Después de la familia, los vecinos son las personas de las que dependemos en muchos casos de conflicto y calamidad, y en tiempos de necesidad. Una mala relación con los vecinos puede hacer la vida miserable. Es importante que la gente que comparte un vecindario sea capaz de confiar y depender unos de otros, sin importar su religión o etnia. Los vecinos deben sentirse seguros de que su honor y posesiones están a salvo. El Profeta Muhammad describió a un buen vecino como una de las alegrías en la vida de un musulmán. Él dijo: “Entre las cosas que traen felicidad a un creyente en esta vida están:un vecino justo, una casa espaciosa y un buen caballo”[4]. Un buen vecino es uno que garantiza comodidad, seguridad y confianza. Por esta razón es importante que aquel que cree en la obediencia a Dios no escatime esfuerzos para ser un vecino considerado y generoso. El Profeta Muhammad advirtió a sus compañeros contra dañar o molestar a los vecinos.





En un dicho (hadiz)[5] que sigue vigente hoy tanto como hace 1 432 años, el Profeta Muhammad fue consultado respecto a una mujer que oró y ayunó más de lo obligatorio, y dio caridad con generosidad, pero que desafortunadamente no se abstuvo de hablar con dureza a sus vecinos. Él la describió como una de las moradoras del Infierno, quien sería castigada por esto. En el mismo dicho, se le preguntó sobre otra mujer que sólo cumplió con sus obligaciones y dio poca caridad, pero cuyos vecinos estaban a salvo de su lengua áspera y ella nunca ofendió a ninguno de ellos. El Profeta Muhammad la describió como una de las moradoras del Paraíso. La religión del Islam enfatiza mucho sobre la solidaridad de las familias, los vecinos y la comunidad en general.





El Islam insta continuamente a los creyentes a ser amables y considerados con los vecinos. ¿Qué sucede, sin embargo, si uno tiene un vecino que se comporta mal y que no muestra el respeto inherente a las enseñanzas del Islam? Un musulmán es paciente y tolerante y no guarda rencor. Un creyente se esfuerza por mejorar las relaciones rotas a través de la buena moral y los buenos modales, y con una actitud de perdón con la esperanza de que esto le traerá una gran recompensa de Dios. Un creyente soporta las molestias con tanta paciencia como es capaz. Si la situación se hace intolerable, hacer público el mal comportamiento puede ser un último recurso.





El Profeta Muhammad aconsejó una vez a un hombre que reuniera sus pertenencias en la mitad de la calle para indicar que no podía seguir viviendo junto a su vecino. El “mal vecino” se disculpó de inmediato y le pidió a su vecino que volviera[6]. A nadie le gusta que su mal comportamiento se haga público, y esto es especialmente cierto en un musulmán, cuya religión le obliga a tener los más altos estándares morales. El Islam hace mucho énfasis en las cualidades del respeto, la tolerancia y el perdón, y estas cualidades mostradas a los vecinos son una demostración de los valores morales y las virtudes inherentes de la adoración al Único Dios Verdadero.





 



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