Dios es mencionado como "Rey" cinco veces en el Corán.
"Él es Al-lah, no hay otra divinidad salvo Él, el Rey…" (Corán 59:23).
"¡Exaltado sea Dios! El único Rey" (Corán 20:114).
"… el Rey de los seres humanos…" (Corán 114:2).
"Los piadosos estarán entre jardines y ríos, en un lugar honorable, junto al Rey Todopoderoso" (Corán 54:54-55).
En árabe, la palabra para "dueño" (maalik) está estrechamente relacionada a la palabra "rey" (málik), la única diferencia es que "dueño" se pronuncia con un alargamiento de la letra "a". Dios es mencionado como "Dueño" en otras aleyas, incluyendo:
"Dueño del Día del Juicio Final" (Corán 1:4).
(De hecho, en algunas formas de recitación del Corán, la palabra se pronuncia con una "a" corta, de forma que el versículo dice "Rey del Día del Juicio Final".)
También: "Di: "¡Oh, Dios, Dueño de la Soberanía!" (Corán 3:26).
Dios es el "Dueño de la Soberanía". De hecho, Él es el Rey de Reyes, ya que las vidas y los destinos de todos los reyes terrenales están en Sus manos. Como dice Dios: "Bendito sea Aquel en Cuyas manos está el reino" (Corán 67:1). Y así, Él es el "Rey Verdadero", Quien tiene "soberanía sobre los cielos y la Tierra".
La soberanía de Dios es absoluta, no tiene límites. Los seres humanos pueden ser descritos como poseedores de "soberanía", pero esta es transitoria y de alcance limitado. Decimos que alguien es rey de determinado territorio, también decimos que alguien es el dueño de un terreno o un vehículo. Estos tipos de soberanía y propiedad están limitados en su marco de tiempo (la duración de la vida de una persona, a lo sumo, y a menudo menos que eso), así como en el alcance de lo que se posee o se está gobernando.
En todo el mundo, podemos ver artefactos y monumentos dejados por las civilizaciones pasadas: imponentes castillos, grandes estatuas, las ruinas de Egipto, Grecia y Roma… Ellos atestiguan a quienes alguna vez poseyeron gran poder, pero luego pasaron a los anales de la historia. Tuvieron influencia por un período de tiempo sobre parte del planeta; luego, Dios decretó que su gobierno llegaría a su fin. Por lo tanto, nos queda claro que la verdadera soberanía le pertenece solo a Dios, mientras que la soberanía humana es fugaz y caprichosa, restringida e incompleta.
Ahmad Zaky ha escrito una serie de artículos emotivos titulada Civilizaciones que han venido y se han ido. ¡Cuán cierto es este título!
¿Quién ha poseído alguna vez el mundo entero? La gente habla de personas como el Faraón, Nemrod o Alejandro Magno, pero ninguno de ellos pudo tomar posesión del mundo entero ni someter a toda la humanidad bajo su dominio. Todos los que gobiernan lo hacen sobre un dominio limitado por un tiempo limitado. Dios ha hecho de esto una norma a lo largo de las eras: que las naciones, reyes y poderes lucharan unos con otros. Él dice: "Si Dios no hubiera permitido que la gente se defendiera, la Tierra estaría llena de corrupción, pero Dios concede Sus gracias a todos los seres" (Corán 2:251).
Ningún ser humano ha poseído jamás toda la Tierra ni ha podido gobernar todos sus asuntos. Consideremos, pues, cuán pequeña es la Tierra en el vasto universo de Dios.
Dios es, sin duda, el Verdadero Rey en todo sentido. Él da a Sus siervos cuando ellos Le imploran, y el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) nos informó que en el Paraíso Dios otorgará "lo que ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, y ninguna mente ha imaginado jamás"[1].
Por otra parte, Dios dice: "Nadie sabe la alegría que les espera [a los creyentes] como recompensa por sus obras" (Corán 32:17).
Las personas con la menor recompensa en el Paraíso habitarán la eternidad en un esplendor palaciego, morando en belleza y deleite más allá de toda imaginación. "El habitante más humilde del Paraíso tendrá lo que es igual a todo el mundo y diez veces más"[2].
El Profeta Muhammad dijo: "Los habitantes del Paraíso miran a los habitantes de los niveles que están sobre ellos del mismo modo que mirarían a un planeta titilante que se mueve de este a oeste por el cielo. Esa es la disparidad entre ellos".
Cuando la gente escuchó esto, preguntó: "Mensajero de Dios, ¿esos niveles más elevados son los niveles de los profetas, que no serán alcanzados por nadie más?". Él contestó: "De hecho, no. Juro por Aquel en Cuyas manos está mi alma, que son (niveles que también pueden alcanzar) personas que creyeron (sinceramente) en Dios y en los mensajeros"[3].
Estas son solo algunas de las bondades que Él otorgará a algunos de Sus adoradores. Cuánto más glorioso, entonces, debe ser el Firdaús, el lugar más alto en el Paraíso, directamente bajo el Trono del Compasivo.
Dios da y otorga sin medida, y la recompensa que les da a Sus siervos no disminuye en nada lo que Él posee. El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) nos relata que Dios dice:
"¡Oh, siervos míos! Si el primero de ustedes y el último de ustedes, tanto humanos como yinns, fuera como el corazón más temeroso de Dios de uno de ustedes, eso no aumentaría Mi dominio en lo más mínimo.
¡Oh, siervos míos! Si el primero de ustedes y el último de ustedes, tanto humanos como yinns, fuera como el corazón más pecador de uno de ustedes, eso no disminuiría Mi dominio en lo más mínimo.
¡Oh, siervos míos! Si el primero y el último de ustedes, tanto humanos como yinns, se unieran como uno solo y me pidieran, y Yo les diera a cada quien todo lo que me pidiera, eso no disminuiría lo que tengo, ni siquiera en lo que disminuiría el océano si se sumergiera una aguja en él"[4].
Además, Dios nos dice en el Corán: "Di: ‘¡Oh, Dios, Soberano Absoluto! Tú concedes el poder a quien quieres y se lo arrebatas a quien quieres, fortaleces a quien quieres y humillas a quien quieres. Todo el bien descansa en Tus manos. Tú tienes poder sobre todas las cosas. Tú haces que la noche entre en el día y el día en la noche. Tú haces surgir lo vivo de lo muerto y lo muerto de lo vivo. Tú sustentas sin medida a quien quieres’"(Corán 3:26-27).
Considera la elección de la palabra "arrebatar" aquí. Esto es debido a que cuando un ser humano posee algo de valor, es muy reacio a desprenderse de ello, no se separa de ello con tranquilidad.
Como seres humanos podemos peinar la Tierra en búsqueda de nuestro sustento. Podemos trabajar con fuerza y potenciar nuestra fortaleza máxima, produciendo, estirando nuestra creatividad y nuestro intelecto al límite. Sin embargo, siempre seremos los súbditos de nuestro Señor, las posesiones de Aquel que nos creó. Debemos saber que esta servidumbre a nuestro Creador es la mayor estación de libertad que existe, porque el siervo de Dios actúa desde la convicción y el deseo libre.
Nuestra creencia de que Dios es Rey nos beneficia: aumenta nuestro deseo de volvernos hacia Dios y buscar Su generosidad; aumentamos nuestras súplicas a Aquel que sabemos es el verdadero Dueño de todas las cosas. Esta creencia también nos libera de la esclavitud de lo que vemos que otras personas poseen, no nos degradamos ante esas personas ni comprometemos nuestra dignidad humana con la esperanza de su favor. En cambio, aplicamos nuestras propias energías y talentos dados por Dios para aspirar a ser lo mejor que podemos, poniendo nuestra dependencia y nuestra confianza solo en Dios.
Dios dice: "Él es el Primero y el Último, el Manifiesto y el Oculto. Él conoce todas las cosas" (Corán 57:3).
El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo, dirigiéndose a Dios en súplica:
¡Oh, Dios, Señor de los cielos, la Tierra y el Trono Poderoso! Nuestro Señor y Señor de todas las cosas, Quien divide la semilla y el grano, Quien envió la Torá, el Evangelio y el Criterio (Corán). Busco refugio en ti de todo mal, de aquel que agarras por el copete. ¡Oh, Dios! Eres el Primero, así que nada Te antecede. Tú eres el último, así que nada viene después de Ti. Salda nuestras deudas y enriquécenos para que no suframos necesidades[1].
Dios es el Manifiesto
Dios es el Manifiesto, Quien es trascendente por sobre todas las cosas. Él es tal en Su esencia y atributos, así como en Su poder, potestad y autoridad.
Dios declara que Él mismo está sobre el Trono en siete lugares del Corán. Por ejemplo, Él dice: "El Compasivo, que se estableció sobre el Trono" (Corán 20:5).
Y: "Su Señor es Dios, Quien creó los cielos y la Tierra en seis eras, y luego se estableció sobre el Trono" (Corán 7:54).
Dios también dice: "¿Acaso tienen garantías de que Quien está en el cielo no hará que la tierra los trague durante un terremoto?" (Corán 67:16).
Y dice: "[Los ángeles] temen a su Señor que está por encima de ellos, y ejecutan todo cuanto se les ordena" (Corán 16:50).
Los ángeles temen a su Señor que está por encima de ellos. Del mismo modo, se nos instruye a decir, mientras nos prosternamos en la oración: "Gloria a Dios, el Altísimo". Por lo tanto, cuando estamos en el estado más humilde de adoración, con nuestras frentes sobre el suelo, exaltamos a Dios y glorificamos Su trascendencia por encima de toda deficiencia e imperfección.
Otro significado de "el Manifiesto" es que la existencia de Dios es manifiesta para la mente humana con pruebas y argumentos claros. Las señales del Señorío de Dios son evidentes en la creación.
Otro significado adicional de "el Manifiesto" es que Dios apoya a Sus siervos rectos con Su poder y Su ayuda, y establece la verdad sin importar cuánto se esfuercen aquellos que se oponen a ella en la enemistad. Dios dice: "Entonces di Mi apoyo a los creyentes y así vencieron a sus enemigos" (Corán 61:14).
Y Él dice: "Él es Quien envió a Su Mensajero con la guía y la religión verdadera para que llegue a prevalecer sobre toda religión [falsa]" (Corán 9:33).
La religión de Dios es manifiesta. Su verdad es evidente, apoyada por argumentos y pruebas sólidos. También se manifiesta por medio de la voluntad y el decreto de Dios, de acuerdo con Su sabiduría.
Dios dice: "Les daré Mi socorro a Mis Mensajeros y a los creyentes en esta vida y también en el Día del Juicio, cuando comparezcan los [ángeles] testigos" (Corán 40:51).
El apoyo de Dios viene de muchas maneras. También viene cuando Dios quiere que venga. La gente no debe esperar el éxito inmediato por sus esfuerzos, no deben impacientarse ni apresurarse. El apoyo de Dios, así como todo lo demás que se desarrolla en nuestra experiencia mundana, tiene sus normas y patrones, aunque dicho apoyo puede venir de formas que son sutiles o completamente inesperadas.
Al mismo tiempo, debemos saber que Dios jamás rompe Su promesa, así que cuando Dios dice: "Les daré Mi socorro a Mis Mensajeros y a los creyentes en esta vida…", sabemos que es cierto. Un creyente puede ser fuerte y manifestarse en el mundo sin estar necesariamente en una posición de prominencia.
La crisis que muchos países del mundo musulmán sufren en la actualidad, se debe principalmente a problemas internos. Las amenazas externas a los países musulmanes no son más que ecos de debilidades internas más fundamentales. Sin embargo, a pesar de todos los problemas que los musulmanes están enfrentando en todo el mundo, el Islam se está extendiendo. La gente está abrazando el Islam a diario. Podemos ver las estadísticas del número de personas que están abrazando el Islam y ver la cantidad de nuevos conversos. Ellos no están aceptando el Islam por ninguna ganancia mundana, sino porque reconocen que es la verdad.
Ciertos grupos de interés en los medios de comunicación sacan mucho provecho de las personas que abandonan el Islam, aunque a menudo hay claros incentivos mundanos que podrían explicar por qué lo hacen, como estatus, fama, riqueza, ciudadanía o una carrera política. Al mismo tiempo, hay miles de académicos, científicos y personas de mente abierta que aceptan libremente el Islam sin ningún incentivo mundano. Ellos a menudo tienen que superar grandes obstáculos para profesar abiertamente su fe, que es creer en el Señor de los mundos, el Señor de Moisés, Aarón, Abraham, Jesús, Muhammad y todos los mensajeros de Dios.
Dios es el Oculto
Dios es el Oculto, Quien no puede ser percibido por los sentidos físicos: "La vista [de los seres humanos] no puede abarcarlo, pero Él sí ve [a todos Sus siervos]. Él es el Sutil y el Conocedor" (Corán 6:103).
Dios no puede ser captado por nuestra imaginación. No importa lo impresionantes que podamos creer que son nuestros poderes, no podemos imaginarnos a Dios. Cualquier imagen que podamos inventar en nuestras mentes no será en lo absoluto nada similar a Dios. Entender esto liberará a muchas personas sinceras de sus dudas, preocupaciones, malentendidos e incertidumbres que las ponen incómodas.
Un creyente debe saber que, cualesquiera que sean las sospechas o imágenes que su mente le presente, no pueden ser Dios. Dios no puede ser captado por la imaginación ni puede ser completamente comprendido por la mente. No podemos esperar captar una imagen de Él, cualquier imagen que algunos de nosotros tengamos en nuestras mentes es un producto falso de nuestros pensamientos, y no tiene ningún valor, sin importar cuán hermosa o terrible sea.
La existencia de Dios es ciertamente manifiesta. Esto es algo que nuestras mentes pueden captar fácilmente y los dictados de la razón nos obligan a aceptar. Sin embargo, al mismo tiempo, Él es el Oculto cuando se trata de la naturaleza verdadera de Su esencia y Sus atributos. Él no puede ser visto con nuestros ojos ni está sujeto a las leyes que gobiernan nuestra existencia material y por las cuales entendemos nuestro mundo.
Entre los significados que entendemos de este nombre está que Dios conoce todas las cosas, no importa cuán ocultas, sutiles o confusas sean. Aunque Dios está exaltado por encima del Trono, más allá de los cielos, Él está al mismo tiempo cerca de Sus siervos.
Dios dice: "Creé al ser humano y sé cuáles son sus debilidades. Estoy más cerca de él que su propia vena yugular" (Corán 50:16).
Y también dice: "Dios conoce lo que pronuncias en voz alta, las confidencias que dices en voz baja y lo que está aún más oculto [los pensamientos]" (Corán 20:7).
Aunque Él es el Altísimo, Él comprende toda Su creación, está cerca de todo, íntimamente consciente de todo lo que ocurre. Considera cómo Dios menciona estos dos significados juntos en las siguientes aleyas:
Primero, Él dice: "No te he revelado el Corán para que te agobie, sino que es una exhortación para quienes tienen temor [de Dios]. [El Corán] fue revelado por Quien creó la Tierra y los altos cielos; el Compasivo, que se estableció sobre el Trono" (Corán 20:2-5).
E inmediatamente después de mencionar Su trascendencia y sublimidad, dice: "Dios conoce lo que pronuncias en voz alta, las confidencias que dices en voz baja y lo que está aún más oculto [los pensamientos]. ¡Dios! No hay más divinidad que Él. A Él pertenecen los nombres [y los atributos] más sublimes" (Corán 20:7-8).
Este nombre de Dios también tiene importancia en la forma en que Dios se relaciona con el mundo visible. Todo lo que vemos es la posesión directa de Dios y está bajo Su poder. Dondequiera que volteemos nuestros rostros, contemplamos Su dominio.
De hecho, estos dos nombres (el Manifiesto y el Oculto) son ricos en significados, aunque Dios solo se refiere a Sí mismo por estos nombres en una aleya del Corán, donde dice: "Él es el Primero y el Último, el Manifiesto y el Oculto. Él conoce todas las cosas" (Corán 57:3).
Contemplar estos nombres enriquece nuestra fe, nos sentimos más cerca de Él y menos apegados a las cosas materiales, creadas. Nos damos cuenta de que nuestro conocimiento, nuestras habilidades, nuestro intelecto y nuestra percepción tienen límites. Incluso cuando aplicamos nuestras mentes para comprender ciertos fenómenos en el mundo creado, a veces nos alejamos de ese intento confuso y frustrante. Cuando se trata de Dios, nuestras mentes fácilmente pueden llegar al conocimiento seguro de que Él existe, gracias a las señales de Su existencia que Él ha puesto en la creación. Podemos creer en Él con absoluta certeza; sin embargo, esas mismas mentes no pueden esperar nunca comprender Su esencia ni definirlo a Él con precisión.
Dios nos ha revelado, a través de Su Libro y de lo que Él ha revelado a Su Mensajero, lo que nos inspira a adorarlo, alabarlo, glorificarlo y agradecerle. Dios nos ha enseñado muchos de Sus nombres y atributos, por los cuales podemos acercarnos más a Él, sin caer en el error de compararlo con las cosas creadas ni ser víctimas del capricho de nuestra imaginación.
"No hay nada ni nadie semejante a Dios" (Corán 42:11).