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La mujer en el Islam: refutando los prejuicios más comunes





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 La condición de la mujer a través de la historia: cómo era su vida en la sociedad árabe pre-islámica, en las sociedades India, China, Griega, Romana y también cómo vivían las mujeres en en las sociedades judías y cristianas conservadoras y la situación en la sociedad secular moderna.


 Temas en los cuales, según el Islam, los hombres y las mujeres son iguales: derechos naturales, en deberes y obligaciones; recompensas y castigos obtenidos en esta vida y en la Otra; en la libertad de poder poseer bienes y realizar transacciones comerciales; en la preservación del honor y la nobleza; el derecho a la educación y la responsabilidad de reformar la sociedad.


 La condición de la mujer y sus derechos de acuerdo con las etapas de su vida dentro de la sociedad musulmana: al nacer, como niña, en su juventud, en su rol de hermana, esposa, madre, amiga y vecina; y como mujer en general.


 Errores de concepto sobre los derechos de la mujer y sus obligaciones en el Islam. Refutaciones sobre: la poligamia, el liderazgo y su responsabilidad, el contrato matrimonial y su custodia, el maltrato físico, los crímenes por honor, el divorcio, el testimonio, la herencia, el dinero sucio, el trabajo y el Hiyab (el velo obligatorio).


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Índice


 Nota de la traductora


 Prólogo a la edición en inglés


 Prefacio


 Introducción


 Reclamos sobre los derechos de la mujer


 La situación de la mujer a través de la historia: su vida en las sociedades y civilizaciones pre-islámicas


 Los derechos de la mujer en el Islam: en términos generales y como niña y en su rol de hija, hermana, esposa y madre


- La igualdad entre el hombre y la mujer en el Islam y la naturaleza complementaria de uno hacia el otro.


- La mujer como niña e hija


- La mujer como esposa


- La mujer como madre


- La mujer como familiar y el trato con los vecinos


- Falsos conceptos sobre la mujer en el Islam


- La poligamia


- El poder de la tutela y el contrato matrimonial


- Las responsabilidades morales y financieras del hogar


- Los crímenes por honor


- El derecho al divorcio


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- Los derechos de la mujer a heredar


- La compensación por asesinato


- El testimonio de una mujer


- Viajar sin un hombre de su familia


- El derecho a trabajar


- El Hiyab (el velo obligatorio)


 Conclusión


Nota de la traductora


Este libro fue escrito originalmente en árabe. La primera traducción al inglés se llamó Women in the Shade of Islam y luego fue readaptado y publicado con el título Women in Islam & Refutation of some Common Misconceptions, al cual pertenece esta traducción al español.


Nótese que detrás de la mención del Profeta Muhammad se lee la abreviatura (P y B) que significa: la paz y las bendiciones de Dios sean con él. Se refiere a la salutación que todo musulmán le hace al Profeta cuando se lo nombra.


Prof. Lorena Lara


Prólogo a la edición en inglés


Comienzo en el nombre de Dios(Allah), el Más Compasivo, el Más Misericordioso.


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Todas las alabanzas son para Dios, el Más Grande, y que Dios enaltezca a Su Profeta (paz y bendiciones), a su familia, sus compañeros y a aquellos que siguen el camino correcto y alejados de todo mal, y que les garantice seguridad el Día de la Resurrección.


Este libro trata sobre el lugar especial que ocupa la mujer en el Islam y busca abordar algunos de los muchos errores de concepto y falsedades publicadas por gente ignorante y maliciosa. El Islam establece que el hombre y la mujer son totalmente iguales en cuanto a su humanidad y en cuanto a sus responsabilidades y derechos básicos como seres humanos. Este concepto fue totalmente innovador en ese momento, comparando otras civilizaciones de la misma época (o incluso al día de hoy en ciertos lugares) con el mensaje que traía el Islam a través del Profeta Muhammad (P y B). El Islam también establece que el hombre y la mujer tienen roles y obligaciones en la sociedad que son complementarios y tienen que ver con las diferencias en la naturaleza física, psicológica y social de cada uno. Las cualidades femeninas de la mujer sólo pueden encontrar su plenitud siempre que se relacionen con el hombre, del mismo modo que las cualidades masculinas se completan con la interacción de la mujer en la sociedad. Se comete una gran injusticia, cuando se quiere forzar la igualdad de los sexos cuando en realidad es por medio de sus diferencias que se complementan o sino al contrario, cuando tratan de diferenciar uno de otro descalificando o rebajando la condición de alguno de los géneros. Sólo Dios, el Todopoderoso y el Creador Omnisciente, es el Guía Perfecto hacia el camino correcto y equilibrado, pues está librado de extremismos y deficiencias.


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Debido a que los derechos están siempre relacionados a ciertas habilidades, obligaciones y deberes, es necesario encuadrar la exclusiva perspectiva del Islam sobre los derechos de la mujer en un contexto basado en un completo código moral y legal que abarque la creencia, la moralidad y la ley Islámica.


La humanidad sólo puede sobrevivir y prosperar si se mantiene la unidad familiar donde cada miembro cumpla con sus obligaciones y haga respetar sus derechos basándose en las virtudes universalmente aceptadas tales como la fe, la pureza, la castidad, el respeto, el buen trato y la moral, teniendo en cuenta que las diversas civilizaciones y culturas presentan distintos puntos de vista sobre estos temas y virtudes.


En las revelaciones islámicas, encontramos varias menciones elocuentes sobre la igualdad y la relación especial entre el hombre y la mujer. Por ejemplo, el Majestuoso dice:


“Dios les tiene reservado Su perdón y una gran recompensa a los musulmanes y musulmanas, a los creyentes y las creyentes, a los piadosos y las piadosas, a los justos y las justas, a los pacientes y las pacientes, a los humildes y las humildes, a aquellos y aquellas que hacen caridades, a los ayunantes y las ayunantes, a los pudorosos y las pudorosas, y a aquellos y aquellas que recuerdan frecuentemente a Dios.” [33:35]


Y Dios, el Excelso, dice:


“…Ellas son vuestra protección y vosotros la suya…” [2:187]


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Las prendas de vestir son necesarias para abrigarnos, protegernos, cubrirnos y adornarnos; en nuestra vestimenta encontramos confort, seguridad, satisfacción e identidad. El hombre y la mujer se necesitan mutuamente de la misma manera que el cuerpo desnudo necesita vestirse para estar en el habitat natural y social en que vive.


La civilización islámica tiene su propia manera de ver las cosas, manera que, creemos, expresa los valores humanos más altos que el hombre puede alcanzar porque se basa en la Divina revelación y la guía del Único Creador, el Dios de los hombres, Dios el Benefactor, Sabio, Sublime y Omnisciente, Quien sabe todas las necesidades de su creación. Envió a Su último Profeta y Mensajero a los hombres, Muhammad ibn Abdullah (P y B), a quien inspiró por medio de la revelación y las enseñanzas para que fuera un guía perfecto y un ejemplo de devoción sincera, sirviendo a Dios correcta y obedientemente en todos los aspectos de su vida. Con humildad y vocación de servicio, Muhammad, el Mensajero de Dios (P y B), entregó el mensaje y cumplió con la inmensa responsabilidad de su misión de beneficencia y misericordia.


Su familia y sus seguidores, a pesar de ser personas con las imperfecciones que son características en todos los seres humanos, siguieron su ejemplo de rectitud, bondad y generosidad. Después de los ejemplos de los Profetas de Dios, incluidos Noé, Abraham, Moisés y Jesús (que Dios los enaltezca), son ellos los que nos sirven de ejemplo. Generación tras generación de musulmanes han mostrado un comportamiento errático y desafortunadamente, muchos se han desviado hacia la malicia y el comportamiento criminal. Sin embargo, los musulmanes siguen siendo optimistas porque nunca faltarán los creyentes virtuosos que esparzan la luz del conocimiento y la rectitud; hombres y mujeres musulmanes


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cuyas actitudes muestren las virtudes características del mensaje y la misión del Islam.


Le pedimos a Dios, el Sublime, que acepte nuestro humilde esfuerzo y que perdone nuestros errores. Ciertamente Él responde los ruegos y acepta las buenas obras.


Abu Salman Deya-ud-Deen Eberle


abusalman102@yahoo.com


abusalman102@gmail.com


Prefacio


Todas las alabanzas son para Dios, Enaltecido. Que Dios enaltezca la mención de Su Profeta y su familia y los mantenga a salvo de cualquier mal.


Creo que no puedo presentar nada nuevo en relación a los derechos de la mujer y su lugar en el Islam, por lo que he recavado información de varias fuentes y las he resumido en los puntos más importantes y relevantes sobre el tema para presentarlo en forma sencilla al lector. Espero y le ruego a Dios que logre mi objetivo.


Se comete una gran injusticia cuando se acusa al Islam de maltratar y oprimir a la mujer. Existen muchos pasajes en el Libro revelado por Dios, el Corán, y en las enseñanzas del Profeta (P y


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B) que niegan y desaprueban esas falsas acusaciones. Dios, Enaltecido sea, dice:


“Oh hermanos, os hemos creado a partir de un hombre (Adán) y una mujer (Eva), y (de su descendencia) os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Dios es el más piadoso. Ciertamente Dios es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis”. [49:13]


Y también dice:


“Y entre Sus signos está haberos creado esposas de entre vosotros para que encontréis en ellas sosiego, y puso entre vosotros amor y misericordia. Por cierto que en esto hay signos para quienes reflexionan”. [30:21]


El Profeta (P y B) dijo:


“Ciertamente la mujer es la mitad gemela del hombre."


[Transmitido por Abu Da'wood, Tirmidi y otros]


Dr.Abdurrahmaan al-Sheha


Riyadh, 11535


P.O. Box 59565


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Email: alsheha2@gmail.com


www.islamhouse.com


Introducción


En todo el mundo se han oído numerosos reclamos por la liberación de la mujer y la igualdad de derechos y se han utilizado muchos eslóganes en marchas y protestas. En algunas sociedades,


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la mujer realmente ha vivido bajo la opresión, la crueldad y la injusticia, y se le han privado de sus derechos básicos como seres humanos. Tampoco podemos negar que algunos musulmanes se han desviado de los principios y enseñanzas islámicas. La ley Islámica, por otra parte, ha garantizado los derechos de la mujer en un sistema equitativo de derechos y obligaciones. Si se examinan de cerca los eslóganes propagados por los movimientos internacionales de liberación femenina, encontramos que se centran en tres puntos principales: la libertad de la mujer, la igualdad de derechos con respecto al hombre y los derechos de la mujer. Analizaremos estos puntos bajo la luz de la ley Islámica, sin tener en cuenta la práctica de algunos musulmanes desviados e ignorantes que no cumplen con estas enseñanzas.


En primer lugar, la palabra “liberación” implica que existen ataduras y restricciones, y que la mujer es esclavizada y debe ser liberada. Este es un punto de vista ambiguo ya que la libertad absoluta es imposible, sin importar si se es hombre o mujer. El ser humano está naturalmente restringido a sus limitaciones innatas y su necesidad de organizarse socialmente. Ambos, hombre y mujer, deben vivir en la sociedad respetando ciertas reglas y leyes que gobiernan y organizan varios aspectos de la vida. ¿Esto significa que el hombre no es libre e independiente en su accionar o que está librado de responsabilidad por sus actos? ¿Puede alguien liberarse de las limitaciones naturales y de las restricciones legales? Si se trata de esclavos, la pregunta sería entonces ¿esclavos de quién? Cualquiera que se proclame libre tiene limitaciones naturales y legales que si se las sobrepasa, resulta en un daño para sí mismo y la sociedad lo considerará como una persona indecente, incivilizada y criminal. La ley Islámica decreta que ambos, hombre y mujer, se liberen de toda forma de idolatría, tiranía, explotación e injusticia. Los principios divinos de la revelación y las leyes enseñan el monoteísmo estricto, la justicia y


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la noble moral. Dentro de este marco, el hombre y la mujer cumplen roles interdependientes y complementarios entre sí. La ley Islámica le garantiza a la mujer el derecho de manejarse dentro de la sociedad en forma directa y no a través de un tutor o responsable oficial a cargo de sus asuntos económicos, sociales y políticos, como sucede en muchas sociedades. Para protegerla y mantenerla, su padre, hermano, tío y esposo tienen la obligación moral y legal de guardar su honor y garantizarle una vida digna durante todas las etapas de su vida. ¿Esto es rebajarla o elevarla? El Islam prohíbe que el hombre y la mujer tengan comportamientos indecentes y esto se traduce de un modo para la mujer y de otro para el hombre debido a razones y diferencias naturales entre ambos. Todos deben mantener su virtud en privado y guardarse en público. La ley Islámica protege a la mujer de intimidaciones y abusos y por lo tanto, esto implica que ningún hombre o mujer debe cometer actos que inciten sexualmente al otro. Por esta razón, la ley Islámica propone una vestimenta modesta para que la mujer se sienta protegida cuando sale de su hogar y prohíbe la interacción abierta e indiscriminada entre hombres y mujeres, así como también cualquier tipo de contacto físico con el sexo opuesto.


El Islam ilustra el concepto de la libertad de modo tal que el comportamiento individual no sea perjudicial para sí mismo ni dañino para la sociedad en la que vive. Encontramos una explicación clara en las palabras del Profeta (P y B) que dice:


“El ejemplo de una persona que observa las leyes de Dios y una persona que no, es igual al ejemplo de dos grupos de personas que se reunieron en un barco y decidieron dividirse el lugar. Un grupo recibió el piso de arriba y el otro, el de abajo. Cada vez que el grupo de abajo necesitaba agua, debía


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pasar entre la gente de la parte de arriba. Entonces, la gente del piso inferior pensó: „Si perforamos el piso en nuestro sector del barco, tendremos acceso al agua sin molestar a la gente del piso superior‟. Si el grupo de arriba les permitiera seguir con ese plan, todos morirían, en cambio si se lo prohibiesen, todos estarían a salvo ”.


[Bujari y otros]


Un reconocido pensador y filósofo alemán, Schopenhauer dijo:


“Garantícenle a la mujer la libertar absoluta por un solo año y veamos los resultados de tanta libertad. No se olviden que ustedes, junto a mí, heredarán virtudes, castidad y buena moral. Si yo muero antes, serán libres de decir „Él estaba equivocado‟ o „Sabía lo que decía‟”.


Una reportera norteamericana, Helesian Stansbery, que ha escrito para más de 250 periódicos, trabajó por más de 20 años y visitó numerosos países islámicos, dijo al finalizar una de sus visitas:


“La sociedad árabe-islámica es íntegra y saludable. Esta sociedad debe continuar protegiendo sus tradiciones que restringen a los hombres y a las mujeres en cierta medida. Esta sociedad ciertamente difiere de la europea o de la norteamericana. Tienen sus propias tradiciones que le imponen a las mujeres ciertas restricciones y limitaciones, y le otorgan un respeto especial a los padres. La restricción más estricta es sobre la libertad sexual absoluta, que verdaderamente amenaza tanto a la sociedad como a la familia europea y norteamericana. Por eso, las limitaciones aplicadas


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en la sociedad árabe-islámica son válidas y beneficiosas. Recomiendo que se adhieran a sus tradiciones y a su código ético. Prohíban la educación mixta. Restrinjan la libertad de la mujer, o mejor dicho, vuelvan a la práctica de la „purdah‟ (cubrirse con el velo). Verdaderamente esto es mejor para ustedes que la liberación sexual de Europa y Estados Unidos. Prohíban la educación mixta porque nosotros hemos sufrido por ello en nuestro país. La sociedad norteamericana se ha vuelto sofisticada y completamente libertina y las víctimas de ello llenan hoy en día nuestras cárceles, calles, bares, tabernas y prostíbulos. La falsa libertad que les heredamos a nuestras jóvenes e hijas, las ha llevado hacia las drogas, el crimen y la trata de blancas. La educación mixta, la libertad sexual y otros tipos de libertades en la sociedad europea y norteamericana amenazan a la familia y sacuden nuestros valores morales y éticos”.


La pregunta que se desprende aquí sobre la liberación de la mujer es la siguiente: ¿Cuál es verdaderamente el mejor sistema y el más beneficioso para proteger el honor, la dignidad y la integridad de la mujer?


Reclamos sobre los derechos de la mujer


Las mujeres de todo el mundo reclaman la igualdad de derechos. No existe un sistema legal que preserve, mantenga y proteja los verdaderos derechos de la mujer tanto como lo ha hecho y lo sigue haciendo la ley Islámica. Esto es lo que verificaremos a lo largo de los capítulos de este libro.


Sir Hamilton, un reconocido pensador y filósofo inglés, dijo en su libro El Islam y la Civilización Árabe:


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“Las reglas, leyes y veredictos relacionados con la mujer en el Islam son claras, francas y abiertas. El Islam se destaca por la completa atención que debería brindarse a la protección de la mujer contra todo lo que pueda dañarla físicamente o que perjudique su reputación o carácter”.


Gustave Le Bon, un reconocido pensador francés, escribió en su libro La Civilización Árabe:


“En el Islam, las obras virtuosas no se limitan a honrar y respetar a la mujer, sino que podemos agregar que el Islam es la primera religión en honrarla y respetarla. Podemos probarlo fácilmente al mencionar que todas las otras religiones y naciones anteriores al Islam causaron grandes daños y perjuicios a la mujer”.


También destaca lo siguiente:


“Los derechos matrimoniales que se expresan en el Glorioso Corán y han sido interpretado por los eruditos en la materia son, sin lugar a dudas, mucho mejores que los derechos que tienen los matrimonios europeos”.


Más de mil cuatrocientos años atrás, el Islam comenzó a difundirse al mundo desde Meca y luego desde Medina (Arabia Saudita), donde el Profeta de Dios, Muhammad bin Abdullah (P y B) impartió su mensaje. El Islam esparció su luz a través de las enseñanzas de la escritura revelada en el Glorioso Libro de Dios,


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el Corán, y de la tradición de la Sunnah (la tradición) del Profeta (P y B) que es fuera de discusión la base de la ley Islámica. Las enseñanzas del Islam y su sistema legal tienen un profundo impacto sobre la vida de sus seguidores y, en consecuencia, este impacto ha afectado las sociedades visitadas por los musulmanes han viajado y en donde se han establecido. El Islam creció rápidamente y de forma sorprendente para el mundo y dejó un sistema de vida que atiende cada necesidad del ser humano. Del mismo modo, no se contrapone, ni contradice, ni rechaza ninguno de los requisitos necesarios, sanos e importantes para la existencia de los seres humanos y su continuidad en la vida.


Para poder comprender los cambios que el Islam le trajo a la mujer, debemos analizar brevemente su condición antes de la llegada del Islam en la sociedad árabe y en otras sociedades del mundo.


La situación de la mujer a través de la historia: su vida en las sociedades y civilizaciones pre-islámicas


La mujer de la sociedad árabe pagana sufría grandes injusticias y estaba expuesta a diversos tipos de humillación antes que comenzara la misión del Mensajero de Dios (P y B). Se trataba a la mujer como una posesión material que era descartada a voluntad por su tutor. No tenía derecho a heredar de sus padres ni de su esposo. Los árabes creían que la herencia sólo debía tratarse entre quienes tenían habilidades físicas, como por ejemplo, los que podían montar a caballo, pelear, obtener botines de guerra y proteger el territorio de su tribu o clan. Ya que una mujer normalmente no tenía estas habilidades, ella misma era parte de la herencia a ser repartida como cualquier otro bien material tras la


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muerte de su marido. Si el difunto esposo tenía hijos adultos de otros matrimonios, el hijo mayor tenía el derecho de quedarse con la mujer de su padre tal como se quedaba con alguna otra cosa que su padre le haya dejado y no podía liberarse de él a menos que ella pagara su propio rescate.


Era común que los hombres pudieran tener tantas esposas como quisieran sin ningún tipo de limitación. No había un sistema legal justo que le prohibiera al hombre cometer semejante injusticia hacia sus esposas. La mujer no tenía derecho a elegir ni a opinar sobre el hombre que le tocaba en suerte para casarse, era simplemente entregada a su marido. La mujer no podía volver a casarse si su esposo la divorciaba.


En Arabia, durante la era pre-islámica, era común que los padres se disgustaran y llegaran a enojarse al extremo con el nacimiento de una niña a tal punto que muchos lo consideraban como una maldición. Dios, Enaltecido sea, describe como un padre recibía la noticia del nacimiento de una niña:


“Cuando se le anuncia a uno de ellos (el nacimiento de) una niña, se refleja en el rostro la aflicción y la angustia. Por lo que se le ha anunciado se esconde de la gente avergonzado y duda si la dejará vivir a pesar de su deshonra o la enterrará viva. ¡Qué pésimo lo que hacen!”. [16:58-59]


La mujer no podía ni siquiera ejercer algunos de sus derechos básicos, como por ejemplo, comer ciertos alimentos que sólo estaban permitidos para los hombres. Dios, Enaltecido sea, registra esto en el Sagrado Corán:


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“Y decían: Lo que se encuentra en el vientre de estos ganados (refiriéndose a la cría) es exclusivamente para nuestros varones y está vedado a nuestras esposas. Y si una de sus crías nace muerta, entonces ambos (hombres y mujeres) pueden comer de ella”. [6:139]


El odio a las niñas bebés llevaba a los árabes a enterrarlas vivas. Dios, Enaltecido sea, declara en el Sagrado Corán con respecto al Día del Cuestionamiento:


“(Y cuando) se pregunte a las niñas que fueron enterradas vivas por qué pecado las mataron” [81:8-9].


Algunos padres también enterraban vivos a sus hijos si tenían lepra, eran discapacitados o nacían con algún defecto. Dios expresa en el Sagrado Corán:


“No matéis a vuestros hijos por temor a la pobreza. Nosotros somos Quienes les sustentamos y a vosotros también. Matarles es un pecado gravísimo”. [17:31]


El único honor que se le brindaba a la mujer durante la era pre-islámica era la protección de su persona, familia y tribu, y la venganza contra aquellos que la humillaran o la deshonraran; de todos modos, lo hacían más por demostrar su orgullo, dignidad y el honor de su tribu que por brindarle cuidado a la mujer.


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Esta situación de la mujer en la sociedad árabe, llevó a Omar ibn al-Jatab, el segundo Califa de los musulmanes, a decir lo siguiente:


“Juro por Dios que nosotros no tuvimos en cuenta a la mujer hasta que Dios reveló lo que reveló sobre ellas en alcorán, y les repartió lo que les repartió”. (Transmitido por Muslim)


En la sociedad india, la mujer era tratada en general como una sirvienta o esclava, sin poder de decisión o de valerse por sí sola. Debía seguir a su esposo en todos los asuntos. La mujer podía ser entregada como parte de pago de una deuda de juego. Como muestra de devoción, era obligada a quemarse viva en la fogata fúnebre de su marido como parte del ritual para honrar su muerte. Esta práctica, conocida como “sutti”, continuó hasta fines del siglo 17 cuando finalmente se derogó a pesar de la oposición de los líderes religiosos. A pesar de haber sido prohibida oficialmente, la práctica del sutti continuó hasta fines del siglo 19 y aún se realiza en algunas aldeas remotas de la India. En ciertas regiones, la mujer era ofrendada a los religiosos como concubinas o prostitutas para ser explotadas o se las sacrificaba para satisfacer a los dioses hindúes o pedir que llueva.


Incluso algunas de las leyes hindúes dicen: “La paciencia predestinada, los fuertes vientos y tornados, la muerte, el infierno, el veneno, las serpientes y el fuego no son males menos importantes que las mujeres”. Los libros religiosos hindúes también dicen: “Cuando Manna (el dios hindú de la creación) creó a la mujer, le impuso el amor a la cama, los asientos, la decoración (maquillaje), la lujuria, la ira, la rebeldía contra su honor y dignidad, y otros atributos, comportamientos y conductas


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malignas”. En las enseñanzas de Manna Herna Sistra sobre la mujer, podemos encontrar lo siguiente:


“Una mujer puede vivir sin poder elegir, no importa si es una niña, una joven o una mujer madura. Una niña está bajo el comando y decisión de su padre. Una mujer casada está sometida a la voluntad de su marido. Una viuda está sujeta a las decisiones de sus hijos varones y nunca será independiente (tras la muerte de su esposo). Una viuda no puede volver a casarse jamás, por el contrario, debe rechazar y resignar todo lo que le gusta en cuanto a comida, vestimenta y maquillaje hasta que muera. Una mujer no puede ser dueña de nada, ya que cualquier cosa que pudiera ganar o conseguir, debe entregárselo directamente a su marido”.


En algunos casos excepcionales, una mujer podía tener más de un marido a la vez1. Sin lugar a dudas, la mujer quedaba como una prostituta ante los ojos de la sociedad.


En la sociedad china, la mujer ocupaba un lugar bajo y degradante. Era común asignarle los trabajos más despreciables o los menos importantes. Un bebé varón era considerado como un regalo de los dioses y los trataban como tales, mientras que una niña recién nacida debía soportar innumerables maltratos, como por ejemplo, que le vendaran los pies para que le crecieran torcidos y así no pudiera correr. Un proverbio chino dice: “Escucha a tu esposa, pero nunca creas lo que dice”. La vida de la mujer en la sociedad


1Se refiere al libro Hindu Inter-caste Marriage in India (El matrimonio intercasto hindú en la India), Título 3: “Tipos de matrimonio” parte 2: “Poligamia”, escrito por Haripada Chakraborti.


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china no era mucho mejor que la que tenía en la sociedad árabe pagana pre-islámica o en la india.


Entre los griegos, la mujer era degradada a tal punto que los hombres decían que las mujeres eran la encarnación del mal. No había un sistema que protegiera a la mujer en esa sociedad. No tenía derecho a recibir educación, era comprada y vendida como cualquier otro objeto material, no tenía derecho a heredar y era considerada de poca importancia y sin derecho a realizar ningún tipo de transacción comercial. La mujer estaba atada a los deseos de los hombres durante toda su vida y el divorcio era un derecho absoluto del hombre. Esta situación cotidiana de la mujer en esta sociedad, llevó a los pensadores griegos a decir que el nombre de una mujer debía ser encerrado en su casa tal como su cuerpo.


En su libro La civilización árabe, Gustave Le Bon, el pensador francés, dijo al referirse a la situación de la mujer en la sociedad griega: “En general, los griegos consideraban a la mujer como la criatura más insignificante de la tierra. No servía para nada más que para tener hijos y para encargarse de los quehaceres domésticos. Si una mujer daba a luz a un bebé feo, retardado o discapacitado, el hombre tenía derecho a matar a esa criatura”. Demóstenes, el reconocido filósofo griego, dijo: “El hombre griego disfruta de la compañía de prostitutas por placer, de novias y „queridas‟ para la vida cotidiana y de su esposa sólo para tener hijos legítimos”. En el marco de esta moral depravada, vemos la suerte que le tocaba a la mujer y lo que pensaban los filósofos más reconocidos de la época.


La mujer en la sociedad romana también era considerada un ser inferior que no podía tratar sus asuntos personalmente. Toda la


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autoridad estaba en manos de los hombres que dominaban todos los asuntos privados y públicos. Los hombres incluso tenían la autoridad para sentenciar a muerte a sus esposas en algunos casos en las que eran acusadas de ciertos crímenes. La autoridad del hombre sobra la mujer en la sociedad romana incluía el derecho de venderla, torturarla, castigarla, mandarla al exilio e incluso hasta matarla. La mujer debía escuchar y obedecer todas las órdenes de los hombres y no tenía derecho a heredar.


En la sociedad judía tradicional, la mujer no era más afortunada que las otras mujeres que hemos descrito. En el Antiguo Testamento, se describe a la mujer así:


“Y encontré algo más amargo que la muerte: a la mujer que es una trampa, que por corazón tiene una red y por brazos tiene cadenas. Quien agrada a Dios se librará de ella, pero el pecador caerá en sus redes. Y dijo el Maestro: «Miren lo que he hallado al buscar la razón de las cosas, una por una: ¡que todavía estoy buscando lo que no he encontrado! Ya he dado con un hombre entre mil, pero entre todas las mujeres aún no he encontrado ninguna”. (Eclesiastés, 7: 26-28)


“Si alguien vende a su hija como esclava, la muchacha no se podrá ir como los esclavos varones. Si el amo no toma a la muchacha como mujer por no ser ella de su agrado, deberá permitir que sea rescatada. Como la rechazó, no podrá vendérsela a ningún extranjero. Si el amo entrega la muchacha a su hijo, deberá tratarla con todos los derechos de una hija. Si toma como esposa a otra mujer, no podrá privar a su primera esposa de sus derechos conyugales, ni de


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alimentación y vestido. Si no le provee esas tres cosas, la mujer podrá irse sin que se pague nada por ella.”


(Éxodo, 27: 7-11)


Si una mujer judía contraía matrimonio, su tutela pasaba de su padre a su marido y se convertía en una más de sus posesiones, tal como lo era su casa, su esclavo, su sirviente o su dinero. Las enseñanzas judías y sus leyes privaban a la mujer del derecho a heredar a su padre si éste tenía hijos varones. En el Antiguo Testamento, la Septuaginta dice: “Y les dirás a los hijos de Israel: “Además, diles a los israelitas: Cuando un hombre muera sin dejar hijos, su herencia será traspasada a su hija”. (Números, 27: 8)


Más aún, el hombre judío nunca dormía en la misma cama con su mujer mientras estuviera menstruando, ni comían o bebían con ellas. Permanecían alejados de ellas porque las consideraban impuras.


Los religiosos cristianos llegaron al extremo de considerar a la mujer como la causante del “pecado original” y la razón de todas las catástrofes que sufrió el mundo por esta transgresión. Por tal motivo es que el contacto físico entre un hombre y una mujer se ha catalogado tradicionalmente como ”sucio” o “impuro” incluso si se practica dentro del matrimonio.


San Trotoliano dice: “La mujer es el camino que tiene Satanás para llegar al corazón del hombre. La mujer lleva al hombre al Árbol Prohibido. La mujer viola las leyes de Dios y distorsiona la figura del hombre”.


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Wieth Knudesen, un escritor danés, ilustró la situación de la mujer de la Edad Media al decir que de acuerdo a la fe católica, se consideraba a la mujer como un ciudadano de segunda, es por esto que se le prestaba muy poca atención y cuidado.


En 1586 se llevó a cabo una conferencia en Francia para debatir si la mujer podía ser considerada un ser humano o no. Allí se llegó a la siguiente conclusión: “La mujer es un ser humano, pero ha sido creada para servir al hombre”. De esta manera, en la conferencia se reconoció a la mujer como ser humano, ¡lo que hasta entonces había estado en duda! De todos modos, no se logró avanzar mucho sobre los derechos de la mujer, sino que fue declarada al servicio del hombre y sin derechos personales. Esta decisión se mantuvo en efecto hasta el año 1938 cuando, por primera vez, se dictó un decreto que derogaba las leyes que le prohibían a la mujer tratar sus propias finanzas y abrir una cuenta bancaria a su nombre.


Los europeos continuaron discriminando a la mujer y siguieron privándola de sus derechos durante toda la Edad Media. Resulta sorprendente saber que las leyes inglesas no prohibían que un hombre vendiera a su esposa. Las diferencias entre el hombre y la mujer siguieron creciendo a tal punto que la mujer estaba completamente bajo el control del hombre, negándole sus derechos y quitándoles sus bienes, que pasaban a pertenecer a su marido. Por ejemplo, aún recientemente, de acuerdo con la ley francesa, la mujer no era considerada capaz de tomar sus propias decisiones financieras. El artículo 217 de la ley francesa dice: “Una mujer casada no tiene derecho a ganar, transferir, vender o comprar algo sin la participación de su marido en el contrato de la operación o sin su permiso por escrito, sin importar los bienes que tenga el marido o la mujer”. A pesar de todas las enmiendas y


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modificaciones que ha sufrido la ley francesa, aún podemos ver cómo ésta afecta a la mujer casada, trato comparable con la esclavitud. También, la mujer casada pierde su apellido en el momento del contrato matrimonial para comenzar a usar el apellido de su marido como muestra de sometimiento.


Bernard Shaw, el reconocido escritor inglés, dijo: “A partir del momento en que una mujer se casa, todos sus bienes pasan a pertenecer a su marido según la ley inglesa”.


Para concluir, existe otra injusticia que se comete contra la mujer occidental y es que el vínculo matrimonial es para siempre según las creencias religiosas. De acuerdo con el catolicismo, por ejemplo, no existe el divorcio, y a lo sumo la pareja sólo puede separarse físicamente. En consecuencia, este tipo de separaciones conlleva a la corrupción de la sociedad y a la decadencia moral tales como hombres y mujeres que buscan amantes, relaciones ocasionales e incluso las relaciones entre personas del mismo sexo. Además, una viuda no puede volver a casarse y llevar una vida normal tras la muerte de su marido.


Sin duda, lo que llamamos civilización occidental moderna y lo ésta se esforzó en lograr, se fundamenta por un lado, en las tradiciones griegas y romanas en lo civil, y por otro en las tradiciones judeo-cristianas en su ideología y base religiosa. Los abusos mencionados anteriormente llevaron a que a medida que el mundo se fue modernizando, las mujeres salieran a las calles a reclamar por sus derechos organizadas en movimientos feministas de pensadoras, educadoras y activistas. El péndulo se balanceó para el otro lado y entonces las mujeres exigieron la igualdad absoluta de derechos y la liberación de tantos años de machismo y


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abusos. En muchos de los países laicos de hoy en día, la mujer tiene la igualdad de derechos en muchos aspectos, pero al mismo tiempo, esa igualdad la ha expuesto a una agresividad inmoral y materialista que la considera como un objeto sexual a la venta. La ruptura de la unidad familiar y la propagación de la inmoralidad sexual, el aborto, la homosexualidad y los desvíos criminales han causado reacciones adversas dentro de la sociedad, en especial por parte de los religiosos o conservadores, que no pueden ir contra la corriente. En este contexto y con el legado que nos deja la historia, voy a presentar las características de los derechos de la mujer en el Islam y brindaré respuestas a algunos errores de concepto comunes, para demostrar que es mejor seguir la guía de Dios que dejar que el hombre y la mujer se guíen entre sí según sus caprichos.


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Los derechos de la mujer en el Islam: en términos generales y como niña y en su rol de hija, hermana, esposa y madre


El Islam trata a la mujer comprensivamente en el contexto de su relación con Dios, su Creador, con ella misma como parte de la humanidad, y con el hombre, su pareja y esposo para formar su familia. Podremos comparar los derechos que el Islam le ha otorgado a la mujer teniendo en mente aquellos que le han dado las otras sociedades. Vale la pena destacar que las enseñanzas islámicas atienden las necesidades y los derechos de la mujer a través de todas las etapas de su vida, como hija, hermana, esposa, madre y como miembro de la sociedad islámica.


La igualdad entre el hombre y la mujer en el Islam y la naturaleza complementaria de uno hacia el otro


En cierto sentido, la igualdad entre el hombre y la mujer es posible y razonable porque ambos son seres humanos, con almas similares, cerebro, corazón, pulmones, etc. En otro sentido, la igualdad entre el hombre y la mujer es imposible y absurda si se consideran las diferencias físicas, mentales, emocionales y las cualidades psicológicas y habilidades innatas de cada uno.


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Entonces habrá que analizar de qué modo el hombre y la mujer son iguales, y cómo se complementan.


Si la igualdad absoluta entre los miembros de un mismo sexo es imposible por sus diferencias naturales en cuanto a su fuerza y otras cualidades, definitivamente será imposible igualar los sexos opuestos. Dios, Enaltecido sea, dice en el Sagrado Corán:


“Y todo lo hemos creado en pareja, reflexionad pues (sobre la gracia de Dios)” [51:49]


Incluso los átomos tienen esta dualidad, con roles interrelacionados y complementarios de las partículas e iones negativos y positivos y sin embargo cada uno es una parte integral de todo el sistema binario de la vida. La mayoría de los seres vivos tienen su femenino y masculino para reproducirse. Como nos enseñan las ciencias biológicas, todos los mamíferos tienen rasgos similares en sus estructuras moleculares y glandulares que determinan la diferencia de género. Estos rasgos físicos, psicológicos y sexuales básicos tienen un efecto determinante en otros aspectos de la vida.


Es natural que un hombre necesite y encuentre plenitud con una mujer y que una mujer sienta lo mismo por un hombre, porque han sido creados uno del otro y uno para el otro. Tienen un lazo inseparable y ninguno puede sentirse completo sin la presencia del otro como su cónyuge legal y honorable, como dijo Dios en el Corán:


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“Oh hermanos, os hemos creado a partir de un hombre (Adán) y una mujer (Eva), y (de su descendencia) os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Dios es el más piadoso. Ciertamente Dios es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis”. [49:13]


En muchas ocasiones el Islam trata a la mujer igual que el hombre. Mencionaremos algunas de aquí en más.


1) Ambos, hombre y mujer, son iguales en cuanto a su humanidad. El Islam no categoriza a la mujer, por ejemplo, como la fuente del mal por el “pecado original” que echó a Adán del Paraíso o que ella sea la causa del mal en el mundo como sostienen algunas doctrinas religiosas y fábulas por haber abierto la caja de Pandora que contenía todos los vicios.


Dios, Enaltecido sea, dice en el Sagrado Corán:


“¡Oh humanos! Temed a vuestro Señor Quien os ha creado a partir de un solo ser, del que creó a su esposa e hizo descender de ambos muchos hombres y mujeres”. [4:1]


Y dice: “¿Acaso cree el hombre que se lo dejará actuar a su antojo, sin que le sean impuestos límites ni sea cuestionado por ello? ¿No fue una gota de esperma eyaculada? ¿Y luego un coágulo? Dios lo creó y le dio forma armoniosa. Y creó a partir de él la pareja: hombre y mujer. ¿Acaso Quien tiene poder


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sobre todas las cosas no es capaz de resucitar a los muertos?”. [75:36-40]


Dios ilustra en estos versos que Él ha creado a ambos sexos de una misma fuente. No hay diferencia entre los sexos en cuanto a las cualidades humanas y cada uno es un complemento del otro como dos géneros de la misma especie. El Islam abolió y derogó todas las leyes previas que eran injustas y que consideraban a la mujer de naturaleza inferior. El Profeta de Dios (P y B) dijo:


“Ciertamente la mujer es la mitad gemela del hombre".


[Transmitido por Abu Da'wood, Tirmidi y otros]


2) El hombre y la mujer tienen las mismas obligaciones religiosas. El testimonio de fe (Shahadah), las oraciones diarias (Salat), la caridad (Zakat), el ayuno (Siam) y la peregrinación (Hayy) deben ser realizados por ambos sexos. En algunos casos, se le facilitan ciertas obligaciones a la mujer para aliviarla, por ejemplo, en relación a su salud y a su condición física, cuando una mujer está menstruando o sufre del sangrado del posparto, está absuelta de rezar y de ayunar. Luego recuperará los días perdidos de ayuno, pero no las oraciones perdidas para que no sean una carga.


El Sheij Muhammad Mutawali ash-Sha‟rawi dijo: “Desde el comienzo de la creación, el hombre ha sido diferenciado de la mujer. Uno complementa al otro, por eso, creemos que tan precisa división de género implica dos misiones diferentes en la vida, si no, no habría necesidad de hacer diferentes sexos. Esto indica que, si bien ambos son seres humanos, cada sexo tiene sus propios méritos. Podemos diferenciar el día de la noche, pero ambos nos indican el paso del tiempo. Durante el día salimos a ganarnos la


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vida y durante la noche descansamos. Podemos comparar al hombre y a la mujer con el día y la noche. Hay ciertas cosas que son obligatorias para el hombre por su predisposición natural y, de igual modo, es para la mujer. Aún así, ambos son seres humanos y tienen muchas características en común”.


Dios, Altísimo sea, dice en el Sagrado Corán: “Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben el mal, cumplen con la oración prescrita, pagan el Zakat y obedecen a Dios y a Su Mensajero. Dios tendrá misericordia de ellos; y Él es Dios, poderoso, Sabio”. [9:71]


3) Ambos, hombre y mujer, reciben de Dios las mismas recompensas por su obediencia y los mismos castigos si lo desobedecen en este mundo y en el Otro. El Corán dice:


“Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le concederemos una vida Buena y le multiplicaremos la recompensa de sus obras”. [16:97]


Y también dice: “Dios les tiene reservado Su perdón y una gran recompensa a los musulmanes y musulmanas, a los creyentes y las creyentes, a los piadosos y las piadosas, a los justos y las justas, a los pacientes y las pacientes, a los humildes y las humildes, a aquellos y aquellas que hacen caridades, a los ayunantes y las ayunantes, a los pudorosos y las pudorosas, y a aquellos y aquellas que recuerdan frecuentemente a Dios.” [33:35]


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4) La mujer tiene las mismas obligaciones morales y los mismos derechos que el hombre en cuanto a cuidar su castidad, integridad, honor y respeto. No se permiten ambigüedades, por ejemplo, quienes acusan falsamente de adulterio o fornicación a una mujer casta, son castigados públicamente, tal como si acusaran a un hombre. Dios, el Altísimo, dice en el Sagrado Corán:


“Y a quienes difamen a mujeres decentes (acusándolas de fornicadoras o adúlteras) y no presenten cuatro testigos de ello, aplicadles ochenta azotes y nunca más aceptéis su testimonio. Ellos son los descarriados”. [24:4]


5) Al igual que el hombre, la mujer está calificada y puede realizar cualquier transacción comercial o financiera. Según la ley Islámica, una mujer puede tener, comprar, vender o realizar cualquier transacción sin el consentimiento de un tutor y sin imponérsele ninguna restricción o limitación. Sin duda esto es un concepto que aún en algunas sociedades modernas no se aplica.


6) El Islam indica que un hombre que honra, respeta y trata a una mujer con justicia, posee un corazón sano y tiene una personalidad correcta, mientras que a un hombre que maltrata a una mujer, se lo considera inicuo y desmerecedor de respeto. El Profeta de Dios (p. y b.) dijo:


“El más completo de los creyentes es el que tiene el mejor carácter, y el mejor de vosotros es el que trata bien a sus mujeres”.


[Transmitido por Tirmidi ]


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7) El Islam le otorga a la mujer los mismos derechos que al hombre en cuanto a educación. En una tradición transmitida por Ibn Majah y al-Baihaqi, el Profeta de Dios (P y B) dijo:


“Buscar el conocimiento es una obligación de cada musulmán (es decir, hombre o mujer)”.


Los sabios del Islam concuerdan en que la palabra “musulmán” utilizada en la revelación se refiere al hombre y a la mujer. Es decir que el Islam le otorga a la mujer el mismo derecho de educarse que el hombre para entender sus obligaciones religiosas y sociales, y para criar a sus hijos según las enseñanzas del Islam. Por supuesto que la mujer tiene ciertas obligaciones en la crianza de sus hijos dadas sus habilidades innatas y el hombre tiene obligaciones complementarias en cuanto a financiar, proteger y mantener a la familia. Debido a que él es el más fuerte de la familia, se lo carga con las mayores responsabilidades. El Profeta (P y B) dijo:


“Quien se haga cargo de tres hijas mujeres y las eduque bien, las case y las trate con buenos modales tendrá su recompensa en el Paraíso”.


[Transmitido por Ahmad e Ibn Habban]


Sobre las esclavas, el Profeta (P y B) dijo:


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“Quien tenga una esclava mujer y la eduque con un buen comportamiento, le enseñe bien, la libere y luego se case con ella, tendrá doble recompensa”.


[Transmitido por Bujari, Muslim y otros]


8) El hombre y la mujer tienen obligaciones y responsabilidades similares para reformar y corregir la sociedad para mejorarla. Ambos comparten la responsabilidad de incentivar al bien y de prohibir el mal. Dios dijo:


“Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben el mal, cumplen con la oración prescrita, pagan el Zakat y obedecen a Dios y a Su Mensajero. Dios tendrá misericordia de ellos; y Él es Dios, poderoso, Sabio”. [9:71]


9) El hombre y la mujer tienen derechos bien determinados a recibir riquezas tanto como están obligados a pagar el Zakat (caridad obligatoria) según cálculos específicos. Todos los sabios del Islam concuerdan en esto. Una mujer tiene derecho a recibir su herencia, derecho que era impensable en muchas sociedades y que analizaremos en detalle más adelante.


Dios dice: “A los varones les corresponde una parte de lo que los padres y parientes más cercanos dejaren, y para las mujeres otra parte de lo que los padres y parientes más cercanos dejaren. Fuere poco o mucho, les corresponde una parte determinada de la herencia”. [4:7]


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10) La mujer, tal como el hombre, puede ofrecer refugio y protección entre los musulmanes a todo aquel que lo pida. Dios, Enaltecido sea, dice:


“Si alguno de los idólatras te pidiera protección, ampárale para que así recapacite y escuche la palabra de Dios, luego (si no reflexiona) ayúdale a alcanzar un lugar seguro; esto es porque son gente ignorante”. [9:6]


El Mensajero de Dios (P y B) dijo:


“…y la protección de los musulmanes es una sola, y hasta el más débil puede brindar protección; y si alguien usurpa el derecho de un musulmán, la maldición de Dios, sus ángeles y de toda la gente caerá sobre sí, y no se aceptará ni su arrepentimiento ni su dinero”.


[Transmitido por Bujari]


Vemos reflejado este concepto en la famosa historia de Um Hani que le dio refugio a un incrédulo que le pidió ayuda el día de la conquista de Meca a pesar que su familia lo había amenazado de muerte, entonces el Mensajero de Dios (P y B) dijo:


“Nosotros protegeremos y le daremos asilo a quien tú protejas y des asilo, oh Um Hani” .


[Transmitido por Bujari]


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Estos son algunos de los derechos mencionados aquí como ejemplos en forma resumida para comprender la naturaleza comprensiva que tiene la jurisprudencia islámica.


La mujer como niña e hija


Dios, Enaltecido sea, explica en el Sagrado Corán la importancia de preservar y cuidar al niño recién nacido, y establece el primer derecho que recibe:


“No matéis a vuestros hijos por temor a la pobreza. Nosotros somos Quienes les sustentamos y a vosotros también. Matarles es un pecado gravísimo”. [17:31]


Abortar o matar a un hijo por cualquier motivo que sea, es uno de los pecados más graves que recibe el castigo más severo de Dios y del sistema legal islámico. El Islam ordena a los padres darles


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bellos nombres a sus hijos, cuidarlos como corresponde, atender sus necesidades, proveerlos de acuerdo a los ingresos de la familia y asegurarles una vida decente, respetable y honrada. El Profeta (P y B) dijo:


“Ciertamente Dios os ha prohibido ser desobedientes y desagradecidos con sus madres y os ha prohibido enterrar vivas a sus hijas mujeres”. [Transmitido por Bujari]


Por eso, la familia tiene el derecho a cobrar una compensación por la muerte de la víctima, como lo transmitió Aisha:


“Dos mujeres de la tribu Huthail pelearon y una le tiró una piedra a la otra provocándole la muerte a ella y al bebé que llevaba en su vientre. Entonces el Profeta (P y B) dictaminó que el clan debía pagar una compensación de un esclavo niño o niña por el feto y 100 camellas por la mujer”.


[Transmitido por Bujari y Muslim]


Dios, Altísimo sea, dice en el Sagrado Corán: “Las madres divorciadas también amamantarán a sus hijos dos años si desean completar la lactancia, y el padre (durante ese período) tiene la obligación de proveer a la madre de su hijo el sustento diario y la vestimenta de acuerdo a sus recursos, a nadie se le exige fuera de sus posibilidades”. [2:233]


El cuidado y la tutela de los niños es el derecho más importante después del derecho a ser amamantado por su madre. La madre tiene la custodia total de su hijo desde que nace hasta que cumple trece años. Esto es aplicable especialmente en caso de divorcio en


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donde los padres no se ponen de acuerdo. El Islam le otorga a la madre la custodia total de su hijo durante su infancia porque, en general, es ella quien tiene más cuidado y está más atenta a las necesidades de su hijo. „Amr bin Shu‟aib narró que una mujer se acercó al Profeta (P y B) para quejarse de su marido:


“Mi vientre tuvo a mi bebé cuando era un feto, mis pechos lo amamantaron de bebé, y mi regazo cargó a mi hijo por un largo tiempo. Ahora el padre se divorció de mí y me lo quiere quitar”. El Profeta (P y B) le dijo: “Te mereces la custodia por más tiempo mientras no te vuelvas a casar”.


[Transmitido por Abu Dawud y otros]


Abu Bakr, el primer Califa bien guiado, dio un veredicto a favor de la madre de „Asim, la esposa de Omar bin al-Jatab, quien fuera luego el segundo Califa. Cuando ella se divorció Abu Bakr dijo: “El olor de ella, y la forma en que la madre huele a su hijo, y su bondad son mejor que tú para tu hijo “.


Los padres tienen la obligación de tratar a todos sus hijos con misericordia y compasión. Abu Huraira narró que el Profeta (P y B) besó a Hasan ibn Ali, su nieto, en presencia de Aqra ibn Habis at-Tameemi que dijo: “Yo tengo diez hijos y nunca besé a ninguno”. El Profeta (P y B) lo miró y le dijo: “Quien no tiene misericordia, no recibe misericordia”.


[Transmitido por Bujari y otros]


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