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Todo en nuestra limitada experiencia debe tener un comienzo y un final. Nosotros mismos nacemos y finalmente morimos. Esto sucedió con nuestros padres y ancestros, así como con nuestros hijos y descendientes. Tales relaciones permean la creación.





Algunas personas, debido a su debilidad intelectual o simpleza, asumen que todo debe ser comparable a su propia experiencia pasada. Ellos confían en la imaginación, que realmente solo es capaz de visualizar lo que de una forma u otra ya ha sido experimentado. Es por esto que la imaginación es incapaz de lidiar con absolutos y con conceptos universales.





El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) se refirió a los límites de la razón humana cuando dijo:





"La gente seguirá haciendo preguntas hasta que llegue a preguntar: ‘Dios creó el universo, pero, ¿quién creó a Dios?’. Quien tiene pensamientos como este, simplemente debe declarar: ‘Creo en Dios’, buscar la ayuda de Dios, y desistir de esos pensamientos"[1].





La mente humana tiene limitaciones, y nuestra perspectiva humana es deficiente. Debido a ello, algunas personas caen en recelos con respecto a la preexistencia de Dios. Debemos darnos cuenta de que estamos lidiando con un asunto de fe, es decir, un tema que trasciende las limitaciones de la razón humana.





Después de hacer la declaración ya citada, se menciona que el Profeta Muhammad aconsejó recitar la sura del Corán titulada Al Ijlás (la pureza de la fe ):





"Di: ‘Él es Al-lah, Uno. Al-lah es el Absoluto. No engendró ni fue engendrado. Y no hay nada ni nadie que sea semejante a Él’". (Corán 112:1-4)





La aleya crucial aquí es: "No engendró ni fue engendrado". Muestra que la perfección y autosubsistencia de Dios desafían la experiencia humana y trascienden los límites de la imaginación humana.





Dios dice: "Al-lah (Dios) es el Absoluto. No engendró ni fue engendrado". Y sigue de inmediato con: "Y no hay nada ni nadie que sea semejante a Él". No podemos comparar a Dios con nada en nuestra experiencia. Del mismo modo, hallamos que Dios nos ordena: "No comparen a Dios" (Corán 16:74). Así es como debe ser nuestra fe en Dios.





El Profeta Muhammad les aconsejó a quienes están plagados de dudas −tales como "¿quién creó a Dios"−: "Buscar la ayuda de Dios y desistir de esos pensamientos". No se puede obtener nada siguiendo una línea de pensamientos como "¿quién creó a Dios?". La naturaleza de Dios no puede ser comparada con la existencia creada ni puede ser abordada por las limitaciones de la razón humana. La mente humana, sin embargo, puede concebir la existencia de Dios y reconocer que Él es el Creador de todas las cosas. De hecho, la mente humana se resiste a todo intento de obligarla a negar la existencia de Dios.





Los regímenes comunistas del siglo XX trataron de obligar a sus súbditos a abrazar el ateísmo. Ellos emplearon todos los medios coercitivos a su disposición, pero la gente se resistió a negar a Dios y resistieron los intentos más autoritarios de aplastar su creencia en la existencia de Dios.





La razón no puede escapar del reconocimiento de un Creador. La mente, por consiguiente, nos lleva a buscar orientación acerca de Dios y nos da una inclinación natural a adorarlo. Somos receptivos a los mensajeros de Dios, y Él no dejaría a Sus criaturas sin guiarlas a la sabiduría del porqué fueron creadas. De hecho, Dios dice: "No he creado a los yinnes y a los seres humanos sino para que Me adoren" (Corán 51:56).





En verdad, el intelecto reconoce a Dios, pero no es capaz de comprender todos Sus atributos. El papel de los profetas y mensajeros de Dios es enseñarle a la gente lo que necesita saber en relación a su Señor y cómo Dios quiere que Lo adoremos. Esto protege a la gente de inventar todo tipo de rituales de su propia imaginación, que no tienen base en la revelación.





El Profeta Muhammad dijo, dirigiéndose a Dios en súplica: "Tú eres el Primero, así que nada Te precede. Eres el Último, así que nada viene después de Ti. Eres el Manifiesto, así que nada te sobrepasa. Eres el Oculto, así que nada viene debajo de ti. Paga nuestras deudas por nosotros y enriquécenos para que no seamos pobres"[2].





Dios es el Primero, Quien no está precedido por nada más. Este es un concepto que no puede ser completamente comprendido por la imaginación, pero sin duda puede ser aceptado por la mente y el corazón. Nuestra consciencia de las limitaciones que tiene nuestra mente es una consciencia crucial.





Del mismo modo, Dios es el último, cuya existencia persiste sin fin. Como tal, Dios es verdaderamente el Heredero: "Cuando [el Profeta] Zacarías rogó a su Señor: ‘¡Oh, Señor mío! No me dejes solo [sin hijos]. Tú eres Quien concede descendencia’" (Corán 21:89).





Dios es atemporal y eterno, sin principio ni fin. En contraste, todas las cosas creadas tienen un comienzo y un final.





Dios dice acerca del Sol: "El Sol orbita como le fue designado" (Corán 36:38). El Sol y demás cuerpos celestes son mucho más antiguos que los seres vivos en la Tierra. Pero, al igual que las vidas fugaces de los seres terrestres, las estrellas nacen y mueren. Todas las cosas en el universo llegarán a su fin.





Dios no puede ser entendido según los términos de la existencia material. No está limitado por las leyes de la física, que en sí mismas son parte de la naturaleza que Él creó. No es de sorprender que la mente no pueda comprender completamente al Creador, ya que la mente misma es creada y está sujeta a las limitaciones de su naturaleza creada. La mente solo puede caer en confusión y autoengaño si trata de racionalizar lo que está más allá de sus capacidades.





En lugar de ello, debemos aplicar nuestros esfuerzos a asuntos que nuestra mente pueda asumir: el universo que Dios creó y los vastos horizontes de conocimiento que presenta. Dios nos ha dado la capacidad de razonar y el poder imaginativo para descubrir y conceptualizar las leyes físicas de la naturaleza. Podemos aprovechar dicho conocimiento para beneficiar a la humanidad en formas que agradan a Dios.





 



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