10 RESPUESTAS A «¿POR QUÉ DEBERÍAN TRABAJAR LAS MUJERES MUSULMANAS?»
Escrito por Janet Kozak
¿Te preguntas por qué las mujeres musulmanas deberían trabajar fuera del hogar? Especialmente si un padre o esposo satisface todas las necesidades básicas de una mujer. Hay muchas buenas razones para que las mujeres musulmanas sean empleadas. Revisemos.
1 – ESTABILIDAD FINANCIERA EN CASO DE DIVORCIO
Las visiones culturales y los estigmas sociales que rodean el divorcio en el Islam dejan a las mujeres vulnerables. Además, los exmaridos a veces se niegan a pagar la manutención de los hijos. Esto deja a las madres a mantenerse a sí mismas y a sus hijos.
Los procesos islámicos y legales para el divorcio también pueden tardar meses o años en completarse. Tener un trabajo o un negocio propio es una fuente confiable de ingresos.
2 – PROTECCIÓN CONTRA LA ENFERMEDAD O MUERTE DE UN PROVEEDOR
Con una enfermedad grave o la muerte de un proveedor, sin él quererlo, no puede mantener a su familia. Las demandas, las compensaciones por muerte injusta y las herencias pueden tardar meses o años en completarse.
En tales casos, la autosuficiencia es más digna que mendigar a los demás. Solicitar zakat o aprovechar los beneficios estatales son experiencias humillantes. Tener una fuente estable de ingresos y los ahorros proporcionan un colchón financiero.
3 – DESEO DE CONSTRUIR RIQUEZA INTERGENERACIONAL
Las mujeres que trabajan invierten sus ganancias en sus hijos para mejorar la vida de la próxima generación.
¡Un informe citado por las Naciones Unidas afirma que las chicas y mujeres empleadas gastan el 90% de sus ingresos ganados en sus familias!
Si bien existen estereotipos de que las mujeres musulmanas atesoran y retienen su riqueza personal, esto no suele ser cierto. Las mujeres que trabajan pueden ayudar y, con frecuencia, ayudan a romper los ciclos intergeneracionales de pobreza para muchos musulmanes.
4 – DESEO DE CUIDAR A LOS PADRES Y OTROS MIEMBROS DE LA FAMILIA
Tanto los hombres como las mujeres desean cuidar a sus propios hermanos, padres y familiares. También es nuestra responsabilidad cuidar a nuestros padres en la vejez.
Si los padres no están en condiciones de cuidar de sí mismos, esa función de cuidado recae en los hombres de la familia. Pero, las contribuciones de los hombres pueden no satisfacer las necesidades de los mayores. Por lo tanto, todos los hijos, incluidas las hijas, desearían contribuir al mantenimiento y la atención.
5 – CAPACIDAD PARA DAR SADAQAH
Todos tenemos una gran satisfacción personal al hacer un buen uso de nuestra riqueza para ayudar a otros. Las mujeres también quieren gastar su dinero ganado en caridad. El alivio de las dificultades puede extenderse a familiares lejanos, amigos y extraños que necesitan ayuda o zakat.
La mano que da es mejor que la mano que ruega. Para los hombres y mujeres musulmanes, es mejor dar nuestra riqueza a otros que recibirla.
6 – DESEO DE CONTRIBUIR A LA SOCIEDAD ADEMÁS DE LA MATERNIDAD
Las mujeres desean contribuir a crear sociedades sanas y beneficiosas. La forma de ver el mundo de una mujer difiere de la de un hombre. Las perspectivas de las mujeres merecen consideración y comparación con las alternativas.
Esto incluye abogar por la implementación de leyes y políticas que protejan los derechos de las mujeres y los niños. Significa crear productos y servicios para abordar las necesidades específicas de las mujeres. También significa abordar las necesidades de toda la sociedad desde diferentes ángulos y perspectivas.
7 – COMPARTIR SUS DONES Y CONOCIMIENTOS CON EL MUNDO
Las mujeres quieren dar un buen uso a sus títulos, conocimientos, habilidades y dones dados por Dios.
La mayoría de las veces, las mujeres también prefieren trabajar y buscar servicios de otras mujeres. Por ejemplo, las mujeres deberían tener la opción de visitar a una doctora, aprender de una profesora o frecuentar a una mujer sastre.
Tener proveedores de servicios de género múltiple nos ayuda a todos a acceder al servicio más calificado y el que nos quede más cómodo en todas las áreas de nuestras vidas.
8 – DESEO DE UNA VIDA MÁS CÓMODA
Cuando una mujer se casa, la responsabilidad financiera de su mantenimiento recae en el esposo. Si no está casada, recae en su padre u otros mahrams masculinos.
El Islam requiere que los hombres proporcionen lo básico (dentro de sus posibilidades). Pero a veces ese ingreso no es suficiente. Y no todas las mujeres quieren vivir en la pobreza o el estrés constante.
Tener ingresos adicionales ayuda a aliviar el dolor de las dificultades financieras o temporales.
Algunas mujeres también pueden querer buscar educación superior, viajar o proveerse a sí mismas y a sus familias con alimentos más saludables. El trabajo complementa los ingresos de una mujer. Puede proporcionar una mejor calidad de vida y mayores oportunidades.
9 – LAS EMPRESARIAS PROPORCIONAN INGRESOS HALAL A OTROS
Cuando las mujeres poseen sus propios negocios, pueden ayudar a otros en la comunidad a ganarse la vida de manera halal. Esto significa que las empresarias exitosas extienden la generación de riqueza más allá de ganar solo para ellas mismas. ¡Están creando un medio para proporcionar ingresos a otros también!
10 – SATISFACCIÓN PERSONAL
Trabajar fuera del hogar proporciona a las mujeres un profundo sentido de satisfacción personal. Los logros fuera del trabajo físico y emocional de las tareas domésticas nos enorgullecen.
Las mujeres merecen encontrar satisfacción en otras cosas que no sean las tareas del hogar. Espero que esta lista no exhaustiva muestre lo importante que es alentar a las mujeres trabajadoras.
Las mujeres pueden y deben trabajar fuera del hogar porque tenemos mucho que ofrecer.
PARA LAS MUJERES: ¿POR QUÉ NO DEJAMOS DE JUZGARNOS?
Escrito por Theresa Corbin, traducido por Cinthia N. Mascarell
Pasé muchos días soñando con risas de bebés recién bañados y perfumados; bebés que serían una combinación perfecta de mis ojos azules y el cabello ondulado y castaño de mi esposo. Eso fue en 2002 y todavía estaba encantada de ser recién casada.
Tenía esperanzas de formar una gran familia. También soñaba con terminar mis estudios y tener una carrera. Pero durante esos primeros años de instalarme en mi matrimonio y en mi vida como nueva musulmana, me quedé en casa, cociné, limpié y estudié el Islam.
Como nueva musulmana, no iba mucho a la mezquita. No entendía de qué se trataba la comunidad real, ni me sentía cómoda allí. A menudo me hacían preguntas intrusivas sobre cuándo iba a tener hijos. Cuando iba, respondía las preguntas de procreación cortésmente diciendo, «cuando Allah quiera».
Eso era si las ambiciosas hermanas que tenían hijos, se encargaban de su hogar, y trabajaban y/o obtenían títulos avanzados, no me preguntaban: «¿Qué haces todo el día? ¡Tu pequeño apartamento debe estar impecable!»
No podía pasar desapercibida la condescendencia que goteaba de sus comentarios. Me sentía como si no fuera nada, como si mis esfuerzos fueran tan insignificantes que yo no importaba.
¿POR QUÉ NO DEJAMOS DE JUZGARNOS?
Después de unos años, volví a la universidad y comencé a trabajar. Mi esposo y yo todavía esperábamos y rezábamos para que pronto concibiéramos y proporcionáramos un hogar amoroso a tantos niños como Allah quisiera. Y la gente continuó la línea cansadora de preguntas. «¿Cuándo vas a tener hijos?» Respondía alegremente (tratando de ocultar mi frustración y mi profunda tristeza), «cuando Allah quiera».
Las ambiciosas hermanas me dejaron en paz, ahora que yo estaba “siendo más productiva”, pero comencé a recibir comentarios condescendientes de las hermanas amas de casa, con la melodía de: “Me parece egoísta cuando la gente no tiene hijos” o “Dedicar tu vida a tu familia es muy gratificante”, estas fueron declaraciones que salpicaron conversaciones pasivo-agresivas.
Sentí que no era capaz de ser mujer por no poder concebir. Me hicieron sentir como si ser parte del mundo fuera de mi casa me ensuciara.
Entonces mi vida cambió drásticamente. Una joven madre en la comunidad islámica cayó muy enferma. Estaba sola, incapaz de cuidar a su hija y necesitaba una familia musulmana para cuidar a la niña de cuatro años. Entonces, una amiga en común nos preguntó a mi esposo y a mí si seríamos padres adoptivos de la niña hasta que su madre estuviera bien nuevamente.
Mi esposo y yo aceptamos tímidamente. Y las preguntas sobre cuándo mi esposo y yo tendríamos a nuestro propio hijo se intensificaron. Respondía, exhausta, «cuando Allah quiera». Pero ahora que era esposa, madre adoptiva, estudiante y empleada; La crítica sobre mis elecciones de vida también se intensificaron. Sentía que no podía hacer nada bien.
Mi esposo y yo decidimos inscribir a nuestra hija adoptiva en la escuela islámica local cuando llegó el momento de que ella asistiera al jardín de infantes. Y todos los ojos estaban sobre mí. Si ponía un rollito de fruta (un bocadillo de fruta seca y dulce) junto con sus alimentos saludables en el almuerzo para llevar de mi hija adoptiva, tenía que ser porque no me importaba su salud o nutrición. Si se comportaba mal en clase, tenía que ser porque yo no era una buena disciplinaria y necesitaba pasar más tiempo en casa con ella.
Cada movimiento que hacía parecía ser el incorrecto…para alguien. Y, como había sido el caso todo el tiempo, cada grupo tenía su veredicto religioso para respaldarlos en su crítica sobre mí.
DE AMA DE CASA PEREZOSA A MUJER EGOÍSTA CON CARRERA
Si era ama de casa, algunos pensarían que soy floja y que no hago lo suficiente para ayudar a la comunidad. Si era una estudiante y una mujer de carrera, otros sospecharían que era egoísta y quería mezclarme con los hombres de una manera haram. Si cuidaba a un niño, trabajaba y estudiaba; otros verían todo lo que hacía como inadecuado, diciendo que debería estar en casa cuidando a mi familia.
Hubo muchas, muchas hermanas increíbles que me ayudaron y me respaldaron, pero la minoría, las voces críticas, parecían ensordecedoras. Y me encontré juzgando a las demás como una forma de arremeter contra la frustración.
Estaba haciendo lo mismo que otras me habían hecho, y así continuó el ciclo de condescendencia, crítica y rechazo. Luego me di cuenta de que cambió mi vida y la forma en que la vivo. Me di cuenta de que algunas personas solo critican a otras por el deseo de sentirse validadas.
Todos queremos ser validados. Así que miramos a otros que han tomado las mismas decisiones de vida que nosotros. Y aquellos que tienen diferentes caminos, los vemos como una amenaza para nuestra validación. Así que nos aferramos a personas de la misma formación, carrera, etc., y criticamos a quienes no son como nosotros.
Es muy común, y ocurre entre hombres y mujeres, y personas de todas las religiones.
Pero todos tenemos diferentes caminos a seguir. ¿En qué parte del Corán o la Sunnah especifica que todos deben encajar en un molde determinado? ¿Dónde leemos a Allah (SWT) diciéndoles a las mujeres que no pueden trabajar? ¿Dónde dice el mensajero (PyB) que estamos obligadas a tener hijos? ¿En qué parte del Corán dice que una mujer no debe buscar conocimiento?
LAS MUJERES EN EL ISLAM
Al observar nuestra historia islámica, me di cuenta de que había una variedad de mujeres célebres que desempeñaban diferentes roles en la sociedad. Aisha era una educadora, sin hijos, pero madre de todos los creyentes. Khadija era una mujer de negocios y madre, la primera creyente. Assiyah fue madre adoptiva de Musa (AS) y ama de casa. Bilqis era una gobernante sabia y poderosa.
Entonces, ¿quién era yo para menospreciar a las demás por tomar un camino diferente al que yo estaba? Esas personas a las que despreciaba, solo necesitaban la aprobación y validación de Allah. Eso era todo lo que yo necesitaba también. Y buscarlo de otros era tan agotador e incluso imposible.
Tomé una decisión consciente para detener el ciclo de rechazo. Y decidí comenzar una revolución de validación en mi propia vida y esperaba que se extendiera a otras mujeres.
Mi camino hacia una revolución de validación dio muchos pasos. Primero, me aseguré de recordarme a mí misma de purificar mis intenciones, hacer cosas solo para obtener la complacencia de Allah (SWT).
Entonces, no dejé que los pensamientos negativos se hicieran cargo de mi narrativa interna. Dejé de permitir que las personas negativas me afectaran. Estudié el Islam y aprendí que mis antepasados femeninos rompieron barreras en todos los campos de estudio, eran amas de casa, eruditas religiosas, guerreras, mujeres de carrera y mucho más.
Y finalmente, comencé a animarme a mí y a mis hermanas. Traté de decir solo cosas positivas sobre los esfuerzos míos y de mis hermanas. Dejé de juzgar a otras mujeres según mis propios estándares personales. Y comencé a darme cuenta de que todas están haciendo lo mejor que pueden para su propia situación.
Como mujeres musulmanas, tenemos demasiadas personas, tanto dentro como fuera de la ummah, tratando de decirnos qué hacer y qué es «lo mejor para nosotras». Tenemos que comenzar una revolución de validación y debe comenzar desde adentro. Deberíamos buscar la validación solo de Allah y apoyarnos mutuamente en lugar de ser juzgarnos entre nosotras.